Archivo de la categoría: Relatos de humor

Cerrado por vacaciones

-¿Cuando regresas, tío?
-En Octubre.
-Joder. ¿Un mes entero de vacaciones?
-Si.
-¿Qué pasará con el boliche? ¿A quién dejarás a cargo?
-¿Qué boliche? ¿De que estáis hablando, Juan Cruz?
-Del boliche, de este mamotreto lugar donde escribes cuentos.
-No pasará nada. Lo cerraré y volveré más descansado.
-¿Y tus seguidores? ¿No has pensado en ellos?
-Tienes razón, defraudaré a mis millones de lectores…Por Dios, ¿qué cojonadas dices?
-No puedes irte.
-Ya en serio, Juan Cruz. Vete cagando leches a conseguir un taxi que se me hizo tarde y perderé el vuelo.
-¿No vas en coche?
-A donde voy no hay carreteras.
-Joder, no me digas que te vas al África.
-¿Pero que coña?
-Y claro, un lugar sin carreteras, o sea, el medio de la selva.
-Pero no, Juan Cruz. Es una expresión, chaval. Lo que quise decir es que voy a cruzar el océano, por eso no hay carreteras. Me voy a Sudamérica.
-¿América? Eso ni de coña. Tu te quedas aquí y nos vamos a un lugar más civilizado, como el país vasco o Sevilla.
-Pero no, hombre. Te aseguro que son civilizados.
-¿Cómo van a ser civilizados esos, Federico? No te das cuenta que nosotros no lo somos.
-Si, ¿y con eso qué?
-Pues que ellos se independizaron de nosotros, entonces son más bestias. Es ciencia básica.
-El bestia eres tú, Juan Cruz. Hay lugares con mejor calidad de vida que en España. Venga, ayúdame con las maletas.

Federico colocó un cartél en la puerta y luego salió, cerrándo con llaves.

En el cartel se leía:

«CERRADO POR VACACIONES. REGRESO EN OCTUBRE»

La historia de amor y humor con el título más largo que se haya podido inventar al no saber que título corto ponerle y dejarle simplemente este tan largo nombre que representa el drama oculto al no poder pensar un buen título

Una historia de amor un poco complicada, aunque con un final bastante placentero.

Se conocieron durante el «verano infame».  Aquellos días, la temperatura alcanzó niveles históricos en la ciudad y muchas personas desobedecieron las estrictas leyes de espacios públicos, refrescándose en fuentes y lagos.  La policia, no solo no lo impidió sino que en varias oportunidades se sumó a los infractores en busca de alivio, dejando sus puestos descubiertos. A fin de cuentas, hacía demasiado calor como para delinquir.
A casua de esto, se lo denominó como «verano infame». Fueron varios días en que la gente se desesperaba por algo de frio, un gota de aire.
Lógicamente, los cortes de luz eran constantes. No solo el calor impedía el correcto funcionamiento de las plantas eléctricas, sino que la demana era tanta que provocaba que todo el sistema sobrecalentase.
Para solucionarlo, se dictaminaron cortes secuenciales en los distintos distritos de la ciudad y se cerraron los centros comerciales, los cines y todos los grandes consumidores de energía eléctrica hasta que el calor pasara.
Algunos científicos atribuían el calor a una súbita aparición de magma desde el centro de la tierra, que se posicionó muy cerca de los cimientos de la ciudad, de las napas y de las cloacas, provocando grandes estragos en las mismas. Otros que eran a causa de una actividad anormal del sol. En eso no se ponian de acuerdo, pero, por suerte, todos dijeron que el calor bajará con el paso de los días y de las semanas.

La gente caminaba por las calles con la menor cantidad de ropa que les era posible llevar sin llegar a ser considerado vulgar.
Los hombres menos púdorosos andaban con el torso desnudo, ojotas y bermudas. Las mujeres, en cambio, con pollera y musculosa, aunque varias más atrevidas salian con un short y con la parte superior de la bikini.
El sol «pegaba» tan fuerte que todos estaban con un bronceado dorado en sus pieles.
Por otro lado, los ancianos y los niños eran los que más sufrían, aunque los dejaremos de lado porque esta es una historia de amor y de humor.

Luciano estaba transpirando. Su sobrepeso le hacía tolerar aún menos el calor sofocante y la transpiración se hacía presente entre los numerosos pliegues de su piel y para aguantar el calor pensó en ir a la playa, que era uno de los pocos lugares en donde no se avergonzaba de su cuerpo. Sin embargo, el conocía un lugar oculto para el resto, donde nadie le molestaría.
Estaba solo, sentado en las orillas del pequeño lago que atravesaba la ciudad, en un sector donde el gobierno había creado una playa artificial.
Para crear sombra, poseía una sombrilla que colocó sin miedo a que sea llevada por el inexistente viento y se tumbó en su seno.
Estaba tranquilo, mirando el agua a traves del oscuro tono de sus anteojos de sol.
No muy lejos de allí, un grupo de 3 chicas jugaban al volley. Luciano, intentando ser educado, intentaba no mirarlas, aunque los ojos se movían solos de vez en cuando.
Para resistir la tentación, se recostó, apoyando las manos en su gran barriga y se quedó allí, estático, mirando a la nada misma y cerrando la mente.

Carla, Romina y Tamara estaban jugando al volley. Saltando y riéndo, parecía que la estaban pasando bien. El lugar que habían elegido de la playa era poco concurrido, sin embargo, la presencia de las tres bellas mujeres atraían a más de un depredador. Aunque todos eran rechazados, las amigas seguían atrayendo visitantes y poco a poco la playa fue siendo cubierta en su pequeña extensión.
Al llegar el mediodía, momento en que el sol era más fuerte, la arena comenzó a quemarles los pies y las tres chicas se despidieron. Carla y Romina caminaban plácidamente mientras que salían de la playa y eran acompañadas por varios hombres en busca de una oportunidad, pero Tamara tenía un gran problema y era que no podía encontrar sus ojotas. Las buscó durante los pocos minutos que sus pies aguantaban el quemor de la arena, pero sin suerte y comenzó a correr. El asfalto de la ciudad estaría aún más caliente y en la playa no había rastro de sombra salvo el de una sombrilla.
Tamara corrió y se tiró debajo de la sombra, llenando a Luciano de arena.

-Perdón-Le dijo. -No te vi.

Acto seguido, le ayudó limpiarse provocando en Luciano una gran erección. Al verla, ella rió.

-Perdón, otra vez- Dijo. -¿Te ayudo?- Le dijo, guiñándole un ojo.

Tamara no solo tenía un cuerpo fenomenal y una sonrisa hipnótica, sino que emanaba buena energía y así lo sintió el miembro de Luciano, quien era casi todo lo contrario a ella. No era tímido, pero no cuidaba de su cuerpo como aquella mujer y sobre todo, tenía una actitud seria que emanaba tantas vibras negativas como se podía.

-Perdí mis ojotas y vine corriendo en busca de sombra. Mis pies se quemaban.

Luciano dudaba de la historia, aunque dudaba más de que ella había elegido voluntariamente acercarse a él, así que le creyó, esperando que no sea un plan para quitarle la sombrilla.

-¿Cómo están tus pies?- Le preguntó, sentándose.

-Calientes-respondió ella -como tu amigo.

Tamara rió. Su intento de provocar una sonrisa en Luciano fue tomado por el otro como una burla.

-Era un chiste- Dijo. -Me llamo Tamara.

-Luciano- respondió, quitándose los anteojos.

-Que lindos ojos, Luciano.

-¿Qué quieres?- Respondió él, no sabiendo por qué no podía ser más amigable y simpático en lugar de serio y altanero.

-Quiero que baje el sol y que mis pies puedan caminar sin quemarse, pero hasta que eso pase, quiero mantener una charla simpática con vos.

-Ahh.

Luciano se lamentaba internamente de su penosa conversación. En su cabeza solo podía imaginarla desnuda.

-Estoy casada-Le dijo, provocando una revolución en su compañero de sombra.

-¿A qué viene eso?

-A que me estás desnudando en tu cabeza.

Luciano pensó que era adivina.

-No soy adivina.

-¿Cómo lo supiste?

-Facil. No me miras a los ojos y no mantienes la conversación, entonces o me estás imaginando desnuda o eres autista y no creo que seas lo segundo.

-Ja ja ja. Tienes razón.

Luciano se soltó. Al estar el sexo fuera de la discusión, pudo comenzar a hablar.

-¿Entrás?

-No mucho- respondió ella, con una sonrisa.

Luciano acaparaba casi toda la sombra a causa de su tamaño y como pudo, acomodó los «rollos» de la panza para hacerle lugar a su compañera.

-Que amable- Le dijo en tono burlón.

-Así soy. Todo un caballero con las damas.

-En especial aquel que se paró para recibirme.

-Ya no quedan hombres así, ¿no?

-Ninguno.

-Salvo tu esposo.

-¿Cual esposo?- preguntó ella, guiñándole un ojo.

Luciano estaba perdido, no sabía si le estaba diciendo la verdad y si estaba casada o no, pero no le importaba. Estaba disfrutando de la conversación.

-Tienes un anillo. -Le respondió, indicando el pequeño aro dorado ubicado en el dedo de la mujer.

-Si, lo tengo. Pero es para evitar a los «conquistadores». No te imagínas lo práctico que resultó.

-Yo también llevo uno.

Luciano se dio vuelta como pudo y le enseño el reluciente anillo, muy parecido al que llevaba su compañera.

-¿Estás casado?

-Lo estoy.

-¿Y qué piensa tu esposa sobre tú mini vos?

-No sé. ¿Querés preguntarle?

-No. Quiero poner el sexo sobre la mesa o sobre la arena.

Sin palabras mediante y sin posibilidad de reaccionar, aunque él no lo haría, buscaron un lugar apartado y se acostaron. Pocos minutos despues, ambos se encontraban agotados, aunque él más que ella.

-Deberías adelgazar un poco si querés que continuemos haciendo esto. Pero primero, tenés que separarte.

Luciano pensó por un momento y luego sonrió.

-Listo.

-¿Cómo listo?

-No más esposa.

-No entiendo. ¿Le vas a decir ahora?

-No. Nunca la tuve.

Luciano se rió ante la atonada cara de Tamara, quien había comprendido la situación.

-¿Para qué usas el anillo?- Preguntó, molesta.

-Para atraer a las «conquistadoras». No te imagínas lo práctico que resultó.

Ambos se echaron a reir mientras que caminaban de la mano bajo el caliente sol de la tarde.
Quién sabe como terminará esta historia que comenzó con mucho humor.
En realidad, yo si lo sé, pero es mejor dejar el suspenso de la corta relación de Tamara y Luciano.
¿Acaso dije corta? Bueno, creo que me delaté.

Entrevista con rumbo incierto

Las dos sillas están preparadas.
Sobre una mesa a pocos metros de distancia, un plato con bocadillos esperaban su turno para ser devorados.
El entrevistado estaba próximo a llegar. Tenía fama de atontarse, pero al final, sus entrevistas terminaban siendo ampliamente reconocidas, solamente bastaba con entenderlo y seguirle la corriente sin salir de las preguntas.
El timbre de la puerta sonó y apareció el hombre acompañado de dos perros labradores de color marrón oscuro.
Nos sentamos y los perros se acostaron a un costado, entendiendo que su amo no podía ser molestado.

-Que hermosos ejemplares.
-Gracias. Los tengo desde ayer.
-¿Fueron un regalo?
-No. Los compré. Me dieron ganas de tener mascotas.
-Y…¿Cuantos perros pensás tener?
-Ninguno, no me gustan las objeciones.
-Dije Perros, no peros. Animales, mascotas, compañeros de 4 patas.
-Ahh…y no sé. ¿Cuantos se pueden tener?
-Los que quieras.
-Supongo que con unos 30 estaría bien.
-¿30 perros?
-Supongo.

El entrevistado se levantó y se dirigió a la mesa. De ésta tomó uno de los pequeños aperitivos que estaban dispuestos. Era una empanada de 4 quesos.

-Sabrosa, ¿no es cierto?
-Bastante. ¿Qué tiene?
-Para saber que tiene exactamente hay que preguntarle a la cocina. Espera que la llamo.

Doris se acercó y tomó asiento al lado del entrevistador.

-Doris, dile a nuestro invitado cuales son los ingredientes de la empanada.
-Masa para empanadas, provolone, muzzarella, roquefort, fontina, orégano, ají en polvo, ajo y cebolla.
-Ahh ¿y tiene queso? Le siento gusto a queso.
-Si…tiene cuatro quesos.
-Increible. Ahora entiendo por qué es tan sabrosa.
-Gracias, Doris.

Doris se levantó y volvió a la cocina.

-¿Cómo estás?
-Bien.
-¿Sólo bien? Escuché que te está yendo más que eso.
-Es cierto. Pregúntame de nuevo.
-¿Cómo estás?
-Bien.
-¿Sólo bien?
-Si, estoy bien sólo.
-¿Te refieres a una pareja?
-Claro. Tener una pareja no alcanza.
-¿Con cuantas parejas alcanza?
-Mmm…es una pregunta dificil. Diria que depende del espacio que tengas.
-¿Y cuanto espacio tienes?
-Creo que unos 500 metros cuadrados de verde. Igualmente cada pareja tiene que tener su propio lugar. ¿Te imaginas si se encuentran?
-Les dará celos.
-Si, incluso podrían no llevarse bien y hasta matarse y eso no sería bueno.
-No, claro que no.

Se hizo un silencio incómodo.

-Me contaron que has viajado a Europa.
-Es cierto.
-Cuéntame por donde estuviste.
-Por lugares.
-¿Qué tipo de lugares?
-Lugares que no conocía.
-¿Te han gustado?
-Si, las empanadas estaban muy ricas.
-Decía donde has visitado.
-Ahh. Si, se podría decir que si. Es más, traje un recuerdo de uno de los lugares.

Del bolsillo, el hombre extrajo un pequeño y viejo libro en idioma hindú sobre el cuidado de los tigres.

-¿Eso es un libro en hindú?
-Si.
-¿Entonces estuviste en la India?
-Si.
-Pense que caminaste en Europa.
-Si, caminé con ropa. Era una tela liviana que cubría todo el cuerpo, pero que me hacía permanecer intacto frente al calor.
-¿Viajaste acompañado?
-Si, vine hasta aquí con la pareja de perros. Las otras se tuvieron que quedar en la casa.
-¿Las otras?
-Las otras parejas. Sino seríamos muchos.

Me levanté para tomar un poco de agua y una aspirina. Seguir el hilo de la conversación era muy pesado.

-Se dice en las noticias que te estás metiendo en la política.
-¿Se dice?
-Se murmura. ¿Es cierto?
-En parte
-¿En qué parte?
-En las oficinas del estado.
-Pero, ¿qué es lo que te interesa de política?
-Nada.
-¿Y por qué te metes en parte?
-Para averiguar sobre la tenencia de animales.
-¿De las parejas?
-Si.
-No creo que sean necesario muchos trámites para adoptar animales.
-Son muchos. Cada pareja requiere pedidos especiales.
-No sabía.
-Por eso te lo digo.

Mi invitado miró su relój y se levantó.

-Debo irme.
-De acuerdo. Gracias por el tiempo.

Antes de irse, el entrevistado dio media vuelta y habló. Tenía una sonrisa en su boca.

-Por cierto. Aprovecho para comentarte la apertura de mi nuevo emprendimiento, el nuevo «Zoo Libertad». Gracias por la publicidad.- Dijo y se fue.

Tuve que releer la entrevista para entender que casi todas sus respuestas fueron dirigidas hacia ese tema. Realmente era un genio.

Adán: La ineludible realidad

Dios bajó del cielo para asistir a su amada creación.

-Lo lamento, Eva. No hay nada que yo pueda hacer para curarte a tí y a tú fruto. Lo que sufres, sólo con Adán podrá sanarlo.

Eva lo miró, las fuerzas se le iban poco a poco del cuerpo. Apenas podía cuidarse a sí misma mientras que Caín estaba al cuidado de Dios.

-Lo se- Le dijo, sonriéndole.

Dios se retiró, pensando en lo fuerte que era aquella mujer y en lo bien que la había creado.

Adán había encontrado un camino seguro hasta la costa, donde se encontraba el gigante barco y su celador.

-SALUDOS- Gritó.

El gigante no prestó atención al grito y continuó con sus cosas, provocando el enojo del pequeño ser.
Adán, molesto, pinchó la pierna del gigante con un elemento punzante.
El otro, por su parte, fue sorprendido por la molesta sensación y frunció su sien. Dándose vuelta, vio al diminuto hombre y le increpó.

-¿Por qué me has lastimado?- Preguntó, molesto.

-Porque no respondías a mi llamado- Respondió, ahora más tranquilo.

Inmediatamente, Adán cubrió la herida con sus hierbas medicinales y el gigante suspiró relajado.

-¿Qué quieres?- Le preguntó.

-Viajar en ese barco hasta el límite del mundo.

El gigante se sorprendió por las palabras del pequeño. Aquellas palabras le recordaban algo. No a algo, sino a alguien, a él mismo.
Adán insistió en su pedido, el cual fue rechazado por el otro.
Pero el pequeño era perceverante y no se rendía con facilidad. Luego de varios intentos, el gigante accedió, derrotado y le invitó a subir a bordo. Zarparían en pocos minutos.
Ya en altamar, el misterio de la negación del gigante fue revelado.

-Yo fui el primer gigante creador por Dios. Estaba solo y no quise quedarme en el Edén. Entonces emprendí mi propia aventura. Dios no pudo retenerme y partí para conocer al planeta, cómo lo llama él. Llevo viajando incontables noches y ya he conocido cada rincón que existe. Es por eso que creé este navío, para llegar hasta el límite de su creación.

Adán lo escuchaba atentamente. Sus historias eran similares.

-Nuestras historias son similares. Sin embargo, mientras que tú te alejabas de tu solitaria compañia, yo me alejé de Eva, la primer mujer.

El gigante no comprendía el significado de aquellas palabras.

-No comprendo lo que quieres decir con mujer, pero no estar solo es algo que yo no pude experimentar, hasta ahora. Sin embargo, no soporto tu presencia.

-¿De qué estás hablando? Yo he visto incontables gigantes en mi camino.

-¿Es eso cierto?

Ambos se detuvieron  a pensar como podía haber sido posible aquello y llegaron a la conlusión que los gigantes con los que Adán se encontró, fueron creados luego de la partida del primero.

-Por cierto, me llamo Adán.

-No tengo nombre, pero puedes decirme como Dios me decía. Nephil.

El viaje transcurrió con la conversción orientada hacia los otros gigantes que vió el pequeño ser. Nephil deseaba encontrarse con ellos y terminar con su solitaria vida.
Al verlo, Adán también sintió grandes deseos de ver a Eva.
Los días y semanas pasaron hasta que finalmente la embarcación se acercaba a tierra.

-Veo una hermosa tierra al frente- Dijo Nephil.

Días después el barco llegó a destino, al fin del mundo y ambos tripulantes descendieron y se despidieron.
Se trataba de un lugar hermoso, donde el verde pasto y los grandes árboles prevalecían. Se trataba de un lugar maravilloso, se trataba del Edén.
Adán por fín se había dado cuenta.
Todo, desde el principio fue parte del plan de Dios y él era solamente una simple marioneta tirada de los hilos por su creador.
Adán había regresado al punto de partida, con su curiosidad reducida al mínimo.
Caín tenía 4 años de edad cuando su padre regresó y su madre no podía estar más feliz.
Adán se recostó sobre el césped mientras que su hijo examinaba las cosas que había traido (y al hombre que las trajo). Al poco tiempo estaban jugando juntos y Adán experimentó una nueva -y poderosa- sensación. El amor por su hijo.

-Tal vez permanezca aquí, al lado de Eva y de Caín. El mundo no me genera más misterio que esta creación, este pequeño Adán que Eva ha creado. Me pregunto cómo ha sido todo y si se puede replicar. -Se dijo, sonriendo mientras miraba a la madre jugar con su hijo -Tal vez permanezca aquí para averiguarlo.

Eva, mirando al cielo, agradeció en silencio. Dios estaba satisfecho y sonreía al ver a sus creaciones nuevamente juntas.

Adán: Un padre que no fue

Adán recorrió el enorme cuerpo sin vida de su rival. Aún no entendía como semejante monstruo cayó de bruces por un simple disparo de su cervatana.
Al derrotar al gigante, el pecho se le infló tanto que ya sentía que podía enfrentarse a todo lo que su creador le tirase. Por primera vez fue conciente de su gran ingenio y del terrible arma que eso significaba.

-No hay nada que no pueda lograr- Exclamó con pleno orgullo.

Mientras tanto, Dios ocupaba su tiempo inmortal en el cuidado -a distancia- de Caín, el primer ser humano creado y nacido en la tierra.

-Aquel niño será semejante a mi, semejante a tú Dios- Le dijo a Eva en una de las infrecuentes visitas al bebé.

Eva solo asentía feliz de que su hijo, su fruto, su nueva sensación, crecería y sería semejante a su creador. La experiencia de haber dado a luz y de criar a un niño era basta y llena de emociones. Sin embargo, la ausencia de Adán le provocaba un sentimiento nada agradable en su seno.

-Por favor, traemelo de vuelta.- Imploraba la mujer.

-Todo a su tiempo, mi preciosa. Ten paciencia y confía en mi.

Los días, las semanas, los meses y los años transcurrieron rápidamente para uno y léntamente para otra.
Mientras que Eva dedicaba sus días al cuidado de su hijo, Adán exploraba aquel mundo abierto para él.
El paso del tiempo lo había convertido en un feroz guerrero. La caza y la supervivencia le costaba poco esfuerzo y se sentía casi omnipotente.
Pero Adán no sabía que aún tenía una dificil prueba que superar.
Dios, su creador, se enfrentaría a él. Eva sufría una aguda angustia que repercutía en su hijo y le enfermó. Si Adán no regresaba, Caín no sobreviviría y eso no lo podía permitir.

Caminando por el bosque, escuchó un ruido ensordecedor. Era algo que nunca antes había escuchado.

-Debe ser un nuevo animal.

Su pies, protegidos con cuero de vaca, se movieron con ligereza y pronto encontraron la fuente del ruido. Se trataba de una cascada, pero no como las que tenía en el Edén, sino infinitamente más grande y temerosa. Ésta, desenbocaba en un rio tan extenso como la misma visión.

-¿Será este el rio del fin de la creación?- Se preguntó.

La adrenalina le llenó el corazón. Deseaba con amplias ganas, conocer el fin de la creación, el fin de todo lo que Dios creó. Sin embargo, necesitaba una embarcación que sea sumamente resistente.
Abajo, en la playa donde desembocaba la cascada, pudo ver a un gigante como acomodaba alimentos dentro de un gran barco.

-Es perfecto- Se dijo, mientras trazaba un plan.

La embarcación se veía sumamente resistente y seguramente aquel gigante era un constructor y no un guerrero. No debía matarlo, sino convencerlo de viajar juntos.
Durante su viaje, se topó con todo tipo de gigantes, los temibles guerreros, los amables cocineros y los despreocupados agricultores, pero era la primera vez que se encontraba con un constructor.
Debía de buscar la forma de llegar a un acuerdo y para eso, debía obsequiarle una creación tan impresionante como aquel navío. Debía de pensar algo antes de que el barco zarpe.
La mente de Adán pensaba mientras que buscaba como descender de la cascada y llegar a la playa, mientras que el cuerpo de Eva se deterioraba, al igual de el de su hijo.
Por primera vez, Dios estaba preocupado.

Cosas imposibles

Al fallecer, recibí una notificación de un escribano.
El dueño de aquellos departamentos, aquel tipo viejo y solitario, me había dejado una carta.
«Querido amigo:
Tal vez te sorpreda ésta situación y espero que te sea grato recibir la noticia como lo es para mi escribir estas palabras. Soy poseedor de dos departamentos, cómo bien sabes, además de mi casa donde llevo viviendo una veintena de años, sin embargo, no tengo a nadie a quien dejarle herencia. Durante los años que gestionabas el pago de los alquileres, te fuiste volviendo un ser querido para mi, uno de los pocos que tenía y debo admitir que te tomé bastante cariño y estima. Las visitas mensuales para el cobro de los alquileres eran una bendición y fue por eso que tomé esta decisión. Véndelos si quieres o continúa con los alquileres y espero que tu vida mejore con este dinero adicional. Gracias por alegrarme los últimos años de vida. Un fuerte abrazo. El viejo charlatán H. Peña.»
Mi cabeza laburaba a mil por segundo. Había conseguido tres departamentos casi por milagro. Solamente por ser amable y cumplir con mi trabajo. No lo podía creer.
El escribano me miró. El tampoco podía entender la situación.
Me preguntó que quería hacer con los departamentos. Rápidamente le respondí que venderlos. Sin ser malagradecido, utilizaré parte del dinero para tomarme unas buenas vacaciones. Gracias, viejo charlatán.

Los amigos de mi novio tienen cuerpos de película. Se conocieron en el gimnasio y entablaron una pronta amistad. Se los notaba simpáticos, pero sobre todo, sexualmente activos. Al mirarlos, mi mente se imaginaba cada escena posible de una pelicúla triple X donde me consumián completa.
Me sentía mal por engañar, en pensamiento, a mi pareja, pero las ganas que les tenía eran mayores.
Un día, él invitó a sus amigos a mi casa, momento en que yo aproveché a salir con una amiga.
Al regresar, los encontramos bastante tomados, al igual que nosotras. Las risas fluyeron al igual que las miradas que se me iban. Mi novio lo notó y me llamó la atención pidiéndome hablar en la cocina. Era mí fin, sin embargo, su estado de alcoholismo era tal que me confezó que miraba a mi amiga con ojos de lujuria y me preguntó si quería, por esa noche, acceder a un cambio, aunque ellos fueran dos y ella sólo una. Accedí sin reparar si se trataba de una trampa. Por suerte no lo fue y debo admitir que mis sueños se quedaron bastante cortos contra la realidad.

Las horas pasaban y mi cabeza no se concentraba a pesar de haber tomado aquella pastilla que se anuncia como «milagrosa» para el estudio.
El examen final era dentro de pocos minutos y me había levantado temprano a dar un último repaso. Estaba más que perdido y el tema me era tan complejo como el idioma finés.
Apenas había entendido como realizar unos ejercicios básicos.
Realmente no entendí como aprobé los dos parciales para haber llegado a esta instancia.
Mi mente se sabía de memoria tres ejercicios, uno teórico y dos prácticos. Eso era todo y  cualquier cosa distinta a eso, no podría resolverlo.
Los nervios eran tan grandes al sentarme, que no hablé con nadie. Al fondo del aula me encontraba, acomodando nervioso los útiles y cargando el lápiz con más minas de las que necesitaba. Estaba seguro que desaprobaría. No había oportunidad alguna de aprobar y no veía como podía entender aquella materia tan compleja.
Recibimos las hojas con los tres ejercicios y poco después fuimos autorizados a verlas.

Ejercicio 1: Demuestre que todo campo diferenciable en el punto Ā, es continuo en Ā.

Era increible, era el teórico que sabía. Por lo menos no voy a tener un 1.

Ejercicio 2: Calcule el volumen de un cuerpo definido por: 2 x²+2y²+z² ≤ 3 , z≥√(x²+y²), y≥x

Era increible. Dos de los 3 enunciados eran los que me sabía de memoria, incluso podía llegar a aprobar.

Ejercicio 3: Halle la solución particular de la ecuación diferencial: y»+4y’= 8 que en (0;yº)tiene recta tangente de ecuación: y= 6x-1

Comencé a reir y lo continué haciendo hasta que recibí la libreta con el flamante 10 en esta pesada materia que aún sigo sin comprender.

El show de los estereotipos (1er elegido)

-Joder, siempre lo mismo con ese tío.

-Es un cabronaso, güey.

-Que se pire.

El español y el mejicano miraban atónitos como el argentino conquistaba a la pareja del italiano.

La muchacha, atraida por los encantos del europeo, permanecía a su lado, hasta que fue vista por el sudamericano quien quedó «flechado» y le dejó  pensando en que ella merecía alguien mejor, a alguien como él.
Mientras que la reciente pareja se encontraba charlando, apareció el tercero en discordia quien fue -irónicamente- gratamente recibido por su amigo. La conversación entre los tres fluyó naturalmente, sin embargo, algo tenía el nuevo, un cierto ego que le brindaba una gran seguridad que poco a poco fue conquistando a la bella mujer hasta que finalmente cambió de pareja.
Lejos quedaron las épocas del gran imperio romano, conquistador de medio mundo, donde esta batalla no hubiera sido perdida. Luego vino un último intento por parte del europeo para recuperarla, pero fue en balde, la mujer había sido seducida.

-¿Por qué no te enojas con él?- Preguntó el español.

-No sé- respondió el italiano.

A pesar de ser una situación repetida, el italiano no solo no se enojaba con su amigo, sino que aún mantenian una excelente relación y es que sabía que había algo en el sudamericano, algo más allá de su ego que le hace ser especial.

-Vamos, cabrón- Dijo el mejicano. -Luego de su ego hay más ego y debajo del ego hay más y más ego.

El español echó a reir.

-Es verdad- Dijo. -El sudaca es así, se cree educado como nosotros pero es solo un indio teñido de piel.

Con la mirada hacía el suelo, el italiano ofreció invitarles la comida a sus amigos, quienes siempre aceptaban la invitación. Por supuesto que la elección era pizza, pero no de cualquier lugar, sino de su propia pizzería.
Los tres amigos se pusieron en marcha, hablando de varios temas, pero principalmente del comportamiento de su amigo faltante.

-Al queso le falta un buen chile- Dijo el mejicano, mientras deboraba la primer porción sacada del horno.

El restaurante era sencillo y con estilo familiar. Pocas y separadas mesas, daban tranquilidad a sus clientes mientras que la tenue luz brindaba una atmósfera romántica.
Sin embargo, el lugar era frecuentemente visitado por la mafia local, el pequeño brazo del crimen organizado de la ciudad. Originados del sur de Italia, estas personas buscaban únicamente el rédito de los pequeños establecimientos a cambio de una protección de ellos.
No obstante, el restaurante permanecía intocable, hasta el punto en que pagaban sus consumiciones y dejaban gratas propinas, a diferencia de los amigos del hijo del dueño, quienes únicamente comían, comían y comían, aprovechando el «descuento» de su colega.

Un rato despúes, apareció el amigo faltante y comenzó a presumir de su conquista.

-No solo tengo su número, sino que hoy a la noche iré a su casa.

El español volvió a molestarse.

-Joder, tío. ¿es que acaso no te importó que estaba con tu amigo?

-¿Qué querés decir?- Respondió el argentino.

-Le robaste la pareja. Tú sabías que no estaba contigo, que estaba con tu amigo, pero lo mandaste a tomar por culo.

-Es cierto. Eres un cabronaso- añadió el mejicano.

El argentino se quedó pensando por un instante para luego dirigirse al tricolor.

-¿Era tu novia?

El italiano lo miró, creyendo entender la mirada de arrepentimiento del sudamericano y finalmente respondió negando con la cabeza.

-¿Vieron?- dijo satisfecho. -No hay problema. Bueno, me voy. Mañana les contaré.

Dicho esto, los amigos aprovecharon para saludarse y despedirse.
Este es el show de los estereotipos, donde uno se comporta de acuerdo a la imagen que tenemos de él, a lo que se proyecta de él, en lugar de a comos somos realmente.

Perdido

-ASCENSOR.

Por algún motivo, creyó que el elevador mecánico le escucharía y acudiría a su llamada.
Sin embargo, esto no era más que una alerta a quien estuviese acaparando su uso un tiempo mayor al normal.

-ASCENSOR

Pasaron dos minutos desde el último grito y la maquinaria seguía sin aparecer.
La desesperación comienza a reinar.

«No voy a llegar» Pensaba.

El tiempo de espera para bajar no estaba contemplado ya que, casi siempre, no superaba el minuto. Pero ahora, habiendo pasado casí 8 veces ese tiempo, los nervios le invadían.
La escalera estaba en reparación y su camino estaba interrumpido hasta que los arreglos finalicen. Estaba atrapado, rezando porque no lo echen del trabajo.
Había salido con el tiempo justo y si continuaba esperando, el bus se iría y con él, la asistencia al trabajo.
Ya podía imaginar a su jefe, enfurecido, escupiendo fuego por la boca, cual dragón legendario.
Un temible oculto bajo el disfraz de un simple trovador.

-¿Qué será de mí?- Dijo después de volver a reclamar el uso del elevador.

«No se escuchan movimentos. ¿Qué habrá pasado?»

Su cabeza comenzaba a fantasear con miles de historias.

El ascensor estaba detenido en la planta baja. Un enorme monstruo, de varias toneladas de peso, impedía que el motor pueda elevar la cabina para recogerlo en el cuarto piso donde se encontraba. Debía de estar preparado y protegido.
Debió colocarse la armadura con rapidéz y preparar la espada a semi desenvainar, lista para dar un ataque fugaz y efectivo. Pero, ¿y si su piel era gruesa como el acero?. Debía de tener un plan alternativo. Con las escaleras clausuradas, escapar era imposible.
El arco no serviría a tan corta distancia, lo mismo que el acha. Debía de estar preparado para el combate cuerpo a cuerpo, a lo sumo con la ayuda de una daga, como la que llevaba en su pantorrilla. Sin embargo, sus posibilidades de victoria en un enfrentamiento a puños eran nulas.

Pero, pensándolo mejor, un monstruo de varias toneladas no cabría en primera instancia en la cabina del elevador, entonces, lo que lo detenía seguramente era algo sobrenatural.
Seguramente el fondo había reemplazado por un portal a otra dimensión.
Cuando la puerta se habra frente a él, debería estar preparado para rechazar la fuerte succión que lo pretenda arrastrar hacia un mundo desconocido por el hombre. No permitiría ser secuestrado por seres espaciales. Tomando la soga que llevaba colgando en el cinturón, la ató alrededor de su cintura y el otro extremo al barandal de la escalera. De esta forma, para llevarlo, deberían de partir su cuerpo en dos o arrancar la firme baranda de acero.
Su preocupación fue en aumento cuando notó que aquella estructura que creía firme se movía demasiado al atarle la soga. No soportaría mucha succión y corría el riesgo de que lo golpeara cuando se desprendiera del piso. Sería tragado sin mas.

Un portal dimensional es muy complicado para que esté oculto en el fondo de la cabina del ascensor, sin embargo, un experimento biológico no solamente era posible, sino que probable.
Los soldados indestructibles, conocidos popularmente como zombies eran una realidad creada por los ejercitos de vaios paises para una eventual guerra.  Si un «no-muerto» aparecía tras abrirse la puerta, debería ingeniárselas para derrotarlo sin que le muerda o le infécte de alguna manera. Frente a él aparecía un ser que no siente dolor, ni cansancio. Un ser programado como una máquina para infectar a todos los sanos que encuentre.
Era su instinto y no sentía ni temor ni remordimiento. Se trataba del perfecto soldado.
Estaba preparado, su Colt estaba segura en su cinturón y sabía que un simple disparo certero en su cabeza, sería el fin para el maldito. Pero, para su sorpresa, no poseía balas, convirtiendo aquella pistola en un trozo de metal de varios cientos de dólares. No tendría oportunidad frente al soldado zombie.

Y, si en lugar de un experimento, ¿se trata de un soldado común y corriente.? La nación está en guerra y aquel soldado se estaba asegurando de «limpiar» a todos aquellos que habitasen en el edificio.
Al abrirse la puerta, un hombre le estaría apuntando con su pistola. Un profesional mantendría el laser del arma fijo. Un punto rojo en su corazón…

 

..la luz roja le recordó algo.
No había presionado el llamador.

El fin del camino

-Hoy caminaré.

Dan lo había decidido. Siempre tomaba el autobús para no llegar tarde, pero hoy había hecho el esfuerzo de despertarse con el tiempo suficiente para emprender el viaje a pie.
No solamente quería hacer ejercicio, sino que quería ver y disfrutar del paisaje, cosa que no podía hacer cuando viajaba en el transporte de la empresa.
Por motivos que desconocía, siempre, es decir, todas las veces que viajaba en el autobús, se quedaba dormido en el asiento.
Cabe resaltar que el vehículo siempre llega casi vacío, con escasas personas en su interior y conseguir asiento no representaba dificultad. Sin embargo, por más despierto que se consideraba, se quedaba dormido y despertaba casi al momento de bajar en la parada.

-Debo tener un sexto sentido- Le decía a sus compañeros de trabajo sobre el milagro de despertarse justo antes de llegar a su parada.

-A mi también me pasa. Debe ser costumbre o acostumbramiento del cuerpo.- Respondió un colega.

-Para mí es lo mismo.- Respondió otro empleado.

-¿Ustedes se quedan dormidos?

-Si.- Respondieron al únisono los otros 5 empleados presentes.

«Que raro…» Se dijo Dan.

Pero lo más extraño fue que a nadie le parecía sospechoso que todas las mañanas se quedasen dormidos en el autobús.
Desconocía el camino a tomar, pero estaba dispuesto a sacrificar su perfecta asistencia por descubrir el secreto tras el misterioso viaje al trabajo.

Ese día se levantó más temprano que decostumbre y comenzó su camino, con su celular y GPS encendido.
El trayecto que le indicaba el móvil era más largo de lo que pensaba y eso fue lo primero que le llamó la atención.

«No importa» Se dijo. «Así podré disfrutar del camino».

Aunque sabía que lo más probable era que se trate de un simple camino con un sobrio paisaje de casas y vecinos amigables, quería saber de lo que se perdía.

Así fue como comenzó a caminar, primero rumbo hacia la parada del colectivo, el cual lo estaba esperando con la puerta abierta.
Al pasar por la puerta, Dan saludó al chofer y siguió de largo. Al hacerlo, la mirada alegre del conductor se frunció y comenzó a tocar bocina. El ruido producido era ensordecedor y solamente se detuvo cuando Dan dió media vuelta y regresó al vehículo.

-Sube- Le ordenó el conductor.

Su cara alegre ahora poseía las más estrictas facciones y su voz era solemne, como la de un rey. Su tono demandaba respeto y no toleraría una desobediencia.

-No, gracias- Respondió Dan, sorprendido por la forma de hablar del otro. -Hoy caminaré.

-No fue una pregunta. SUBE.

El conductor estaba perdiendo la paciencia. Se le notaba visiblemente nervioso y ante una nueva negativa de Dan, se bajó del vacío vehículo e intentó forzar al empleado de la empresa a que ingrese y tome asiento.
Dan nunca pensó en que esto le pasaría ni tampoco en que aquel tranquilo conductor tenga tanta fuerza en sus brazos y tanta solemnidad en su voz.
El forcejeo duró unos segundos más y finalmente terminó con el empleado tirado en el suelo, defendiéndose con sus piernas y su maletín de trabajo.

-SUBE- Ordenó nuevamente el chofer.

-NO- Respondió el otro, aún en el suelo.

Luego de un poco de descanso, comenzaría el segundo asalto y ambos ya estaba preparados. Sin embargo, antes de volver a enfrentarse, sonó el teléfono del conductor quien lo atendió y solamente se limitó a decir: «De acuerdo».

Luego de cortar, le dirigió un saludo a su otrora rival y volvió a tomar su posición al mando del autobús.
Nuevamente Dan estaba sorprendido por la situación y al ver que el chofer se encontraba inmovil en su asiento, sin prestarle atención, prosiguió su camino.

«Maldito bastardo» Le dedicó el pensamiento al encontrarse con la ropa arrugada y sucia luego de haber caído al suelo.

El camino prosiguió de lo más normal posible, las calles, las plazas, los vecínos, todo parecía ser normal, tal cual lo esperaba.
Según el GPS, ya se encontraba bastante cerca, sin embargo, la gran empresa, compuesta de varios edificios y sectores, no se encontraba a la vista.
A medida que acortaba distancia, al horizonte se hacía más extraño.
Finalmente se encontraba a una escasa calle de distancia del destino, pero la gigantesca empresa no se podía observar por ningún lado.
Dan revisó la dirección puesta en el teléfono y se extraño aún más al ver que era la correcta.

«Que raro…» Volvió a pensar.

Finalmente se encontraba en la ubicación de su empresa.

-Usted ha llegado a su destino- anunciaba el aparato.

Adelante de él, el camino continuaba al infinito con calles y casas y vecinos idénticos a los que había pasado.

«Que raro…» Volvió a pensar, sintiendo que ese pensamiento era lo más real que podía encontrar aquel día.

En el horizonte todo era igual que el camino ya recorrido. Las mismas casas, los mismos autos, los mismos perros e inluso los vecinos se parecía. Era como si el camino hacia adelante era un espejo del camino recorrido.

-¡Es un espejo!- Exclamó exaltado.

No lo había notado, pero hasta él, su imagen, el mismo Dan se encontraba frente a si mismo, mirándolo y haciendole señas.

«QUE RARO» Pensó más sorprendido que nunca.

Apoyó su mano sobre el aparente espejo, pero esta desapareció.
El espejo se volvió completamente líquido alrededor de su mano y le permitió que lo traspase sin ningún problema.
Dan retiró su mano rápidamente. Todo esto le resultaba extraño y ahora tenía miedo de continuar.
De pronto, el autobús pasó a su lado y atravezó el espejo.
Su chofer no prestó atención al hombre con el que había reñido hace poco tiempo y su mirada permanecía fija al frente.
Antes de pasar, pudo notar como todos los ocupantes de la unidad a excepción del chofer, se encontraban dormidos.

Su frase del día nuevamente desfiló por sus pensamientos, sin embargo, el cruce del vehículo le dió las fuerzas para cruzar él también el espejo.
Nunca, bajo ninguna circunstancia se hubiese imaginado el panorama que le deparaba detrás.
El cielo celeste fue reemplazado por rojo. La bola del fuego que es el Sol, se veía más grande que de cosumbre. La herrumbe predominaba en los autos y en todo lo metálico que allí se encontraba. Era un panorama apocalíptico.
El autobús continuó su camino pero Dan quería regresar.
Lamentablemente fue apresado antes de que pudiera moverse.

-SUELTENME- Gritaba, pero la capucha que llevaba tapaba la mayor parte del ruido.

Finalmente pudo volver a ver. Se encontraba sentado en una silla, con las manos y los pies atados. Estaba secuestrado.
Un hombre estaba parado frente a él. Llevaba cadenas de oro de gran tamaño y tenía la tez oscura, quemada producto del fuerte sol.

-¿Eres el elegido?- Preguntó con voz ronca.

-¿Elegido?- volvió a preguntarse. -Explícame que es eso del elegido.

El hombre suspiró y lo desató.

-Te llevaré con el sabio- Dijo.

A punta de pistola, fue llevado hasta una casa, una de las pocas que se encontraba en buen estado y dentro, un hombre con barba le esperaba.

-Bienvenido, elegido. Te esperábamos.

«Que raro…» volvió a pensar, Dan.

El hombre barbudo caminaba de un lado a otro.

-Por fin has llegado a nosotros. Tal como fue dicho por nuestro muro de las profecias.

El sabio le señaló a una pared, donde un viejo cartel poseía visibles algunas palabras: «Blanco – hombre- obedezca al jefe – seguridad-vida».

-El hombre blanco será nuestro jefe y nos dará seguridad y vida.- Dijo el sabio.

Dan podía leer el resto de las palabras del cartel, el cual se trataba de una simple advertencia: «Usar trajes blancos los hombres y verdes las mujeres. Obedezca al jefe. Siga las instrucciones de seguridad y cuide su vida».
Una advertencia estandar en su lugar de trabajo.

Dan se volvió el jefe de aquel desolado lugar, donde aprendió que vivía en un espejo, en una realidad falsa creada para los empleados de la empresa, pero que la verdadera historia sucedía de este lado, donde la civilización había caído.
El autobús pasaba cada día por el lugar, llevando cadáveres a un laboratorio más lejano, pero nadie se daba cuenta que se trataban de los mismos cuerpos día tras día.

-Dentro de poco se terminará- Dijo Dan, tomando su lugar como el nuevo soberano de la realidad.

S.T.: La gran (y esperada por mí) final

-Y llegamos por fin a la gran final de este super torneo.

Por un lado tenemos a Thor, quien ha tenido batallas ¿dificiles?, las cuales las pudo superar sin mucho esfuerzo y por el otro tnemos a Goku, quien ha superado a rivales muy poderosos.

COMIENCEN

-Demos nuestro mejor esfuerzo, ¿qué te parece?- Dijo el saiyano con mirada alegre.

-Me parece bien, aunque tú nunca podrás vencerme. ¡Yo soy Thor! Hijo de Odín y dios del trueno.

-¿Sabes algo? Yo no creo que los dioses sean muy poderosos. Yo tengo más poder que el dios de la tierra, que el dios del dios de la tierra y que el dios del dios del dios de la tierra. No es la gran cosa el poder de un dios.

-Yo no soy un dios cualquiera y ahora lo verás.

Goku recibe rayo tras rayo proveniente del martillo magico de Thor y parece que es afectado por estos.
Goku cae al piso con convulsiones. ¿Será el final? ¿Tan rapido? ¿El que apostó por Thor se volverá millonario?

Con mucha dificultad Goku se pone de pie.

-Tendría que haberlos esquivado. Esos rayos son muy poderosos ¿es eso algún tipo de magia?»

Haciendo caso omiso, Thor continua lanzando rayo tras rayo.

Goku cae nuevamente al piso y Thor sonrie sin detener su ataque.

Entonces ocurre, un aura dorada cubre al Goku caido. La segunda fase de la transformación se levanta del suelo y comienza a caminar lentamente hacia su rival. Parece que no ha recibido heridas y su rostro refleja enfado en su estado más puro.

Los rayos siguen saliendo del martillo de dios nórdico, pero estos ya no afectan a su rival, sinó que se fusionan con su aura dorada y eléctrica.

La cara de Thor, pasó de confianza extrema a sorpresa y finalmente a desesperación. Goku se le ha puesto frente a frente, manteniendo el rostro de enfado. Con un movimiento de su mano, le quita el martillo mágico a su rival y se lo pone a examinar.Thor sabe que ya no tiene posibilidades de recuperar su martillo y menos aún de ganar (los apostadores por Goku ya respiran nuevamente).

El rostro de Goku recela un infinito odio y su mirada causa pavor en Thor.

-(¿Cómo logra sostener mi martillo? Es mi fin)- pensó.

Goku da un paso mas, preparado para dar el golpe final, utilizando la propia arma de su oponente.

Todo el publico espectante  por este golpe…

-Toma- Goku le entrega el martillo magico a su dueño.

Todo el mundo se golpea la cabeza.

-Pe…pero…¿por qué lo has hecho? ¿Y cómo has podido sostener mi martillo con tanta facilidad?.

-Este martillo tiene el mismo peso que la espada Z, la cual era tambien un arma mágica y poderosa. Es impresionante, pero no es rival para mí. Ya pude comprobar que tú nunca me podrás ganar. Pero te propongo algo, dentro de la espada Z salió un ser supremo que podía aumentar los poderes, ¿por qué no probamos destruir este martillo para ver si también sale un ser supremo de dentro?, así te aumenta los poderes y podremos tener un combate divertido. ¿Qué te parece?, ¿acaso mi plan no es brillante?

-¿Destruir mi martillo? Eso es imposible.

-No, no, mira, yo lo puedo hacer, por eso no te preocupes. Bueno, hagamoslo, HAAAA…

-DETENTE- Gritó el dios. -ME RINDO

-Pero…no entiendo nada, ¿acaso no quieres ser más poderoso?.

-FINALMENTE TENEMOS A UN GANADOR.

GOKU HA GANADO ESTE SUPER TORNEO

Muchas felicidades.

Y ahora por favor, pueden ir a las naves que los llevarán a sus respectivos mundos.  Por favor, háganlo rapido que tenemos que limpiar el  lugar ya que en unas horas debemos entregarlo y no diponemos de más dinero para su alquiler. MUCHAS GRACIAS POR HABER PARTICIPADO.

Finalmente este torneo se ha acabado…¡espero lo hayan disfrutado!