El conejo y el mapache

-Estamos perdidos.
-Igual debemos intentarlo.
-¿De qué sirve? Estamos solos, lo hemos perdido todo.
-NO. Todo no. Aún nos queda él. Debemos ayudarlo, nos necesita más que nunca.
-Pero estamos perdidos. No sabemos dónde estamos ni a dónde se lo llevarán.
-Nos necesita, mapache, nos necesita y no nos podemos rendir.

El conejo y el mapache discutían. El tiempo les apremiaba y debían encontrar el camino indicado. Si no llegaban a tiempo, lo perderían para siempre. Conejo juntaba fuerzas, en cambio mapache ya había perdido las ganas de vivir.

-Por favor amigo, nos necesita. No podemos abandonarlo- insistía el conejo.
-Ya está todo perdido. Nuestro destino sellado. Hemos estado buscando desde hace ya quien sabe cuantos días. Lo lamento amigo, quiero ayudarlo pero ya estoy cansado. -respondió mapache angustiado.

«Vamos conejo, piensa. Piensa en él, piensa en cuanto te necesita.»

Por fin les llegó la respuesta, a lo lejos, vieron como la policía regresaba al domicilio y comenzaba a amontonar cajas con las pocas cosas salvadas del fuego.

-¡Mapache, mapache!
-¿Qué pasa, conejo?
-Mira hacia allá, están guardando cosas, es nuestra oportunidad.

Se miraron y no lo dudaron. Conejo se subió a la cabeza de su amigo pero parecía demasiado tarde.
La policía se estaba retirando del lugar con varias cajas ya cerradas.

-No vamos a lograrlo.
-Vamos mapache, es nuestra última oportunidad para lograrlo. Debemos estar con él.
-Pero las cajas están cerradas.
-¡Vamos!

Los oficiales comenzaron a apilar la cajas fuera de la rescidencia los que les dio un poco más de tiempo a los amigos. Pero recibieron un llamado y rápidamente comenzaron a colocar las cajas en la patrulla.
Estaban muy cerca y solo quedaba una caja por subir.

Los amigos se miraron.
-No me olvides- dijo mapache.
-NO, no me dejes- decía conejo entre lágrimas.
-Cuida de él. Te necesita.

Con gran corazón, empujó a conejo hacia la última caja que estaba siendo levantada.

-Por favor, por favor- rezaba mapache.

Conejo logró aferrarse a la base de la última de las cajas y allí se quedó, despidiéndose de su gran amigo.

— o —

En la casa, un niño estaba triste.
-Naná, Naná- decía con la poca voz que tenía.

Su vista nublada, sus ánimos por el suelo. Sonrisa perdida.  Aquel más que un niño era un fantasma.
Desde que llegó a esa nueva casa estaba así. No quería hablar, no comía ni dormía. Tenía el pésame constante en su bello rostro. Mirarlo daba pena y cualquiera que sepa su historia lloraría.
Los adultos no sabían que hacer. Creían que llamaba a su mamá, pero no. Naná era otra cosa, algo distinto. Ni la televisión ni el chocolate ayudaban. Hacía días que estaba así y no mostraba mejorías. Necesitaban un milagro.
En ese instante alguien llamó a la puerta. Era la policía trayendo unas cajas con cosas del pequeño y de su familia, todo lo que habían podido rescatar. Los adultos se emocionaron, allí encontrarían la sonrisa del pequeño.
Las levaron hacia el niño y tiraron todo el contenido frente a él. Con paciencia le mostraron una a una cada cosa que había, pero el niño solamente negaba con la cabeza.
Ya no quedaba nada más por revisar y simplemente se dieron por vencidos.
Al volver a meter el contenido en la última de las cajas, el adulto la pateo sin querer, volteandola. El ruido fue fuerte, sumado al grito de molestia del mayor que inmediatamente pensó que había asustado al menor. Pero lo que pasó no lo esperaban.
El pequeño se levantó por primera vez desde que había llegado hace días a la casa y caminó con cierta dificultad para luego correr apresuradamente a la caja volcada.

-NANÁ, NANÁ- gritaba.

En la base de la caja, ahora visible por el golpe, un muñeco de un conejo colgaba por los un borde. El pequeño lo vio y fue por él.

-NANÁ, NANÁ- ahora el grito era con llanto.

Llorando desconsoladamente, apretaba al muñeco entre sus brazos para mirarlo a la cara y volverlo a abrazar. Los adultos también lloraban y entendieron la importancia de aquel amigo.
El mote de Naná se lo había puesto él y aquel conejo que lo acompañó desde su nacimiento era el más valioso regalo de sus padres y el recuerdo vivo de ellos.

El pequeño niño abrazó a su conejo durante mucho tiempo, incontables horas hasta que los adultos vieron como le susurraba algo a la suave oreja del muñeco para luego quedarse profundamente dormido, ahora si, con una sonrisa en su rostro.

Inmunes a las drogas

Pasaron décadas desde el consumo masivo de opioides, narcóticos y todo tipo de sustancias dañinas para el ser humano.
Generaciones que sufrieron los desmadres del consumo excesivo de drogas. Mentes dañadas y cuerpos agotados en pos de un momento de olvido o de un sueño de creatividad.
Familias destruidas, familias condenadas, generaciones perdidas y cerebros en fuga.
Pero esta generación es nueva, distinta. Algo cambió y es que el cuerpo se adaptó.
Sin previo aviso ocurrió. Nos hicimos inmunes a la mayoría de las sustancias perjudiciales para nuestro organismo. El cuerpo se defendió y dijo basta.
Así es, estamos ante el comienzo de la generación «drogas free» y aunque científicos de todo el mundo se unieron en busca de una nueva creación de laboratorio, el cuerpo respondía sin engaños.
Tan solo el alcohol era permitido para nublarnos la vista. El resto de las sustancias eran rechazadas por nuestro sistema inmune 2.0.
Asimilar el presente costó y durante la primera generación la gente no salía de su asombro.
Aspiraciones fallidas, jeringas inútiles y papel de seda agotado eran algunas de los resultados que obtenian las personas. Poco a poco el mercado de venta de drogas fue desapareciendo, la gente se resignaba con los opioides habituales y buscaba alternativas científicas de laboratorio. Muchas esperanzas y pocos resultados.
Muchos no entendíamos la necesidad de la gente en recurrir a estas cosas pero insistían dando todo de si.
Hubieron campañas de recolección de fondos impulsadas por todo tipo de gente, desde artistas hasta cocineros, desde políticos hasta escritores. Se recaudaban millones de dólares con destino a distintos laboratorios. Se ofrecieron recompenzas astronómicas a quien descubra una nueva sustancia, un nuevo hongo, una nueva fórmula. Nada. Nada de nada. La piscina se vacíaba.
Fue durante la segunda generación, desde la cual relato esta historia, en que la gente se resignó. Comenzaba la nueva etapa en la historia, etapa de concentraciones y de pensamientos serios. Etapas de corduras y de creaciones…
Bueno, al menos eso es lo que creía, pero siento que algo le falta al mundo. La música no es como la de antaño. Las películas y series son simplonas con finales predecibles.
Los libros e historias son cortas, más maduras o más niñatas.
Las cosas funcionan de maravilla, la calidad de vida mejoró en todo el mundo, pero algo dentro mío se siente robotesco. Falta algo, alguna chispa de fuego divino. No lo sé, no puedo explicarlo, me faltan las palabras. Se que tiene que ver con nuestro nuevo mundo pero no encuentro el por qué…¿Acaso será que…? Si, puede ser.

Es conocido mi interés por la historia de Roma y siempre me hacen la misma pregunta,

¿Qué han hecho los romanos por nosotros?

Mi respuesta es siempre la misma…Caminos, eso hicieron los romanos, caminos para unir al mundo.

Ahora, viendo un mundo gris yo me pregunto,

¿Qué han hecho las drogas por nosotros?

Curiosidades de la historia (parte 1)

Pequeñas, rápidas y curiosas. Aquí les traigo la primera parte de una pequeña recopilación de curiosidades de la historia que, valga la redundancia, me resultaron curiosas.

América, llamada así en honor a Américo Vespusio, fue descubierta en el siglo XV, como todos sabemos. Vespusio creía que América del Sur podría ser todo un nuevo continente y así lo mantuvo, pero su nombre quedó ligado a todo el continente, y en especial a la parte norte. El gran país del norte tomó el nombre del continente y lo formalizó como su apellido, pasándose a llamar Estados Unidos de América. Formalidad reina y decidió ser presentado y llamado por su apellido, América. Su primo del sur también optó por el mismo camino y los Estados Unidos Mexicanos (o de México) quisieron el mismo trato de coordialidad y desde entonces usan su apellido, México.

– o –

Continuando en el continente, todos crecimos con el símbolo de nuestros libertadores grabados a fuego. Hombres de asombrosa valentía luchando por un ideal, un ideal de libertad. Cual Espartaco frente a la República, estos caballeros bizzaros querían la libertad de sus pueblos y dejar de ser sometidos por el tirano. Miranda, Bolivar, San Martín, Sucre y tantos otros protagonistas de ideales de acero fueron los grandes generales de nuestra historia. Gracias a ellos tenemos patria. En su momento fueron dioses, Poseidon calmando las aguas, Zeus controlando las tormentas, Ares ganando las batallas, pero una vez todo controlado fue cuando comenzó el deterioro. La gente de voz ya no los veía útiles, soldados de otra guerra, ideales pasados. Pocos, pero con mucha voz, lograron que aquellos super hombres debieran recurrir al exilio. Ni uno de salvó. Cumplieron su comentido y fueron olvidados en el mejor de los casos y ejecutados y tomados como traidores en la peor de las situaciones. Pobre y cruel destino que sufrieron nuestros libertadores.

– o –

La Estatua de la Libertad es un símbolo de Nueva York. Debe de ser uno de los monumentos más reconocidos a nivel mundial sin lugar a dudas. Situada en una de la ciudades más visitadas del mundo, recibe las miradas de millones de personas al año, como para no ruborizarse. Representa un símbolo de la humanidad, utilizado en infinidad de películas, libros e historias. En la actualidad hay varias copias de la misma, sin embargo hay una que llama la atención, ubicada en la ciudad de Buenos Aires, hay una réplica en miniatura creada por el mismísmo Bartholdi (creador de la que todos conocemos), en hierro rojo e inaugurada antes que la de Estados Unidos. Pude ver la réplica y es una lástima que esté tirada, sin ciudados ni atención, postrada sobre una plaza. Si fuera el alcalde de esa ciudad le daría a ese monumento los honores que representa su historia.

– o –

Islandia, famosa tierra de Vikingos, posee una historia fantástica. Sin embargo, la curiosidad de sus nombres en ingles es bastante curiosa. Greenland o tierra verde es como se conoce a Groenlandia, Iceland o tierra de hielo es como se conoce a Islandia. A mi gusto ambos son lugares sumamente fríos y cubiertos de hielos y noche, pero entre los dos, Groenlandia posee inviernos más crudos.
Durante los meses invernales, los vikingos se aislaban en sus hogares y sobrevivían. El frío era debastador y solamente conocían el hielo. Prácticamente es lo que veía todo el año y de ahí que apodaron a su tierra como la tierra del hielo.
Durante los meses primaverales y de verano, zarpaban con sus barcos en busca de aventuras y siempre el primer punto de parada era el territorio de Groenlandia. Al verlo siempre verde es que apodaron a esa tierra como la tierra verde. Me imagino sus caras si comprobaban aquella tierra durante el invierno.

– o –

El emperador en Japón era una figura divina. Su divinidad era incuestionable y no se dirigía al público. Mantenía silencio y se apartaba de la vida pública. Sin embargo, no se pudo apartar de las decisiones que tomó el imperio durante la segunda guerra mundial y su guerra contra china. Autorizó las masacres y violaciones a los chinos y cuanto asiático se encontrase en su camino. Aceptó los experimentos que se realizaron y autorizó el bombardeo a Hawaii, al puerto de Pearl Harbor. Sin embargo, no fue condenado por sus actos y se le perdonó todo a cambio de solamente salir por radio a decir que el emperador no era divino y que solamente era un hombre. En toda la historia hay hombres malditos que viven a pesar de no merecer la vida.

-o-

La República de Cuba fue proclamada el 20 de Mayo de 1902 y yo nací un 20 de Mayo…nada, eso. ¿A ver cuántos de ustedes tienen una efemérides así de importante?

NO CONFIEMOS EN EL TITULAR

«Gatillo fácil. Policia asesina a un menor»

-Por dios, que mundo de mierda es el que vivimos. ¡Pobre nene, que descanse su alma en paz».

La mujer le reprochaba a su marido la noticia que presentaban en el noticiero, pero este no le prestaba atención y seguía desayunando pensando en el trabajo.

-Ernesto, por favor, mucho cuidado cuando salgas, mirá la noticia. Cuidate de la policia por favor y no hagas nada, ni los mires.

El hombre suspiró, trayendo consigo el enojo de su esposa.
Luego de apurar el café, saludó a su amor y puso rumbo a la oficina. El oficial que estaba de ronda por su casa le saludó amablemente y él le devolvió la sonrisa mientras esperaba el colectivo.
Durante el camino no dejaba de pensar en lo fácil que es manipular a las personas, tan solo basta un titular. Un policia está para cuidarnos y no entendía como se tragaban esas noticias.
Su cabeza luego se distrajo por un perro que empujó a su dueña en busca de un felino, haciendo que la preciosa ama del canino sufra un «impasse» en su atuendo corto, dejando al descubierto un perfecto culo tonificado. Ernesto perdió noción de todo en ese momento y esa imagen le serviría para pasar un día ameno.
No obstante, la historia con la noticia del policia estaba comenzando y al llegar al trabajo todos estaban hablando del asunto. Aquel chico ayudaba en un comedor y era un referente en el barrio. Ahora el policia, identificado como Juan Diaz, estaba siendo indagado para esclarecer las circunstancias del hecho.

-No puedo creerlo.
-Es terrible.
-Deben meterlo en cana por el resto de su vida.

Esos eran algunos de los comentarios que escuchó durante el día.

-Todos ingenuos-se decía para si mismo. -Un policia está para cuidarnos.

Llegó a su casa y a la noche le costó hacer que su señora esposa cambiara el asunto de la charla. Se fue a dormir viendo una película repetida, esperando que mañana la noticia del día fuera otra.
Sin embargo, la historia estaba lejos de terminar y al día siguiente se conocieron algunos detalles en las noticias de la mañana.

-El efectivo Juan Diaz, oriundo de la ciudad de Rosario, disparó a quemarropas contra un chico de 17 años de esa misma localidad. El muchacho corrió para protegerse y el oficial, ahora apartado de la fuerza, le disparó a la espalda, hiriéndolo de gravedad en la columna. La ambulancia llegó a los pocos minutos pero ya era tarde, la victima había fallecido.

Ernesto se enojó con su mujer, le pidió que apague el televisor y que no crea más en esas cosas. Por último le volvió a decir que un policia está para cuidarnos.
Comenzar el día discutiendo con su mujer no fue la mejor de las ideas y al salir de su casa, el oficial que hacía su ronda le saludó amablemente y él le devolvió el saludo.

En el trabajo la histeria estaba en aumento. Todos hablaban del pobre chico asesinado e incluso algunos habían impreso su cara y puesto en sus sectores de trabajo.
En las noticias se leía: «Se acerca el juicio del ex policia Juan Diaz».
Ernersto seguía indignado con sus compañeros.
Al regresar a su casa las noticias daban más data de lo sucedido y sobre el «ángel» que recibió el cielo.
Fue al tercer día que la cabeza de Ernesto comenzó a dudar. Ya no opinaba del tema ni tampoco saludaba al policia que le daban los buenos días cada mañana. Es más, esa vez lo miró con rechazo.
Por la noche, el noticieron anunciaba que el próximo Viernes se llevaría a cabo el juicio público contra el ex agente y que sería transmitido en vivo.
Ernesto se sumó al malestar general y solo una pequeña charla con el oficial que lo saludaba cada día le hizo volver a su sonrisa.

-¿Le pasa algo, Don Ernesto?- le preguntó el policia.

-¿Qué pasa? ¿Si no te saludo me vas a matar, como tu compañero Juan Diaz?

El uniformado lo miró incrédulo.

-Don Ernersto, hace años que le saludo cada día sin otra intención más que esa. Es más, yo me se su nombre pero usted no el mío y está bien. Pero siempre recuerde algo, algo que le dije siempre. Nosotros estamos para cuidarlos.

-¿Cómo a ese chico?- reprochó el hombre mientras que se subía al colectivo.

-Vea el juicio y lo va a entender-alcanzó a decir el oficial, provocando un cambio en Ernesto y permitiéndole una sonrisa.

Llegado el día del juicio, estaban todos espectantes por la condena ejemplificar que le darían al supuesto asesino. Lamentablemte para ellos, el juicio fue bastante corto.

-Juan Diaz me salvó la vida-comenzó el relato de la primer testigo. -Estaba caminando con mi bebé cuando el hijo de puta del que murió me tiró al piso, lastimando a mi bebé y le gatilló para sacarme mi cartera y mi teléfono. Gracias a dios que la bala no salió y llegó el oficial dando la voz de alto, como me dijeron que se dice. El pibe le disparó en el brazo y continuó sus disparos, pero al aire. El policia le terminó disparando por la espalda cuando quiso escapar.

Luego de la declaración, llegó el turno del 2ndo testigo, un hombre en silla de ruedas.

-A mi, ese hijo de puta que por suerte está bien muerto, me disparó en la rodilla para robarme la moto. Ahora estoy en esta silla de ruedas por quién sabe cuanto tiempo.

A los 15 minutos de iniciado y luego de las palabras de 5 testigos, el policia fue absuelto de todos los cargos, reincorporado a la fuerza y se le otortó la medalla al mérito. Con esto, se había terminado esta historia y Ernesto estaba más que feliz. «Un policia está para cuidarnos», pensó.
Al día siguiente, la noticia ya era historia y la nueva indignación venía de parte del gobierno y un nuevo impuesto que querían poner. Ni su mujer, ni nadie en el trabajo volvieron a hablar sobre el asunto. Había desaparecido de la mente de todos. Ernesto, contento, quiso meter bocado pero ya a nadie le importaba. Se quedó con las ganas…
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NO CREAS EN EL TITULAR

Juan Domingo Graco (el argentum de los templarios cuarta parte)

El timbre ya había sonado y los alumnos esperaban impacientes la llegada del profesor, pero este no aparecía.
Esta clase era esperada con muchas ganas entre los chicos, prometía ser una larga charla sobre una nueva comparación en la historia, concretamente, una que dividió a nuestra nación y convirtió desde su llegada, a parte de la sociedad en barras bravas.
Los minutos corrían y los chicos se impacientaban. Algunos se asomaban para ver si el profesor estaba llegando, aunque sea a lo lejos o hablando con alguien.

-Nos vamos a perder la historia del hijo de puta que nos atrasó mil años.
-Callate vos, ¿qué sabés? Ese hijo de puta le dio derechos y oportunidades a los que no tenían.
-¿Qué derechos? Por favor, quería tanto a los pobres que los multiplicaba y solo hizo poderosos a los sindicatos.
-Sin los sindicatos, las corporaciones abusarían de sus empleados, ¿qué pavadas decís?

La discución entre los otrora amigos se hacía más y más calurosa. Algunos quisieron cortarlo antes de que se vayan de manos.

-¡Sin las corporaciones no habría trabajo! Los síndicos son paria.
-Y TODOS MILLONARIOS
-Y CORRUPTOS

La mayoría de los alumnos apoyaron con gritos estos dichos mientras que unos pocos defendían a los otros. El clima era de sepultura.

-¿Se acuerdan de cuando hablamos del voto calificado y de por qué a veces es conveniente aplicarlo? – se oyó decir a una voz, cortando el silencio.

Un aparente alumno, recostado sobre su pupitre, con un canguro puesto y la capucha tapándole la cara, había pasado desapercibido entre los otros compañeros, que simplemente lo ignoraron.
El profesor se levantó, descubrió su cabeza y se dirigió al frente.

-Diez minutos tardaron en convertirse en barras bravas, diez minutos desde una charla amigable hasta casi pegarse. Diez minutos, diez horas, diez días, diez años…tiempo suficiente para enemistar a dos amigos por falsedades planteadas por otros, por políticos corruptos y demagogia. Eso, chicos, fue lo que provocó nuestro personaje de hoy, nuestra oveja negra, nuestro destructor de la república. Nuestro Juan Domingo Graco. Por favor, tomen asiento.

El profesor acomodó sus cosas y luego les dirigió una sonrisa a los chicos antes de comenzar.

-Antes de Julio Cesar, de Augusto y del imperio, existia la república. Y no fue la idea de un solo hombre, como Julio Cesar, la de crear un imperio, sino que, como todo gran acontecimiento de la historia, ya venía horneándose a traves de las manos de varios cocineros. Algunos más influyentes que otros, si, pero todos colaboraron en el tiempo para que en algún momento suceda. Ya sea la invención del avión, la teoría de la relatividad especial o el nacimiento de la figura del emperador, todo comienza con una simple idea que se va ampliando gracias a distintas figuras. Los hermanos Wright no crearon los aviones, este fue un largo proyecto que ellos pudieron experimentar con éxito. Eso los mandó a la fama. Newton ya había teorizado sobre el movimiento de la luz cuyo planteamiento luego tomo Einstein y lo explicó, volviéndolo uno de los científicos más célebres de la historia. Y por último, la idea del imperio no fue de Julio Cesar, sino que la propia república ya estaba condenada en su época y él supo aprovechar y darle el puntapie final.
En un momento de la historia se produjo un quiebre en la república romana y en nuestra nación. Un hombre con ideas distintas y con ansias de poder era escuchado por las masas. Aquella figura era nada más y nada menos que Juan Domingo Perón, o para los romanos, Tiberio Semporino Graco.

-En si, Tiberio tomó unas medidas atentando contra el «estatus quo» y de una enorme repercusión social tanto a corto como, fundamentalmente, a largo plazo, cambiando las reglas de juego, distribuyendo el poder entre personajes aún más corruptos que el propio senado y alterando la vida cotidiana de una forma que destruiría la república en poco tiempo.

-Tal cual hizo el nazi de Perón – enfatizó el pequeño alumno judío.

El profesor hizo una pausa en su relato. Este era un tema sensible y cualquier comentario revolucionaba el aula.

-En esta clase no vamos a tocar ese tema, Lucas. Eso será materia para otro momento. Por ahora estamos en los orígenes, similitudes y comparaciones. Algo resumido para más adelante ir completando la historia. Esta clase es el preludio, el comienzo de algo mucho más importante que llegó con la presencia tanto de Graco como de Perón. Aunque algo les puedo adelantar, el destino para ambas naciones, separadas por miles de años de historia, es el mismo: la destrucción y desaparición de lo conocido hasta el momento por la llegada de una vida de ídolos populares y falsas promesas. Peronistas, Cesaristas y en el medio, el pueblo tomado por boludo.

Era la primera vez que el profesor hablaba de esa forma. Los chicos entendieron la importancia de este tema para él y mantuvieron el silencio.

-Lo fundamental de la vida de Graco es que utilizó leyes en desuso, pero no derogadas, para quitarle poder a los terratenientes y al senado. El poder lo quería para si mismo y que mejor forma de obtenerlo que mediante elecciones. Prometió quitarle a los ricos para darle a los pobres. Prometió quitarle poder a los dioses para repartirlo entre la plebe.
A ver chicos, lo mismo que vimos muchas veces en esta clase, si viene un loco y te promete tierras y una vida mejor, completamente regalada y solo te pide un voto a cambio, entonces… tomalo y regalame esa vida de lujos. Para un pobre un voto es nada, menos que nada, pero tierras y fortunas gratis es un sueño.
Así se aseguran los votos estos ídolos populistas. Prometen regalarle cosas a los que no tienen, con su falaz argumento de que piensan en ellos y en lo que sufrieron.
Pero, se que todos ustedes tienen en claro que para dar, primero hay que sacar.
Pongamos dos ejemplos, un hombre es poseedor de tantos campos, que ni recuerda hasta donde abarca su patrimonio. Viene uno que es votado y decide quitarle un pequeño sector de algo desconocido para su dueño y dárselo a una familia no pudiente, con la excusa de darles un futuro. Suena idílico, ¿no? Total, este campo no solo no se usaba, sino que ni siquiera se sabía de su existencia. Entonces, darselo a los pobres para que puedan tener algo suena genial, todos ganan.

-¿Por qué le van a regalar lo que al otro le costó? Es injusto -recriminó Romina.
-Por supuesto que lo es, Romi. Pero en este caso, aunque sea injusto, no pasó nada. No hubieron reclamos ni cambió la situación del terrateniente. Entonces había que tragarse la injusticia del gobierno elegido popularmente y continuar con la vida.
-¿Y qué pasa si le sacan el negocio a uno? – preguntó un chico de pelos rojos.
-Bueno, hacía allá va el siguiente ejemplo.

El profesor se levantó y tomó su mochila, enseñando la etiqueta con el logotipo de la marca.

-Esta mochila me costó un huevo- los chicos rieron -Pero la compré porque es cómoda y se que me va a durar bastante, pero en cambio este lápiz a mina  que me regaló mi eposa, se rompió al poco tiempo de recibirlo y eso que también es de una marca importante, o por lo menos lo era hace un tiempo. Poco después de que se me rompiera, leí una nota que hablaba sobre los múltiples reclamos del sindicato denunciando precarización del trabajo y salarios pauperrimos en la empresa. Como consecuencia del gran poder mediatico que se generó, el gobierno la expropió y se las entregó a los empleados, creando una coperativa. A falta de conocimientos de administración, la empresa cerró al año de haberse expropiado. En pocas palabras, no se pudo mantener. No supieron que hacer con ella y los empleados se quedaron desocupados luego de tanto reclamo por hacerla propia. Irónico, si. Bueno, eso fue lo que sucedió con Juan Domingo Graco. Prometió dar y para hacerlo tuvo que quitar.

-¿El precio del grano es caro y no se puede comprar? No hay problema, eliminemos al productor nefasto y te regalo su tierra a cambio de tu voto.
-Pero yo no se cultivar y ya me explicaron que aumentó porque hubieron inundaciones.
-Eso no me importa, dame tu voto y la tierra es tuya.
Y así el mercado quedó con menos granos producidos, aumentando aún más los costos de los existentes.

El profesor hizo una simple conversación entre el lider populista y el votante y luego se calló para ver las caras de sus alumnos, todos concentrados.
En pocas palabras, eso fue lo que hicieron nuestros personajes de hoy. Regalar poder a corruptos y a quienes no lo necesitaban ni sabían que hacer con eso, en lugar de fomentar políticas que ayuden a los mercados. Eso fue el principio de la destrucción de la república de Roma y también el principio de la decadencia de la nuestra. Esta es la introducción a nuestro desastroso presente. Este es Juan Domingo Graco. Hasta la próxima clase chicos.

El recreo ya había terminado y el profesor de inglés esperaba en la puerta sin querer interrumpir, escuchando atentamente la clase de su colega de historia.

Orgulloso de mi pueblo

Gracias a mi invento, nuestra gran y pequeña nación va a crecer como nunca.

Un pequeño estado, alejado del centro del mundo y aplastado por dos gigantes.
Dos paises cuya extension se equilibra con su inestabilidad.
Nosotros, al estar encerrados, no nos queda otra que sufrir las consecuencias de los mayores.
No tenemos colinas, incluso una broma por estos lares es que si te paras en la terraza de un edificio alto, verás todo el país. Y, fuera bromas, es cierto. Pequeños y bajitos.
Subir una cuesta es divertimento de vacaciones.
Además de nuestra poca población, los paisajes en el interior son conformados por verdes y vacunos.
Los demás vivimos en la parte amarilla, sobre la costa.
Somos pocos y la vida es tranquila, envidiable para muchos, en especial para nuestros hermanos gigantes con sus nervios alterados.
Sin problemas sociales ni económicos, con estabilidad, con gente amigable. Lo tenemos de todo. Gran comida, gran cultura, bellas mujeres y gente amable. Que gran lugar es mi lugar.
Vivimos bien, aunque para el mundo somos invisibles. Algo así como San Marino, país que me enteré que existía hace poco tiempo y que, aunque no conozca, debe de sufrir lo mismo que nosotros, a pesar de ellos estar en Europa.

Mi invento nos puso en el mundo. La gente conoció el nombre y la ubicación de nuestro país gracias a mi y eso nos emocionó a todos. Tendríamos turismo distinto y no de los viejos conocidos. El mundo vería nuestras costumbres, nuestra comida, nuestra alegría a la vida.
Todo por mi esfuerzo.

Filamentos cobalto en forma de red, con un apoyo de nanocintas cerámicas dirigidas hacia una sarta de baterias de alta capacidad.
Ese era mi diseño.
Los filamentos de cobalto se sometían a un tratamiento térmico en condiciones extremas de frío, los endurecía y se colocaban en red como si fuesen una torre. Esto hacía que los rayos de una noche de tormenta sean extremadamente atraidos hacia la estructura. El apoyo cerámico echaba más leña al fuego y hacía que el rayo ataque con mayor intensidad. Todo pasa en escasos segundos y finalmente el poder de Zeus y de Thor era almacenado para dar electricidad gratis a nuestro pueblo.

Un diseño simple, pero lo importante es el tratamiento térmico del cobalto, algo que nadie sabía como producir en este entonces salvo yo.
Como no quería dar mi secreto a conocer, me dediqué a fabricar y venderle mi equipo a los gobiernos que con gusto pagaban monedas por algo que les ahorraría millones.
El mundo dependerá mucho menos del petroleo gracias a mi.

Cabe decir que no soy altruista, pero tampoco obsesionado por el dinero.
A cada país que me pidió el invento solamente le pedí una cosa en su mayoría y dos cosas a otros pocos.
A todos le pedí lo mismo, un millón de dólares.
Para una nación eso es nada, considerando el ahorro que tendrán a corto y largo plazo y entonces nadie me lo rechazó. Casi 100 paises me lo pagaron y a cambio les entregué mi fuente de electricidad.
Sin embargo, a otros paises les hice un pedido adicional, les solicité una visa de residencia permanente.
Amo a mi bandera y todo, pero bueno, hay mejores lugares para vivir…

 

El cachondeo

Esta vez había llegado temprano a la reunión.
Me estuve preparando toda la noche para este momento. Era tiempo de brillar.
Toda la noche en abstinencia. Si todo iba bien, el director me encargaría el informe, luego del informe, el proyecto y finalmente el ascenso.
Tenía la cabeza limpia de pensamientos impuros. Un drama como peli nocturna y servilletas para los ojos en lugar de para lo otro.
Tengo una adicción, lo reconozco. Vivo alzao’ y no lo quiero evitar.
Meneo tras meneo, mi mente se mueve sin par. El meneo de la Luisa, de la Clara, de la Nadia, todas bombas apunto de hacerme explotar.
Pero eso si, cuando hay que concentrarse, hay que concentrarse. En eso soy inflexible.
El trabajo es el trabajo y eso no se discute. Mi profesionalismo es total. Merezco cada duro.

El director de mi area entró por la puerta.

-Buenos días a todos- saludó con sonrisa -Les presento a nuestra nueva vocera, la señorita Rosada. Linda Yael Rosada.

«Oh dios» pensé mientras que mi mente se perdía. «¿Linda Y. Rosada? seguro debe ser así. Basta Juan, concentración plena.»

La muchacha de bellas piernas caminaba por la sala, apoyando sus manos sobre los hombros de los que estabamos asistiendo.  Era toquetona. Hablaba y hablaba, pero no ella sino su perfume. Seguro no tenía pachuli.
De pronto, se arrimó a mi lado.

-¿Entiendes lo que digo, Juan?- me miró de forma furtiva, apoyando los codos sobre la mesa.
«No le mires las tetas, no le mires las tetas» pensaba mientras que mi cabeza respondía su pregunta con un gesto.
Luego dobló su cuello y miró al resto, dejándome un primer plano del premio.

-La envergadura de este proyecto  es inimaginablemente grande -dijó, volviendo a clavar su mirada en mi.
-Recuerdalo Juan, recuerda la gran envergadura que esto representa.

Sin duda lo estaba recordando, con fuerza. Pero así y todo volví a la realidad.

La señorita Rosada se había sentado y se bajó un gran vaso de agua.
-Uff, si que me dejaron acalorada.

«Basta, basta» volví a pensar. Puedo ser más fuerte que esto.

-Juan- me miró Marcos.

-Si, Marcos, dime -respondí.

-Ya escuchaste a Linda, ¿qué te parece su idea de empotrarla en 4?

Casi me caigo de la silla.

-¿QUÉ QUÉ?. ¿Eso dijo?

Marcos asintió con la cabeza.

-Si, dime. ¿La empotrarías en 4?

-Bueno, pfff…-respondí. -Depende.

Martín opinó.

-¿Estructuralmente no se puede? Parecía algo viable.

-Ah, claro, soy el calculista. Si, entiendo que si se puede. -respondí volviendo a mi tono profesional.

Linda me sonrió y me tiró un besito a la distancia.

-Gracias por apoyarme, cari -me dijo. -Bueno, teniendo a Juan de mi lado volvamos a lo que nos compete.

Y así continuó la reunión, yo completamente centrado en el trabajo, salvo cuando olia su perfume libre de pachuli.
En cierto momento todos comenzaron a charlar, hubieron opiniones encontradas, discuciones, anotaciones y sobre todo, mucha euforia. La señorita Linda Y. Rosada caminaba por toda la sala, contenta, abrazando, besando, dando palmadas. La alegría era notable.
En un momento se acercó a mi y me dio un abrazo.
-Gracias por apoyarme con lo de la empotración en 4, gracias a eso tenemos este gran proyecto- me dijo mientras yo me perdía en su ser por vaya uno a saber cuanto tiempo.

-¡Juan! Eh, Juan, ¿me oyes?

El directorio estaba impaciente. La reunión había finalizado y yo seguía sentado como si nada.

-Juan, ¿quedó todo comprendido?

Si señor -mentí

-De acuerdo. Quiero el diseño para el próximo viernes sin demoras. Confío mucho en ti y en lo que representa este proyecto. -me dijo al salir.

«Oh Dios, y ahora ¿qué hago?» me lamenté.
Lo primero es seguro, tengo que dejar el porno.

Edicto de precios máximos

«Los productos no pueden ser tomados de rehenes. Para combatir a la terrible inflación que nos dejaron, nos aseguraremos que todos nuestros ciudadanos tengan el pan, la leche, la carne y la fruta sin presiones de ningún tipo. No permitiremos que se acaparen alimentos ni que se especule con el bolsillo».

El profesor detuvo su discurso.

-¿Les suena actual? -preguntó a sus alumnos.

Todos asintieron con la cabeza.
El día anterior, el discurso del presidente había salido en todas las emisoras y fue un discurso muy parecido al mencionado por el profesor.

-Ustedes saben que me gusta la historia, en especial la del imperio romano. Le veo tanta similitud con nuestro presente, que me asusta y por eso les pregunto, ¿lo que dije recién fue de un presidente actual o de un emperador romano?

La mitad de la clase levantó la mano al creer que era un discurso del pasado y la otra mitad al creer que era actual. Solo un niño de cabellera rubia se abstuvo.

-Lucas-le dijo el profesor – ¿qué opinas del discurso?

El tímido alumno se levantó y en voz baja dijo que creía que era tanto del pasado como del presente.
El profesor sonrió, le tenía mucha estima al muchacho, creía que su cabeza estaba abierta a ser llenada con pensamientos y creencias, le profetizaba un gran futuro.

-Lucas tiene razón. Chicos, lo que les dije que un parafraseo, o sea, dicho con otras palabras, palabras actuales, o algo así, del discurso que dio el emperador Diocleciano.

Los chicos se sentaron, este tipo de clases les gustaba y querían aprender usando sus cabezas y oídos.

-Casi dos mil años en el pasado. En realidad unos mil setecientos, pero decir dos mil impacta más así que lo dejaremos así. Nos vamos a casi dos mil años en el pasado, poco tiempo despúes de la muerte de Jesús. El imperio romano estaba sufriendo a causa de la inflación, un fenómeno que todos nosotros conocemos bien. El financiamiento del imperio se basaba en las conquistas militares, conquistas a otros pueblos con el fin de someterlos, extraer sus riquezas y cobrarles impuestos. En Roma, la capital del imperio, estaba prohibido cobrar cualquier tasa a sus ciudadanos pero de algún lado debía salir el pago de toda la administración pública que había. Desde los acaudalados sueldos de los senadores, ediles y otros gobernantes, pasando por el mantenimientos del ejército, hasta las miserias que cobraran los recolectores de basura y los limpiadores de calles. El imperio debía conquistar cada vez más terrenos para mantener semejante estado…

-Lo mismo que ahora- dijo una chica de cabellera larga.

-Si Romi, digamos que nos resulta tan familar que lo podemos pensar como actual.

La chica se sonrojó y volvió a mantener el silencio.

-A medida que el imperio crecía, tenía más bocas que mantener hasta llegado el punto en que las conquistas no fueron una opción y se debió recurrir a la imprenta, a la maquinita de hacer dinero.

-¿Qué dinero había en aquel entonces? -preguntó Federico.

-Monedas. Monedas hechas con metales preciosos, oro, plata, bronce. Cada moneda valía lo que su peso decía que valía. Con esto quiero decir que cada moneda que se acuñaba llevaba una cantidad importante de metal y como el metal no se imprime, se debía conquistar nuevas tierras para producir mayor cantidad de monedas.

-Pero si no podían conquistar nuevos lugares, ¿cómo hicieron?

-Fácil Marcos, recurrir a la máquina de imprimir, como dije antes.

Los chicos lo miraron con cierto recelo.

-Me explico, el metal era limitado, no podían fabricar más. Pero como les dije antes, cada moneda llevaba cierta cantidad de metal, entonces, alguien tuvo la brillante idea de imprimir más billetes para tener más dinero. Traducido al imperio, fundir cada moneda para hacer dos monedas, cada una con la mitad del metal precioso que llevaba la original. Tenían una moneda de oro que equivalía a 10 monedas de plata. Al dividirlas tenían dos monedas en lugar de una para cambiar por diez monedas de plata. ¿Se entiende?

-¿Pero la gente lo aceptó así?

-No Nico, la gente pensó como cualquier persona con inteligencia haría. Si esta moneda tiene la mitad de oro, entonces estoy consiguiendo menos cantidad de oro por el producto que vendo. Produciendo la tan infame suba de precios a causa de la inflación.

Los chicos estaban atentos a la historia.

-A cualquiera de nosotros si les decimos que nuestros gastos son mayores que nuestros ingresos, buscamos la forma de bajar nuestros gastos. Bueno, tanto nuestros gobiernos como en el imperio no pensaban igual. Reducir el gasto público era imposible, era la forma de mantener el gobierno, así que mejor era seguir quitándole material a cada moneda para crear más, en otras palabras, sigamos devaluando nuestras monedas de oro y de plata para tener mayor cantidad. La ventaja con el pasado era que su moneda era literalmente sostenida por los metales preciosos. Otrora, acá era sostenida por las reservas de oro, pero esa ya es otra historia.

El profesor se sentó en su asiento, tomó un poco de agua y continuó.

-Diocleciano debía resolver la falta de productos y alimentos que tenía el imperio. Ciudadanos romanos muriéndose de hambre en las calles. Todo a causa de los viles productores, magnates dueños de terrenos y transformadores de materias primas en alimentos que aumentaban sus precios cada mes hasta que eran imposibles para el bolsillo ordinario. El emperador no permitiría que su gente se muera de hambre y estableció un control de precios en cientos y cientos de productos, poniendo precios máximos rídiculos con el fin de que todos pudieran llegar a comprar el pan, la ropa y otros artículos. Ahora, antes de seguir, yo les pregunto, además de que es un calco de lo que está haciendo ahora nuestro gobierno, ¿funcionó la medida?

Todos los chicos negaron.

-Por supuesto que no funcionó. Al verse obligados a vender sus productos a pérdida, los productores se retiraron del mercado, generando aún más desabastecimiento. El emperador no se quedó de brazos cruzados y ordenó que si volvían a acaparar el grano, serían condenados y ejecutados. Los productores, nada tontos, destruyeron sus propias cosechas. La moneda se devalúa, la inflación continúa y el productor no puede poner el precio acorde a su trabajo. Prefirieron dejar de cultivar y esperar a mejores momentos.

-Profesor, ¿lo que está contando es real o está haciendo un análisis de lo que está pasando en el país?

-Es tan real que lo pueden buscar en la Wikipedia y es tan irreal que uno no cree que sigan aplicando métodos que no funcionaron ni hace dos mil años ni hace dos días. En fin, el edicto fue contraproducente y el emperador dio marcha atrás. Por fin había entendido que la solución no venía de la mano de la obligación.

El timbre del recreo sonó pero los alumnos se mantuvieron quietos, esperando el final.

-Quiero que, para la siguiente clase, piensen y me digan que hizo el imperio para detener la inflación y como lo trasladarían a nuestra época actual. Eso si, sin ver en internet, pensando entre todos ustedes.

El profesor se retiró del aula mientras que los alumnos utilizaban su recreo para pensar como tener un mejor país y dejar de repetir el pasado.

Para eso es la educación…

He muerto y te lo cuento

He muerto y no es como lo esperaba.
Llevo…vaya uno a saber cuanto tiempo pasó. En el limbo no hay relojes.
Estoy esperando algo. Algo que me de luz.
No esperaba que la muerte fuera así. Inimaginablemente peor que cualquier infierno o hades.
Supe que iba a morir, apenas tomé la decisión lo supe. La explosión iba a acabar conmigo, pero salvaría a mi hijo y eso supera cualquier tortura.
Corrí, lo tomé en brazos y lo empujé lo más fuerte que pude. Lo salvé, a costa de un segundo más de vida.
Un segundo en el que esperé la explosión, un segundo en que supe que mi fin había llegado. ¿Cómo sería el más allá? Solamente debía esperar y averiguarlo.
Nadie esperaba esa situación, una muerte gratuita se podría decir.
Sentí un fuerte viento que me empujaba, había comenzado y no podía hacer nada.
Caí al suelo y los ojos se me cerraron. Había llegado mi fin y tenía miedo de enfrentarlo.
Ya en completa oscuridad me pregunté que pasaba, ¿por qué mi cabeza seguía pensando?
Mi vista estaba oscura, mis oídos no escuchaban, a mi cuerpo no lo sentía, sin embargo mi mente aun funcionaba.
Cuanta oscuridad, no me gusta. Pasar un tiempo a oscuras con mi mente era algo que en vida practicaba pero a sabiendas que podía volver a la realidad en cualquier momento.
Algo estaba pasando y no podía despertar. Me estaba comenzando a desesperar.
Me volví loco, no sentía nada, solo una completa oscuridad.
¡Dios mío, ayúdame! ¿Existes? ¿Dios? ¿Hola?
¿¡ALGUIEN!?
Nada ni nadie respondió, seguía estando solo yo, en un infinito oscuro, un bucle sin salida.
Finalmente lo había comprendido…
Esto es la muerte.

Esto es la muerte y es la tortura más grande que pueda existir, si es que yo estoy existiendo realmente.
Una eternidad solo con mis pensamientos en un lugar completamente oscuro, sin cuerpo ni alma, solo una mente, una conciencia y nada más.
¿Acaso todas las muertes son así o yo fui el afortunado de conservar lo mío?
Para una vez que me toca la fortuna justo resulta en esta maldición.
¿Algún día volveré a ver la luz?

Han pasado…vaya uno a saber cuanto tiempo. En el limbo no hay relojes.
Este es mi fin y mi eternidad.
Esta es mi muerte sin piedad.

Superación o derrota

La panza le rugía. Pedía comida a gritos. El estómago hacía demandas similares, pero hoy eso no se iba a poder cumplir.
El último alimento fue destinado a su pobre madre y Juan se tuvo que conformar con un poco de pan, lo suficiente para satisfacer el hambre de un bebé que apenas comienza a ingerir alimentos, pero no para un ya adulto de 6 años.
Sin agua que tomar, sin un baño en el cual asearse, sin luz y sin cobijo, debían superar día a día la dura tarea de sobrevivir.

-Tomalo tu- le decía su madre sobre el último sorbo de agua antes de agotarse.

Sin la lluvia que rellene los envases que Juan tan habilmente había repartido alrededor de su hogar, el líquido escaseó antes de que la sed lo haga.
Sus ojos tardaron en cerrar, a causa del hambre que tenía y al escapar al pais de los sueños, se rodeó de puros alimentos.
Su pasión por la comida comenzó hace dos años, cuando la realidad era otra y la heladera estaba llena de productos de todo tipo.
Desde temprana edad ayudaba en la cocina, era una pasión innata y habilidades no le faltaban.
Su madre disfrutaba de algunos platillos y sufría con otros. Era de esperarse que no todos salieran bien, en especial cuando los preparaba un chico al que se le brindaba un cuchillo de plástico y un horno de juegos para preparar todo.
Juan no se enojaba por el hecho, entendía que aún era muy joven para el uso de ciertas cosas y eso le hizo generar otras ideas. Preparaba ensaladas con ingredientes que cortaba con sus manos, gratinaba quesos sobre pastas ya cocidas, preparaba mezclas de condimentos tan extravagantes que ni su madre podía soportar.
Todo cambió cuando a su hermano mayor le diagnosticaron una enfermedad que consumió el tiempo y los recursos de su madre.
De vivir como una familia de clase media, a vivir en la más triste indigencia en menos de dos años, fue la infancia de Juan. Cuando finalmente su hermano falleció, la casa y las comodidades que tenían también se habían ido. Vendieron la casa para pagar el tratamiento y se debieron mudar al terreno que su padre les había dejado antes de partir.
Tenía intenciones de en un futuro mudarse allí junto a su esposa y sus dos hijos, pero esa es una historia que nunca va a pasar.
El dinero que les quedaba apenas alcanzó para erguir paredes, colocar un techo de chapa y apenas más.
Su madre quedó tan afectada por la muerte de su hijo que no pudo volver a conseguir trabajo y todo recayó sobre el pequeño de 6 años. Limpiando el piso de una peluquería del pueblo, ganaba lo suficiente como para no morirse de hambre.
Día a día asistía incansablemente al establecimiento, aunque muchos eran los días de tranquilidad en que ni un solo cliente aparecía por la puerta. Aquellos días Juan no recibía paga.
Su suerte cambió cuando entró un pescador a cortarse la barba y conoció al pequeño y su historia. Le ofreció un trabajo mejor pago, aunque más lejos de donde se encontraba y menos tiempo que podía pasar cuidando de su madre.

Una hora en tren por cada trecho, arrancando a trabajar a las 7 de la mañana, muchas veces sin desayunar y con pocas fuerzas, pero era un trabajo mejor pago y no en muchos lados le daban algo para hacer a un pequeño.
Limpiaba los pescados muertos y lo sobrante se lo podía llevar, eso no solo significaba comida, sino formas que tenía para cocinar. Durante ese tiempo pensó mil maneras de cocinar la cabeza y los interiores de los peces. En su mente todas y cada una de esas formas eran deliciosas, pero en su lengua solo había caldo y sopa.
Ya con 8 años, se animó al fuego sin la ayuda de su madre. Puso un sobre de aceite que le habían regalado unos comensales días antes sobre la sartén y para su desventura la misma seguía mojada de la última sopa, haciendo que el aceite hirviendo salte y cayera sobre su brazo. Unas quemaduras bastante profundas y una marca en su piel que nunca lo iba a dejar fue el resultado, pero Juan no lloró en ningún momento, soportó el dolor y no se desanimó.
Comprendió la situación y en su cabeza se marcó con fuego que el aceite y el agua no se mezclan al cocinar.
De a poco y un con poco más de fuerzas, el pequeño Juan mejoraba cada día en su trabajo. Su historia fue conocida y día a día varias personas, entre estibadores, pescadores y gente del lugar, le brindaban elementos para que el niño pudiera preparar los platos con los que soñaba cada noche.
El pequeño creyó que por fin conocía el sentimiento de felicidad. La mísera paga era compensada con las sobras y restos de alimento que se llevaba a la casa y el esfuerzo de horarios era teenido en cuenta por todo el mundo que sentía empatía y algo le traían.
Sus cualidades para la cocina fueron mejorando bastante durante este tiempo, al punto de que un chef, dueño de un restaurante de mala muerte que iba todos los días al puerto a buscar materia prima barata, le ofreció un trabajo. Mejor paga, mejor horario, estar bajo techo fueron algunas de las mejoras, sin embargo, lo más importante para Juan era que ese mismo chef le enseñaría a cocinar.
Aquellos años fueron de maravilla. Juan limpiaba la cocina, ordenaba las mesas, se ocupaba de la mantelería y durante el servicio, veía como los cocineros preparaban los platillos. Técnicas, combinaciones y movimientos que nunca antes había visto ni imaginado lo envolvían en una vorágine de emociones.
Cada día insistía a su jefe que lo dejara cocinar. Insistió tanto que finalmente el jefe cedió, como cedía a todos los pedidos que Juan le hacía cuando insistía. Aquellas situaciones le valieron el apodo de «el tunante». Juan el tunante, o simplemente el tunante comenzó con la «mise en place», o puesta en orden de los alimentos para que sean más fáciles las preparaciones.
Demostró rápido progreso y la misma cocina fue mejorando, mejorando la calidad de la comida y su reputación.
Con doce años, Juan se ocupaba de las compras diarias del pescado, obteniendo buenos productos a precios económicos, luego ordenando tanto el salón como la cocina. El dinero que le ahorraba al restaurante iba para su bolsillo y finalmente, luego de años de esfuerzo pudo alquilar una habitación para él y su madre. Ya no tenía que levantarse al amanecer, podía dormir más y mejor. La comida no faltaba y todo el sobrante iba para mejorar la salud de su progenitora.
La vida le estaba yendo de maravillas.
Al  cumplir 14 años, su jefe anunció que se retiraría y cerraría el restaurante. Quería darles una despedida grata a sus empleados en las que él les cocinaría en aquella última noche abiertos y junto a él, el joven tunante.
Juan se emocionó tanto que se largó a llorar por primera vez en mucho tiempo. Cocinaría junto a su jefe para todo el personal, cocinaría por primera vez. Era su sueño realidad, aunque después se convierta en pesadilla. Un trago dulce y amargo. Cocinaría sí, pero después se quedaría sin empleo.
Aquella noche fue mágica. El pequeño tunante hizo todo, tanto que su jefe solamente se quedó a un costado para asistirle en lo que necesitaba.
Juan se movía por todos lados con ligereza, preparando platillos sabrosos, aunque faltos de presentación. De esto último se ocupaba su futuro ex jefe.
Demostró ser habilidoso y superdotado en la cocina. Todos platillos de su invención y todos quedaron fascinados.
La noche concluyó muy tarde y Juan no concilió el sueño hasta entrada la madrugada.
Dedicó el siguiente día a descansar y a cuidar de su madre. Luego buscó restaurantes en donde solicitar trabajo.
Todos lo rechazaban por su corta edad, hasta que vió un anuncio en un letrero buscando cocineros para eventos. Juan no lo dudó y les escribió una carta diciendo que se dedica a la cocina desde hace años y que se ocupó entre otras cosas se la fiesta de cierre de su empresa, preparando y cocinando todo el menú para los empleados.
Su carta causó impacto en la pequeña empresa de catering pero fue rápidamente descartado por su edad.
Pero Juan no se iba a rendir, después de todo, el tunante siempre conseguía lo que quería y así fue. Luego de varias insistencias, logró convencer a la señora María Paz, dueña del emprendimiento.
Junto a ella Juan vivió tiempos de relativa calma. Cobraba por evento así que debía de adminsitrar bien sus ingresos para que nada les falte durante la época de vacas flacas.
Al cumplir la mayoría de edad sintió que estaba listo para enfrentar su destino, según el consejo de María Paz, que estaba convencida de que sería un chef de fama mundial.

-Tanto el dueño del restaurante, cuyo nombre no recuerdo y María Paz, formaron las bases de mi fortuna- señala Juan, desde su impresionante casa de dos plantas.

Ahora ya con 60 años cumplidos sigue trabajando sin descanso. Su madre falleció hace tres lustros luego de una larga lucha contra la depresión. Para ese tiempo Juan se había casado y había formado una familia. Cerré mi libreta y puse el grabador.

-Al ser mayor de edad, tener experiencia y recomendaciones, los trabajos fueron apareciendo. Trabaje en todas las cocinas que te puedas imaginar, pasando por todos los puestos. Junté lo necesario para abrir mi primer restaurante en el que trabajé de sol a sol y que casi me cuesta a mi familia. Fueron años en los que me obsesioné por crecer y «El Tunante», mi primer restaurante, fue haciéndose conocido. «El Tunante II» y «El Tunante III» fueron el punto final. Más que tres restaurantes no podía ocuparme sin perder la calidad.
Luego de eso formó una familia y pudo darles a sus hijos la infancia que él no tuvo.

-Relatas tus penurias con tanta calma. ¿Cuando sentiste un cambio en tu vida?

-Cuando falleció mi mamá y me quedé completamente solo. Ahí me di cuenta que en realidad no estaba solo. Tenía a mi esposa y a mis hijos y debía cuidar de ellos.

-Habiendo creado ya un nombre, un sello de calidad, ¿sientes que tus sueños se hicieron realidad?

-¿Sabes lo que siento ahora?. Siento que por fin puedo comenzar a disfrutar de la vida – me dijo, mostrándome una foto de él, su madre, su esposa y sus hijos.

— o—

Algunos consideran a la infancia como una época de juegos.
Otros como una tortura hasta crecer.
Algunos no supieron que la vida se puede disfrutar.
Otros no lo saben hacer.

Las realidades de cada uno son distintas, pero si conoces las historias, ayúdalos con lo que puedas. No le cierres los ojos por no tener. Valora el esfuerzo del otro, aunque no te traiga ningún beneficio. Ellos te lo agradecerán.