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Leandro Rubacha

Acerca de Leandro Rubacha

Escritor. Autor de los libros de cuentos Relatos de humor pensante, Relatos de humor pensante: Un nuevo amanecer, Relatos de humor pensante: al atardecer y de la novela El fin.

Locuras del sano

«Esto es más que un cuento, es una historia para recordarme el conocimiento que solía tener en materia de mitología griega.
Por un lado tenemos a Áxiro, que es un invento mío, hijo del tristemente célebre, Dédalo, padre de Ícaro.
Por otro lado tenemos a Asclepio, dios de la medicina, cuya historia está poco desarollada y es por ese motivo que decidí utilizarlo. Ofiuco, como fue conocido posteriormente, tuvo gran importancia en los mitos, al punto de que fue acendido a los cielos, constituyendo el treceavo signo del zodíaco (olvidado para el horóscopo).
Es una historia exclusivamente para los amantes de la mitología, quienes podrán apreciar lo bien que quedó enganchada la historia con la ya conocida.»

 

Áxiro era el hijo menor de Dédalo, el gran arquitecto griego y por ende era hermano de Ícaro.
Áxiro vivia en exílio a causa de su padre, quien lo envío lejos para curarse la locura de su mente.
Áxíro era conciente de que, a pesar de que era extremadamente inteligente, sus pensamientos eran extraños y que causaba miedo en los hombres.
Con el correr de los años, sus brillantes, pero temidas, ideas fueron perdiendo humanidad y su mente se alejaba de la realidad donde vivía. Solamente su hermano mayor lo calmaba y le hacía mantener los pies en el suelo.
Áxiro amaba a su hermano, era su protector y su mentor y a su muerte, perdió completamente el sentido de la cordura.
Ícaro había muerto por su culpa, por desafiar el límite de las álas que había creado junto a su padre para escapar de la tiranía del rey Mínos.
Creyó ver al dios Sol y quiso seguirlo, sin importar que las álas que crearon se estaban derritiendo, haciendo que los hijos  del arquitecto se precipitaran al suelo.
El mayor, en un último gesto de amor, amortiguó la caída del pequeño, salvándole la vida.

Dédalo no supo que hacer. Al perder a su hermano, su hijo ya no vivía en este mundo. Estaba totalmente perdido.
Una tarde llegó a sus oídos que Asclepio, hijo del dios Apolo y poseedor del título del primer médico humano, estaba en la ciudad y decidió ir a verlo.
Asclepio examinó al pequeño y con una sonrisa tranquilizadora le dijo al mayor que su hijo tenía cura, pero que costaría tiempo y dinero.
Dédalo aceptó y dejó a su hijo en cuidado del otro hombre.

Así comenzó la historia de estos dos compañeros.
Áxiro encontró calma en la medicina y ayudar a curar a la gente lo regresaba a este mundo.
Gracias a su ingenio, la pareja pudo desarrollar tratamientos médicos y medicinas sanadoras. Estando conciente de la realidad, la inteligencia de Áxiro floreció y demostró ser superior a la de mortales y dioses por igual.
Sin embargo, a los ojos del mundo, Asclepio estaba solo.
Áxiro había perdido la vida en su locura, fue la versión que su padre dijo para proteger a su hijo. Esto él lo entendía y aceptaba con gusto. Por fin se sentía en calma y no le importaba que su nombre sea recordado.
Asclepio atendía solo a los pacientes y solo en contadas ocaciones Áxiro ayudaba, pero bajo otro nombre.

Se cuenta que durante uno de sus viajes, se toparon con Hipólito, hijo de Teseo y que poseía una enfermedad terminal. Al ser una enfermedad nueva para ellos, no pudieron encontrar un tratamiento efectivo y el hijo del héroe murió agonizando durante la tercera noche del tratamiento, bajo la vela de Áxiro.
Al ver el rostro del difunto, Áxiro no pudo evitar recordar a su hermano fallecido y sintió gran pesar en su corazón.
En silencio se prometió agotar su vida para que su hermano recupere la suya.

-No descansaré hasta reencontrarme con mi hermano Ícaro- le dijo a su mentor.

Asclepio lo miró, preocupado que su locura vuelva a aparecer despues de tantos esfuerzos.

-¿Cómo planeas hacerlo? -preguntó el médico.  -Tu hermano está muerto, su alma se encuentra en los dominios de Hádes.

Áxiro lo miró, dudando de la pregunta del otro, creyendo que la respuesta era evidente.

-Vamos a revivir a los muertos -afirmó.

Asclepio lo miró con preocupación. -Estás demente Áxiro. La locura ha vuelto a ti- se lamentó. Si quieres hacer esto, estarás solo, sin mi ayuda. Yo no seré parte de tus locuras ni de las consecuencias que esto pueda provocar.

Sin embargo, Áxiro era habil de palabra, capaz de convencer hasta al propio Odiseo.

-¿Acaso no buscas la inmortalidad? Fue lo que me mencionaste una vez, en Delos. Si engañamos a la muerte, no solo serás inmortal, sino que tu nombre será hablado y recordado por toda la eternidad. ¿No quieres eso?

Aquellas palabras fueron suficientes para el médico, que accedió al plan sin más miramientos.

-De acuerdo, Áxiro. Participaré en tu locura. Lo primero y escencial es conseguir una pisca divina de Thanatos, de la mismísima muerte. ¿Alguna sugerencia?

Ambos se pusieron a pensar como atraer al dios. No podían matar, debía ser una muerte no violenta, alguien que fallezca por enfermedad sería útil.
Al parecer, ambos pensaron en eso al mismo tiempo y utilizaron el cuerpo de Hipólito como carnada.
Horas después, el ser alado apareció para reclamar el cuerpo al Hades cuando fue interceptado por Asclepio, que salió a su encuentro en aparente gesto amigable.

-Me llevaré al hijo de Teseo para que sea juzgado por los tres reyes.

-Adelante -respondió el médico. -No hay nada más que yo pueda hacer por él.

Fue así que mientras que la deidad cargaba el alma del caído, Áxiro apareció tras las sombras y le clavó una jeringa al dios. LLegó a extraerle una pequeña cantidad de sangre antes de que sea apartado por el ser alado.
Thanatos marchó con el hálito vital de Hipólito, dejando a su atacante con su marca, un poderoso veneno que quitaba la vida en pocos minutos.
Asclepio, preparado, pudo contrarestar la escencia mortal del dios y salvó a su compañero de una muerte segura.
Ahora poseían el elemento más valioso, la sangre del dios de la muerte y con este elemento tan preciado sumado a la inteligencia de ambos, la cura contra la muerte llegó justo en el momento en que el héroe griego llegaba para buscar a su hijo caído.

Teseo arribó solo, sin compañías, ni siquiera la de su esposa. Había decidido enterrar a su hijo en silencio cuando fue alcanzado por la hábil lengua del hijo de Dédalo.
El héroe aceptó y el resultado fue mejor de lo que esperaron.
El alma de Hipólito regresó a su cuerpo casi de forma inmediata y padre e hijo regresaron a su hogar.

-Para todo lo que necesites -dijo Teseo antes de partir.

Los resultados fueron tan buenos, que Áxiro no dudó en tomar una dosis y partir rumbo a la tumba de su hermano. Partió sin siquiera despedirse de su mentór. Tenía gran ilusión en volver a ver a Ícaro.
Sin embargo, apenas comenzado el viaje, un fulgor blanco y brillante descendió de los cielos y cayó en el campamento de Asclepio.
Áxiro corrió lo más rápido que pudo, pero era tarde. El rayo del rey del Olimpo había fulminado al médico.
Zeus se encontraba al lado del cuerpo y el hijo del arquitecto pudo ver como el médico ascendía a los cielos, para convertirse en la estrella del portador de la serpiente.
Antes de partir, sintió como el rey de los dioses lo miraba.

«No lo hagas» Sintió que le decían a su cerebro.

Listo era Áxiro para comprender que no podía ni debía desafiar a la muerte, que el destino de todo hombre mortal era la muerte y que sus acciones sí importaban en este mundo y eran tenídas en cuenta.
Finalmente su locura había desaparecido.
Áxiro regresó a Creta para rendir homenajes a su hermano caído y a su médico amigo, que ambos perdieron la vida al ayudarle.

«NUESTRAS ACCIONES EN LA VIDA SÍ IMPORTAN» Es todo lo que podía pensar.

 

Los doce pasos de la vida

A veces son más, a veces son menos. Depende mucho de nosotros y del mundo que nos rodea, pero en grandes líneas, doce son los pasos que debemos dar, doce pasos completos para estar seguros y poder seguir nuestro camino.

El primer paso es el más seguro, pero a la vez el más osado. Es el que decide cuando debemos comenzar. Cada situación es distinta y a veces debemos retroceder y volver al lugar seguro, a la zona de confort. Lo importante de este paso es darlo sin mayores miramientos, como si fuese algo rutinario. Es comprensible que dudemos, incluso que retrocedamos, pero hay que recordar que siempre hay que tirar pa’ adelante.

El segundo, al igual que el primero, suele carecer de dificultades. Se trata de un paso de apoyo al primero, para afianzar la desición de emprender la odisea. Dado este paso se recomienda no volver atrás a menos que la situación lo amerite. De ahora en más no te puedes distraer, porque la aventura ya ha comenzado.

El tercer paso se da mirando siempre hacia adelante. Este es el punto de no retorno. Pretender regresar a tu zona de confort desde este lugar se considera peligroso. La mirada siempre en alto, el paso firme. Nada puede distraerte. Es el punto de inflexión.
Puede considerarse como uno de los pasos más importantes por el hecho de que los posibles problemas son casi siempre visibles desde este punto. Es por esto que es muy importante mantener la cabeza en alto y atenta.

El cuarto paso trae consigo la primer dificultad. En su mayoría de veces de muy fácil evasión y en ciertos (pocos) casos, puede resultar un imposible y acabar en tragedia.
Apurar el paso suele ser efectivo en este tipo de circunstancias, incluso es lo más recomendable para salir ileso. La preocupación aumenta. Por ahora se mantiene en niveles bajos.

El quinto paso trae consigo la calma. Conocido como el ojo del huracán, estando en este sitio estás seguro, pero no puedes ni permanecer en él ni avanzar ni retroceder sin que el fuerte viento te atrape. La calma antes de la tormenta no brinda alivio, pero aprovéchalo para respirar. Darlo rápido o lento es indistinto, el resultado será igual.

El sexto paso trae consigo a la primer amenaza a nuestra integridad fisíca. En la mayoría de los casos, el primer problema que surge no es para nada inofensivo. Muchos caen en este paso, a mitad de camino del objetivo. Se recomienda apurar el paso, medida que es efectiva en la mayoría de los casos, pero siempre con conciencia del entorno. Los problemas acaban de comenzar.

El septímo paso se debe dar aún más rapido que el anterior. La amenaza de la sexta pisada ha cambiado de rumbo y te persigue. Su embestida es más velóz y el peligro crece exponencialmente. Apurar el paso sigue siendo la recomendación. Tu corazón estará con ganas de vacaciones, pero la travesía no ha llegado a su fin.

El octavo paso debe ser muy corto. Casi imperceptible. Frenar las revoluciones de la pisada anterior es imperoso. Bajar de la máxima de cien a la máxima de cuarenta es el punto clave. Si lo logramos, este paso provee paz y estabilidad y permite retomar el aire.

El noveno paso es el que conlleva esperanza. Durante este, el punto de llegada se hace visible y podemos soñar con volver a la tranquilidad. Hay que disfrutarlo, saborear el momento.

El decimo paso es caprichoso. El azar es el único que determina nuestro futuro y por eso es que es el más peligroso. Tener cuidado, mirar a todos lados, no desconcentrarse nunca. Nuestra vida está en juego si no somos concientes del entorno y de lo que nos rodea. Pero no es suficiente, debemos preveer situaciones futuras. La suerte y nuestra supervivencia decidirá todo. Desde este punto, los sucedido con anterioridad carece de importancia para adivinar el presente. Cuidado con este paso, pues es el más peligroso de todos y el que mostró cobrárse más víctimas. Rápido o lento, nosotros decidiremos.

El onceavo se da con la respiración contenida. Es el penúltimo escalón y eso trae esperanza, pero cuidado, pues los problemas de la décima pisada están latentes.
Apurarse como nunca antes es la recomendación. Vamos que ya terminamos.

El doceavo paso es el que nos otorga el aire perdido, es el paso que nos devuelve la seguridad y nos permite seguir nuestro camino. Todo ha sido superado. Por fin…

-Ese hijo de puta casi me atropella. ¿NO VES QUE TENGO EL SEMÁFORO EN VERDE? DESGRACIADO, INFELIZ.

-¡Carajo! Cada vez es más dificil cruzar la calle.

El embarazo (una historia escrita en nueve meses)

«¡HOLA PAPI!» Anunciaba el lienzo grabado en la piel de mi esposa. Era un mensaje para mi. Voy a ser padre por primera vez.

Ella estaba nerviosa. Sus ojos cubiertos de lágrimas, su voz era ronca y las piernas le temblaban.
Yo no supe come reaccionar. La ayudé a sentarse y vi que esparaba una respuesta de mi.
Sonreí y la abracé, no sabía que más hacer. Por suerte le bastó.

-¿Vamos a ser papás?- le dije, nervioso.

Ella me hizo notar que yo también estaba temblando y que mi voz tartamudeaba.
Continuamos con el abrazo pero no teníamos mucho tiempo. Yo había demorado en llegar a casa aquel día y estabamos retrasados para la cena que teníamos arreglada.
Caminamos en silencio hacia el restaurante acordado, sin mediar palabra de lo acontecido. Ambos estando serios.
La cena transcurrió con dos de sus comensales ausentes. Tanto mi mujer como yo, no participamos en las conversaciones y fuimos meros espectadores durante la velada. Ninguno tenía hambre y ninguno hablaba.
Finalmente el compromiso acabó y pudimos regresamos a casa, en silencio, sin siquiera mirarnos durante el trayecto. Sin embargo, nuestras manos se apretaron con fuerza.
Antes de acostarnos nos miramos y me pude permitir una sonrisa.

-¿Vamos a ser papás?- volví a preguntarle.

Ella asintió con la cabeza y ambos lloramos.

«Voy a ser papá» fue todo lo que pude pensar aquella noche.

—- o —-

La primer ecografía es una experiencia muy bonita.
Aunque nuestro hijo no se podía distinguir, nos hicieron escuchar latir su corazoncito.
Esos golpes fuertes me emocionaron tanto que estuve al borde del llanto.
Por fuera no parecía, pero dentro de mi mujer una vida se estaba formando.

-Escuché su corazón- le conté a mi hermana mayor,  en emoción rival a la mía.

Tiempo después tuvimos la segunda ecografía y fue la más linda que un padre a ser se imaginase.
Formadito pero en minuatura, allí estaba nuestro hijo. No medía más que 4 centímetros de largo, pero ya parecía un hombrecito. Aquel momento fue hermoso y emocionante. No esperaba sentir tantas emociones, ni creía que las tenía.

-¿Pensabas en esto cuando nos conocimos? -le pregunté a mi esposa al salir del consultorio médico.

-Nunca pensé que sería madre- me respondió.

Aquellas palabras me preocuparon, no sabía si lo decía porque no quería serlo o porque no creía que encontraría a una persona para compartir su vida y formar una familia.
Por suerte para mi, la respuesta era la segunda.

-¿Estás contenta de serlo?

Asintió con la cabeza, sonriendo. Era una sonrisa real.

-Muy- me respondió.

—- o —-

-No para de moverse -me dijo mi mujer cuando entré a casa.

-¡Que lindo! -le respondí -¿Te gusta?

Se sonrojó y asintió con la cabeza.
Luego me acerqué a su vientre y apoyé mi mano. Esperé y esperé, pero nada.

-Bueno. Se estuvo moviendo mucho, antes -me dijo al ver mi frustración.

Saqué la mano y entré al baño. Habré demorado no más de dos minutos y al salir me repitió que no paraba de moverse.
Nuevamente intenté sentir al crío, pero nada. Apenas apoyaba mi mano, se terminaban los movimientos.

-Está jugando con vos.

Ambos nos reimos y lo imaginamos jugando a las escondidas.

—- o —-

Poco a poco la panza crecía. No solo la de ella, sino que la mía también.
Engordábamos al unísono y eso que había aumentado el tiempo que le dedicaba al entrenamiento. Pero, a pesar de todo el tiempo empleado en el gimnasio, mi vientre aumentaba y me estaba empezando a encabronar.
«Esta grasa no se quita».

—- o —-

Pasaron 5 meses completos y ahora ya veo como se mueve. Patea muy fuerte.

-Solo se mueve cuando estás- me dijo mi esposa una noche.

Y para ella era cierto, mi hijo sentía cuando yo llegaba del trabajo y me recibía a su forma.
Esos movimiento le dolían a mi mujer, pero se alegraba de tenerlos.

-Tienen un niño con mucha vitalidad- nos dijo la doctora durante uno de los chequeos de rutina.

Nos alegramos de que todo estuviera bien.

—- o —-

Mis sueños con él son cada vez más frecuentes. Aunque no puedo distinguir su rostro, puedo ver su cuerpo y su cabeza cubierta de un suave pelo negro.
Es un bebé y no lo puedo sostener en mis brazos, siempre otra persona lo tiene y no me lo da. Aún no puedo experimentar esa sensación y mi mente me lo recuerda.
Esos días despierto feliz, con una sonrisa dibujada en mis labios. Cuando sueño con él, el día se pasa más rápido. Ansío el momento en que lo pueda abrazar, sentir su calor y en el que su aroma me llene. Faltan más de 100 días para su nacimiento y me parece una eternidad. Quiero tenerlo ya.

—- o —-

Acudimos a una nueva ecografía, en esta oportunidad lo veríamos en tres dimensiones y a colór. Una esperiencia extraña, sin dudas, pero que igual decidimos hacer.
El juguetón de mi hijo no se dejó ver el rostro. Lo tapaba con ambas manos y ambos pies y no los despegaba ni siquiera luego de los varios intentos de la doctora.

-Por un lado, su hijo es un genio. Neurológicamente hablando es un genio, ya que cuida y protege su cabeza a toda costa. Pero bueno, eso hace que no podamos ver más que un pequeño sector se su rostro.

«Mi niño es un genio, lo sabía» era lo que podía pensar al salir del sanatorio y luego de haber visto parte de su carita.

Ahora sí soñé con su rostro. El color de piel de su madre y mi pelo lacio. A los pocos meses de nacido ya hablaba y quería caminar. Un genio, una persona superdotada, dueño de una gran inteligencia. Ese fue el hijo con rostro que apareció en mis sueños. Un niño hermoso que me alegra cada día.
Faltan escasas semanas para su nacimiento y asistimos al curso de preparación donde nos reunimos con otros padres primerizos, como nosotros. Bastante útil resultó y eso contando que creía que era una pérdida de tiempo. Aprendí en frio y espero que funcione en caliente.
Seis semanas y contando, ya casi estamos.

—- o —-

-Mi amor, soy papi-le dije a la panza de mi esposa. -Movete por favor, por mi.

La última visita al médico no había sido satisfactoria: «No está creciendo bien, algo pasa» Nos asustó la doctora. «Parece estar sin fuerzas. ¿Te estás alimentando bien?» Le preguntó a mi señora, que le respondió que estaba comiendo como siempre. «Algo está mal. Vuelvan en una semana y vemos como sigue», nos despidió.

-Por favor mi amor. Movete un poco para papi. Te quiero sentir.

Estábamos en casa, ambos pensativos. Faltan escasas semanas para el nacimiento y apareció este gran problema.

-Es verdad lo que decías, que hace mucho no se mueve. Últimamente solo se está moviendo cuando estás vos, pero en el resto del día, nada -me dijo mi esposa.

Yo la miré, con ojos preocupados.

-Mi amor, soy papá. Acá estoy.

Un poco de silencio en el que observamos el vientre. Al principio nada, pero al poco tiempo la piel hizo unos movimientos brúscos. Se estaba moviendo, moviendo mucho y muy fuerte.

-Hola mi amor-le dije, casi llorando. -Gracias por moverte, sos un genio, sos el mejor.

-Te ama- me dijo mi mujer.

—- o —-

Los siguientes estudios arrojaron aún peores resultados.
Su tasa de crecimiento era cada vez menor y a este paso lo tendrían que sacar antes de tiempo, para hacerlo crecer por fuera de la panza.
Dios mío, cuanta preocupación. Nos tranquiliza saber que, salvo el crecimiento lento, los otros parámetros dan bien y su salud está impecable, no obstante, seguimos muy preocupados.
Estudios constantes y descansos extremos son las únicas medidas que nos dijeron tomar.

-Preocupate por crecer-le dije a mi bebé. -Nosotros nos ocupamos del resto, vos solo crecé.

Un movimiento brúsco se hizo notar y junto a mi esposa, sonreimos, creyendo que aquel movimiento era su respuesta, su respuesta positiva y que realmente nos escuchaba.

—- o —-

Nuestro pequeño nos había escuchado y entendido.
El siguiente contról arrojó resultados favorables, muy positivos.
Debía continuar así para que se quede dentro de su madre.
«Mejor dentro que fuera» nos dijo la doctora, con una sonrisa tranquilizadora.
Vengan la semana próxima a un nuevo contról, faltan veinte días para la fecha estimada así que aunque el próximo estudio no de bien, ya va a estar dentro del márgen normal de las dos semanas y va a nacer sano».
«Con esto les quiero decir que no se preocupen, que el geniecito hizo su tarea y crecío y gracias a eso va a salir sin problemas. Eso si, será un bebé pequeño, pero va a crecer normalmente» Nos despidió.
Ese día festejamos con un helado.

—- o —-

Llegó la gran semana. Si todo va bien, en cualquiera de estos días nacerá y lo tendremos.
También llegó la cuna, que ya colocamos en la habitación que será de él.
Debo reconocer que creía que estaba preparado, pero me di cuenta de que no.
Caminando por la casa, pasé por la puerta abierta de la habitación de mi hijito y vi la cuna, un gran mueble que antes no estaba.
Quedé impactado. Por primera vez tuve noción de lo que se está por venir. Ver la cuna puesta allí, preparada para recibir a un pequeño niño, me cambió por dentro.
Me puse nervioso. Hasta ahora solamente debía cuidar de mi mujer y de su panza, pero tener ese mueble allí, a mi lado, simbolizaba que habrían dos personas por las que deba velar.. Creí que estaba preparado, pero no.
Por suerte a mi esposa le pasó lo mismo que a mi. Me sentí más alividado.
Somos dos, estamos juntos en esto y entre ambos vamos a cuidar del futuro amor que vendrá.

—- o —-

Tiempo cumplido pero él permanece dentro de mamá. Parece que está cómodo, pero debe salir.
«Estoy ansiosa, quiero tenerlo ya» me dijo mi mujer el día anterior a la fecha estimada originalmente.
Los problemas del posible nacimiento prematuro quedaron atrás, para nuestra suerte, y ahora era él quien nos hacía esperar.
Ambos estamos deseosos. Deseosos de tenerlo, de mirarlo, besarlo, asearlo, darle la teta, hacerlo dormir, cambiarle el pañal y sobre todo, de amarlo.
¿Cuándo saldrás?

—- o —-

Y un día llegó.
Debo confesar que estoy más cansado de lo que creía.
Sin embargo, todo es alegría. Tenerlo es una sensación que solo los que son padres conocen.
Estoy viendo las fotos, las que le tomé a mi mujer durante el embarazo. Una por semana, viendo crecerle el vientre hasta que estuvo a punto de explotar y finalmente la última de las fotografías, a la semana de haber nacido, con el pequeño en sus brazos.
Ahora comienza una nueva etapa en donde todo se pospondrá hasta que nuestro hijo crezca.
Trabajo, cuentos, los libros tendrán que esperar para ser editados y los cuentos en esta página también lo harán para ser publicados. Una nueva pausa en este mamotreto, un nuevo «Feriado por vacaciones» que escribí al irme de luna de miel (y que debí explicar porque al parecer, no se había entendido).
Al escribir esto mi hijo no está conmigo, sin embargo puedo sentir la sensación de tenerlo a upa.
Una nueva aventura, un nuevo camino, una nueva etapa comienza, junto a mi mujer y al pequeño Ían, nuestro hijo.

 

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El clarísimo lenguaje inclusivo

«Estimadxs amigxs, estamxs reunidxs par acabar con el mitx del ebseletx lenguaje que les hembrxs de la RAE nes quieren impener.
Ne debemes ceder ni rendirnxs. Es ahere cuande debemxs luchar y cambiar le historie.
Desde tiempes antiguxs, les hembrxs come Cervantxs e Berges nes hicieren creer que la literatura se le escribe de una forma patriarcal. Debemes acabar con este. Ya ne vivimes en el añe mil nevecientes sine que estames en el sigle veintiuno y tedxs debemxs ser incluidxs.
Entences, debemes entre tedxs reescribir la histeria, nxestra histeria para que las nuevas generacienxs ne vivan aislades.»

La gente se miraba los unos a los otros. El tan ansiado y querido discurso con lenguaje sin distinción de género estaba resultando un tanto confuso, incluso entre los más expertos.
La organización no lo había pensado del todo y se reprocharon el no haber repartido el discurso por escrito para que la gente pueda seguirlo. Esto generó murmullos constantes entre los adeptos.

«Les repite, debemxs reescribir la histeria. Les grandes libres de la humanidad fueres creadxs per escriterxs maches, heteresexuales, que nunca fueren apartadxs ni aisladxs y per ese nunca supieren le que significa ser diferente.»

La gente seguía sin comprender el mensaje. Algunos decían que quería ayuda para reescribir los libros más conocidos utilizando el lenguaje inclusivo. Otros opinaban que debían de escribirse nuevas historias para reemplazar a los autores heterosexuales y un tercer grupo creía que debían reescribir los libros de estos autores para que las historias sean historias de gente que fue excluida y apartada.
La oradora hizo una pausa para ver al público. Esperaba que la aplaudieran al finalizar el párrafo pero no fue así. Algo estaba fallando. Miró a sus asesores y ambos levantaron los hombros, en señal de falta de entendimiento.

«Vivimxs en un memente de cambie. La lengue españele se ha transfermade incontablxs veces y vive en constante cambie. Esta es una de esas veces. El hey en día, el nueve sel que amanece sebre nuestrxs cabezxs. ES AHERE E NUNCA».

El discurso finalizó abrúptamente con un potente grito que despertó a los despistados oyentes y provocó una tibia reacción de aplausos.
El propio lenguaje se había defendido y ahora se reía del poco alcance de la oradora.
Una nueva torre de Babel había caído y las lenguas se confundieron.
La misma lengua había resultado victoriosa y esperaba que la única disertante del día comprenda que el lenguaje actual es el cúlmine de varios siglos de perfección y que la causa no está en la labia, sino en la educación…

….

Jodér que costó escribir así. El autocorrector casi estalla.

Por una Argentina con Mayores Integrados

«Estoy pasando uno de los momentos más difíciles de mi vida, la fundación tiene graves problemas financieros. En este último tiempo me he transformado en un mendigo. Mi tarea es llamar, llamar y golpear puertas para recaudar algún dinero que nos permita seguir.»

 Maldita y eterna corrupción que nos controla y gobierna.
¿Principios y moral? Olvidate. Si no podés, preparate a ser pisoteado, basureado y olvidado en un rincón junto a la antiguedad regalada por un familiar al que ya nunca ves.El doctor podrá tener su historia negra, pero no cabe duda que su moral le costó la vida. Un Argentino merecedor de poseer ese título, si se tomara en cuenta el pasado y no el presente de nuestra patria, cuando ser argento era sinónimo de progreso, de ideales, de libertad, de pátria, de ética, de moral y se superación. Adjetivos ya perdidos desde el inicio de la corrupción.Maldita y eterna corrupción que nos controla y nos gobierna, en donde cambiar las cosas es una invitación a perder la vida.
¿Atraverse a cambiar las cosas? Imposible sin sangre. La corrupción corrompe. El ansia de poder es una discapacidad, una enfermedad mental que afecta a la mayoría de la población mundial, más aún a la Argentina, la tierra más próspera jamas encontrada.
Con una capacidad casi milagrosa de recuperarnos de las crísis, el argentino debe conformarse con ser solo una sombra de lo que podría ser en el primer mundo. Alejados del mundo, pero poseedores de tierras en donde una lágrima cae y nace un árbol de llantos.Eternizarse es un juego en el poder, siempre de la mano de la maldita hipocrecía, útil para generar confianza.
«Si no estoy yo, nadie los va a defender» Discurso clásico de cualquier gremialista adicto a la soberbia, discapacidad que hablaba nuestro otro gran argentino.
Competir por títulos deportivos es el equivalente entre los clubes a competir por quien tiene más años a cargo de un gremio. Veinte, treinta títulos contra veinte y treinta años al mando.
¿Absurdo? Si, para el ser pensante, aunque no hay nada de humor en eso. El humor pensante se lo quedan los propios orquestadores de semejante puesta en escena que se rién de los pobres parásitos como nosotros que sentimos culpa al gastar nuestro sudor.¿Se puede resistir?
Nuestro médico no pudo. No formar parte de la cúpula podrida fue más que él y sus sueños se vieron ofuscados por las deudas. Eso hizo que se arrepintiera de habernos elegido como lugar para ejercer. Lógico.¿Extinción? Imposible. A menos de que se esté dispuesto a vivir con las manos rojas.
«Si total, no vivo mal. Podría ser peor» Es mi discurso conformista de siempre. Incluso siento culpa al pensarlo, sin entender, salvo cuando lo tecleo, que se puede ser mejor, incluso con sangre en el cuerpo.
Nadie se animaría. La historia es dura y el presente es sensible. Dictador, nazi y fascista son palabras utilizadas de primera y actuar bajo las sombras es algo que hacen los adictos al poder. Julio César, Claudio, Nerón e incluso el propio Marco Aurelio lo sufrieron, sin embargo, en su época la sangre no era pecado.
Los que nos movemos con ética no podemos cargar con el peso de esas responsabilidades, responsabilidades que nunca cargan los jefes de las mafias.Que poco agradecidos somos con los que -literalmente- dieron su vida por el pais y sin embargo, el más popular es el más recordado. Por que será que nuestros dos argentinos más grandes son recordados más en Estados Unidos que en sus propias casas. Y por qué la ética y moral se interponen en el camino de mover la basura al contenedor y dejar limpia la calle. 


Qui…lo…sa…
Es la frase que utilizo en estos casos.
Qui…lo…sa… ¿Quién lo sabrá?

índice

El águila romana

Cuenta la leyenda que el ejército romano conoció el miedo al  desembarcar en las extrañas y desconocidas costas de Británia.
Los rumores sobre el posible ataque a los druidas, poseedores de poderes mágicos, se habían extendido a lo largo y ancho de toda la república desde el momento en que Julio César anunció su intención de conquista en el norte.
Los soldados eran expertos en el combate convencional, en la guerra en espacios abiertos, lugares en donde podían desplegar su brillantes tácticas, pero la historia demostró una y otra vez que el ejército puede ser derrotado si el combate se hace en otras condiciones.
Anibal y sus hombres fueron prueba de ello durante más de una década. El general cartaginés puso de rodillas a la república Romana al entender las vulnerabilidades de sus protectores.
Mismo fue el caso del esclavo Espartaco, cuya ágil mente comprendió de primera instancia como se debía combatir contra el mayor ejército del mundo.

César había tenído una excepcional victoria en las galias y su objetivo era Roma. Quería poseerla, conquistarla, ser un dios entre los pobladores. Hambriento de fama y de poder, mantenía su mente fría y sus ojos fijos en su meta.
Roma no puede ser de un dueño porque la gente no lo aceptaría. Pero si obtenía el suficiente prestigio militar, si se convertía en el heredero de Alejandro Magno, el pueblo lo idolatraría y aceptaría ser comandado por él.
Debía seguir cosechando victorias, debía hacer que sus hazañas se cuenten en cada rincón de la república y para eso, debía ser aventurero, adentrarse a lo desconocido y traer las cabezas de los habitantes de los terrenos alejados y desconocidos.
En su mente solo un lugar se iluminaba, Britania.
Las historias de la magia de los druidas, habitantes de aquellas tierras, eran cuentos de miedo y terror. Seres con poderes sobrenaturales y poca tolerancia a los extranjeros eran los causantes de pesadillas de muchos ciudadanos romanos.
No se sabe quien o quienes introdujeron estos mitos, pero Britania siempre fue un lugar al que Italia nunca llegaría.

En el ejército están los armadores, comandantes, escuderos, legionarios, soldados, capitanes y su general al mando, todos y cada uno entrenados en el arte del combate militar y eran ampliamente disciplinados. Sin embargo, en cada legión había un hombre que no combatía, un hombre que era intocable por todos los ejércitos civilizados y aquel hombre era el portador del objeto más importante para los solados.
Ese hombre era el portador del estandarte, el portador del Águila dorada, símbolo de Roma. No luchaba y debía estar siempre en el frente de combate. Suicida era su misión pero casi nunca caía en la lucha. El Águila debía ser protegida a como de lugar y si se movía, los soldados debían seguirla, incluso si eso les traía la muerte. Aquel símbolo representaba el honor de cada soldado y el honor era para ellos más poderoso que la muerte.
A fe ciega debían proteger y sacrificarse por su símbolo. Perderlo significaba no solo la muerte, sino la humillación para los familiares en vida.
Sin embargo, al desembarcar en las costas de Británia, nadie, ni siquiera el portador del estandarte se animó a avanzar.
El aire era denso, la neblina abundaba y el sol estaba por siempre oculto, todo a causa de los poderes de los druidas.
El terreno era un bosque gigante y los árboles podían ser letales para los soldados acostumbrados a la lucha en campo abierto.
Julio César avanzó con su caballo pero ninguno de sus hombres le siguió. El miedo los dominaba.
A pesar de los gritos sus órdenes, gritos y golpes, no pudo hacer que sus filas marchasen y con esto, sus planes de conquista de Roma quedaban en el olvido.
Sin embargo, la genial mente del futuro tirano entró en acción y en un audáz movimiento, depuso su espada, tomó el lugar del portador del estandarte y marchó llevando el Águila dorada en sus manos.
El honor del soldado era mayor que el miedo a la muerte y apenas el estandarte se movió, los soldados lo siguieron para protegerlo.
César había entendido el poder de aquel símbolo, una fuerza más poderosa que el miedo y que el temor y lo aprovechaba para su propio beneficio. Los soldados seguirán al símbolo porque saben lo que representa y no lo dejarán solo en la batalla….

Hay pasado dos mil años desde ese momento y la historia nos ha demostrado una y otra vez las locuras que se hicieron por un estandarte.
La cruz cristiana, símbolo de incontables guerras y muertes a lo largo de nuestra historia es un ejemplo de ello. «Si matáis a un hereje, el cielo será vuestro» era un lema clásico durante los juicios en los tiempos de la inquisición en España.
La esvásticas nazis fueron otro gran símbolo bajo el cual millones de personas fueron asesinadas. Una deformación de un símbolo budista por siempre asociado a la extinción de incontables almas.
Un símbolo político, un escudo de club de fútbol, una marca de comidas, estandartes que se usan en una «guerra pacífica» por contról.
Dos mil años de historia manteniendo los mismos pensamientos.

Problemas en las puertas del cielo

-De ninguna manera, usted no puede entrar aquí.

De lejos presenciaba la discución entre la ánima y el cuidador de la entrada al cielo.
San Pedro, retirado hace poco tiempo, dejó a un reemplazo sin entrenamiento a cargo de juzgar las almas y dictamiar quien entraría al reino de Dios y quien era rechazado.

-Su corazón pesa más que la pluma de la verdad así que usted no puede entrar -repetía una y otra vez el flamante celador.

-Pero si todo lo que hice en vida fue ayudar a todos los que pude.

-No para la pluma en la balanza.

En mi mente no podía entender como aquel hombre no ingresaba al cielo, con honores. Un hombre con un corazón magnánimo y cuya historia es sobrecogedora. Su alma llevaba una carga muy grande al ser él quién debió poner fin a la vida de su único hijo para que no sufra más. Esa pena es la que le hacía perder el equilibrio en la balanza de Osiris.
Pero ahora todo es más burocrático. El nuevo empleado no es como San Pedro, no lee las historias de vida ni ve los resúmenes que yo preparo con basto esfuerzo.
Aquel hombre hizo todo bien y la entrada al cielo se le negaba por un trabajador que no quiere trabajar, que quiere cumplir su horario e irse, por un robot que hace el mínimo esfuerzo. «Si la balanza dice que no, entonces es que no.» repetía una y otra vez en su discurso. Es sabído que la balanza no es perfecta y la desición final debe ser arbitrada con la historia de vida y con el resumen que yo preparo, como lo hacía San Pedro.
Pero no, pusieron a un parásito al frente de una de las tareas más importantes y a mi me mantienen en este mísero empleo porque «soy demasiado bueno» para cambiarme de puesto.
Trabas, burocracia, mucha frustración y contactos.

-Por favor, quiero ver a mi hijo. Revise mi alma y verá que solamente hay bondad.

El nuevo empleado se miraba las uñas, haciendo caso omiso del pedido del hombre.

-No, la balanza dice que no. ADIOS.

Al mirar todo, solamente podía pensar que en lo maldito que era el nuevo. ¿Por qué le dieron ese trabajo a alguien que no piensa? Era un caso del síndrome de Homero Simpson y me hervía la sangre.
San Pedro se había retirado y ya no le interesaba nada relacionado a este trabajo ni al futuro de las ánimas. Lo había hecho duante miles de años y por fin se daba un descanso. No podía culparlo por hacerlo, pero debío aleccionar a su seguidor. Las cosas estaban cambiando para mal y yo solo podía mirar y callar. Quería meterme e interceder a favor del hombre pero no me harían caso.
Se que no me lo tengo que tomar personal, que esto es un trabajo, pero es un trabajo que requiere tacto, requiere sentimientos, requiere empatía y sobre todo, requiere poseer aún tu alma…

—- o—-

¿Cuantas veces lo vemos en nuestros trabajos? Miramos el poco esfuerzo que nuestro compañero hace por el bien común mientras que nosotros nos sacrificamo» para mejorar nuestro sitio de trabajo y ser recompensados.
Tirar para adelante, remar junto a tus colegas, avanzar y crecer son definiciones que no entran en la cabeza de algunos, sin embargo los vemos progresar o los vemos tener más suerte que nosotros.
¿Por qué sucede esto? ¿Acaso es culpa de los que nos esforzamos? ¿Acaso los otros viven de nuestros logros? ¿Estamos mal los que intentamos mejorar nuestros trabajos y los lugares en donde nos emplearon?
Si me contrataron es porque confían en mi. ¿No debería responder con dedicación y sacrificio o acaso debería asumir que si me contrataron es porque me necesitan y deberían agradecer todo lo que hago aunque sea poco y nada?

¿Deberían dejar de importarme las cosas?

Sindicato de Pascua

-Si les digo que no, es no. Y eso es una orden.

El gran faraón Ramses estaba negado. No aceptaba recibir a los trabajadores Hebreos.
Algunos querían vacaciones, otros mejor paga, otros menos horas de trabajo pero ninguno era escuchado por el faraón.
Por las noches, los judíos se reunían y se preguntaban si alguno había tenido éxito en hablar con «el hijo de Ra», pero todos movían la cabeza de un lado al otro en señal de negatividad.

-Debemos hacer algo. Me perdí el nacimiento de mi hijo por sus malditas pirámides.
-A mi no me dejan tomar vacaciones.
-A mi me pagan menos que al resto porque soy más bajo.
-Te pagan menos porque eres un debilucho y lo que nosotros hacemos en una hora a ti te lleva todo un día- le respondió otro, más musculoso y gallardo.
-Dímelo a la cara -amenazó el anterior.

Y así comenzó una nueva pelea entre los esclavos que terminó, como siempre, en la nada misma al ser tarde en la noche y ninguno tener fuerzas.

-Calma, calma- intentó calmar Moises.

Siendo alto, fornido, de buena presencia, de buen habla y sobre todo muy bizarro, Moises era el más querido de los judíos tanto dentro de la comunidad como fuera.
Incluso el faraón lo tenía en estima al ser, por poco tiempo, su yerno.
Moises se había emparejado con la hija de Ramses y esto le hizo perder por un tiempo su condición de esclavo y formar parte de la corte real.
Finalmente el amor se terminó y el judío regreso a su trabajo en la construcción de las pirámides, aunque con un trato especial.

-Tengo una idea- atinó a decir su hermano, Aarón.

Aunque Moises poseía los atributos físicos, Aarón era de mente rápida y sus ideas habían resultado beneficiosas para el pueblo en el pasado.

-Muchos de nosotros deseamos las mismas cosas, como vacaciones, mejor paga, menos trabajo y mejores condiciones pero el faraón no nos recibe por separado porque atender a todos nosotros debe ser tortuoso, en especial a Iacób- dijo, mirando al más bajo de todos quien volvió a encabronarse. -¿Por qué no pedimos todas esas cosas para todos en lugar de algunas cosas para cada uno?

Todos lo miraron y le ignoraron.

-Pero si no nos recibe por un solo pedido, menos nos va a recibir si cada uno le presenta todas las otras cosas- respondió uno.

Aarón los miró, pensó que se había explicado.

-Pensé que me había explicado- dijo. -No digo que cada uno le pida todo sino que lo haga solamente uno de nosotros. Una sola persona en nombre y palabra de todos nosotros. Si nos ponemos todos de acuerdo, podemos elegir a nuestro rey, a nuestro faraón y que él hable por nosotros y por nuestras mujeres y niños. Si estamos juntos, Ramses no nos obligará a nada. O acepta las peticiones o no continuamos con el trabajo.

Hubo un silencio que se llenó de murmullos de dudas.

-¿Y quién nos representa?

-¿Acaso no es obvio? -respondió Aarón. -Mi querído hermano Moises es el elegido.

Los judíos aplaudieron. Nadie mejor que él para representarlos.

Moises aceptó con gusto, siempre creyó que estaba destinado para cosas importantes.

-¿Qué pedimos primero?- preguntó.

Se produjo una votación entre los presentes y el pedido ganaron fueron las vacaciones.

-Moises, tu eres el elegido. Quien nos liberará. eres el elegido para darnos nuestras merecidas vacaciones-le dijo su hermano.

Finalmente, con Moises a la cabeza, quedó conformado el primer sindicato de la historia, el sindicato de los trabajadores de la pascua y al día siguiente, comenzó su trabajo.

-FARAÓN- Gritó Moises. -Represento al sindicato de los trabajadores de las pirámides. Yo hablo por todo mi pueblo, el puedo elegido, enviado del único y verdadero dios. Ramses, deja salir a mi pueblo….de vacaciones.

Ramses no comprendía lo que sucedía. Una sola persona en representación de todos. Un faraón judío que tenía el control. Esto era algo nuevo para él.

-Deja salir a mi pueblo…de vacaciones- volvió a reclamar Moises. -Deja salir a mi pueblo.

-Jamás- finalmente respondió. -Ahora vuelvan a sus trabajos -ordenó.

Los trabajadores se miraron. Moises no había logrado nada y concurrieron al plan B, dejar de trabajar.

Al presenciar esto, el faraón comandó a sus soldados que comiencen con los azotes y al pueblo elegido no le quedó otra opción más que volver al trabajo.
Por la noche, volvieron a reunirse.

-Tu plan no sirvió de nada Aarón.
-Me duele todo por tu culpa.
-Maldito seas.

La gente lo estaba por linchar pero fue salvado por el elegido.

-Escúchenme -suplicó Moises. -Debemos mantenernos firmes si queremos prevalecer. Para ganarle a Ramses debemos jugar sucio como él, debemos utilizar la fuerza. Debemos contraatacar por las sombras.

Su hermano sonrió e interrumpió.

-Si, eso es. Debemos actuar bajo las sombras. Alguno de nosotros debemos morir de mentira para que no nos busquen. Yo me ofrezco como voluntario.

-¿Qué hacemos?-preguntó uno.

-Las plagas- respondió Aarón -las plagas que nos contaban nuestros padres, las que dios trajo bajo la antigua tierra. Los egipcios no las conocen. Debemos traerlas a la vida todas y cada una de ellas.

-¿Incluso la última? -preguntó Moises.

-En especial la última -le respondió su hermano.

La gente se miró y dudó. Tenían miedo a la reacción del faraón, pero no los podía culpar al ver que todos los que estaban con vida estaban trabajando.
Así fue acordado y tras cada una de las diez plagas, Moises, el elegido del pueblo judío, reclamaba la libertad diciendo que lo que sucedía era voluntad de dios.
Sin embargo, Ramses rechazó cada uno de los pedidos pero tampoco podía culparlos al no saber si esto lo ocasionaban ellos o simplemente se aprovechaban de situaciones.

Cumplidas nueve de las diez plagas, al pueblo elegido no le quedó otra opción que llevar a cabo la última, la más siniestra de todas.
La última plaga, la muerte de los primogénitos se había puesto en marcha. Era la última medida que el sindicato tenía, su última oportunidad para su libertad y por la noche muchos hijos de Egipto cayeron, inclusive el hijo del faraón que había sido atraído por una muy bella niña judía.

-Ustedes ganan- finalmente se rindió el faraón. -Pueden tomarse las vacaciones. Ahora váyanse, déjenme solo con mi hijo.

Finalmente el faraón cedió y el pueblo obtuvo sus merecidas vacaciones. Pero el único problema es duraron más de la cuenta y los hebreos jamás regresaron a Egipto. El éxodo había comenzado.

No será la «verdadera» historia de las pascuas judías, pero si una simpática historia sobre el primer sindicato creado, el sindicato de los trabajadores de las pirámides o más adelante conocido como el sindicato de los trabajadores de la pascua.

El dólar español (El argentum de los templarios segunda parte)

No hubo moneda más importante en la historia de la humanidad que el dólar español.
Claro está que hoy en día esa moneda no existe, pero que nos dejó marcas visibles es seguro.
Acuñada dentro de nuestras propias tierras cuando aún éramos una dependencia del imperio español, se trató de la primera moneda internacional de cambio, reconocida desde la flamante América hasta las indias y China.

-Argentum.
-¿Plata?
-Así es.
-No comprendo. Esta tierra pertenece al Virreinato del Perú.
-Y posee minas llenas de Plata.
-¿Y con eso qué?
-Tenemos tanta Plata que no nos entra en las arcas de España y debemos transportarla a las diferentes colonias, principalmente a las de África y Filipinas.
-Es un tesoro que debe ser cuidado de los Ingleses y Franceses.
-Así es, por eso debemos proceder con cuidado. Nueva España está comprometida y nuestro camino más seguro es a través del puerto de Nuestra Señora del Buen Aire.
-Pero si Mendoza es un maldito bribón, nos pedirá hasta el agua que tomamos por dejarnos pasar.
-Es mejor eso que caer frente a los piratas, ¿no lo crees?. El puerto de la ciudad que fundó es magnífico y desconocido.
-Si, tienes razón, pero debemos buscar una forma de engañarle para no perder demasiado.
-Argentum y Río del Argentum.
-Plata y Río de la Plata. Ahora lo entiendo, el camino que haremos con la plata. Me gusta esa forma de llamarlo.
-Eslo que quería decir al principio.

Los españoles pensaron pero no se les ocurrió como engañar a Pedro de Mendoza.
Finalmente consultaron con su rey y quedaron sorprendidos ante su respuesta:

-Vuesta cuestión me ha dejado pensando y he encontrado una solución. Nos hemos expandido tanto que ahora dominamos el mundo conocido, pero no poseemos una forma de comercio con nuestras colonias. Gracias a su descubrimiento en las minas del Perú, acuñaremos monedas de cambio y las utilizaremos desde el nuevo mundo hasta la madre patria. Se cortarán en dos tamaños y todas llevarán la misma cuña, mi rostro y a su lado todos los territorios que hemos conquistado.

La palabra del rey se hacía cumplir, sin embargo al poco tiempo encontraron que las cuñas eran muy difíciles de hacer y que las monedas tendían a romperse.

-Cambiemos los territorios conquistados por las Colunmas de Hércules.

Ahora si fueron más sencillas de acuñar. La cara del rey de un lado y dos líneas rectas del otro.
Al poco tiempo las monedas se producían en masa y su uso se extendió por dentro y por fuera del imperio.
España, Inglaterra, Francia, India, China, Egipto y todo el nuevo mundo las utilizaba.
El «Real de a 8», como era conocido, fue aceptado en todos lados, convirtiéndose en la primera moneda universal, cuyo uso se extendió durante más de dos centurias.
Inglaterra y Francia subdividieron las monedas para dividir precios, China aceptaba únicamente la Plata española al igual que Egipto y las Filipinas, inclusive las colonias británicas la utilizaron.
Conocido como dólar español, los Estados Unidos continuaron con su utilización hasta casi 100 años después de su independencia cuando decidieron reemplazarlo por su moneda propia, moneda que homenajea a su antecesor.
El símbolo del dólar, reconocido en todo el mundo, se compone de una letra S atravesada por dos barras verticales. Estas barras no son nada menos que las Columnas de Hércules y la S corresponde a Spain, España en inglés. Esto se utilizó para que el nuevo dólar estadounidense genere confianza en la población al ver la gente unos símbolos conocidos.

Durante mucho tiempo la materia prima de nuestras tierras posibilitó la creación de la moneda más importante de la historia pasada y de la actual.

Una piedra más, al trágico comienzo de la tierra más próspera jamás encontrada.

El síndrome de Homero Simpson

-Yo lo llamo, el síndrome de Homero simpson

-¿El qué?

-El síndrome de Homero Simpson- repetí.

-No comprendo.

-Ya sabes, Homero Simpson, uno de los personajes más reconocidos a nivel mundial y que muchos le tenemos aprecio, en mayor o menor medida según sobre que etapa de él se hable. Por ejemplo, en las primeras etapas, en donde se desarrolla el personaje, se entiende que es una persona medio torpe, pero bonachón, con un corazón noble y que muchas veces lo vemos sacrificarse por su familia. Sin embargo, después de cierto tiempo comenzaron a ponerlo en situaciones ridículas y sin sentido ni trasfondo y la gente comenzó a perderle empatía. De ésta última etapa es donde saco este síndrome.

-Sigo sin entenderte-se limitó a decirme.

-Bueno- comencé, aclarando la garganta antes de avanzar con el discurso. -Homero es un personaje torpe, que hace locuras, en muchos casos, sin sentido, pero lo vemos que siempre se las arregla o pasa algo para que él termine con una mano colgando del acantilado y salvándose de caer al vacío. Es una persona que hace tonterías pero siempre al final del capítulo o al principio del siguiente vuelve a foja cero y misteriosamente la gente se olvida de lo que realizó hace pocos ¿días? ¿horas? ¿semanas?.

-Sigo sin comprender, Manuel.

-Veamos. En muchos capítulos vemos que Homero renuncia a su trabajo para cumplir con el guión semanal y afrontar una nueva actividad. Una actividad cómica o un trabajo con mucha visibilidad pero poca llegada, como vendedor de helados. Sin embargo, el capítulo termina y al siguiente se resetea la memoria de todos los habitantes de la ciudad y Homero vuelve a su trabajo en la planta nuclear.

-¿Entonces?

-Entonces, haga lo que haga, Homero siempre vuelve a su punto de inicio que es un trabajo estable con una familia que lo quiere y así se mantendrá hasta que realice una nueva cagada.

-¿Cagada?

-Si, cagada. Errores que no podemos permitir que sucedan en nuestra vida, pero que algunos los cometen, sin embargo, en muchos casos sin recibir consecuencia alguna.

-Sigo sin entender, Manuel.

-Pongamos un ejemplo. Supongamos que estás en tu trabajo y te esfuerzas todos los días en mejorar y mejorar, pero nadie te presta atención y a tu lado tienes a tu compañero o compañera que considera que es un privilegio para la empresa tenerlo o tenerla allí y por lo tanto, el esfuerzo que hace es menos que el mínimo posible, es casi nulo.

-Claro, es lo que te había dicho antes, cuando entré a la consulta. Te hablé sobre Carlos.

-De acuerdo, llamemóslo por su nombre y dime si me equivoco en lo que voy a decir. Carlos llega más tarde cada día pero es el primero en irse. No cumple con las obligaciones que le piden y cuando trabajas en equipo con él, su forma de no trabajo te desespera y sientes que debes hacer todo tú solo. ¿Es casí?

-Si.

-Sin embargo y a pesar de lo poco que hace, él sigue estando en tu misma posición, con menos trabajo que los demás porque la gente no confía en él pero mantiene su sueldo que debe ser igual al tuyo.

-¿Es como si fuese comunismo?

-No. Aunque parezca que no todos están en la misma posición, él sigue queriendo cobrar su sueldo cada mes y en su cabeza la figura de trabajo es tan sólida como la tuya.

-¿No comprende que no está trabajando o que cuando hace algo arruina el trabajo de los demás?

-Exacto. Y aunque parezca comunismo desde tu cabeza, al apropiarse Carlos del trabajo de los demás y mantener el mismo ingreso con el menor esfuerzo, en su cabeza sucede un mundo muy distinto, un mundo de igualdad laboral que se refleja en el ojo desatento de los jefes.

-En muchos capítulos se demuestra que Homero debería estar desempleado y que nadie lo debería contratar.

-Como tu compañero Carlos, que, a pesar de cometer errores, disminuir la calidad de trabajo general y generar malestar en el ambiente, sigue teniendo el mismo puesto que vos, que te esforzás cada día. A eso lo llamo el síndrome de Homero Simpson.

-Entonces, ¿qué hago?

-Lo que hacemos cuando no nos gusta un programa. Cambiar de canal.

-¿Qué quiere decir eso, Manuel?

-Quiere decir que si te quedas en el canal en donde Homero aparece, vas a ser absorbido por su ineptitud y fastidiado por la igualdad entre ambos, pero si cambias de canal, comienzas un nuevo trabajo, te podrás alejar de él para siempre.

-Pero, ¿por qué yo soy el que tiene que cambiar de trabajo cuando es Carlos quien tendría que haber sido despedido?

-Porque Homero es así. Hoy se equivoca, pero mañana comienza de nuevo con los recuerdos olvidados para el resto y no hay forma de que escapes, ni siquiera demostrando su ineptitud. Por eso la mejor solución es cambiar de canal y con esto terminamos por hoy. Te espero dentro de dos semanas.

Tomé mis cosas y salí del consultorio despidiéndome de Manuel y recordando sus palabras.
Debía cambiar de canal.