Historia en pareja

En un pueblo rural de la antigüa China, un campesino llamado Feng, trabajaba la tierra. Aquel lugar era conocido por poseer grandes y fértiles campos de arroz el cual abastecía a gran parte de la población del país.
Feng trabajaba en el campo día y noche junto a su esposa Chi y a sus dos hijos, Lee y Jon…”

-Se escribe Hon.

-Pero dijiste Jon. Pronunciaste la jota.

-Bueno, pero se pronuncia así. Cambialo.

-Ok.

-Y no escribas esto.

-Me dijiste que escriba todo lo que se diga.

-Todo lo que se diga sobre el cuento. Nuestra conversación no es parte de él.

-¿Qué hago?

-Borralo y sigamos.

Feng trabajaba en el campo día y noche junto a su esposa Chi y a sus dos hijos, Lee y Hon. Entre los cuatro mantenían trabajada la tierra y lograban cosechar el tan preciado grano. Con las ganancias podían vivir, sin grandes lujos, pero sin muchos apuros. Feng había heredado el campo de su padre, que a su vez lo había heredado de su abuelo y así desde hacía varias generaciones.
La familia se caracterizaba por tener un solo hijo, para poder pasar la tierra y que no hayan peleas entre hermanos. Sin embargo, Feng había tenido dos. Lee, el mayor, trabajaba la tierra junto con su padre durante todo el día y la noche. Era un trabajador incansable, mientras que Hon ayudaba, pero en menor medida. Esto ocasionaba las tan indeseadas peleas entre los hermanos…”

-Repetiste hermanos.

-No me interrumpas… ¿por dónde iba?

-Tenían un solo hijo para que no hayan peleas entre hermanos y luego hay dos hijos y tienen peleas entre hermanos. ¿Ves? Repetís hermanos.

-Ahh, cierto. ¿Seguimos?

“Lee le reprochaba su falta de esmero y de colaboración. Hon, en cambio, le respondía que él trabajaba el tiempo justo y que no era necesaria tanta dedicación. La tierra haría lo suyo a su tiempo.
Los padres veían como sus hijos discutían y se entristecían. Por un lado, el mayor ayudaba hasta agotarse y por el otro, Hon tenía razón y a veces no hacía falta tanto esfuerzo. Era un dilema.
A medida que pasaba el tiempo, la relación entre los hermanos fue decayendo, hasta el punto que ya no podían trabajar juntos. Uno quería mantener las costumbres de tantos años y trabajar día y noche. El otro quería implementar nuevas tecnologías, nuevos métodos en los que él pueda trabajar menos tiempo y obtenga los mismos resultados que su hermano…”

-¿Cuales tecnologías si dijiste que era un pueblo de la antigüa China?

-¿Me vas a interrumpir todo el tiempo, cielo?

-Perdón. Sigamos.

-Gracias. Además, con nuevas tecnologías me puedo referir a métodos tradicionales y no a las grandes cosechadoras de hoy en día. Hon quería implementar métodos de riego automático, por goteo u otra forma, entre otras cosas.

-Ahh…

“Feng decidió retirarse y descansar del arduo trabajo que venía haciendo desde hacía varias décadas y dejó el futuro del campo a sus hijos. Sin embargo, estos no podía continuar trabajando juntos y su discusión llegó hasta el punto en que los hermanos tuvieron que dividir el campo en partes iguales para que cada uno lo trabaje a su modo.
Lee continuó con el método tradicional de su padre y trabajaba arduamente día y noche, mientras que Hon implementó varios mecanismos de automatización como el regado por goteo y la máquina para cosechar”

Arduamente dia y noche, arduamente dia y noche, arduamente dia y noche…

-¿Qué pasa ahora?

-Sos muy reiterativo.

-¿Y qué problema hay con eso?

-Que no esta bien. Buscá sinónimos. Buscá otra forma de decirlo sin repetir las mismas palabras una y otra vez.

-¿Vos cómo lo pondrías?

-No sé, vos sos el cuentista y yo solo escribo.

-Entonces dejame seguir contando, ¿si?

-Si.

Todo esto hacía que el hermano menor posea mucho tiempo libre, el cual dedicaba, en parte, a arreglar los mecanismos de su sistema automatizado, a descansar y a buscar nuevos métodos de cosecha. Al llegar el momento de la recolección, Hon poseía mayor cantidad de arroz, pero su calidad era notablemente menor y por eso debía venderlo a un menor precio que su hermano, el cual poseía una menor cantidad pero de mejor calidad…”

-Ahh, entonces esto es calidad contra cantidad.

-Mmm…

“…se trataba de una cuestión de calidad contra cantidad. Mientras que el mayor poseía un producto más apetesible, el menor obtenia una mayor cantidad de grano más asequible.
Los días y los meses fueron pasando y los hijos cada vez se distanciaban más y más, hasta el punto de que ya ni siquiera se sentaban a cenar en la mesa de sus padres. Esta situación se fue transformando en un puñal que se hundía lentamente en el corazón de Feng con cada día que pasaba. Sus hijos no solo no se hablaban sino que competían entre sí para hacer caer al otro y dedicaban más energía de lo necesario en convencer a los vendedores que el producto de su hermano era inferior en todo sentido. Habían alcanzado el punto de no retorno y se habían convertido -formalmente- en rivales, competidores en su rubro.

Tanto Chi como Feng, miraban a sus hijos y se lamentaban, mientras que el puñal avanzaba cada vez más.”

-No tenía un puñal en serio, ¿no?

-No. Es simplemente una metáfora. Para un padre, ver a sus hijos distanciados es un gran dolor.

-¿Nosotros tendremos hijos algún día?

-Supongo que sí, pero primero nos tendremos que casar.

-¿Y cuándo me lo propondrás?

-Mmm…cuando terminemos el cuento. Pero a este paso, no llegaremos nunca a completarlo.

-Continuemos.

Durante el cumpleaños número 50 de su padre, la familia se reunio completa después de tanto tiempo. Ambos hijos habían comprado regalos, sin embargo no se lo pudieron dar. Feng cayo victima de una enfermedad desconocida para ellos y para su esposa.
Al no saber que hacer, los hermanos corrieron juntos hacia el pueblo más cercano en busca de un médico, el cual llevaron rápidamente a su casa. Al revisarlo, éste anunció que su padre sufria del corazón y que la cura era muy costosa.

El hombre escribió la cifra que costaría el medicamento y se la entrego a Chi. Al ver el papel, la mujer comenzó a llorar al punto de casi desmayarse. Luego Lee leyó el número y cayo de rodillas. Algo similar sucedió con su hermano menor al ver la cifra que el hombre había puesto.”

-¿Qué enfermedad era?

-No se.

-Dale, decime.

-Esperá a seguir con el cuento.

Esto no estaba en los planes de los hijos, quienes, muy a su pesar, tuvieron que unir fuerzas junto con su madre para solucionar y salvar la vida de su padre…”

-Ahh, ya entiendo

-¿Qué es lo que entendés?

-Lo que va a sucede

-¿Y qué pensás va a suceder?

-Los hijos van a unirse para salvar a su padre.

-Acabás de escribir que muy a su pesar tuvieron que unir fuerzas. ¿No te parece que ya está implícito que van a trabajar juntos?

-Es lo que estoy diciendo.

-Sos muy perspicaz.

-Gracias.

-¿Seguimos?

…durante los siguientes días, Chi, Lee y Hon se reunieron para discutir como seguir, como llegar a juntar el dinero para la medicina para su padre.

Tanto Lee como Hon creían que debían implementar su método de siembra y cosecha en el campo y que su otro hermano trabaje junto a él. De esta forma, trabajando juntos y ahorrando todo lo que podían, llegarían a comprar el medicamento. El problema es que ambos pensaban lo mismo y no se podían poner de acuerdo.
Las discusiones eran constantes, solo frenadas cuando Feng aparecia.
A pesar de habérsele diagnosticado tal enfermedad, al jefe de la familia no se le ordenó que hiciera ningún tipo de reposo y a causa de eso caminaba por la casa entorpeciendo los planes del resto de su familia y a su vez, apagando el fuego de las discusiones de sus hijos.
Los días pasaron y tanto Lee ocmo Hon descubrieron que si querían plenear un método para salvar a su padre, debían de hacerlo en voz baja ya que los gritos alertaban a su -muy despierto- progenitor.
Poco a poco los hermanos fueron acostumbrándose a hablar sin discutir y escuchar al otro…”

-Es como decía.

-Claro.

-Los hermanos se van a llevar bien de nuevo y van a poder salvar a su padre.

-¿Segura?

-¿Acaso no es así?

Si pensas que es así, deja de escribir. Sino continuemos con el cuento.

-Continuemos.

…a pesar de haberse puesto de acuerdo en no discutir, no habían podido encontrar un punto medio para comenzar a reunir el dinero que necesitaban.
Cada uno continuó trabajando el campo a su manera y al finalizar el día de ventas juntaron todo lo que habían recaudado y lo contaron.
Lo recibido por la venta del arroz no alcanzaba para cubrir el costo de la medicina que padre necesitaba, estaban muy lejos aún. Por esto fueron a ver al medico y le preguntaron que otras alternativas habían ya que juntar esa cantidad de dinero en el tiempo que necesitaba Feng, les sería imposible.
El hombre les respondió que había otro método, más económico pero menos efectivoy si querían usar esa opción tendrían que hacerlo ya.
Los hermanos aceptaron sonrientes y le entregaron al médico todo lo que tenían. Luego regresaron a su casa a darle las noticias a su madre y a esperar.”

-¿Su padre no se podía enterar de nada?

-Era la idea de los hijos

-Pero, ¿él sabia que estaba enfermo?

-Si, sabia. Si lo reviso el doctor.

-Puede ser revisado y que no sepa que esté enfermo.

-Yo creo que Feng es más listo de lo que sus hijos piensan.

-¿Cómo que yo creo? Si es un personaje inventado por vos.

-Es una forma de decir que a veces hay más de lo que ven los ojos, o en este caso de lo que leen.

-No entiendo.

-Ya lo entendrás.

Al dia siguiente la medicina fue entregada, pero antes de aplicarla, el doctor se reunió con los hijos. Les explicó que ésta era una medicina temporaria y que le debían aplicar otra dosis en muy poco tiempo y continuar asi hasta que padre este completamente curado.
Lee y Hon se sorprendieorn por la noticia del medico ya que éste no les había dicho nada cuando le entregaron todo lo que habían recibido por la venta del grano y ahora debían continuar trabajando arduamente para seguir obteniendo el dinero necesario para continuar el tratamiento. Sin embargo, ambos hermanos estaban dispuestos a continuar trabajando por su padre.
Los años pasaron y la relación de los hermanos se había vuelto solida. Gracias a su esfuerzo Feng estaba cada dia mejor hasta el punto de que quería salir de su retiro y volver a trabajar el campo. Pero fue detenido por su esposa.
Con su padre recuperado un poco en fuerzas, los hermanos pudieron descansar un poco de su arduo trabajo. Ese tiempo lo aprovecharon para formar cada uno una familia y poblar la casa de su padre con nueras y nietos.
Días de alegría vinieron y Feng los dedicó a ayudar a sus hijos en sus tareas con el grano y de paso, conocer sus métodos de siembra y cosecha.
Su padre, al ver ambos métodos tan distintos, quedó gratamente sorprendido en que ambos funcionaban mejor de lo que él pudiera haber hecho y el campo había producía mucha más cantidad de mercadería que en sus tiempos de labrado.
Durante una cena, celebrando el cumpleaños número 60 de su padre, los hijos debieron decirle una mala noticia a su madre. Él médico de la familia había fallecido y no habían podido encontrar a nadie que lo pudiera reemplazar ni que conozca donde comprar el medicamento que su padre necesitaba.
Chi les preguntó hace cuanto tiempo de esto y se sorprendió que había pasado hace casi un año, un año en el que su padre no había recibido la tan necesitada medicina.
Los hermanos se escusaron diciendo que se lo veía bien y que no querían decir nada hasta encontrar un reemplazo, pero al pasar el tiempo no les quedó otra más que contárselo.
Su madre observó a su esposo, sentado en la mesa jugando con sus nietos y soltó una lágrima. Luego los beso y dijo que eran unos hijos ejemplares y que tanto ella como su padre estaban orgullosos de ellos.”

-¿Por qué no le contaron ántes a su madre?

-Porque querían resolverlo sólos.

-¿Durante cuanto tiempo estuvieron trabajando para comprar los medicamentos?

-Durante mucho tiempo. Tanto que ya se habían olvidado que era una obligación y se había vuelto una rutina.

-¿Hasta que se enteraron lo del médico?

-Hasta que se enteraron lo del médico.

La cena continuó en silencio. Tanto los hijos como su madre disimularon toda la conversación e intentaron mantener una actitud positiva frente a su padre.
Finalmente Feng se levantó y se dirigió a sus hijos. Se lo notaba en extremo cansado.
Les besó en la frente a cada uno y se fue a dormir, no sin antes decirles que los amaba y que su corazón ahora estaba en paz al verlos llevarse bien, como cuando eran pequeños. Y esa fue la última vez que vieron a su padre…”

-¿Murió?

-Así es.

-No me digas eso, después de tanto esfuerzo. ¿Cómo pasó?

-Simplemente se durmió y no se despertó.

-Algunos dicen que es la mejor forma de pasar a la otra vida.

-Es un método sin dolor, con dulces sueños. Con la satisfacción de que todo en tú vida está cumplido.

El duelo duró varios días y en el último, apareció un hombre a dar sus condolencias.
Se lamentó no haber llegado antes, pero es que recién se había enterado de la noticia.
Se presentó como amigo y abogado de su padre y les presentó a sus hijos su testamento, el cual decía que a su hijo mayor Lee, le dejaba en posesión el campo situado detrás de la casa donde vivían. Se trataba de un inmenso campo con una casa en un rincón, mientras que a su hijo mejor, Hon, le dejaba el terreno completo donde actualmente trabajaban ambos hermanos, junto con el dinero necesario para construir una segunda casa donde vivir con su familia.”

-No entiendo nada.

-Sigamos.

“Los hermanos se miraron. No entendían nada de lo sucedido. No entendían quien era ese hombre, ni como conocía a su padre, ni de donde habían salido los terrenos y el dinero.
Al ver sus caras, el hombre les entregó el pergamino que era el testamento para que vean que todo era cierto y que abajo estaba la firma de su padre. Los hermanos seguían sorprendidos y necesitaban una explicación. El abogado, se aclaró la garganta y les explicó.
Junto al testamento, había una hoja escrita por Feng que fue leída por aquel hombre.
‘A mis hijos. Les dejo tierras y monedas suficientes para que puedan dedicar el resto de sus días al cuidado de sus familias. Ustedes trabajaron dúramente por mí para reunir lo necesario para mi medicamento, aunque la verdad es que ese dinero se guardó y usó para comprar el terreno que Lee va a ocupar y para la casa que quiero que Hon se construya. El médico, un buen amigo mío, me alertó que mi condición requería un tratamiento muy costoso, demasiado para un simple campesino y me alertó que mis hijos, ustedes, estaban conspirando en secreto para comprarlo. Se que invirtieron salúd en esta tarea y no me parecía justo. Es por esto que le pedí que guarde todo lo que le den y, cuando alcance, compre el terreno. También le pedí que junte un poco más para repartir entre ustedes. Hijos míos, les agradezco el sacrificio por su padre, pero éste les quiere recompenzar. Sean felices con sus hijos y cuiden de su madre cuando yo no esté. No olviden que los amo con todo mi maltrecho corazón. Con amor, Feng”.

-Terminamos el cuento. ¿Te gustó?

-Mucho. No me lo esperaba.

-El amor de un padre por sus hijos lo puede todo…. Esa es la ídea. Y si, me gustaría que seamos padres algún día. Mi amor…

-Oh, Dios. ¿En serio lo vas a hacer?

-Te lo prometí, ¿o no?

-Pensé que era un chiste para continuar el cuento.

-No lo fue. El cuento no me importa tanto como vos. Mi amor, ¿te querés casar conmigo?

-POR SUPUESTO QUE SI

-Que bien. ¡Nos vamos a casar!

-¿Mi amor?

-Si.

-¿El cuento tiene continuación?

-El cuento no. Nosotros si.

Ingenuo amor (parte 2)

Pasé a buscar a mi amigo por su casa y ambos nos fuimos rumbo al encuentro con las dos chicas de la fiesta.
Se trataba de un plan sencillo, una partida de Bowling y una pizza. Una noche de sábado en la que esperaba que las risas fluyeran por el desastre que éramos, mi amigo y yo, en los bolos.
Y así fue. No pudiendo atinar al «Strike», terminó el partido con mi amigo a la cabeza, yo en segundo lugar y las chicas en un empate en el 3er y 4rto puesto.
Nosotros eramos bastante malos, pero ellas (gracias a Dios) eran peores.
Nuestro desastroso juego por lo menos ayudó a romper el hielo y durante la pizza, no parábamos de reir.
Los cuatro mantuvimos una charla fluida y la buena onda se mantuvo siempre, pero yo ya quería hablar a solas con la bella chica del cumpleaños. Sin embargo, en esa oportunidad no se daría.

Nos despedimos pero antes planeamos una nueva salida para los 4. Esta vez sería el cine el lugar de encuentro.
Así pasaron un par de salidas más hasta que nos decidimos a salir sólos.
Bueno, en realidad ella fue quien me lo planteó y yo me sentí bastante tonto.
Éramos muy jóvenes y en mi cabeza la película era otra. Si no tomaba yo la iniciativa, entonces mi masculinidad sería afectada.
Ahora me río de mis ingenuos pensamientos, pero como dice el título de esta historia, esto es un ingenuo amor y las cosas no salen como uno las imagina.

Las nubes negras continuaban su movimiento y dentro de poco tiempo cubrirían por completo el cielo, opacando al Sol y a su luz.

La pasé a buscar por la casa una semana después de haber arreglado salir sólos y fuimos a caminar. Paseamos por el parque, dándole más de mil vueltas hasta que cayó la tarde y ella tuvo que volver a su casa.
Aún recuerdo como se aceleró mi corazón cuando estaba llegando. Era mi primer salida, mi primera cita y los nervios eran de esperarse, más en alguien tán tímido como lo era yo.
Si al día de hoy, con 40 años, me sigo considerando tímido, en aquella época, en mis 3 lustros de vida, era la timidez personificada.

Pasaron 2 meses, 8 salidas juntos, hasta que nos dimos nuestro primer beso.
Bueno, nuevamente estoy exagerando. La realidad es que ella me dio el beso y yo solo pude endurecerme como una estatua. Era mi primer beso y no supe que hacer ni como reaccionar.

-Como vos no te movías, me mandé yo. Sos muy lento.-Me dijo luego del beso.

Es entendible. Aún a pesar de mi corta edad, un simple beso no podía demorar tanto en llegar, pero así era yo, ingenuo y tímido en todo sentido.

Que extraño me sentí al volver a mi casa. Aquello fue un cambio en mi persona. Con ese beso sentí que mi vida tenía sentido finalmente. Aquella era la mujer de mi vida.
O al menos eso pensaba. Pero aquel beso fue el punto de partida de la experiencia más traumática y dolorosa de mi vida.

Cuentos en la radio

Si…no es un cuento. Pero me lo dejo como recordatorio de las veces que contaron mis cuentos en la radio.

Por ahora son tres (que yo sepa): La inflación, El argentum de los templarios y Una historia sin sentido.

La inflación y el argentum de los templarios: http://vorterix.com/196-cuentos_de_maldicion

Una historia sin sentido: https://radiocut.fm/audiocut/una-historia-sin-sentido/

Deja entrar a la felicidad

-¡Esto está todo mal!- le recriminó el jefe.
-¡Dejaste tirado todo otra vez!- le criticó la mujer.
-¿Por qué no comprás un auto como la gente?- le cuestionó su madre. -El hijo de mi vecina Raquel se compró uno deportivo. Claro, él es gerente y tiene que ir elegante al trabajo.

Estos planteos eran los más destacables dentro de los que había recibido Pablo, aquella semana.
Su jefe era, por lo general,  indulgente, pero la situación esta vez era distinta y su benevolente caracter fue reemplazado por un frio temple y una dura mirada. Esta vez no habían perdones que aceptar y si el trabajo no era perfecto, él lo cuestionaría y destrozaría sin consideraciones a su empleado.
Aquel trabajo le había costado a Pablo una gran cantidad de salud, traducido en un sobre esfuerzo de días y semanas. En total, fueron casi 7 meses de arduo trabajo en el que tuvo que sacrificar los fines de semana y los feriados, que eran su descanso, para poder terminarlo en la fecha prevista. Trabajó de Lunes a Lunes, de sol a sol, sin francos ni feriados y sin faltas por enfermedad, cobrando el mismo sueldo y ni un centavo más.
Era de esperarse que esto causó un cambio en la relación entre Pablo y Carla, su mujer.
Ella dejó de trabajar para cuidar de su embarazo.
El médico les dijo que no había de que preocuparse y que el niño nacería sano, pero le dio a la mujer una serie de recomendaciones para que cumpla, entre las cuales era evitar el trabajo y hacer reposo, en lo posible.
El dinero apremiaba y la falta de ingresos de una de las partes les afectaba el día a día.
Era un problema importante, pero entre el problema de dinero y el problema del hijo, la opción elegida fue más que obvia y Carla se dedicó al cuidado de su vientre.
Los días pasaron y poco a poco la pareja fue subsitiendo. Debieron realizar recortes como las salidas en pareja y con amigos y los caprichos en ropa y comida, entre otras cosas.
Sobrevivian, pero al costo de afectar su relación.
Las cosas no venían bien para la pareja y el trabajar de manera casi permanente durante el  embarazo asomó la punta del lápiz que pondría la firma a su separación.
La otrora feliz pareja se desconocía, las conversaciones eran nulas y el silencio reinaba. Él solo prestaba atención a su trabajo y en ella crecía la bronca, angustia y amargura. El silencio a veces era eterno, solo roto cuando Carla le tenía una crítica, como cuando Pablo dejaba la ropa tirada cuando se cambiaba y cosas que antes no repercutían.
Para complicar aún más, la madre de Pablo veía lo triste que estaba su hijo y aprovechaba para meterle alguna comparación odiosa y que no aportaba nada.

-El hijo de ésta…el hijo de la otra…el hijo de tal… A todos les va bien, todos son expertos en sus vidas salvo yo, ¿no, mamá?

Aquella era una frase con la que comenzaba cada discución que Pablo debía afrontar con su madre sin la ayuda de Carla que hacía rato estaba cansada de presenciar ese tipo de peleas y ya no se reunía con ellos.
En cierta medida, Carla también comenzó tener el mismo pensamiento, pero no lo admitía. Veía a su amigas, a su alrededor, todos con vidas normales y cómodas y ella, con 8 meses de embarazo y un marido que trabajaba, trabaja, trabajaba y nunca estaba.

Llegado al noveno mes de embarazo, Pablo entró en su casa con una gran sonrisa. Tenía una gran noticia que contarle a su mujer.
Había llegado el día tan esperado por él, el día en que le contaría una gran noticia a su esposa. Lo había planeado todo. Había reservado un restaurante muy elegante y se había comprado ropa nueva. Además, la pasaría a buscar en un taxi cuyo modelo era el mismo que el auto nuevo que había comprado y que le entregarían la semana próxima. Había planeado cada detalle de aquella noche salvo algo que le sorprendió.
Encontró a su mujer sentada en el sillón. Una amiga le tomaba el brazo con fuerza mientras que le susurraba algo al oído.

«Se fuerte» alcanzó a escuchar Pablo.

-¿Qué pasa?- le preguntó a su esposa.

Carla estaba seria, pero estaba decidida. Ya había hablado todo lo que tenía que hablar con su amiga y ahora era el turno de actuar.

-Quiero que nos separemos- fue la bomba que tiró.

Pablo tenía todo preparado, salvo esto. Luego de meses de lucha, había logrado junto con su jefe completar un proyecto extremadamente importante y habían logrado un trato millonario para la empresa y él, por su gran trabajo, recibiría una cantidad de dinero tan grande, que podría dejar de trabajar durante un muy largo tiempo, aún manteniendo los lujos que quería darle a su esposa y a su hijo.
No le había dicho nada para que sea una sorpresa. Era poco probable que se haga y para lograrlo, todo debía ser perfecto y ese era el motivo por el cual su jefe se enojaba con él y el transmitía su enojo a su casa. También fue el motivo de las largas jornadas de trabajo y del sacrificio que hizo.
Pero ahora nada servía. Su mujer quería el divorcio y no hubo forma de hacerle cambiar de opinión, era demasiado tarde.
Pablo pasó los siguientes días en un hotel. Sin salir, sin hablar con nadie. Estaba deprimido.
Ahora poseía un auto nuevo, dinero y sobre todo, mucha soledad.
Acostado en la cama, mirando al techo, pensó que esto no podía terminar así. Debía recuperar a su mujer y contarle todo, ella va a entender.
Y fue así que salió del hotel y llegó a su casa con la ayuda de su flamante 0 km.
Aún conservaba la llave y la cerradura no había sido cambiada así que entró sin aviso. Sorprendería a su mujer y la recuperaría.
Pero fue ella quien le sorprendió. Carla estaba en el suelo del comedor. Las contracciones eran tan fuertes que no podía moverse.
Pablo la tomó en brazos y como pudo también agarró el bolsito ya preparado y partieron rumbo al hospital.
Carla se subió al auto nuevo y miró a su casi ex esposo pero no emitió juicio. El dolor era en todo lo que pensaba.
El parto pasó y el niño fue retirado de la madre para que lo limpien.

-Se lo devolveremos en unos minutos- les dijo la enfermera.

Carla estaba bastante cansada, sin embargo, necesitaba una explicación de lo que había visto antes.

-Creo que debes explicarme algo.

Pablo sonrió. Finalmente pudo explicarle a la mujer que amaba todo lo que había pasado en los últimos meses y todo lo que había hecho para que ella y su hijo puedan vivir con alegría.
Carla solamente lloró e intensificó su llanto cuando la enfermera le devolvió al recién nacido.

-Hola, Mateo- le dijo al pequeño.

Pablo comenzó a llorar.

-¿Aún quieres llamarlo así?
-Si. Tu padre se sacrificó por su familia y vos has hecho lo mismo por la nuestra. Este es mi regalo y mi forma de pedirte perdón.

Aquel fue el primer abrazo familiar junto al nuevo integrante. Carla cayó rendida de sueño. Mateo copiaba a su madre ante la mirada de su padre.
Pasadas unas horas, el pequeño Mateo se durmió y Pablo aprovechó el tiempo para ir a tomar un café con su madre.

-¿Te acordás del hijo de Raquel?. El que era gerente- le preguntó ella.
-Si, mamá. Me acuerdo. El que se compró un auto deportivo porque tenía que estar elegante en su trabajo.
-Bueno- siguió la madre, sin darle importancia al reproche de su hijo. -Parece ser que se lo embargaron porque no podía pagarlo. Le dijo a todos que era gerente y en realidad simulaba trabajar en esa empresa.

Ambos rieron, comprendiendo que la vida del otro no siempre es como te la pintan y recordando que siempre, siempre y siempre, hay que dejar entrar a la felicidad.

 

Mitología perdida

«En el principio existia aquello sin nombre y ocupaba el vasto vacío. ‘Aquello’ no poseía emociones ni sensaciones, no poseía cuerpo ni mente. No poseía vida, al igual que el vasto vacío donde moraba. Pero ‘aquello’ comenzó a cambiar y la neblina que lo conformaba se unió y tomó la forma de huevo y de una esfera roja sobre éste. Se cuenta que de la esfera emanaba tanto calor, que provocó que el huevo eclosionara. Del cascarón comenzó a surgir un ave de plumaje rojo.
Cuando ‘aquello’ salga completamente del cascarón y sus alas se extiendan por completo, se tragará la esfera roja que nos da calor y causará el fin de nuestra existencia. La esfera es su corazón y para que ‘aquello’ viva, debe deborarlo.
Es por eso, que el cuerpo de ‘aquello’ debe ser destruido. Si sus alas no vuelan, ‘aquello’ no podrá conseguir su corazón y perecerá.
Los dioses, nuestros bienhechores protectores, quieren evitar a toda costa, nuestra -y su- damnación y es por eso que están de nuestro lado.
Los bienaventurados dioses dedican sus días a la destrucción de ‘aquello’ y buscan destruir sus alas desde tiempos inmemoriales, desde que Top surgió y nos dio la vida y desde que su hijo, Trok, nos enseñó a sobrevivir.
Somo esclavos de los dioses, pero ellos nos enseñan cosas y nos permiten vivir. Top, el primer dios, surgido de la parte superior cascarón de ‘aquello’, parte que había sido llenada con el calor de la esfera, nos creó a base de calor y de partes de su propio cuerpo. Varios dioses surgieron de él, como su hijo Trok, creado con el miembro de Top que él mismo se cortó.
Trok representa la fertilidad en humanos, animales y en plantas y fue él quien nos enseñó a cultivar y utilizar la sangre azul de ‘aquello’ como elemento vital para sobrevivir y hacer crecer la vegetación y el ganado.
Top y Trok, juntos, crearon a la mayor cantidad de dioses, pero Junto, la oscuridad, destruyó el fuego divino del primer dios y ambos perecieron.
Junto había nacido de la parte inferior del cascarón de ‘aquello’ y el calor de la esfera roja no había bañado su ser. Junto odiaba la vida y dedicaba sus días a convertir todo en oscuridad. Trok, sus hijos, nietos y gran parte de los dioses de su linaje no podían hacerle frente al dios oscuro y sus luces eran apagadas por éste.
Pasaron cientos de años antes de Folden, descendiente de Cokodo, se reuniera con Top y ambos crearan el poder necesario para acabar con la oscuridad.
Top, Folden y Junto lucharon en una intensa batalla y los tres perecieron. La luz de Top se mezcló con la oscuridad de Junto y se esparció por todo el mundo, iluminando durante la mitad del día el ciello gobernado por Cokodo y oscureciéndolo durante la otra mitad.»

Lo anteriormente citado, es una reconstrucción de un segmento la mitología sin nombre, encontrada en tablillas de arcilla y barro que datan de la época de los sumerios, hace 10 mil años, firmadas por Beborák. Se cree que fueron civilizaciones contemporáneas y que habitaban en las fértiles tierras de la antigua Europa. Por el momento no se han logrado traducir más tablillas, aunque se espera que con el paso de los días conoceremos más sobre Beborák y su mitología.

La mentira de la bonhomía

-Si te tengo que describir en una palabra, esta sería bonhomía- Así me dijeron en una ocasión.

En ese momento simplemente agradecí, ya que supuse que aquella extraña y desconocida palabra era una cortesía y apenas despedí a la otra persona, entré a la página web de la RAE para buscar el significado:

Según la RAE, la bonhomía se define como afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento. Es una palabra que viene del francés y que se puede definir -casi- literalmente como «persona buena».

Me puse a pensarlo y puede ser que me describa, sin embargo, debo agregar una cosa a su definición: la ingenuidad.

Incapaz de decir que no. Incapaz de mirar con ojos de fuego a quien me quemó. Incapaz de no ayudar a quien me lo pida. Rara vez levantando la voz y siempre evitando llamar la atención.
Aunque, creo que así era yo en el pasado y la actual realidad está bastante alejada de aquel adjetivo. Crecer y madurar cambiaron las reglas de juego y la forma de ver la vida.
Haber tenído que elegir entre hacer lo correcto y aprovechar oportunidades es una herida que deja secuelas. No haber podido decir que no y haberme frenado por la moral impidieron que viva experiencias necesarias para crecer y poder ser un adulto serio.
Comportarse de una determinada manera para que la gente, extraños en su mayoría, diga que soy afable y buena gente, es algo que no debería importar. Son extraños y lo seguirán siendo.
No te darán más oportunidades por ser bondadoso, no te donarán dinero ni darán trabajo. No traerán negocios ni oportunidades simplemente por honrado, ni se convertirán en grandes amigos.

He cumplido 50 años. Mi estado civil: soltero, sin hijos y sin un digno historial de parejas.
La gente se pregunta por qué poseo aquel triste estado civil si es que soy «tan bueno» no dándose cuenta que ese es el principal motivo de mi soledad.
Aparentemente no muchos quieren acercarse a una persona que ya saben que va a actuar con honradez y con humildad y mucho menos quiere una mujer ser parte de una relación con una persona así.
Ahora me quedan mis recuerdos. La idea de un hijo propio se desvanece con el pasar de los días y con eso, pierdo alegría. Hace tiempo que mi sonrisa flaquea y eso también atenúa mi soledad. Es un ciclo que comenzó desde pequeño, un ciclo que me llevó hasta donde estoy.
Culpo a mis padres, en parte. Ellos instertaron en mí la chispa de la ética y la moral, de la bondad, del carisma y de la empatía. Pero yo, yo lo intensifiqué hasta el límite.
Convertirme en una buena persona fue mi meta desde pequeño. Nunca haciendo berrinches, siempre ayudando con las tareas domésticas y siempre buscando el cumplido del otro. Mis necesidades no eran mías y creía, con ingenuidad, que recibiría el mismo trato y cumplido de la otra parte.
De ahí en más, crecí con una idea fija. Ser bueno, ser bondadoso y ser honrado.
Ahora, que ya veo las cosas con una mirada crítica, me pregunto ¿para qué? ¿qué necesidad tenía de comportarme así?
Pensando en un ideal interno, para el resto de la gente era solamente un estúpido. Una persona de la que puedas aprovecharte y que puedas usar para tu propio beneficio.
Alguien a quien puedas pisar mil veces y puedas pedirle que te ate los cordones mientras estás en el suelo.
¿Quién quiere estar con una persona así? Ahora, a mis diez lustros de vida me puedo responder: NADIE.
Lamento haberme dado cuenta tarde. Lamento haber ayudado a aquellos que no se merecían mi ayuda. Lamento haber sido tan ingenuo y por sobre todo, lamento no haber disfrutado de la vida.

Amigo lector, si estás leyendo esto, hay algo que quiero que sepas:

La bonhomía es una mentira

 

 

Ingenuo amor (parte 1)

El primer amor es extraño. Para algunos se trata de un momento fugaz, de una salida a comer acompañada del primer beso o del primer encuentro entre sábanas. Se trata de un suceso que se venía gestando mentalmente, pero que al florecer se marchita. Para otros, el primer amor dura más que una simple tarde o noche de diversión y lo convierten en relación. La primera pareja de uno que puede durar largos meses. La emoción se mantiende con el tiempo y a diferencia de los primeros, esta llama tarda más en apagarse.
Finalmente, para otros, el primer amor dura años. Su pasión se convierte en una sólida relación que el paso del tiempo no desgasta. Hay incluso parejas, pocas pero las hay, que su primer amor es su único amor para toda la vida. También hay personas débiles de sentimientos que permanecen en la relación aún cuando la otra parte está con otro u otra.
En este último grupo me encuentro yo, en los poseedores de un ingenuo primer amor. En una relación que duró «formalmente» 4 años, pero que yo recién logré separarme dos años después.
Ella estaba con otro y yo no podía olvidarla. Y no era porque la amaba, era por miedo. Miedo a la soledad, miedo a no poder conseguir a nadie más. A pesar de todo el daño que recibí, yo quería permanecer firme, como un rehén con síndrome de Estocolmo que quiere permanecer junto a quien más daño le está causando.
Yo poseía el síndrome de Estocolomo del amor. Y no estoy exagerando. Desde múltiples engaños con gente de todo tipo, con hombres y mujeres por separado y en conjunto. Desencuentros, mentiras y más mentiras, en la que yo creí que aún me quería y no me daba cuenta de que me utilizaban. Aún no entiendo el motivo. Se que conmigo podía salir y tenía algo de dinero, pero lejos estoy de ser acaudalado. Viéndolo en perspectiva, casi una década después, me da más tristeza todo el dinero que malgasté en regalos para ella, dinero que gané con mi esfuerzo, que las faltas de respeto que cometía hacía mi persona. Lo demás ahora lo tomo como experiencia, pero los ahorros no se recuperan tan fácilmente.

Dos años tardé en poder olvidarla, en cerrar el libro, archivarlo y continuar con mi vida. Dos años desupés tuve la suficiente fuerza como para animarme a olvidar y recomenzar. Sin embargo, me había arriesgado a caer en la tentación. Fue un plan, debía sacarme la duda de que si no sentía nada. Le insistí para que nos veamos y hablemos. A pesar de que ella estaba en otra relación, yo insistí. Estaba siendo egoista por primera vez en mi vida. Necesitaba volver a verla en persona y decidir si olvidaba o caía de nuevo en la depresión.
Quedamos en una pizzería a las 20 hs. Yo llegué unos minutos antes para calmar mis pensamientos. Pasaron 10 minutos después de la hora acordada hasta que finalmente la vi caminar por la calle. En ese momento, mi corazón reaccionó y por fin pude relajarme. No sentía nada. El recuerdo de una bella mujer había sido reemplazado por aquella que venía caminando. Descuidada en vestimenta y físicamente la vi y no sentí nada. No era la persona que recordaba. ¿Qué le pasó? me preguntaba sin ganas de responderme. Sentí mucho alivio en el pecho y agradecí a Dios. Por fin lo había logrado. Por fin podía olvidarla.

-Hola- Me dijo, sonriendo.

Su sonrisa ya no me conquistaba y su cuerpo ya no me atraía. Su estética no me disgustaba pero no me emocionaba. En ese primer encuentro luego de dos años de imaginar distintas situaciones en las que volvíamos me di cuenta que no me interesaba nada de ella.

-Gracias por venir- Le dije mientras que le daba un beso en la mejilla. -Ahora que te veo aquí, ya tengo todo más claro y no necesito más. Solamente necesitaba una nueva primera impresión.- Concluí y me fui ante la mirada atónita de ella. Ese día dormí como un niño luego de una tarde de juegos, agotado pero contento.

Ese fue el final de una larga y tortuosa historia que comenzó con un ingenuo amor.
Siendo ambos jóvenes, demasiado jóvenes para una relación adulta , nos embarcamos en ese viaje. Ella era demasiado inmadura y a raiz de eso, yo me volví adulto de repente a pesar de encontrarme lejos de alcanzar la mayoría de edad.
El trabajar y tener una cuasi independencia económica también aceleró el proceso de madurez.
Nos conocimos en un cumpleaños. Ella era la mejor amiga de la prima, de un amigo que ya no poseo, pero que en ese momento eramos inseperables.
Con mi amigo nos quedamos hasta el final de la fiesta junto con dos chicas con las que comenzamos a hablar. Una de ellas era una chica muy bonita y al hablar, descubrimos que poseíamos los mismos gustos de musica y comida. Nunca había tenido una charla así con nadie y menos con una persona del otro género. Aquella noche, algo sentí en el estómago y no era a causa del dudoso queso de la pizza del cumpleaños.
Nos pasamos los teléfonos y nos despedimos con la idea de quedar para una salida, los 4.
Al irnos, le confesé a mi amigo mi emoción y el me abrazó. Estaba ansioso por la salida.

Las nubes comenzaban a juntarse, indicando que la tormenta caería en poco tiempo. Aquel había sido el comienzo de todo.

Kushim, el primer contador

-Estamos siendo asaltados por los hombres del desierto. – Dijo el padre de Kushim.

Su hijo lo miraba impaciente, queriendo responder, pero su progenitor no deseaba ser interrumpido.

-Nos roban. Esos malditos nos roban. Cada mes de cosecha recibimos menos medidas de cebada. Recibimos menos medidas, producimos menos bebida.

Kushim nuevamente quiso hablar, pero fue no fue escuchado.

-Nos dan menos cebada. Con cada floración nos dan menos cebada. Hace 6 floraciones nos dieron 45 medidas. Hace 3 floraciones nos dieron 40 medidas. Hoy nos dieron 38 medidas. Esos malditos…

-Pa…padre- Se animó a hablar Kushim.

El mayor seguía sin hacerle caso a su hijo. Estaba inmerso en un mar de bronca y odio hacia los repartidores de cebada quienes les llevaban cada vez menos medidas, pero el rey exigía más bebida y se disgustaba si sus pedidos no eran cumplidos.

-¿Qué debo hacer?- Se preguntó el hombre. -No puedo ir con el rey porque no me creería. Los repartidores de cebada eran de su confianza y yo solo soy un simple productor de bebida. Si tan solo puediera demostrarle que recibo menos medidas…¿pero cómo?

-PADRE- Gritó Kushim ya cansado de ser ignorado.

-Kushim, hijo mío. ¿Qué haces aquí? Vete a jugar que estoy en medio de un problema.

-Padre, escúchame, tengo la solución a tus problemas.

-No debes meterte en problemas de adultos, Kushim. Vete a jugar con los demás.

El hombre empujó a su hijo fuera de su casa, nuevamente sin prestar atención a lo que decía.

Kushim, antes de ser completamente echado, logró gritar algo más.

-SE COMO PROBAR ANTE EL REY LO QUE TE ENTREGAN DE CEBADA.

Su padre se frenó y lo introdujo nuevamente en la casa. Apresuradamente trajo un banco y sentó a su hijo.

-¿Sabes como hacer para que el rey me crea?- Le preguntó.

-Si- respondió Kushim con orgullo. -Lo sé.

Su padre lo abrazó y comenzó a lagrimear, algo muy extraño en los hombres y el jóven se sorprendió bastante.

-Cuéntame.-Le pidió el hombre.

-Todas las mañanas desde hace unos años yo salgo a jugar con los hijos de otros hombres- Comenzó a decir Kushim -y cada vez que obtenía un punto, nunca estuve seguro que al final del mes me sumaran todos los puntos. Fue entonces cuando comencé a marcarlos sobre una tablilla de arcilla creando lo que llamé «registro». Cada vez que alguno logra un punto, se marca una línea de arriba hacia abajo en la arcilla y al finalizar el mes quien tiene más líneas marcadas, es el vencedor.

Su padre no comprendía del todo a su hijo, entonces el decidió hacer una demostración.

-Supongamos que nos traen 6 medidas de cebada. Entonces, hago 6 lineas en  la arcilla y así sabemos lo que trajeron.

Su padre se rascaba la cabeza.

-Entiendo- Dijo. -Pero…¿esta vez trajeron 38 medidas de cebada y anotar 38 lineas es mucho y romperá la arcilla.

Kushim pensó un rato. Sus juegos nunca llegaban a más de 10 puntos. -¡Ya sé!- Exclamó orgulloso.

-Un punto- Dijo.

-¿Un punto?- Preguntó su padre.

-Si. Un punto. Un punto es lo mismo que anotar 10 líneas. Entonces, si hay 38 medidas, anotamos 3 puntos y 8 líneas.

El mayor miraba a su hijo, asombrado de su inteligencia.

-Eso es algo muy ingenioso, hijo. Pero. ¿Cómo saben de quién es cada punto tablilla de arcilla?

-Eso es fácil, papá. Lo firmamos.

-¿Lo firmamos?- Dijo- No comprendo.

-Ponemos nuestros nombres, papá. Mirá. Mi nombre, Kushim, se forma con un cuadrado profundo y una línea profunda. Entonces, cada otro hijo se buscó una forma de anotar su nombre y lo firmamos, o sea, le ponemos nuestro nombre al fondo de la tablilla y así sabemos de quién es.

La idea le impresionó tanto  a su padre que se presentó ante el rey. El gobernante, igual de asombrado que el otro hombre, ordenó a Kushim a diseñar junto a él una serie de dibujos para todos los aspectos de la vida y al cabo de un año, lograron crear el primer alfabeto conocido.
El rey ordenó a Kushim darle una primera prueba y aprovechó el nuevo envío de cebada que recibiría su padre para registrarlo.

Kushim cargó la tablilla de arcilla y anotó lo recibido delante de la mirada del rey y de los repartidores.

«Se recibieron un total de  37 medidas de cebada. Firmado, Kushim»

De esta forma, no solo logró ayudar a su padre en demostrar que recibían cada vez menos medidas de cebada sino que logró crear el primer registro de la historia.

El fin del romanticismo

«La bravura, la valentía, lo gallardezco, lo caballeroso y lo bizzaro han muerto…»

Así concluía el escrito presentado por el alumno  Juan Meres.
Su profesora, al leerlo, citó a sus padres casi de inmediato.

-Gracias por venir- Les dijo.

Lucía era profesora desde hacía 10 años y esta era la primera vez que había leído un escrito como ese.

-Soy profesora desde hace 10 años y es la primera vez que leo un escrito como este- Continuó. -Les he pedido a los chicos (les dice chicos para marcar distancia, pero la verdad es que la diferencia de edad entre ella y los «chicos» era corta) que escriban sobre la realidad, la actualidad, sobre lo que piensan. Esto lo hago desde hace algunos años y con esto puedo ver y analizar lo centrado o distraido que están.

Los padres la miraban en silencio y Lucía interpretó esto como una señal para que vaya al grano.

-Iré al grano. Los cité acá para hablarles sobre el escrito de su hijo y en primer lugar debo felicitarles por el léxico de Juan. Utiliza palabras cuya existencia es desconocida para el grueso de los alumnos y de incluso la sociedad en general, además de que su manera de redactarlo es lineal y entendible. Sin embargo, el contenido es el que me preocupa.

La profesora, dueña de 6 lustros de vida, se recogió la melena dorada y luego le entregó a la pareja, una copia del escrito de su hijo.

Los pdres lo leyeron y permanecieron en silencio una vez más.

-Juan ha escrito cosas muy duras y que me preocupan para su crecimiento sano. Pone que nunca rescatará a la dama en peligro, que no la ayudará ante problemas y que el amor para estas cosas no existe. Dice que abrirle la puerta a su cita, invitar la cena, cortejarla y enamorarla son cosas que no deben existir y que para él, su mujer será una persona más. -Concluyó Lucía, esperando una reacción de sus padres.

-Eso es el pasado, profesora- Respondió la sra. Meres. -Las historias de caballeros y princesas es cosa del pasado. Nosotros vivimos en una sociedad moderna y tolerante, donde ningún género es superior al otro, donde ningún hombre debe rescatar a una mujer. Nosotras nos podemos defender solas.

-Son historias, Sra. Meres. Nadie dice que son cosas que ocurren ahora…

-¿Cómo que no?- Interrumpieron los padres.

-¿Está hablando en serio, Lucía?- Recriminó el hombre.

-Hoy en día hay un tráfico muy grande de mujeres en el mercado negro- Añadió la mujer.

La profesora, incómoda por la dirección en la que estaba yendo la conversación, intentó frenarla.

-Quiero frenar esta conversación porque se está yendo por las ramas hacia un tema que nos trasciende y que es muy delicado.

Los padres de Juan entendieron el freno y se calmaron.

-Hay desigualdad. A eso quería llegar. Hay desigualdad pero no entre nosotros sino en la escoria de la sociedad. Entre los antros más cerrados donde se disfrutan mujeres capturadas y donde hombres son obligados a matarse por unas monedas. La desigualdad no la produce el género masculino o femenino sino que la produce el género humano. Su perversión, su aburrimiento y el dinero acumulado. El ansia de poder, la lascivia y el afán a lo grotescto es lo que produce esta diferencia y es lo que quiso poner nuestro hijo en el escrito.

El señor Meres le cedió la palabra a su mujer.

-El grueso de la sociedad, desde antaño creció con la idea que de el hombre debe cuidar a la mujer. El macho fuerte por fuera, pero tierno por dentro, debe proteger a su amada que es débil por fuera y fuerte por dentro. Él no permitiría que le pase nada a ella y daría su vida por protegerla. Así fuimos educados y criados siendo niños, pero al llegar a la adultez, cuando nuestros cerebros comenzaron a madurar, nos dimos cuenta que no todo pasa como en las películas y en los libros. La mujer debe trabajar, debe ser independiente y debe de poder cuidarse, pero en su interior sabe que quiere tener a alguien que la proteja, es una necesidad básica de todos los séres humanos, el instinto de supervivencia.

-Es por eso que también vemos parejas disparejas- Aportó el padre. -La linda niña con el tatuado caco es un ejemplo.

La profesora intentó detener la conversación, pero esta vez no lo logró.

-Disculpe, profesora, pero ahora el camino que está tomando la sociedad es el mismo que tomaron los primeros programadores, que todo sea 1s y 0s. Distintos pero iguales y esto es lo que sabe y entiende nuestro hijo y que plasmó al escribir aquel texto.- Hizo una pausa y luego finalizó -Ahora le pedimos disculpas, pero debemos retornar a nuestros trabajos.

La pareja se levantó y ambos tomaron sus abrigos.

-Díganle que no pierda el romanticismo.-Les dijo antes de que salgan.

Los señores Meres la miraron y el padre le respondió.

-No, profesora. No lo va a perder. ¿Y sabe por qué? -el hombre hizo una pausa antes de finalizar- Porque el romanticismo está enterrado y cada día se le agrega una cadena pesada para que no salga.

Los padres salieron del aula, dejando a la profesora con un mal sabor de boca y una mala sensación en su interior.

Una tierra plana

Así es, vivimos en un planeta chato o en una tierra plana, como prefieran decirle.
La ley fue clara, los presidentes de todo el mundo habían llegado a un acuerdo y las leyes se cambiaron para siempre.
Estaba prohibido, so pena de muerte, cualquier tipo de discusión al respecto.
Nuestro planeta ya no era (y nunca fue) una esfera achatada en los polos. Por el contrario, era (y es) un disco aplanado de unos pocos kilómetros de espesor y nadie podía discutirlo.
Cientos de miles de físicos fueron ejecutados, como en la antigüedad y los que sobrevivieron, debieron cambiar de oficio.
El gobierno ahora lo comandaba una banda de pseudo científicos, quienes decidían los equipos tecnológicos que se podían usar y los que atentaban contra esta nueva realidad.
El concepto de gravedad se mantenía, pero ya no funcionaba igual. Al ser un disco plano, las cosas ya no eran atraídas al núcleo de la tierra sino que mantenían su propio equilibrio.
Los experimentos caseros fueron prohibidos y las imágenes desde el espacio fueron borradas. Todos rastro de inteligencia se fue perdiendo con el correr de los años.
La gente por supuesto que no lo aceptó y las autoridades debieron recurrir al subterfugio más eficiente, el bolsillo. La gente que acepó la teoría fue perdonada de todo pago de impuestos por un periodo de 10 años, mientras quienes quisieran mantener su pensamiento, deberíeron pagar impuestos 10 veces más caros y afrontar juicios penales.
Como el dinero siempre manda, la loca idea fue aceptada e instaurada y poco a poco la sociedad fue eliminando los tan acertados conocimientos que había adquirido en su historia.
Las comunicaciones por satélites habían sido prohibidas por ir en contra de la nueva ideología, al igual que muchas otras piezas de tecnología. El mundo involucionaba en ese aspecto, aunque, sorpresivamente, evolucionaba en otros.

-Estamos en un disco plano y el agua, al igual que todos los líquidos, busca su balance y siempre estará a nivel. Nunca habrá más agua en una parte del océano que en otra parte.-Decía un profesor de ciencias en la secundaria.

-Pero, profesor, yo leí en un libro viejo que encontré, que el planeta tiene forma de esfera.

El profesor, un hombre de unos 50 años, dueño con un malhumor constante, le reprochó.

-Eso es un absurdo. Seguro era un libro de chistes.

-Pero, profesor, lo leí en revistas también. Además, mi papá me contó que las personas son obligadas a creer cosas que no son ciertas.

-Tu padre es un ignorante. En esta clase se está para aprender. A ver si escuchas un poco y después enseñas al idiota que tienes como progenitor.

Los adolecentes no son dueños de sus impulsos y el joven estalló.

-¡Mi papá no es un idiota! Y LA TIERRA ES REDONDA.- Gritó

-¿Ah, si?- Le miró el profesor con sarcasmo. -Entonces me puedes explicar como el agua no se cae o no se junta toda en un sector. Digamos, si es una esfera entonces el agua se caería por todos lados, ¿no es así? O incluso nosotros. Si nosotros estaríamos en casi cualquier lado de una esfera, entonces nos deberíamos caer al espacio.

Acto seguido, el mayor tomó una esfera de plástico y le tiró un vaso de agua encima. El agua rápidamente cayó al suelo.

-¿Lo ves? ¿Cómo puede pasar eso?

El hombre se estaba burlando de su alumno quien, intimidado, no podía responder. La burla del profesor fue acompañada por el resto de la clase y el pobre alumno fue humillado ese día por sus compañeros y desde ese día sería conocido como «la esfera».

Por la noche, habló con su padre y días después volvió al confrontamiento.

-Pero, ¿y las sombras?- Le preguntó. -Jugando en la playa con mi hermano, noté como mi sombra se movía con el pasar de las horas.- Cuestionó el joven en otra clase.

-Las sombras se mueven por el sol.

-Además, ¿como puede ser acá de noche y en el norte de día al mismo tiempo?- El chico no estaba seguro si entendía lo que decía, pero hacía lo posible para recordar las palabras de su padre.

-¡Suficiente!- Le interrumpió el profesor. -Tienes suerte que vivimos en una sociedad moderna y tolerante porque hace 300 años tú -y tú brillante padre- hubiesen sido encerrados de por vida. ¡O peor!. Vete con el director.-Le ordenó.

El muchacho obedeció y entró en la sala del jefe del colegio, el hombre más inteligente que conocía.
Llamó a la puerta, pero nadie respondió.
Volvió a llamar, esta vez golpeando más fuerte y la puerta se abrió.
El despacho estaba vacío y el castigado alumno entró y esperó dentro.
Sin embargo, no pudo creer lo que sus ojos vieron.
Sobre el escritorio se encontraba una esfera celeste apoyada sobre una estructura que le permitía rotar. Encima de esta había una pequeña esfera de color amarillo, simulando ser el sol.

-¿Acaso serán el sol y la tierra?- Preguntó en voz baja.

En realidad, eso pensó, pero su pregunta fue hecha con el suficiente volúmen como para que fuese escuchado por el dueño de aquel despacho.

-Así es- Le dijo, mientras cerraba la puerta con llave al entrar. -Toma asiento.

El director Landon era un hombre de palabras tranquilas. Su calidez frenaba peleas y aflojaba corazones.
Durante las siguientes horas, habló con el alumno sobre la verdadera naturaleza del planeta. A Lucas, el alumno, no le costó trabajo entender las palabras del mayor. Por algún motivo, sentía que todo eso ya lo había escuchado, en los cuentos que su padre le contaba antes de dormir.

-Lucas- Continuó -Yo soy amigo de tu padre y se lo que te ha dicho. Ambos creemos que es momento de comenzar nuestro plan, pero no podemos hacerlo solo. Necesitamos tu ayuda.

-¿Mi ayuda?- Preguntó Lucas, dudoso.

-Tú nos vas a ayudar a transmitir el mensaje entre tus compañeros de clase, en el colegio. ¿Qué dices?

El joven, pensativo, dudó por unos instantes antes de responder. Debía tomar una decisión. Si hacía lo que le proponía su director, sería ridiculizado. Probablemente sería humillado y apartado, pero si lo conseguía, si lograba su cometido, entonces se convertiría en un héroe. Y ser aquello representaba su más grande sueño.
Finalmente levantó la mirada. Sus mirada era penetrante. Sus ojos serios ya no tenían duda.

-Cuente conmigo- Le respondió. -¿Qué debo hacer?

CONTINUARÁ…