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Historia en pareja

En un pueblo rural de la antigüa China, un campesino llamado Feng, trabajaba la tierra. Aquel lugar era conocido por poseer grandes y fértiles campos de arroz el cual abastecía a gran parte de la población del país.
Feng trabajaba en el campo día y noche junto a su esposa Chi y a sus dos hijos, Lee y Jon…”

-Se escribe Hon.

-Pero dijiste Jon. Pronunciaste la jota.

-Bueno, pero se pronuncia así. Cambialo.

-Ok.

-Y no escribas esto.

-Me dijiste que escriba todo lo que se diga.

-Todo lo que se diga sobre el cuento. Nuestra conversación no es parte de él.

-¿Qué hago?

-Borralo y sigamos.

Feng trabajaba en el campo día y noche junto a su esposa Chi y a sus dos hijos, Lee y Hon. Entre los cuatro mantenían trabajada la tierra y lograban cosechar el tan preciado grano. Con las ganancias podían vivir, sin grandes lujos, pero sin muchos apuros. Feng había heredado el campo de su padre, que a su vez lo había heredado de su abuelo y así desde hacía varias generaciones.
La familia se caracterizaba por tener un solo hijo, para poder pasar la tierra y que no hayan peleas entre hermanos. Sin embargo, Feng había tenido dos. Lee, el mayor, trabajaba la tierra junto con su padre durante todo el día y la noche. Era un trabajador incansable, mientras que Hon ayudaba, pero en menor medida. Esto ocasionaba las tan indeseadas peleas entre los hermanos…”

-Repetiste hermanos.

-No me interrumpas… ¿por dónde iba?

-Tenían un solo hijo para que no hayan peleas entre hermanos y luego hay dos hijos y tienen peleas entre hermanos. ¿Ves? Repetís hermanos.

-Ahh, cierto. ¿Seguimos?

“Lee le reprochaba su falta de esmero y de colaboración. Hon, en cambio, le respondía que él trabajaba el tiempo justo y que no era necesaria tanta dedicación. La tierra haría lo suyo a su tiempo.
Los padres veían como sus hijos discutían y se entristecían. Por un lado, el mayor ayudaba hasta agotarse y por el otro, Hon tenía razón y a veces no hacía falta tanto esfuerzo. Era un dilema.
A medida que pasaba el tiempo, la relación entre los hermanos fue decayendo, hasta el punto que ya no podían trabajar juntos. Uno quería mantener las costumbres de tantos años y trabajar día y noche. El otro quería implementar nuevas tecnologías, nuevos métodos en los que él pueda trabajar menos tiempo y obtenga los mismos resultados que su hermano…”

-¿Cuales tecnologías si dijiste que era un pueblo de la antigüa China?

-¿Me vas a interrumpir todo el tiempo, cielo?

-Perdón. Sigamos.

-Gracias. Además, con nuevas tecnologías me puedo referir a métodos tradicionales y no a las grandes cosechadoras de hoy en día. Hon quería implementar métodos de riego automático, por goteo u otra forma, entre otras cosas.

-Ahh…

“Feng decidió retirarse y descansar del arduo trabajo que venía haciendo desde hacía varias décadas y dejó el futuro del campo a sus hijos. Sin embargo, estos no podía continuar trabajando juntos y su discusión llegó hasta el punto en que los hermanos tuvieron que dividir el campo en partes iguales para que cada uno lo trabaje a su modo.
Lee continuó con el método tradicional de su padre y trabajaba arduamente día y noche, mientras que Hon implementó varios mecanismos de automatización como el regado por goteo y la máquina para cosechar”

Arduamente dia y noche, arduamente dia y noche, arduamente dia y noche…

-¿Qué pasa ahora?

-Sos muy reiterativo.

-¿Y qué problema hay con eso?

-Que no esta bien. Buscá sinónimos. Buscá otra forma de decirlo sin repetir las mismas palabras una y otra vez.

-¿Vos cómo lo pondrías?

-No sé, vos sos el cuentista y yo solo escribo.

-Entonces dejame seguir contando, ¿si?

-Si.

Todo esto hacía que el hermano menor posea mucho tiempo libre, el cual dedicaba, en parte, a arreglar los mecanismos de su sistema automatizado, a descansar y a buscar nuevos métodos de cosecha. Al llegar el momento de la recolección, Hon poseía mayor cantidad de arroz, pero su calidad era notablemente menor y por eso debía venderlo a un menor precio que su hermano, el cual poseía una menor cantidad pero de mejor calidad…”

-Ahh, entonces esto es calidad contra cantidad.

-Mmm…

“…se trataba de una cuestión de calidad contra cantidad. Mientras que el mayor poseía un producto más apetesible, el menor obtenia una mayor cantidad de grano más asequible.
Los días y los meses fueron pasando y los hijos cada vez se distanciaban más y más, hasta el punto de que ya ni siquiera se sentaban a cenar en la mesa de sus padres. Esta situación se fue transformando en un puñal que se hundía lentamente en el corazón de Feng con cada día que pasaba. Sus hijos no solo no se hablaban sino que competían entre sí para hacer caer al otro y dedicaban más energía de lo necesario en convencer a los vendedores que el producto de su hermano era inferior en todo sentido. Habían alcanzado el punto de no retorno y se habían convertido -formalmente- en rivales, competidores en su rubro.

Tanto Chi como Feng, miraban a sus hijos y se lamentaban, mientras que el puñal avanzaba cada vez más.”

-No tenía un puñal en serio, ¿no?

-No. Es simplemente una metáfora. Para un padre, ver a sus hijos distanciados es un gran dolor.

-¿Nosotros tendremos hijos algún día?

-Supongo que sí, pero primero nos tendremos que casar.

-¿Y cuándo me lo propondrás?

-Mmm…cuando terminemos el cuento. Pero a este paso, no llegaremos nunca a completarlo.

-Continuemos.

Durante el cumpleaños número 50 de su padre, la familia se reunio completa después de tanto tiempo. Ambos hijos habían comprado regalos, sin embargo no se lo pudieron dar. Feng cayo victima de una enfermedad desconocida para ellos y para su esposa.
Al no saber que hacer, los hermanos corrieron juntos hacia el pueblo más cercano en busca de un médico, el cual llevaron rápidamente a su casa. Al revisarlo, éste anunció que su padre sufria del corazón y que la cura era muy costosa.

El hombre escribió la cifra que costaría el medicamento y se la entrego a Chi. Al ver el papel, la mujer comenzó a llorar al punto de casi desmayarse. Luego Lee leyó el número y cayo de rodillas. Algo similar sucedió con su hermano menor al ver la cifra que el hombre había puesto.”

-¿Qué enfermedad era?

-No se.

-Dale, decime.

-Esperá a seguir con el cuento.

Esto no estaba en los planes de los hijos, quienes, muy a su pesar, tuvieron que unir fuerzas junto con su madre para solucionar y salvar la vida de su padre…”

-Ahh, ya entiendo

-¿Qué es lo que entendés?

-Lo que va a sucede

-¿Y qué pensás va a suceder?

-Los hijos van a unirse para salvar a su padre.

-Acabás de escribir que muy a su pesar tuvieron que unir fuerzas. ¿No te parece que ya está implícito que van a trabajar juntos?

-Es lo que estoy diciendo.

-Sos muy perspicaz.

-Gracias.

-¿Seguimos?

…durante los siguientes días, Chi, Lee y Hon se reunieron para discutir como seguir, como llegar a juntar el dinero para la medicina para su padre.

Tanto Lee como Hon creían que debían implementar su método de siembra y cosecha en el campo y que su otro hermano trabaje junto a él. De esta forma, trabajando juntos y ahorrando todo lo que podían, llegarían a comprar el medicamento. El problema es que ambos pensaban lo mismo y no se podían poner de acuerdo.
Las discusiones eran constantes, solo frenadas cuando Feng aparecia.
A pesar de habérsele diagnosticado tal enfermedad, al jefe de la familia no se le ordenó que hiciera ningún tipo de reposo y a causa de eso caminaba por la casa entorpeciendo los planes del resto de su familia y a su vez, apagando el fuego de las discusiones de sus hijos.
Los días pasaron y tanto Lee ocmo Hon descubrieron que si querían plenear un método para salvar a su padre, debían de hacerlo en voz baja ya que los gritos alertaban a su -muy despierto- progenitor.
Poco a poco los hermanos fueron acostumbrándose a hablar sin discutir y escuchar al otro…”

-Es como decía.

-Claro.

-Los hermanos se van a llevar bien de nuevo y van a poder salvar a su padre.

-¿Segura?

-¿Acaso no es así?

Si pensas que es así, deja de escribir. Sino continuemos con el cuento.

-Continuemos.

…a pesar de haberse puesto de acuerdo en no discutir, no habían podido encontrar un punto medio para comenzar a reunir el dinero que necesitaban.
Cada uno continuó trabajando el campo a su manera y al finalizar el día de ventas juntaron todo lo que habían recaudado y lo contaron.
Lo recibido por la venta del arroz no alcanzaba para cubrir el costo de la medicina que padre necesitaba, estaban muy lejos aún. Por esto fueron a ver al medico y le preguntaron que otras alternativas habían ya que juntar esa cantidad de dinero en el tiempo que necesitaba Feng, les sería imposible.
El hombre les respondió que había otro método, más económico pero menos efectivoy si querían usar esa opción tendrían que hacerlo ya.
Los hermanos aceptaron sonrientes y le entregaron al médico todo lo que tenían. Luego regresaron a su casa a darle las noticias a su madre y a esperar.”

-¿Su padre no se podía enterar de nada?

-Era la idea de los hijos

-Pero, ¿él sabia que estaba enfermo?

-Si, sabia. Si lo reviso el doctor.

-Puede ser revisado y que no sepa que esté enfermo.

-Yo creo que Feng es más listo de lo que sus hijos piensan.

-¿Cómo que yo creo? Si es un personaje inventado por vos.

-Es una forma de decir que a veces hay más de lo que ven los ojos, o en este caso de lo que leen.

-No entiendo.

-Ya lo entendrás.

Al dia siguiente la medicina fue entregada, pero antes de aplicarla, el doctor se reunió con los hijos. Les explicó que ésta era una medicina temporaria y que le debían aplicar otra dosis en muy poco tiempo y continuar asi hasta que padre este completamente curado.
Lee y Hon se sorprendieorn por la noticia del medico ya que éste no les había dicho nada cuando le entregaron todo lo que habían recibido por la venta del grano y ahora debían continuar trabajando arduamente para seguir obteniendo el dinero necesario para continuar el tratamiento. Sin embargo, ambos hermanos estaban dispuestos a continuar trabajando por su padre.
Los años pasaron y la relación de los hermanos se había vuelto solida. Gracias a su esfuerzo Feng estaba cada dia mejor hasta el punto de que quería salir de su retiro y volver a trabajar el campo. Pero fue detenido por su esposa.
Con su padre recuperado un poco en fuerzas, los hermanos pudieron descansar un poco de su arduo trabajo. Ese tiempo lo aprovecharon para formar cada uno una familia y poblar la casa de su padre con nueras y nietos.
Días de alegría vinieron y Feng los dedicó a ayudar a sus hijos en sus tareas con el grano y de paso, conocer sus métodos de siembra y cosecha.
Su padre, al ver ambos métodos tan distintos, quedó gratamente sorprendido en que ambos funcionaban mejor de lo que él pudiera haber hecho y el campo había producía mucha más cantidad de mercadería que en sus tiempos de labrado.
Durante una cena, celebrando el cumpleaños número 60 de su padre, los hijos debieron decirle una mala noticia a su madre. Él médico de la familia había fallecido y no habían podido encontrar a nadie que lo pudiera reemplazar ni que conozca donde comprar el medicamento que su padre necesitaba.
Chi les preguntó hace cuanto tiempo de esto y se sorprendió que había pasado hace casi un año, un año en el que su padre no había recibido la tan necesitada medicina.
Los hermanos se escusaron diciendo que se lo veía bien y que no querían decir nada hasta encontrar un reemplazo, pero al pasar el tiempo no les quedó otra más que contárselo.
Su madre observó a su esposo, sentado en la mesa jugando con sus nietos y soltó una lágrima. Luego los beso y dijo que eran unos hijos ejemplares y que tanto ella como su padre estaban orgullosos de ellos.”

-¿Por qué no le contaron ántes a su madre?

-Porque querían resolverlo sólos.

-¿Durante cuanto tiempo estuvieron trabajando para comprar los medicamentos?

-Durante mucho tiempo. Tanto que ya se habían olvidado que era una obligación y se había vuelto una rutina.

-¿Hasta que se enteraron lo del médico?

-Hasta que se enteraron lo del médico.

La cena continuó en silencio. Tanto los hijos como su madre disimularon toda la conversación e intentaron mantener una actitud positiva frente a su padre.
Finalmente Feng se levantó y se dirigió a sus hijos. Se lo notaba en extremo cansado.
Les besó en la frente a cada uno y se fue a dormir, no sin antes decirles que los amaba y que su corazón ahora estaba en paz al verlos llevarse bien, como cuando eran pequeños. Y esa fue la última vez que vieron a su padre…”

-¿Murió?

-Así es.

-No me digas eso, después de tanto esfuerzo. ¿Cómo pasó?

-Simplemente se durmió y no se despertó.

-Algunos dicen que es la mejor forma de pasar a la otra vida.

-Es un método sin dolor, con dulces sueños. Con la satisfacción de que todo en tú vida está cumplido.

El duelo duró varios días y en el último, apareció un hombre a dar sus condolencias.
Se lamentó no haber llegado antes, pero es que recién se había enterado de la noticia.
Se presentó como amigo y abogado de su padre y les presentó a sus hijos su testamento, el cual decía que a su hijo mayor Lee, le dejaba en posesión el campo situado detrás de la casa donde vivían. Se trataba de un inmenso campo con una casa en un rincón, mientras que a su hijo mejor, Hon, le dejaba el terreno completo donde actualmente trabajaban ambos hermanos, junto con el dinero necesario para construir una segunda casa donde vivir con su familia.”

-No entiendo nada.

-Sigamos.

“Los hermanos se miraron. No entendían nada de lo sucedido. No entendían quien era ese hombre, ni como conocía a su padre, ni de donde habían salido los terrenos y el dinero.
Al ver sus caras, el hombre les entregó el pergamino que era el testamento para que vean que todo era cierto y que abajo estaba la firma de su padre. Los hermanos seguían sorprendidos y necesitaban una explicación. El abogado, se aclaró la garganta y les explicó.
Junto al testamento, había una hoja escrita por Feng que fue leída por aquel hombre.
‘A mis hijos. Les dejo tierras y monedas suficientes para que puedan dedicar el resto de sus días al cuidado de sus familias. Ustedes trabajaron dúramente por mí para reunir lo necesario para mi medicamento, aunque la verdad es que ese dinero se guardó y usó para comprar el terreno que Lee va a ocupar y para la casa que quiero que Hon se construya. El médico, un buen amigo mío, me alertó que mi condición requería un tratamiento muy costoso, demasiado para un simple campesino y me alertó que mis hijos, ustedes, estaban conspirando en secreto para comprarlo. Se que invirtieron salúd en esta tarea y no me parecía justo. Es por esto que le pedí que guarde todo lo que le den y, cuando alcance, compre el terreno. También le pedí que junte un poco más para repartir entre ustedes. Hijos míos, les agradezco el sacrificio por su padre, pero éste les quiere recompenzar. Sean felices con sus hijos y cuiden de su madre cuando yo no esté. No olviden que los amo con todo mi maltrecho corazón. Con amor, Feng”.

-Terminamos el cuento. ¿Te gustó?

-Mucho. No me lo esperaba.

-El amor de un padre por sus hijos lo puede todo…. Esa es la ídea. Y si, me gustaría que seamos padres algún día. Mi amor…

-Oh, Dios. ¿En serio lo vas a hacer?

-Te lo prometí, ¿o no?

-Pensé que era un chiste para continuar el cuento.

-No lo fue. El cuento no me importa tanto como vos. Mi amor, ¿te querés casar conmigo?

-POR SUPUESTO QUE SI

-Que bien. ¡Nos vamos a casar!

-¿Mi amor?

-Si.

-¿El cuento tiene continuación?

-El cuento no. Nosotros si.

Ingenuo amor (parte 2)

Pasé a buscar a mi amigo por su casa y ambos nos fuimos rumbo al encuentro con las dos chicas de la fiesta.
Se trataba de un plan sencillo, una partida de Bowling y una pizza. Una noche de sábado en la que esperaba que las risas fluyeran por el desastre que éramos, mi amigo y yo, en los bolos.
Y así fue. No pudiendo atinar al «Strike», terminó el partido con mi amigo a la cabeza, yo en segundo lugar y las chicas en un empate en el 3er y 4rto puesto.
Nosotros eramos bastante malos, pero ellas (gracias a Dios) eran peores.
Nuestro desastroso juego por lo menos ayudó a romper el hielo y durante la pizza, no parábamos de reir.
Los cuatro mantuvimos una charla fluida y la buena onda se mantuvo siempre, pero yo ya quería hablar a solas con la bella chica del cumpleaños. Sin embargo, en esa oportunidad no se daría.

Nos despedimos pero antes planeamos una nueva salida para los 4. Esta vez sería el cine el lugar de encuentro.
Así pasaron un par de salidas más hasta que nos decidimos a salir sólos.
Bueno, en realidad ella fue quien me lo planteó y yo me sentí bastante tonto.
Éramos muy jóvenes y en mi cabeza la película era otra. Si no tomaba yo la iniciativa, entonces mi masculinidad sería afectada.
Ahora me río de mis ingenuos pensamientos, pero como dice el título de esta historia, esto es un ingenuo amor y las cosas no salen como uno las imagina.

Las nubes negras continuaban su movimiento y dentro de poco tiempo cubrirían por completo el cielo, opacando al Sol y a su luz.

La pasé a buscar por la casa una semana después de haber arreglado salir sólos y fuimos a caminar. Paseamos por el parque, dándole más de mil vueltas hasta que cayó la tarde y ella tuvo que volver a su casa.
Aún recuerdo como se aceleró mi corazón cuando estaba llegando. Era mi primer salida, mi primera cita y los nervios eran de esperarse, más en alguien tán tímido como lo era yo.
Si al día de hoy, con 40 años, me sigo considerando tímido, en aquella época, en mis 3 lustros de vida, era la timidez personificada.

Pasaron 2 meses, 8 salidas juntos, hasta que nos dimos nuestro primer beso.
Bueno, nuevamente estoy exagerando. La realidad es que ella me dio el beso y yo solo pude endurecerme como una estatua. Era mi primer beso y no supe que hacer ni como reaccionar.

-Como vos no te movías, me mandé yo. Sos muy lento.-Me dijo luego del beso.

Es entendible. Aún a pesar de mi corta edad, un simple beso no podía demorar tanto en llegar, pero así era yo, ingenuo y tímido en todo sentido.

Que extraño me sentí al volver a mi casa. Aquello fue un cambio en mi persona. Con ese beso sentí que mi vida tenía sentido finalmente. Aquella era la mujer de mi vida.
O al menos eso pensaba. Pero aquel beso fue el punto de partida de la experiencia más traumática y dolorosa de mi vida.

Deja entrar a la felicidad

-¡Esto está todo mal!- le recriminó el jefe.
-¡Dejaste tirado todo otra vez!- le criticó la mujer.
-¿Por qué no comprás un auto como la gente?- le cuestionó su madre. -El hijo de mi vecina Raquel se compró uno deportivo. Claro, él es gerente y tiene que ir elegante al trabajo.

Estos planteos eran los más destacables dentro de los que había recibido Pablo, aquella semana.
Su jefe era, por lo general,  indulgente, pero la situación esta vez era distinta y su benevolente caracter fue reemplazado por un frio temple y una dura mirada. Esta vez no habían perdones que aceptar y si el trabajo no era perfecto, él lo cuestionaría y destrozaría sin consideraciones a su empleado.
Aquel trabajo le había costado a Pablo una gran cantidad de salud, traducido en un sobre esfuerzo de días y semanas. En total, fueron casi 7 meses de arduo trabajo en el que tuvo que sacrificar los fines de semana y los feriados, que eran su descanso, para poder terminarlo en la fecha prevista. Trabajó de Lunes a Lunes, de sol a sol, sin francos ni feriados y sin faltas por enfermedad, cobrando el mismo sueldo y ni un centavo más.
Era de esperarse que esto causó un cambio en la relación entre Pablo y Carla, su mujer.
Ella dejó de trabajar para cuidar de su embarazo.
El médico les dijo que no había de que preocuparse y que el niño nacería sano, pero le dio a la mujer una serie de recomendaciones para que cumpla, entre las cuales era evitar el trabajo y hacer reposo, en lo posible.
El dinero apremiaba y la falta de ingresos de una de las partes les afectaba el día a día.
Era un problema importante, pero entre el problema de dinero y el problema del hijo, la opción elegida fue más que obvia y Carla se dedicó al cuidado de su vientre.
Los días pasaron y poco a poco la pareja fue subsitiendo. Debieron realizar recortes como las salidas en pareja y con amigos y los caprichos en ropa y comida, entre otras cosas.
Sobrevivian, pero al costo de afectar su relación.
Las cosas no venían bien para la pareja y el trabajar de manera casi permanente durante el  embarazo asomó la punta del lápiz que pondría la firma a su separación.
La otrora feliz pareja se desconocía, las conversaciones eran nulas y el silencio reinaba. Él solo prestaba atención a su trabajo y en ella crecía la bronca, angustia y amargura. El silencio a veces era eterno, solo roto cuando Carla le tenía una crítica, como cuando Pablo dejaba la ropa tirada cuando se cambiaba y cosas que antes no repercutían.
Para complicar aún más, la madre de Pablo veía lo triste que estaba su hijo y aprovechaba para meterle alguna comparación odiosa y que no aportaba nada.

-El hijo de ésta…el hijo de la otra…el hijo de tal… A todos les va bien, todos son expertos en sus vidas salvo yo, ¿no, mamá?

Aquella era una frase con la que comenzaba cada discución que Pablo debía afrontar con su madre sin la ayuda de Carla que hacía rato estaba cansada de presenciar ese tipo de peleas y ya no se reunía con ellos.
En cierta medida, Carla también comenzó tener el mismo pensamiento, pero no lo admitía. Veía a su amigas, a su alrededor, todos con vidas normales y cómodas y ella, con 8 meses de embarazo y un marido que trabajaba, trabaja, trabajaba y nunca estaba.

Llegado al noveno mes de embarazo, Pablo entró en su casa con una gran sonrisa. Tenía una gran noticia que contarle a su mujer.
Había llegado el día tan esperado por él, el día en que le contaría una gran noticia a su esposa. Lo había planeado todo. Había reservado un restaurante muy elegante y se había comprado ropa nueva. Además, la pasaría a buscar en un taxi cuyo modelo era el mismo que el auto nuevo que había comprado y que le entregarían la semana próxima. Había planeado cada detalle de aquella noche salvo algo que le sorprendió.
Encontró a su mujer sentada en el sillón. Una amiga le tomaba el brazo con fuerza mientras que le susurraba algo al oído.

«Se fuerte» alcanzó a escuchar Pablo.

-¿Qué pasa?- le preguntó a su esposa.

Carla estaba seria, pero estaba decidida. Ya había hablado todo lo que tenía que hablar con su amiga y ahora era el turno de actuar.

-Quiero que nos separemos- fue la bomba que tiró.

Pablo tenía todo preparado, salvo esto. Luego de meses de lucha, había logrado junto con su jefe completar un proyecto extremadamente importante y habían logrado un trato millonario para la empresa y él, por su gran trabajo, recibiría una cantidad de dinero tan grande, que podría dejar de trabajar durante un muy largo tiempo, aún manteniendo los lujos que quería darle a su esposa y a su hijo.
No le había dicho nada para que sea una sorpresa. Era poco probable que se haga y para lograrlo, todo debía ser perfecto y ese era el motivo por el cual su jefe se enojaba con él y el transmitía su enojo a su casa. También fue el motivo de las largas jornadas de trabajo y del sacrificio que hizo.
Pero ahora nada servía. Su mujer quería el divorcio y no hubo forma de hacerle cambiar de opinión, era demasiado tarde.
Pablo pasó los siguientes días en un hotel. Sin salir, sin hablar con nadie. Estaba deprimido.
Ahora poseía un auto nuevo, dinero y sobre todo, mucha soledad.
Acostado en la cama, mirando al techo, pensó que esto no podía terminar así. Debía recuperar a su mujer y contarle todo, ella va a entender.
Y fue así que salió del hotel y llegó a su casa con la ayuda de su flamante 0 km.
Aún conservaba la llave y la cerradura no había sido cambiada así que entró sin aviso. Sorprendería a su mujer y la recuperaría.
Pero fue ella quien le sorprendió. Carla estaba en el suelo del comedor. Las contracciones eran tan fuertes que no podía moverse.
Pablo la tomó en brazos y como pudo también agarró el bolsito ya preparado y partieron rumbo al hospital.
Carla se subió al auto nuevo y miró a su casi ex esposo pero no emitió juicio. El dolor era en todo lo que pensaba.
El parto pasó y el niño fue retirado de la madre para que lo limpien.

-Se lo devolveremos en unos minutos- les dijo la enfermera.

Carla estaba bastante cansada, sin embargo, necesitaba una explicación de lo que había visto antes.

-Creo que debes explicarme algo.

Pablo sonrió. Finalmente pudo explicarle a la mujer que amaba todo lo que había pasado en los últimos meses y todo lo que había hecho para que ella y su hijo puedan vivir con alegría.
Carla solamente lloró e intensificó su llanto cuando la enfermera le devolvió al recién nacido.

-Hola, Mateo- le dijo al pequeño.

Pablo comenzó a llorar.

-¿Aún quieres llamarlo así?
-Si. Tu padre se sacrificó por su familia y vos has hecho lo mismo por la nuestra. Este es mi regalo y mi forma de pedirte perdón.

Aquel fue el primer abrazo familiar junto al nuevo integrante. Carla cayó rendida de sueño. Mateo copiaba a su madre ante la mirada de su padre.
Pasadas unas horas, el pequeño Mateo se durmió y Pablo aprovechó el tiempo para ir a tomar un café con su madre.

-¿Te acordás del hijo de Raquel?. El que era gerente- le preguntó ella.
-Si, mamá. Me acuerdo. El que se compró un auto deportivo porque tenía que estar elegante en su trabajo.
-Bueno- siguió la madre, sin darle importancia al reproche de su hijo. -Parece ser que se lo embargaron porque no podía pagarlo. Le dijo a todos que era gerente y en realidad simulaba trabajar en esa empresa.

Ambos rieron, comprendiendo que la vida del otro no siempre es como te la pintan y recordando que siempre, siempre y siempre, hay que dejar entrar a la felicidad.

 

Mitología perdida

«En el principio existia aquello sin nombre y ocupaba el vasto vacío. ‘Aquello’ no poseía emociones ni sensaciones, no poseía cuerpo ni mente. No poseía vida, al igual que el vasto vacío donde moraba. Pero ‘aquello’ comenzó a cambiar y la neblina que lo conformaba se unió y tomó la forma de huevo y de una esfera roja sobre éste. Se cuenta que de la esfera emanaba tanto calor, que provocó que el huevo eclosionara. Del cascarón comenzó a surgir un ave de plumaje rojo.
Cuando ‘aquello’ salga completamente del cascarón y sus alas se extiendan por completo, se tragará la esfera roja que nos da calor y causará el fin de nuestra existencia. La esfera es su corazón y para que ‘aquello’ viva, debe deborarlo.
Es por eso, que el cuerpo de ‘aquello’ debe ser destruido. Si sus alas no vuelan, ‘aquello’ no podrá conseguir su corazón y perecerá.
Los dioses, nuestros bienhechores protectores, quieren evitar a toda costa, nuestra -y su- damnación y es por eso que están de nuestro lado.
Los bienaventurados dioses dedican sus días a la destrucción de ‘aquello’ y buscan destruir sus alas desde tiempos inmemoriales, desde que Top surgió y nos dio la vida y desde que su hijo, Trok, nos enseñó a sobrevivir.
Somo esclavos de los dioses, pero ellos nos enseñan cosas y nos permiten vivir. Top, el primer dios, surgido de la parte superior cascarón de ‘aquello’, parte que había sido llenada con el calor de la esfera, nos creó a base de calor y de partes de su propio cuerpo. Varios dioses surgieron de él, como su hijo Trok, creado con el miembro de Top que él mismo se cortó.
Trok representa la fertilidad en humanos, animales y en plantas y fue él quien nos enseñó a cultivar y utilizar la sangre azul de ‘aquello’ como elemento vital para sobrevivir y hacer crecer la vegetación y el ganado.
Top y Trok, juntos, crearon a la mayor cantidad de dioses, pero Junto, la oscuridad, destruyó el fuego divino del primer dios y ambos perecieron.
Junto había nacido de la parte inferior del cascarón de ‘aquello’ y el calor de la esfera roja no había bañado su ser. Junto odiaba la vida y dedicaba sus días a convertir todo en oscuridad. Trok, sus hijos, nietos y gran parte de los dioses de su linaje no podían hacerle frente al dios oscuro y sus luces eran apagadas por éste.
Pasaron cientos de años antes de Folden, descendiente de Cokodo, se reuniera con Top y ambos crearan el poder necesario para acabar con la oscuridad.
Top, Folden y Junto lucharon en una intensa batalla y los tres perecieron. La luz de Top se mezcló con la oscuridad de Junto y se esparció por todo el mundo, iluminando durante la mitad del día el ciello gobernado por Cokodo y oscureciéndolo durante la otra mitad.»

Lo anteriormente citado, es una reconstrucción de un segmento la mitología sin nombre, encontrada en tablillas de arcilla y barro que datan de la época de los sumerios, hace 10 mil años, firmadas por Beborák. Se cree que fueron civilizaciones contemporáneas y que habitaban en las fértiles tierras de la antigua Europa. Por el momento no se han logrado traducir más tablillas, aunque se espera que con el paso de los días conoceremos más sobre Beborák y su mitología.

Ingenuo amor (parte 1)

El primer amor es extraño. Para algunos se trata de un momento fugaz, de una salida a comer acompañada del primer beso o del primer encuentro entre sábanas. Se trata de un suceso que se venía gestando mentalmente, pero que al florecer se marchita. Para otros, el primer amor dura más que una simple tarde o noche de diversión y lo convierten en relación. La primera pareja de uno que puede durar largos meses. La emoción se mantiende con el tiempo y a diferencia de los primeros, esta llama tarda más en apagarse.
Finalmente, para otros, el primer amor dura años. Su pasión se convierte en una sólida relación que el paso del tiempo no desgasta. Hay incluso parejas, pocas pero las hay, que su primer amor es su único amor para toda la vida. También hay personas débiles de sentimientos que permanecen en la relación aún cuando la otra parte está con otro u otra.
En este último grupo me encuentro yo, en los poseedores de un ingenuo primer amor. En una relación que duró «formalmente» 4 años, pero que yo recién logré separarme dos años después.
Ella estaba con otro y yo no podía olvidarla. Y no era porque la amaba, era por miedo. Miedo a la soledad, miedo a no poder conseguir a nadie más. A pesar de todo el daño que recibí, yo quería permanecer firme, como un rehén con síndrome de Estocolmo que quiere permanecer junto a quien más daño le está causando.
Yo poseía el síndrome de Estocolomo del amor. Y no estoy exagerando. Desde múltiples engaños con gente de todo tipo, con hombres y mujeres por separado y en conjunto. Desencuentros, mentiras y más mentiras, en la que yo creí que aún me quería y no me daba cuenta de que me utilizaban. Aún no entiendo el motivo. Se que conmigo podía salir y tenía algo de dinero, pero lejos estoy de ser acaudalado. Viéndolo en perspectiva, casi una década después, me da más tristeza todo el dinero que malgasté en regalos para ella, dinero que gané con mi esfuerzo, que las faltas de respeto que cometía hacía mi persona. Lo demás ahora lo tomo como experiencia, pero los ahorros no se recuperan tan fácilmente.

Dos años tardé en poder olvidarla, en cerrar el libro, archivarlo y continuar con mi vida. Dos años desupés tuve la suficiente fuerza como para animarme a olvidar y recomenzar. Sin embargo, me había arriesgado a caer en la tentación. Fue un plan, debía sacarme la duda de que si no sentía nada. Le insistí para que nos veamos y hablemos. A pesar de que ella estaba en otra relación, yo insistí. Estaba siendo egoista por primera vez en mi vida. Necesitaba volver a verla en persona y decidir si olvidaba o caía de nuevo en la depresión.
Quedamos en una pizzería a las 20 hs. Yo llegué unos minutos antes para calmar mis pensamientos. Pasaron 10 minutos después de la hora acordada hasta que finalmente la vi caminar por la calle. En ese momento, mi corazón reaccionó y por fin pude relajarme. No sentía nada. El recuerdo de una bella mujer había sido reemplazado por aquella que venía caminando. Descuidada en vestimenta y físicamente la vi y no sentí nada. No era la persona que recordaba. ¿Qué le pasó? me preguntaba sin ganas de responderme. Sentí mucho alivio en el pecho y agradecí a Dios. Por fin lo había logrado. Por fin podía olvidarla.

-Hola- Me dijo, sonriendo.

Su sonrisa ya no me conquistaba y su cuerpo ya no me atraía. Su estética no me disgustaba pero no me emocionaba. En ese primer encuentro luego de dos años de imaginar distintas situaciones en las que volvíamos me di cuenta que no me interesaba nada de ella.

-Gracias por venir- Le dije mientras que le daba un beso en la mejilla. -Ahora que te veo aquí, ya tengo todo más claro y no necesito más. Solamente necesitaba una nueva primera impresión.- Concluí y me fui ante la mirada atónita de ella. Ese día dormí como un niño luego de una tarde de juegos, agotado pero contento.

Ese fue el final de una larga y tortuosa historia que comenzó con un ingenuo amor.
Siendo ambos jóvenes, demasiado jóvenes para una relación adulta , nos embarcamos en ese viaje. Ella era demasiado inmadura y a raiz de eso, yo me volví adulto de repente a pesar de encontrarme lejos de alcanzar la mayoría de edad.
El trabajar y tener una cuasi independencia económica también aceleró el proceso de madurez.
Nos conocimos en un cumpleaños. Ella era la mejor amiga de la prima, de un amigo que ya no poseo, pero que en ese momento eramos inseperables.
Con mi amigo nos quedamos hasta el final de la fiesta junto con dos chicas con las que comenzamos a hablar. Una de ellas era una chica muy bonita y al hablar, descubrimos que poseíamos los mismos gustos de musica y comida. Nunca había tenido una charla así con nadie y menos con una persona del otro género. Aquella noche, algo sentí en el estómago y no era a causa del dudoso queso de la pizza del cumpleaños.
Nos pasamos los teléfonos y nos despedimos con la idea de quedar para una salida, los 4.
Al irnos, le confesé a mi amigo mi emoción y el me abrazó. Estaba ansioso por la salida.

Las nubes comenzaban a juntarse, indicando que la tormenta caería en poco tiempo. Aquel había sido el comienzo de todo.

Kushim, el primer contador

-Estamos siendo asaltados por los hombres del desierto. – Dijo el padre de Kushim.

Su hijo lo miraba impaciente, queriendo responder, pero su progenitor no deseaba ser interrumpido.

-Nos roban. Esos malditos nos roban. Cada mes de cosecha recibimos menos medidas de cebada. Recibimos menos medidas, producimos menos bebida.

Kushim nuevamente quiso hablar, pero fue no fue escuchado.

-Nos dan menos cebada. Con cada floración nos dan menos cebada. Hace 6 floraciones nos dieron 45 medidas. Hace 3 floraciones nos dieron 40 medidas. Hoy nos dieron 38 medidas. Esos malditos…

-Pa…padre- Se animó a hablar Kushim.

El mayor seguía sin hacerle caso a su hijo. Estaba inmerso en un mar de bronca y odio hacia los repartidores de cebada quienes les llevaban cada vez menos medidas, pero el rey exigía más bebida y se disgustaba si sus pedidos no eran cumplidos.

-¿Qué debo hacer?- Se preguntó el hombre. -No puedo ir con el rey porque no me creería. Los repartidores de cebada eran de su confianza y yo solo soy un simple productor de bebida. Si tan solo puediera demostrarle que recibo menos medidas…¿pero cómo?

-PADRE- Gritó Kushim ya cansado de ser ignorado.

-Kushim, hijo mío. ¿Qué haces aquí? Vete a jugar que estoy en medio de un problema.

-Padre, escúchame, tengo la solución a tus problemas.

-No debes meterte en problemas de adultos, Kushim. Vete a jugar con los demás.

El hombre empujó a su hijo fuera de su casa, nuevamente sin prestar atención a lo que decía.

Kushim, antes de ser completamente echado, logró gritar algo más.

-SE COMO PROBAR ANTE EL REY LO QUE TE ENTREGAN DE CEBADA.

Su padre se frenó y lo introdujo nuevamente en la casa. Apresuradamente trajo un banco y sentó a su hijo.

-¿Sabes como hacer para que el rey me crea?- Le preguntó.

-Si- respondió Kushim con orgullo. -Lo sé.

Su padre lo abrazó y comenzó a lagrimear, algo muy extraño en los hombres y el jóven se sorprendió bastante.

-Cuéntame.-Le pidió el hombre.

-Todas las mañanas desde hace unos años yo salgo a jugar con los hijos de otros hombres- Comenzó a decir Kushim -y cada vez que obtenía un punto, nunca estuve seguro que al final del mes me sumaran todos los puntos. Fue entonces cuando comencé a marcarlos sobre una tablilla de arcilla creando lo que llamé «registro». Cada vez que alguno logra un punto, se marca una línea de arriba hacia abajo en la arcilla y al finalizar el mes quien tiene más líneas marcadas, es el vencedor.

Su padre no comprendía del todo a su hijo, entonces el decidió hacer una demostración.

-Supongamos que nos traen 6 medidas de cebada. Entonces, hago 6 lineas en  la arcilla y así sabemos lo que trajeron.

Su padre se rascaba la cabeza.

-Entiendo- Dijo. -Pero…¿esta vez trajeron 38 medidas de cebada y anotar 38 lineas es mucho y romperá la arcilla.

Kushim pensó un rato. Sus juegos nunca llegaban a más de 10 puntos. -¡Ya sé!- Exclamó orgulloso.

-Un punto- Dijo.

-¿Un punto?- Preguntó su padre.

-Si. Un punto. Un punto es lo mismo que anotar 10 líneas. Entonces, si hay 38 medidas, anotamos 3 puntos y 8 líneas.

El mayor miraba a su hijo, asombrado de su inteligencia.

-Eso es algo muy ingenioso, hijo. Pero. ¿Cómo saben de quién es cada punto tablilla de arcilla?

-Eso es fácil, papá. Lo firmamos.

-¿Lo firmamos?- Dijo- No comprendo.

-Ponemos nuestros nombres, papá. Mirá. Mi nombre, Kushim, se forma con un cuadrado profundo y una línea profunda. Entonces, cada otro hijo se buscó una forma de anotar su nombre y lo firmamos, o sea, le ponemos nuestro nombre al fondo de la tablilla y así sabemos de quién es.

La idea le impresionó tanto  a su padre que se presentó ante el rey. El gobernante, igual de asombrado que el otro hombre, ordenó a Kushim a diseñar junto a él una serie de dibujos para todos los aspectos de la vida y al cabo de un año, lograron crear el primer alfabeto conocido.
El rey ordenó a Kushim darle una primera prueba y aprovechó el nuevo envío de cebada que recibiría su padre para registrarlo.

Kushim cargó la tablilla de arcilla y anotó lo recibido delante de la mirada del rey y de los repartidores.

«Se recibieron un total de  37 medidas de cebada. Firmado, Kushim»

De esta forma, no solo logró ayudar a su padre en demostrar que recibían cada vez menos medidas de cebada sino que logró crear el primer registro de la historia.

El arma de astato

Miles de millones cayeron ante las mortíferas armas de astato.
Pistolas y misiles, armas de corto y de largo alcance.
Del material más escaso en todo el universo estaban compuestas las armas de los invasores.
Ningún científico pudo explicar como podían tener semejantes armas, de donde habían conseguido tanto material y, principalmente, como hacían para mantener aquel elemento radiactivo con vida.
Algunas teorías eran que la armadura de los invasores, tanto de su gente como de su nave, lograba algún tipo de reacción extendiendo la vida del material amarillo. Otras decían que las armas eran en realidad micro aceleradores de partículas y que con eso conseguirían la creación del astato. Hubieron otras, ninguna explicaba realmente como podía ocurrir, pero se consideró la primer opción como la hipótesis más acertada ya que las armas dejaron de funcionar cuando la guerra se ganó. En pocos segundos, todo el astatomutó y se convirtió en un elemento menos radiactivo y más manejable para que pueda ser reunido y expulsado del planeta.

La guerra la ganamos, pero el mundo había desaparecido como lo conocíamos.
Los poderosos rayos dorados emitían una cantidad de calor semejante a una supernova y todo, aboslutamente todo, se evaporaba en su camino.
Ahora quedamos muy pocos humanos en el planeta y nuestra tarea es reconstruirlo.
Casi todos los sobrevivientes son extraños entre si y lloran a sus difuntos. Yo, por mi parte, no tenía familia y, al enterarme del cancer terminal que se alojaba en mi cuerpo, me alejé de mi pareja y de mis amigos. Sin embargo, ahora ellos habían desaparecido y yo había sido curado. Una fracción de un rayo de astato me alcanzó y eliminó toda célula cancerígena de mi cuerpo. Es curioso como resultaron las cosas. Con el cancer me terminé alejando de mis únicos conocidos y curado del cancer, ellos terminaron alejados de mi.

En grandes dimensiones, 999 de cada 1000 personas habían sido evaporizadas.
Las grandes ciudades y las capitales del mundo habían sido derruidas. Los pueblos del interior de cada país, perdonados al no ser de relevancia para los invasores.
Como puse anteriormente, la guerra se había ganado y gracias a las intercepciones de las comunicaciones de los bárbaros, supimos que no volvería a producirse orto ataque semejante.
El costo económico, político y social que había causado la derrota en el planeta de origen había sido demasiado grande, el «padre», una especie de Rey que controlaba aquel mundo, había sdo destronado y asesinado, algo que nunca antes había sucedido en sus millones de años de historia. Las guerras civiles, la muerte y el caos se adueño de aquel planeta el cual cayó sumergido en una crisis peor que la de la tierra.
En nuestro planeta, el remanente de la gente se unió para la reconstrucción. La solidaridad floreció, sacando nuestro verdadero yo. El dinero y las posesiones materiales ya no eran de vital importancia. El mundo quedó despoblado y los recursos y las cosas abundaban para todos. Las personas se unieron como nunca antes. Extraños ayudándose entre si, sin miedo al otro. Los instintos olvidados salieron a flote a diferencia del planeta hogar de los invasores, donde su civilización se caía a pasos agigantados. La desconfianza, el odio, el temor, la ira y el recelo, sentimientos nunca antes utilizados, estaban a la orden del día y eso provocó su destrucción.
Todo esto lo supimos gracias a los genios que decodificaron el código de una de las naves principales y ahora su «radio» es usada para nuestro beneficio, nuestra información. Todos los días las noticias de aquel planeta eran difundidas y, a medida de que su civilización se derrumbaba, la nuestra crecía.
Los edificios ya no eran necesarios y las tareas consistían en asegurarnos que no representasen ningún peligro. La tecnología, internet y los usos de nuestra otrora vida cotidiana se volvían obsoletos y solamente se entraba a la red para recibir las noticias del nuevo gobernante del mundo.
No lo aceptábamos, pero era necesario tener a alguien, a un «rey», que se encargue de mantenernos por el buen camino, aunque, si he de ser sincero, nosotros mismos nos encargamos de eso.
Al poco tiempo nos enteramos de que el planeta invasor había sufrido una damnación y las noticias  extranjeras cesaron. Nunca más volvimos a escuchar de ellos. Pero por lo que supimos, su civilización, antes de la codicia de querer conquistarnos, era una sociedad ejemplar, con confianza, respeto y paz. Algo parecido a lo que quiere hacer nuestro «rey».
Yo solamente espero que no terminemos igual que los otros…

Milagro de navidad

-Ya viene, ya viene- dijo el pequeño Tomás.

La madre lo había despertado para desayunar y el niño habló con voz muy baja, casi apagada.

-No te preocupes- respondió su madre. -Todavía es muy temprano.
-¿Papi se va a quedar o tiene que seguir trabajando?
-Papá va a pasar a saludarnos, pero no se va a quedar.
-¿Eso te dijo?
-Si. Hablé con él cuando estabas durmiendo.
-Trabaja tanto que ya no lo vemos.
-Lo hace por nosotros, no lo olvides.

El niño se despertó de a poco y luego del desayuno, ayudó a su madre en la preparación de la casa para la cena de la noche en la que vendrían amigos a comer.
Pasadas las 8 de la noche, el timbre sonó, Tomás abrió la puerta y permitió el paso de las dos parejas amigas de su madre junto a sus hijos.
Luego se sentaron a la mesa y disfrutaron de una agradable comida.

-Ya viene, ya viene.- le dijo Tomás a los otros niños, estaba emocionado.

-¿Aún creés eso?- le preguntó uno de los niños, uno mayor.

-Tu papá trabaja todo el día y no tiene tiempo para verte. Mejor olvidate de él -añadió otro aún más mayor, mirando fijamente al otro.

-NO. Mi papá está trabajando pero mi mamá me dijo que habló con él y que hoy va a venir a saludarnos.

Los otros niños se miraron y cortaron la charla en ese momento. Ellos sabían que no debían adentrarse en ese terreno.

La cena transcurrió en calma. Los adultos conversando y los niños jugando hasta el momento en que se despidieron y Tomás ayudaba su madre a ordenar la casa.
Minutos más tarde, ya en horario de madrugada, salieron al jardín y miraron al cielo.

-YA VIENE. YA VIENE- Tomás gritaba eufórico.

Su madre se permitió una sonrisa. Se acercaba la hora y ahora ella era la que se había emocionado.

Madre e hijo miraban al cielo, impacientes y temblorosos. Sus manos se tomaban con fuerza y se apretaron más al ver una estrella fugaz.

-¡Mamá, mamá! Allí está. ¿Lo ves?

Su madre le regaló un fuerte abrazo.

-Lo veo, mi amor. Saludalo antes de que se vaya.

Tomás alzó una mano y la batió con esmero.
La luz de la estrella duró escasos segundos, sin embargo, la reducida familia permaneció abrazada unos instantes más. Luego el niño cayó rendido por el sueño.
Su madre lo recostó sobre la cama y le tapó con el cobertor. Era una noche fresca.

-¿Mami?- le llamó.
-Dime, mi amor.
-Fue lindo que papá haya pasado a saludarnos.

Su madre lo miró, conteniendo las lágrimas.

-Si. Fue muy lindo.
-¿Mamí?
-Si, amor.
-¿Papá algún día va a dejar de trabajar en las estrellas y se va a quedar con nosotros?

La oscuridad escondía el llanto de su madre.

-Si, mi amor. Te prometo que lo volveremos a ver. Ahora duerme.
-Te quiero mami.
-Y yo a ti. Mucho.

La madre salió de la habitación del menor y se dirigió al comedor. Finalmente cayó dormida, exhausta, en el sillón, aferrada a una foto enmarcada de los tres, de la familia completa dos años atrás. Sobre la foto, el hombre había escrito a mano un presagio de su futuro.

«A mi familia: En navidad yo vendré. Pasada la medianoche estaré montado sobre una estrella fugaz. Miren al cielo, pues yo los estaré mirando. Los amo. Papá.»

La sopa de cuentos

El siguiente es una mezcla absurda de los cuentos más populares llevados a la pantalla grande, pero en sus versiones -casi- originales según los escritos de sus autores (con algunas variaciones, claro está).
Se trata de una sopa de letras de los personajes de los cuentos en donde sus historias se entrelazan y conforman esta maraña de relato.

 

Caperucita, perdida por las indicaciones del malvado lobo, busca ayuda, desesperadamente.
Caminó sin rumbo hasta que se a lo lejos pudo vislumbrar a varias personas, caminando en fila.
Corrió hacia ellos con todas sus energías y vio que la fila estaba compuesta por niños. Les llamó desde lo lejos pidiendo ayuda pero su pedido no fue respondido. Los pequeños poseían la mirada fija hacia adelante, hacia el rio que se encontraba frente a ellos.
Su andar no se detenía y ahora, la niña de la capucha roja temía por ellos.
Comenzó a gritarles que se detengan, pero sus gritos no fueron escuchados.
Luego salió de entre los árboles e intentó frenarlos, pero nada servía. Los niños continuaban su andar hacia el agua y no tenían intención de desviarse.
De pronto, Caperucita sintió como una tonada penetraba en sus oídos y dominaba sus sentidos. La niña permeció inmovil hasta que la fila avanzó y ella se puso al final de ésta.
Había sido una víctima más  de la flauta.
Uno a uno los niños se adentraron en el agua para no volver a emerger, pero, al llegar el turno de la niña de rojo, el lobo que la había envíado a aquel camino salió de su escondite y atacó de forma letal al flautista. Sus garras desgarraron su cuello y el hechizo que dominaba a la niña se rompió. La niña despertó de su conmoción y echó a correr, sin embargo, el lobo, cansado de la espera, decidió adelantar sus planes de cena.
Luego del festín, se recostó sobre el suelo, a orillas del agua y durmió plácidamente.

A lo lejos, un niño, el último de la fila de los hijos de Hamelin, se acercaba al río. Caminaba apoyado en un bastón al ser una de sus piernas más corta que la otra. Maldición que había aborrecido desde que nació, ahora le había salvado la vida.
Sin el control del flautista, había podido ver la escena de lo ocurrido desde lo lejos y ahora planeaba venganza contra el lobo.
En su lento andar, se topó con un niño de madera que podía andar y hablar. Ambos eran distintos para el resto de la gente y eso hizo que se hicieran amigos rápidamente.
Pinocho, como decía que se llamaba, le contó al otro niño que su padre había sido arrestado por la policia y el planeaba rescatarlo. Pero para hacerlo, necesitaría de la ayuda del otro niño.
El cojo aceptó, con la condición de que primero acaben con el malvado lobo que engulló a la bella niña vestida de rojo.
Ambos se miraron y asintieron con la cabeza. Debían planear el fin del animal pero no se les ocurría hasta que miraron a un costado como un leñador apoyaba su hacha sobre un árbol talado y se disponía a devorar unas manzanas que les fueron obsequiadas por una señora de negras vestimentas.
Mientras que disfrutaba de tan suculento manjar, los niños aprovecharon la distracción para robarle su herramienta de trabajo y correr hacia donde estaba el lobo.
Lamentablemente para ellos, el leñador se dio cuenta del robo con bastante rápidez y comenzó a perseguirlos mientras que gritaba una voz de alto que provocó el despertar de su presa.
El lobo yacía de pie, esperándolos en la orilla con la boca abierta. Ahora el sería el cazador y aquellos niños sus presas.
Los niños corrían portando el hacha hacia el animal que los esperaba impaciente y el leñador se les acercaba cada vez más. Algo sucedería y sucedió.
Una nube de polvo se levantó al producir el choque y al cabo de unos segundos se disipó.

La imagen vista a continuación se puede describir de la siguiente manera:
Pinocho se encuentra en el suelo, partido al medio, muy cerca de la orilla. El lobo se encuentra flotando en el agua con el hacha clavada en su espalda mientras que el leñador se encuentra en acostado en la orilla, con la boca abierta y un líquido negro emanando de ella.
Más en el agua, flotando, se encuentran dos cuerpos sin vida, uno es el del pobre niño cojo de Hamelin y el otro es el de una sirenita, mitad mujer mitad pez.

Una mujer vestida de negro y portando unas manzanas en una canasta, fue testigo de la situación y se reía descaradamente.
Luego relató lo sucedido:
«Los niños corrían hacia el lobo. El leñador les seguía de cerca. Pinocho portaba el arma y tropezó a causa de una piedra. El filo le atravezó el cuerpo.
El otro niño tomó el hacha y llegó hasta el lobo quien le quitó el arma rápidamente y lo arrojó al agua. Luego se dispuso a perseguirlo al grito de que lo comería de postre como había comido a la otra niña. El leñador llegó, tomo su herramienta de trabajo y la arrojó con todas sus fuerzas al lobo. El arma se clavó en la espalda del famélico y allí quedó.
El hombre intentó ayudar al niño salir del agua sin embargo no lo logró. La sirenita había decidido quitarse la vida arrojándose de un gran puente y el niño tuvo la mala suerte de ser el amortiguador de la caída. La sirenita sobrevivió, pero no aguantó mucho fuera del agua. Finalmente, el leñador también cayó gracias a mis manzanas envenenadas. Me rio del maldito leñador quien se burló de mi al no aceptar ser mi esposo.»

La mujer fue encerrada, junto al hombre creador del muñeco de madera que poseía vida mientras que el oficial que los encerró regresó a su escritorio y continuó su búsqueda del flautista que secuestro a los niños de Hamelin.

Con el poder de dios en la mano

Finalmente habían descifrado aquel código oculto.
El patrón para encontrar palabras cruzadas en aquella sopa de letras gigantésca había sido encontrado y toda la verdad estaba siendo sacada a la luz.
Gran parte de la población se mantenía escéptica pero la mayoría creía en esta verdad.
Se comercializó un programa para ordenador, el mayor vendido en toda la historia de la humanidad, en el que cada usuario podía experimentar por su propia cuenta el misterio contenido en el libro más antigüo del mundo.

«El código de la biblia», como se conocía oficialmente, fue descubierto por un matemático israelí en el siglo XX, pero no fue hasta este siglo XXI, hasta nuestros días en que finalmente su secreto fue puesto en evidencia.
Un cálculo, una ecuación tan grande como complicada es la responsable. Los matemáticos la llamaron «la ecuación de dios».

«Dios», en hebreo, aparecía unas 50 veces en lugares diferentes según el cálculo y en todas se contienen palabras cruzadas bastante interesantes.

En una de las opciones, con espacios de 70 caracteres, las palabras en hebreo de dios, mirar, presente, alma, cuerpo, judío y creador se curzaban.
En otra de las opciones, con espacios de 900 caracteres, las palabras de dios, final, apocalípsis y el número 2668 aparecían.

En su momento causó revuelo y el programa fue utilizado desde Curas, Padres, Sacerdotes, Rabinos y toda gama espiritual hasta los programas de chimento en donde se buscaba el futuro de la celebridad de moda y se anunciaba al aire. Si todo era cierto o no, no importaba. Pero con esto, se mantenían a los fieles creyentes y a los fieles espectadores concentrados.
Sin embargo, el tema fue aburriendo a la sociedad. Tener el pleno conocimiento de sus vidas ya carecía de interés entre la población y poco a poco todo el tema fue cayendo en el olvido.
Finalmente, unos años después y luego de conocer la verdad sobre todo, la vida continuó y este tema hasta que desapareció de la vida cotidiana.

El programa había sido discontinuado y no era compatible con el nuevo sistema operativo.
Fue en ese momento, antes de instalar mi nueva PC que realicé la última búsqueda.

«Código de la biblia» busqué y lo encontré solo una vez. Lo curioso es que no había escuchado a nadie hablar sobre esta búsqueda y al ver la respuesta lo entendí.

«Dios está en tí» y «Responde su llamado» apareció.
Mi sangre se heló cuando la luz de mi casa se apagó y alguién (o algo) llamó a la puerta.
El viento comenzó a soplar dentro del departamento mientras que en mi interior mis nervios aumentaron sin contról.
Del miedo me desmayé y no volví a hablar sobre el tema del código de la biblia ni sobre esa búsqueda. Un miedo se había apoderado de mi.
Al día siguiente instalé el nuevo computador y jugué al flamante FPS lanzado. Nunca más, hasta hoy, volví a pensar en el tema y si he de ser sincero, aún siento la misma sensación de intranquilidad y de miedo que sentí aquella vez, cuando tenía 28 años, recorrer mis arrugado cuerpo de geronte.