Horóscopo

Aries: El carnero. Terco y testarudo. Nada ni nadie te va a hacer cambiar de opinión. Nunca digas la verdad. Al hablar con seguridad la gente se lo creerá. Construye tu vida en base a la mentira y serás feliz. Tienes el poder de hacer creer lo que quieras a los demás. Eres un lider nato. Si te descubren, sigue mintiendo, siempre con seguridad. Recuerda que toda mentira posee algo de verdad.

Tauro: Tu embestida es feróz y temida. La gente te teme. Camina con el mentón levantado. Nunca mires al suelo, aunque pises mierda de perro. Tu orgullo es grande. Tú eres el majestuoso toro y no se arrepiente de nada. Tú enemigo natural son los españoles, aléjate de ellos.

Géminis: Durante toda tu vida te han mentido. Tú poseés un hermano o hermana gemelo. Tus padres no podían mantenerlos a ambos y le dieron en adopción. Es tu deber encontrar al que porta tu mismo semblante y te ocupes de una buena vez de él o ella antes que te reemplace. Tus padres no se dieron cuenta pero el otro es mejor que tú y si los demás se enteran, serías apartado del resto. No puedes permitir que eso pase. Encuéntrale y ocúpate de ser el único geminiano de la familia.

Cancer: Eres el cangrejo que camina de costado. Te llaman chueco, pero a tus espaldas. La realidad es que todos te temen y nadie se atreve a hablarte de frente. Aprovecha y toma ventaja de esa situación. Con un poco de actitud, podrás lograr todo lo que quieras. Ten cuidado de los chinos. Aléjate de los bufetes.

Leo: Eras el rey hasta que vino el hombre con sus jaulas. Te encerró y te llevó a la ciudad. En el circo, te enseñaron las piruetas y así, perdíste tu amada libertad. Ahora se ríen de tí mientras que estás enjaulado. Revélate ante la sociedad. Tú eres el que manda, el dueño del rugido más poderoso y el que da una voltereta por un pedazo de carne. Recuerda, la mortal inversa es el mejor truco.

Virgo: Eres la persona incrédula que se cree todo. Vas a vivir la mejor de las vidas por esa creencia. Todos te van a favorecer para obtener tus favores. Eres una persona que contiene todas las cosas más bellas de la vida. Acepta todo lo que te ofrezcan, desde caramelos en la calle hasta solicitudes de unión a organizaciones de ayuda en África. Siempre di que si y siempre estés dispuesto a todo. La vida te sonríe pero, igualmente saca un seguro de vida.

Libra: Tú misión en la vida es equilibrar las cosas. Tienes dinero en tú cuenta bancaria y hay otros que no lo tienen. Debes transfer la mitad al primero que te pase sus datos. También debes procurar que todo tenga su balance. Toma la balanza de la frutería y haz el bien en la calle. Si ves a alguien que está comiendo, quítale la comida y pésala. Devuelvele solo la mitad y la otra mitad cómela. Repite esto para el resto de las cosas. Quítale la mitad a uno y quédate con el resto. Tú eres el equilibrio fundamental y tu desición es la correcta.

Escorpio: Durante toda la vida se rieron de tí. Ser el más pequeño hizo que los demás no te tomen en cuenta. Pero hay algo que los demás no saben y es que tú poseés un aguijón letal. Tú tendrás la última palabra cuando lo decidas. Ríe y no pares de reir. Con la risa conquistarás a la persona de tus sueños. Por fin, cuando la hayas conquistado y formado una familia, es tiempo de usar el aguijón. Asegúrate de borrar las pruebas.

Ofiuco: Tú no existes para el resto de la gente. Tú signo fue olvidado y reemplazado, entonces tú debes hacer lo mismo. Vives en una realidad distinta al resto. Olvídate que existen los demás, ahora estás solo en el mundo junto con los otros de tú signo. Desnúdate y anda por la calle sin tapujos. Entra a los mercados y toma lo que quieras. Espía a quien tú quieras y haz lo que más te plazca. El mundo es tuyo.

Sagitario: Eres un ser alado y volar es tu misión. Tu vida está en el cielo y desde allí gobernar. No escuches a nadie que te quiera cortar las alas. Reúnete con otros sagitarianos para volar juntos. Tú comandarás desde los cielos. La gente te dirá que estás loco y colgado, pero tú sabrás que ellos son los dementes que no ven la realidad. Vuela con todas las sustancias que tu bolsillo pueda afrontar. Tu enemigo mortal es la comida.

Capricornio: Estás destinado a ser continuamente engañado por tu pareja. No te quieren y te utilizan de pantalla. Sin embargo, tú lo tomas con altura y orgullo. Llevas esa carga sin verguenza y aunque sabes que cada día te crece un cuerno nuevo, nunca darás marcha atrás porque después de todo, nadie va a querer estar con alguien así de dócil.

Acuario: Tú eres como el agua. No puedes constuir nada pero nada te puede herir. Eres la perfecta armonía de la naturaleza. Eres lo que une y mantiene vivo a todos los seres del mundo. Ellos te utilizarán para sobrevivir y tu debes aceptarlo. Desque que naciste estás destinado a vivir para los demás. Tu vida no es tuya. Eres un esclavo. Ofrece tus servicios en los clasificados y acepta cualquier oferta.

Piscis: Ten cuidado con las latas y contentedores. Aléjate de los cuchillos, tijeras y cualquier otro utencillo de cocina. Siempre ordena comida a domicilio. No uses electrodomésticos de cocina. Recuerda que eres un pescado y posees varios enemigos mortales. Tus seres queridos están de oferta en el supermercado, rescátalos. Compra todo el atún que puedas y dales un digno entierro. Vives en constante peligro. Múdate a una playa asilada. Ten cuidado con los signos de Aries, Tauro, Cancer, Leo, Virgo, Libra, Escorpión, Sagitario, Capripornio, Acuario y Ceto. Tú pareja ideal es Géminis.

Ceto: Tú eres el más afortunado de todos. Solo los elegidos nacen bajo este signo. Tú tienes el poder de ganar apuestas, de estar siempre en lo correcto y por sobre todo, de ganar a la quiniela. Ve al casino. Apuesta una moneda y ganarás forturnas. Pero ten cuidado. Tú buena suerte perdurará solamente durante un día, el día en que el Sol ilumine a la ballena. El resto del año sufrirás la desdicha de ser normal. Aprovecha tu día de triunfo para forrarte. Tú eres el verdadero sobreviviente del zodíaco.

 

Sin relación alguna, para no olvidarme, mi cuenta del Santander es la número 331441…

 

Historias de denuncias (de comercios)

Lucas salía de la agencia municipal. Habilitación en mano, lo había conseguido. Su sueño del restaurante propio se estaba por hacer realidad.
Había estado ahorrando durante años en un trabajo de escritorio, donde día a día imaginaba ser su propio dueño, donde sus ansias de cocinar y de complacer a los demás se podían mezclar en un sueño de comidas caseras.
Empezaría de a poco, con un local pequeño y pocos cubiertos que atender. Quería hacer algo distinto, donde la gente pudiera verlo cocinar en el momento con la mejor calidad que pudiera costear aunque para eso deba renunciar a tener ganancias.
Y así fue. Con el flamante título en mano, comenzó su aventura culinaria donde él, junto a su mujer, se encargaron de amueblar y ambientar su «Petit Restaurante», o «PR», como le llamaban de cariño.
Durante varios días, Lucas y su mujer trabajaron incontables horas para dejar a PR  amueblado, ambientado, decorado y abastecido para su noche inaugural.
Se encontraban en una ubicación tranquila. No era el centro atiborrado de gente ni tampoco una zona fantasma. Se trataba de una zona de casas y comercios donde había poca gente, pero caminaban de día y de noche. Por lo tanto, sabían que debían atraer a las personas hacía su lugar y lo hicieron ofreciendo un menu de apertura extremadamente económico con platos finos, pero conocidos.
Las pocas mesas fueron ocupadas y al resto se le explicó que solo atendían una poca cantidad, para mejorar la experiencia del lugar, pero se les invitó a tomar una reserva para el día siguiente. Así las mesas fueron ocupadas día tras día y poco a poco el restaurante fue siendo reconocido. Al cabo de un año ya habían podido llevar el precio del menú al valor que creían para generar ganancias y el restaurante no paró de crecer en fama.
Sin embargo, todo cambió un día en el que se encontraron su negocio cerrado con un gran cartel que anunciaba la clausura por parte del ministerio de salud.
Habían sido denunciados por un supuesto comensal que acusó dolores y malestares luego de haber visitado el resutante.
La denuncia cayó por falsa, pero el daño estaba hecho. La gente comenzó a sospechar del lugar y las reservas fueron retiradas. La clientela se perdía. A causa de la desesperación, volvieron con las ofertas de sus orígenes y la gente fue atraída nuevamente, aunque en menor medida.
Poco tiempo después, una nueva clausura, por el mismo problema que la primera fue el verdugo del emprendimiento de Lucas y de su mujer. La nueva denuncia también se había caido por falsa, pero eso no bastó para recuperar la clientela y el restaurante cerró sus puertas al poco tiempo.
Nadie había reparado en que las denuncias eran falsas y, sobre todo, en la relación de ambos denunciantes. Unidos con el fin de destruir a su competencia.

 

Laura se había recibido de diseñadora de modas. Le gustaba diseñar la ropa y dus diseños eran reconocidos y valorados en la empresa donde trabajaba. Sin embargo, siempre eran modificados y a Laura eso le molestaba profundamente.
Sus diseños no salían al mercado como ella los imaginaba y su malestar fue creciendo poco a poco hasta el punto que debió renunciar a su trabajo para mantener la dignidad de sus prendas. Sola y con mucho esfuerzo, confeccionó a mano sus diseños, eligiendo desde la tela hasta la percha y el lugar donde estaría colgado en su flamante local.
La gente que ya conocía su estilo, acudió al local y quedaron maravillados con las prendas allí colgadas.
Cada una era una obra de arte, cuidada hasta en el más mínimo detalle.
Laura trabajaba durante dos meses creando la ropa y al tercero las vendía.
No llegaba a concluir el mes y la mercadería se agotaba.
Su popularidad fue en aumento y sus creaciones eran esperadas con ansias cada tercer mes.
Un día entró una mujer a su tienda y luego de pasear un largo rato, se dirigió a la dueña con bastante mal humor porque nada le quedaba. Laura entendió rápido la situación. Ella confeccionaba talles para mujeres delgadas, sabiendo que en ellas, sus diseños se lucían. Amablemente le pidió disculpas por no tener el talle, pero para la otra mujer eso no bastó y denunció al comercio por aquel hecho.
Laura fue obligada por la municipalidad a destinar la mitad de sus productos a tallas grandes y llegado el tercer mes, luego de los dos normales de confección, la gente se fue desilucionada de su local, al encontrarlo cerrado.
Fue, finalmente, al cuarto mes que abrió sus puertas.
La mitad de las prendas eran para personas que rara vez entraban por la puerta. Se trataban de diseños clásicos y nada agradables o estirados de los diseños de ella que daban un resultado anti estético.
Confeccionarlos fue más dificil de lo que creyó y le llevó mucho más tiempo, descuidando las prendas que más éxito le dieron.
Poco a poco la gente fue dejando de comprar en el lugar y la ropa se acumulaba a montones. Laura cayó en depresión y debió regresar a trabajar para otros, debiendo ver como sus diseños eran mutilados.

 

Manuel contaba con la ayuda de su socio y de tres empleados, dos hombres y una mujer, para mantener su oficina. Las cosas le iban bien, pero claro, no fue siempre así.
Comenzó solo pero con la ayuda monetaria de sus padres quienes confiaban en su hijo.
Manuel había sido criado y educado para convertirse en una persona educada, trabajadora y con modales.
Desde chico sus padres le habían regalado una computadora y el joven fue creciendo con aquel aparato, ayudando a sus vecinos con la parte informática.
Luego de años de ayuda desinteresada y bajo consejo de los padres, puso una oficina en donde asesoraría y vendería todos los equipos de computación.
La gente comenzó a comprarle y su oficina se expandió.
Con el aumento de clientes sabía que necesitaría ayuda y fue entonces cuando su mejor amigo, un conocido de su infancia, entró en el negocio. Ambos acordaron ser socios y juntos crecieron.
Mudaron sus oficinas a un gran edificio donde les mejoraría el prestigio y contrataron a tres personas. Dos hombres expertos en informática y una mujer con experiencia en administración.
Con la guía de ambos amigos, la gente era bien recibida y bien tratada. Sus dudas eran contestadas y todos recibían un trato agradable. Sin embargo, algo molestó a la recepcionista.
A pesar de que su sueldo base era mayor que el de los hombres, ellos cobraban una mayor cantidad que ella. Esto se debía a que los vendedores recibían un adicional por cada cliente que conseguían. Eso les hacía mejorar su trato y que la confianza en el negocio creciera. La situación se incrementó en las fiestas, donde la ganancia de los dos hombres llegó al doble del sueldo del de la mujer y pasada la época de festividades, ella encaró a sus jefes y les reprochó la situación.
Ellos le explicaron que hay meses que ella cobra más que los otros y que su sueldo no estaba atado a conseguir clientes. Ella siempre tendría el importe asegurado en cambio ellos no y debían de trabajar bastante para alcanzar lo que ella cobraba todos los meses.
La explicación no le bastó y demandó que ella también reciba comisiones por atender y recibir a la gente ya que, si ella no les recibía con una sonrisa, ningún cliente regresaría.
Manuel y su socio y amigo no estuvieron de acuerdo con la explicación y le dijeron que son dos tipos de trabajo distintos. La muchacha se puso a llorar y Manuel le apoyó la mayo sobre el hombro para intentar calmarla.
El toque fue muy sorpresivo para la joven y su cara le cambió por completo. Las lágrimas fueron reemplazadas por odio. Tomó sus cosas y no regresó en toda la semana.
Al comienzo de la semana siguiente, los amigos recibieron una denuncia de acoso y debieron someterse a los tribunales.
Su abogado, conocido y amigo del padre de Manuel, tenía experiencia en este tipo de casos y conocía a sus clientes. Sin embargo, les explicó que no quedaría otra que llegar a un acuerdo económico con la mujer. Ellos accedieron y la suma que le pagaron repercutió en su economía. La oficina en el lujoso edificio debió ser dejada y ambos amigos, sin empleados, debieron recomenzar en el pequeño taller donde empezaron su aventura.
Años de lucha para regresar al comienzo, se dijeron mientras se abrazaban.

 

Estas son historias inventadas pero que reflejan el hoy en día.
¿En qué nos hemos convertido?
¿Hasta que punto hemos llegado para arruinar al prójimo?
Hoy en día una denuncia puede arruinar una vida entera de lucha. Hoy en día, denunciar es sencillo y, para muchos, divertido. No hacen faltan pruebas para denunciar. Solamente ponerse en el papel de víctica y acusar. Luego pedirán disculpas, pero el daño ya estará causado.

En un océano de denuncias somos capaces de hundir la pequeña tabla flotadora que encontramos y la que tiene el otro, sin importarnos el esfuerzo que hizo para conseguirla.
No nos damos cuenta que en lugar de hundir, podemos unirnos, y así, construir un barco donde no haya que nadar nunca más.

El vampiro moderno

Volviendo de un vuelo de junte de comida, padre e hijo vampiro se mantenían callados.
Habían terminado una discución y ninguno se hablaba.
Al poco tiempo, pasaron por encima de Sangronal’s, el nuevo local de comida rápida para su especie y otras tantas.

-Ese lugar es la mayor desgracia que nos pudo haber pasado.- Dijo el padre.
-A mi me gusta- respondió su hijo, comenzando una nueva pelea entre ambos.
-Verdadera desgracia. Un lugar que destruye nuestra cultura.
-Pero…- El hijo no pudo continuar.
-Eso es lo que es y no quiero escuchar una sola palabra más sobre el asunto.

El vuelo continuó en silencio hasta que llegaron a su casa.
El padre cargaba en hombros a un hombre en agonía que les serviría de cena esa noche. Su hijo, por el otro lado, fue a buscar un envase a la cocina.

-Come antes de que se enfrie- Le dijo.
-NO. No quiero, papá.
-¿Cómo que no quieres?
-No quiero comer a ese hombre.
-Pero hijo, necesitas sangre.
-Primero que nada, no necesitamos sangre. Necesitamos hemoglobina y segundo, hay otras formas de conseguirlas. No somos bárbaros, no tenemos que matar a gente cuando en el supermercado se vende morcilla envasada.

El padre, con un claro enojo, agarra el envase del embutido y lo levanta por sobre su cabeza.

-¿Esto? ¿Esto te parece alimento? ¿Este trozo negro puesto en una bandeja de poliestireno te parece sano?

El hijo asintió, provocando la ira del mayor quien arrojó el producto envasado hacia un costado.
La pulcra pared, adornada con retratos de vampiros famosos de la historia, fue ensuciada con el relleno de la morcilla que reventó a causa del impacto. Un fuerte olor a condimento comenzó a emanar.

-¿Condimento?- Preguntó molesto.
-Para darle sabor- respondió con naturalidad su hijo.

El joven le guiñó un ojo, intentando enviar un chiste, una gracia, pero que no fue para nada bien recibida.

-¿Quieres sabor? Busca a un obeso. La grasa es sabor.
-¿Para quedar gordo como tu? No, gracias.

El vampiro adulto jadeaba, le faltaba el aire.

-¿Por qué jadeas? No necesitas respirar.
-Respiramos para serenarnos, ¿acaso no aprendiste nada en «La academia»?

Su hijo le clavó la mirada.

-¿Te refieres al viejo, oscuro y sucio lugar a donde me mandaste en lugar del nuevo y alegre lugar que te había pedido? No. No aprendí nada de nada.

-¿Sabes, hijo? A ese lugar acudimos generacion tras genración de Vlads.
-Es un lugar viejo con costumbres viejas. Estamos en un mundo moderno. Ya no hacen falta los asesinatos. No hace falta perder tiempo en eso. Además de ocultar las pruebas, perderle el rastro a la policia y a los cazadores.

El mayor suspiró. Toda la situación le tensionaba. Discutir con su hijo le subía el nivel de estrés. Sentía que no podía hacerlo entrar en razón.

-En mis tiempo, uno debía ser un hombre vampiro y conseguir alimento por sus propios métodos. Debía aprender el arte del sigilo. Debía atacar por la noche y no dejar rastro de su pasar. Dedicabas tu vida entera en conseguir alimento…

Al decir esto en voz alta se paralizó. «Dedicar tu vida entera en conseguir alimento…». Al pensarlo se recordaba a él de chico, discutiendo con su padre porque no pasaba tiempo con él. Las peleas eran permanentes y parecía que la historia se repetía con su hijo. Por fin se dio cuenta que se estaba comportando igual que su padre al no querer compartir la eternidad con el crio.
Se encerró en su estudio, meditando sobre la situación y por fin, al caer la medianoche, salió al encuentro del pequeño.

-¿Sabes que? Salgamos a comer a donde quieras.

Su hijo lo miró incrédulo.

-¿En serio?- preguntó mientras que el otro asentía con la cabeza.
-¡Si!- Exclamó. Quiero ir a Sangronal’s.
-¿Qué? NO. NO. NOOO… Todo menos eso.
-Es lo que quiero…

Y así fueron cambiando las viejas costumbres de los vampiros.
¿Qué pasó con el hombre capturado? Se preguntarán.
Aquella persona en agonía fue donada a un comedor comunitario donde vampiros enfermos y con colmillos flojos pudieron disfrutar, por fin, de una buena comida.

Un anciano no tan sabio

Lee Hai era un anciano conocido por su fama de sabio.
Hombres y mujeres de su pueblo y de lugares más lejanos acudían a él en busca de consejo cuando no podían resolver sus problemas.
Lee Hai siempre estaba para aquellos que lo necesitaban y las respuestas del anciano causaban gran admiración en su hijo, Nei Hai.
El niño creció escuchando los consejos de su sabio padre y durante días, meses, años y décadas y se preparó para seguir los pasos de su progenitor cuando este ya no pueda continuar.

Un día, una pareja joven se acercó al viejo y pidió su consejo. Como gratitud por la molestia, habían traido una canasta adornada conteniendo varios tipos de panes dulces provenientes de cada rincón del reino. Un regalo bastante costoso. Lee Hai los repartió entre todos los presentes y se sentó a escuchar el problema de los visitantes mientras que su hijo se escondía, como siempre lo hacía, para escuchar a su padre y responder primero, en su mente, en silencio.

«Nuestro hijo ha crecido y ya no quiere trabajar en nuestra granja. No nos escucha. Se rebela constantemente y a pesar de que le castigamos prohibiéndole salir y haciéndole trabajar, él se rehusa. Se pasa el día caminando por el mercado del pueblo, hablando, riendo y tomando copas con los mismos vendedores de verduras a quienes nosotros les vendemos y recién regresa a altas horas de la noche.
Le hemos dicho una y otra vez que nos debe ayudar con la cosecha para poder vender aún más y así poder tener un mejor futuro, pero no nos hace caso.»

La pareja finalizó el relato.
El anciano rascó su larga barba blanca y miró hacia el cielo. Esto significaba que estaba pensando en la situación.
Mientras tanto, su hijo, aún oculto, pensó rápidamente una solución.
«Los padres deberían obligarlo a trabajar para que conozca el verdadero significado del esfuerzo que ellos hacen y una vez que lo entienda, ya no necesitarán obligarlo más».
El hijo no pensó en otra cosa y esperó a que su padre hablase.

«Mmmm» Dijo Lee Hai. «Si mal no recuerdo, hasta hace un año atrás ustedes vendían menos verdura y el generoso regalo que han traido en el día de hoy les sería imposible de afrontar».

Hombre y mujer se miraron. Se sintieron indignados por las palabras del anciano.
«Con todo respeto, Lee Hai, esto lo hemos conseguido con el nuestro propio esfuerzo y venimos aquí para recibir un consejo para saber que hacer con nuestro hijo.»

Lee Hai los miró y volvió preguntó. «¿Désde cuando su hijo ya no desea trabajar y desea tomar copas con los vendedores de verduras?»

Los padres se miraron y respondieron que desde hace unos meses.

El anciano los volvió a mirar y al cabo de un minuto finalmente les respondió.

«Vinieron aquí en busca de un consejo para su hijo. Pero escuchándolos, debo concluir que soy yo quien les debe pedir consejo. Pues su hijo, sin admitirlo, los ayuda más de lo que puedan imaginar, mientras que el mío se desvía más y más se su camino».

Nei Hai se movió, delatando su escondite. Las palabras de su padre le alteraron.

«Su hijo, en sus constantes copas con los vendedores, ha logrado que ustedes o vendan más verdura o vendan la misma cantidad a un mejor precio. Como sea el caso, su hijo les ayuda mucho más de lo que ustedes se imaginan. En cambio, el mío se esconde día tras día detrás de aquella cortina, pretendiendo ser alguien que no es. Es por eso que yo les debería pedir consejo a ustedes».

La pareja se miró y comenzó a atar cabos. Tenía sentido como tan repentinamente les compraban más cantidad de verdura y a un mejor precio. Su hijo realmente les ayudaba.
Los padres se despidieron del anciano con una gran sonrisa y regresaron a su granja.

Lee Hai, por su parte, corrió la cortina y puso en descubierto a su hijo.
Con una tierna mirada le dijo.
«Hijo, tú no deseas seguir mis solitarios pasos. Se que deseas una vida con una mujer a tu lado. Yo he recorrido un gran camino, he vivido y conocido todo el mundo y a causa de eso, no tuve a nadie a quien amar por mucho tiempo. Tú no has pasado por mi camino, estás casado, tienes hijos. Disfruta de la vida».

Esa fue la última charla que tuvieron padre e hijo antes de que el anciano muriera.
Nei Hai, tomo su puesto como el sabio del pueblo y poco a poco la gente acudió a verlo para pedir su sagrado consejo.
Sin embargo, los consejos del hijo no eran igual de satisfactorios que los de su padre y poco a poco la gente dejó de acudir.
Decepcionado, Nei Hai rezó a su padre y le pidió un último consejo. Le pidió que le diga por qué la gente no acudía a verlo y no le traían panes dulces como su lo hacían con él.
La ansiada respuesta no llegó ese día, pero si lo hizo una semana después, cuando Nei Hai tropezó con una pequeña caja de madera que llevaba escrito su nombre. El anciano la abrió y sacó el trozo de papel que llevaba dentro. Al leerlo, lloró. La letra era la de su difunto padre.

«Para mi hijo. Se que quieres seguir mis pasos. Pero te pido que no lo hagas. Para llegar a ser sabio primero hay que saber escuchar. Para llegar a ser visitado y que te traigan panes dulces, hay que haber vivido y, para que la gente busque tu consejo, tendrías que haber renunciado a tu vida y a tu familia, que fue lo que yo hice. No cometas mis errores».

El nuevo sabio finalmente comprendió lo que le hacía no tan sabio y dedicó sus últimos años de vida a disfrutar de la compañía de su amada familia y en especial de su nieto, Lee Han, que entraba por la puerta cargando la tan ansiada canasta de panes dulces.

 

El arma de astato

Miles de millones cayeron ante las mortíferas armas de astato.
Pistolas y misiles, armas de corto y de largo alcance.
Del material más escaso en todo el universo estaban compuestas las armas de los invasores.
Ningún científico pudo explicar como podían tener semejantes armas, de donde habían conseguido tanto material y, principalmente, como hacían para mantener aquel elemento radiactivo con vida.
Algunas teorías eran que la armadura de los invasores, tanto de su gente como de su nave, lograba algún tipo de reacción extendiendo la vida del material amarillo. Otras decían que las armas eran en realidad micro aceleradores de partículas y que con eso conseguirían la creación del astato. Hubieron otras, ninguna explicaba realmente como podía ocurrir, pero se consideró la primer opción como la hipótesis más acertada ya que las armas dejaron de funcionar cuando la guerra se ganó. En pocos segundos, todo el astatomutó y se convirtió en un elemento menos radiactivo y más manejable para que pueda ser reunido y expulsado del planeta.

La guerra la ganamos, pero el mundo había desaparecido como lo conocíamos.
Los poderosos rayos dorados emitían una cantidad de calor semejante a una supernova y todo, aboslutamente todo, se evaporaba en su camino.
Ahora quedamos muy pocos humanos en el planeta y nuestra tarea es reconstruirlo.
Casi todos los sobrevivientes son extraños entre si y lloran a sus difuntos. Yo, por mi parte, no tenía familia y, al enterarme del cancer terminal que se alojaba en mi cuerpo, me alejé de mi pareja y de mis amigos. Sin embargo, ahora ellos habían desaparecido y yo había sido curado. Una fracción de un rayo de astato me alcanzó y eliminó toda célula cancerígena de mi cuerpo. Es curioso como resultaron las cosas. Con el cancer me terminé alejando de mis únicos conocidos y curado del cancer, ellos terminaron alejados de mi.

En grandes dimensiones, 999 de cada 1000 personas habían sido evaporizadas.
Las grandes ciudades y las capitales del mundo habían sido derruidas. Los pueblos del interior de cada país, perdonados al no ser de relevancia para los invasores.
Como puse anteriormente, la guerra se había ganado y gracias a las intercepciones de las comunicaciones de los bárbaros, supimos que no volvería a producirse orto ataque semejante.
El costo económico, político y social que había causado la derrota en el planeta de origen había sido demasiado grande, el «padre», una especie de Rey que controlaba aquel mundo, había sdo destronado y asesinado, algo que nunca antes había sucedido en sus millones de años de historia. Las guerras civiles, la muerte y el caos se adueño de aquel planeta el cual cayó sumergido en una crisis peor que la de la tierra.
En nuestro planeta, el remanente de la gente se unió para la reconstrucción. La solidaridad floreció, sacando nuestro verdadero yo. El dinero y las posesiones materiales ya no eran de vital importancia. El mundo quedó despoblado y los recursos y las cosas abundaban para todos. Las personas se unieron como nunca antes. Extraños ayudándose entre si, sin miedo al otro. Los instintos olvidados salieron a flote a diferencia del planeta hogar de los invasores, donde su civilización se caía a pasos agigantados. La desconfianza, el odio, el temor, la ira y el recelo, sentimientos nunca antes utilizados, estaban a la orden del día y eso provocó su destrucción.
Todo esto lo supimos gracias a los genios que decodificaron el código de una de las naves principales y ahora su «radio» es usada para nuestro beneficio, nuestra información. Todos los días las noticias de aquel planeta eran difundidas y, a medida de que su civilización se derrumbaba, la nuestra crecía.
Los edificios ya no eran necesarios y las tareas consistían en asegurarnos que no representasen ningún peligro. La tecnología, internet y los usos de nuestra otrora vida cotidiana se volvían obsoletos y solamente se entraba a la red para recibir las noticias del nuevo gobernante del mundo.
No lo aceptábamos, pero era necesario tener a alguien, a un «rey», que se encargue de mantenernos por el buen camino, aunque, si he de ser sincero, nosotros mismos nos encargamos de eso.
Al poco tiempo nos enteramos de que el planeta invasor había sufrido una damnación y las noticias  extranjeras cesaron. Nunca más volvimos a escuchar de ellos. Pero por lo que supimos, su civilización, antes de la codicia de querer conquistarnos, era una sociedad ejemplar, con confianza, respeto y paz. Algo parecido a lo que quiere hacer nuestro «rey».
Yo solamente espero que no terminemos igual que los otros…

Milagro de navidad

-Ya viene, ya viene- dijo el pequeño Tomás.

La madre lo había despertado para desayunar y el niño habló con voz muy baja, casi apagada.

-No te preocupes- respondió su madre. -Todavía es muy temprano.
-¿Papi se va a quedar o tiene que seguir trabajando?
-Papá va a pasar a saludarnos, pero no se va a quedar.
-¿Eso te dijo?
-Si. Hablé con él cuando estabas durmiendo.
-Trabaja tanto que ya no lo vemos.
-Lo hace por nosotros, no lo olvides.

El niño se despertó de a poco y luego del desayuno, ayudó a su madre en la preparación de la casa para la cena de la noche en la que vendrían amigos a comer.
Pasadas las 8 de la noche, el timbre sonó, Tomás abrió la puerta y permitió el paso de las dos parejas amigas de su madre junto a sus hijos.
Luego se sentaron a la mesa y disfrutaron de una agradable comida.

-Ya viene, ya viene.- le dijo Tomás a los otros niños, estaba emocionado.

-¿Aún creés eso?- le preguntó uno de los niños, uno mayor.

-Tu papá trabaja todo el día y no tiene tiempo para verte. Mejor olvidate de él -añadió otro aún más mayor, mirando fijamente al otro.

-NO. Mi papá está trabajando pero mi mamá me dijo que habló con él y que hoy va a venir a saludarnos.

Los otros niños se miraron y cortaron la charla en ese momento. Ellos sabían que no debían adentrarse en ese terreno.

La cena transcurrió en calma. Los adultos conversando y los niños jugando hasta el momento en que se despidieron y Tomás ayudaba su madre a ordenar la casa.
Minutos más tarde, ya en horario de madrugada, salieron al jardín y miraron al cielo.

-YA VIENE. YA VIENE- Tomás gritaba eufórico.

Su madre se permitió una sonrisa. Se acercaba la hora y ahora ella era la que se había emocionado.

Madre e hijo miraban al cielo, impacientes y temblorosos. Sus manos se tomaban con fuerza y se apretaron más al ver una estrella fugaz.

-¡Mamá, mamá! Allí está. ¿Lo ves?

Su madre le regaló un fuerte abrazo.

-Lo veo, mi amor. Saludalo antes de que se vaya.

Tomás alzó una mano y la batió con esmero.
La luz de la estrella duró escasos segundos, sin embargo, la reducida familia permaneció abrazada unos instantes más. Luego el niño cayó rendido por el sueño.
Su madre lo recostó sobre la cama y le tapó con el cobertor. Era una noche fresca.

-¿Mami?- le llamó.
-Dime, mi amor.
-Fue lindo que papá haya pasado a saludarnos.

Su madre lo miró, conteniendo las lágrimas.

-Si. Fue muy lindo.
-¿Mamí?
-Si, amor.
-¿Papá algún día va a dejar de trabajar en las estrellas y se va a quedar con nosotros?

La oscuridad escondía el llanto de su madre.

-Si, mi amor. Te prometo que lo volveremos a ver. Ahora duerme.
-Te quiero mami.
-Y yo a ti. Mucho.

La madre salió de la habitación del menor y se dirigió al comedor. Finalmente cayó dormida, exhausta, en el sillón, aferrada a una foto enmarcada de los tres, de la familia completa dos años atrás. Sobre la foto, el hombre había escrito a mano un presagio de su futuro.

«A mi familia: En navidad yo vendré. Pasada la medianoche estaré montado sobre una estrella fugaz. Miren al cielo, pues yo los estaré mirando. Los amo. Papá.»

La sopa de cuentos

El siguiente es una mezcla absurda de los cuentos más populares llevados a la pantalla grande, pero en sus versiones -casi- originales según los escritos de sus autores (con algunas variaciones, claro está).
Se trata de una sopa de letras de los personajes de los cuentos en donde sus historias se entrelazan y conforman esta maraña de relato.

 

Caperucita, perdida por las indicaciones del malvado lobo, busca ayuda, desesperadamente.
Caminó sin rumbo hasta que se a lo lejos pudo vislumbrar a varias personas, caminando en fila.
Corrió hacia ellos con todas sus energías y vio que la fila estaba compuesta por niños. Les llamó desde lo lejos pidiendo ayuda pero su pedido no fue respondido. Los pequeños poseían la mirada fija hacia adelante, hacia el rio que se encontraba frente a ellos.
Su andar no se detenía y ahora, la niña de la capucha roja temía por ellos.
Comenzó a gritarles que se detengan, pero sus gritos no fueron escuchados.
Luego salió de entre los árboles e intentó frenarlos, pero nada servía. Los niños continuaban su andar hacia el agua y no tenían intención de desviarse.
De pronto, Caperucita sintió como una tonada penetraba en sus oídos y dominaba sus sentidos. La niña permeció inmovil hasta que la fila avanzó y ella se puso al final de ésta.
Había sido una víctima más  de la flauta.
Uno a uno los niños se adentraron en el agua para no volver a emerger, pero, al llegar el turno de la niña de rojo, el lobo que la había envíado a aquel camino salió de su escondite y atacó de forma letal al flautista. Sus garras desgarraron su cuello y el hechizo que dominaba a la niña se rompió. La niña despertó de su conmoción y echó a correr, sin embargo, el lobo, cansado de la espera, decidió adelantar sus planes de cena.
Luego del festín, se recostó sobre el suelo, a orillas del agua y durmió plácidamente.

A lo lejos, un niño, el último de la fila de los hijos de Hamelin, se acercaba al río. Caminaba apoyado en un bastón al ser una de sus piernas más corta que la otra. Maldición que había aborrecido desde que nació, ahora le había salvado la vida.
Sin el control del flautista, había podido ver la escena de lo ocurrido desde lo lejos y ahora planeaba venganza contra el lobo.
En su lento andar, se topó con un niño de madera que podía andar y hablar. Ambos eran distintos para el resto de la gente y eso hizo que se hicieran amigos rápidamente.
Pinocho, como decía que se llamaba, le contó al otro niño que su padre había sido arrestado por la policia y el planeaba rescatarlo. Pero para hacerlo, necesitaría de la ayuda del otro niño.
El cojo aceptó, con la condición de que primero acaben con el malvado lobo que engulló a la bella niña vestida de rojo.
Ambos se miraron y asintieron con la cabeza. Debían planear el fin del animal pero no se les ocurría hasta que miraron a un costado como un leñador apoyaba su hacha sobre un árbol talado y se disponía a devorar unas manzanas que les fueron obsequiadas por una señora de negras vestimentas.
Mientras que disfrutaba de tan suculento manjar, los niños aprovecharon la distracción para robarle su herramienta de trabajo y correr hacia donde estaba el lobo.
Lamentablemente para ellos, el leñador se dio cuenta del robo con bastante rápidez y comenzó a perseguirlos mientras que gritaba una voz de alto que provocó el despertar de su presa.
El lobo yacía de pie, esperándolos en la orilla con la boca abierta. Ahora el sería el cazador y aquellos niños sus presas.
Los niños corrían portando el hacha hacia el animal que los esperaba impaciente y el leñador se les acercaba cada vez más. Algo sucedería y sucedió.
Una nube de polvo se levantó al producir el choque y al cabo de unos segundos se disipó.

La imagen vista a continuación se puede describir de la siguiente manera:
Pinocho se encuentra en el suelo, partido al medio, muy cerca de la orilla. El lobo se encuentra flotando en el agua con el hacha clavada en su espalda mientras que el leñador se encuentra en acostado en la orilla, con la boca abierta y un líquido negro emanando de ella.
Más en el agua, flotando, se encuentran dos cuerpos sin vida, uno es el del pobre niño cojo de Hamelin y el otro es el de una sirenita, mitad mujer mitad pez.

Una mujer vestida de negro y portando unas manzanas en una canasta, fue testigo de la situación y se reía descaradamente.
Luego relató lo sucedido:
«Los niños corrían hacia el lobo. El leñador les seguía de cerca. Pinocho portaba el arma y tropezó a causa de una piedra. El filo le atravezó el cuerpo.
El otro niño tomó el hacha y llegó hasta el lobo quien le quitó el arma rápidamente y lo arrojó al agua. Luego se dispuso a perseguirlo al grito de que lo comería de postre como había comido a la otra niña. El leñador llegó, tomo su herramienta de trabajo y la arrojó con todas sus fuerzas al lobo. El arma se clavó en la espalda del famélico y allí quedó.
El hombre intentó ayudar al niño salir del agua sin embargo no lo logró. La sirenita había decidido quitarse la vida arrojándose de un gran puente y el niño tuvo la mala suerte de ser el amortiguador de la caída. La sirenita sobrevivió, pero no aguantó mucho fuera del agua. Finalmente, el leñador también cayó gracias a mis manzanas envenenadas. Me rio del maldito leñador quien se burló de mi al no aceptar ser mi esposo.»

La mujer fue encerrada, junto al hombre creador del muñeco de madera que poseía vida mientras que el oficial que los encerró regresó a su escritorio y continuó su búsqueda del flautista que secuestro a los niños de Hamelin.

Con el poder de dios en la mano

Finalmente habían descifrado aquel código oculto.
El patrón para encontrar palabras cruzadas en aquella sopa de letras gigantésca había sido encontrado y toda la verdad estaba siendo sacada a la luz.
Gran parte de la población se mantenía escéptica pero la mayoría creía en esta verdad.
Se comercializó un programa para ordenador, el mayor vendido en toda la historia de la humanidad, en el que cada usuario podía experimentar por su propia cuenta el misterio contenido en el libro más antigüo del mundo.

«El código de la biblia», como se conocía oficialmente, fue descubierto por un matemático israelí en el siglo XX, pero no fue hasta este siglo XXI, hasta nuestros días en que finalmente su secreto fue puesto en evidencia.
Un cálculo, una ecuación tan grande como complicada es la responsable. Los matemáticos la llamaron «la ecuación de dios».

«Dios», en hebreo, aparecía unas 50 veces en lugares diferentes según el cálculo y en todas se contienen palabras cruzadas bastante interesantes.

En una de las opciones, con espacios de 70 caracteres, las palabras en hebreo de dios, mirar, presente, alma, cuerpo, judío y creador se curzaban.
En otra de las opciones, con espacios de 900 caracteres, las palabras de dios, final, apocalípsis y el número 2668 aparecían.

En su momento causó revuelo y el programa fue utilizado desde Curas, Padres, Sacerdotes, Rabinos y toda gama espiritual hasta los programas de chimento en donde se buscaba el futuro de la celebridad de moda y se anunciaba al aire. Si todo era cierto o no, no importaba. Pero con esto, se mantenían a los fieles creyentes y a los fieles espectadores concentrados.
Sin embargo, el tema fue aburriendo a la sociedad. Tener el pleno conocimiento de sus vidas ya carecía de interés entre la población y poco a poco todo el tema fue cayendo en el olvido.
Finalmente, unos años después y luego de conocer la verdad sobre todo, la vida continuó y este tema hasta que desapareció de la vida cotidiana.

El programa había sido discontinuado y no era compatible con el nuevo sistema operativo.
Fue en ese momento, antes de instalar mi nueva PC que realicé la última búsqueda.

«Código de la biblia» busqué y lo encontré solo una vez. Lo curioso es que no había escuchado a nadie hablar sobre esta búsqueda y al ver la respuesta lo entendí.

«Dios está en tí» y «Responde su llamado» apareció.
Mi sangre se heló cuando la luz de mi casa se apagó y alguién (o algo) llamó a la puerta.
El viento comenzó a soplar dentro del departamento mientras que en mi interior mis nervios aumentaron sin contról.
Del miedo me desmayé y no volví a hablar sobre el tema del código de la biblia ni sobre esa búsqueda. Un miedo se había apoderado de mi.
Al día siguiente instalé el nuevo computador y jugué al flamante FPS lanzado. Nunca más, hasta hoy, volví a pensar en el tema y si he de ser sincero, aún siento la misma sensación de intranquilidad y de miedo que sentí aquella vez, cuando tenía 28 años, recorrer mis arrugado cuerpo de geronte.

Leyendas de un amor perdido

¿En dónde estás, corazón mío?
Te he perdido y nunca más estarás acá.
He errado, pues soy joven. Me confundí y te dejé ir.
Un anhelo quedó en mi interior.
Añoro volverte a ver y besarte por primera vez, pero eso es imposible.
Por lo menos hoy, ya que he decidido perderte y no buscarte nunca más.

¿En dónde estás, corazón mío?
He crecido sin tí. He superado tu ausencia.
No, esa no es la verdad. No te he perdido porque siempre supe donde estás.
En la distancia deseo volverte a ver y besarte por primera vez, pero eso es imposible.

¿En dónde estás, corazón mío?
He madurado. Ya soy adulto y estoy casado. No contigo sino con otra.
Tengo esposa y dos pequeños que me alegran cada día. Dos pequeños que espero no sufran lo que yo sufrí y aún continúo sufriendo por amor. Pero el destino es cruel, lo aborrezco al jugar conmigo, con mi alma.
Solitarios días pienso en tí, en estar jugando con mis hijos, nuestros hijos.

¿En dónde estás, corazón mío?
Ahora soy anciano y el pasado me atormenta.
No tuve una mala vida, pero ya no deseo continuarla sin ti.
El recuerdo de tu sonrisa construyó un duro fuerte en mi interior.
Te he visto y a pesar de que las arrugas cubren tu piel, sigues siendo la más bella ante mis ojos.
No se puede escapar del destino, no se puede volver el pasado atrás. Solo deseo una cosa. Un solo deseo antes de dejar este cuerpo marchito. Decirte cuanto me arrepiento de no haberte besado aquella tarde cuando éramos jóvenes. Pero solo decirte sin decirme. Pues temo cuando lo pienso. Temo en el potencial rechazo. Aunque se que no sería así, al recordar tus ojos puestos sobre los míos. Una mirada llena de miedo te cubría y sin duda sentirías aquello que no me permitió olvidarte. Pero han pasado muchos años. El sentimiento en mi perdura, pero en tí lo desconozco. Se que tienes nietos que amas y que en la semana piensas en ellos. Yo solo espero que el domingo, un domingo, un día, lo pases pensando en mi.
El destino jugó conmigo y lo maldigo. ¡Ay! mi vida. He cometido un error imperdonable. Tendría que haber dejado todo por tí pero me acobardé. Tú también tendrías que haber luchado por mí, pero no se por qué no lo hiciste. ¿Será acaso la señal de mi derrota? ¿De mis sueños perdidos?. Deseo volver a mi juventud y darte aquel beso perdido y por fin entender tus verdaderos sentimientos.
Mi cuerpo no aguanta la tristeza y he de partir en pocos alientos. Bendito calor de la aurora que elimina mis pensamientos por un instante. Bendita sensación de paz que me cubre. Al fin podré descansar.

¿En dónde estoy?
Me siento raro. Estoy flotando, mirando a mi yo pasado.
Me veo en la calle, mirándola.
Nuestras bocas están cerca.
¿Acaso será el momento al que tanto deseé volver?
Si. Ese soy yo y esa es ella. Ambos jóvenes, demasiado jóvenes ahora que lo veo bien.
Este es el punto que me marcaría de por vida. Debía hacer que se besen, pero ¿cómo?
No tengo cuerpo, solo ojos y mente. Soy un mero espectador. Te maldigo destino por hacerme revivir mi pesadilla antes de partir. Déjame estar en paz. Desiste de la tarea, has ganado.
Ella, tan joven y radiante y yo, joven y descuidado. Ambos formaríamos una pareja muy atractiva. Si tan solo la hubiera besado, si tan solo…
Si. Ahora lo recuerdo bien. Maldita memoria que prefirió olvidar. Yo la besé. No, no lo hice, pero lo intenté y ella me rechazó. Ahora lo recuerdo.
Alcancé a ver el momento exacto de mi flamante recuerdo. Me acerqué a besarla y ella me rechazó corriendo la cara y se alejó de mi aquella tarde diciendo que no me quería.
Maldito destino. ¿Acaso este era tu plan desde el principio? ¿Vivir con un recuerdo falso y darme la paz justo antes de morir? Maldito seas. ¿Por qué ahora? ¿Para que pueda descansar en paz?

Si es así y ese era tu plan, gracias. Ahora por fin me siento feliz.
¿En dónde estás, corazón mío?

El argentum de los templarios

La discusión profundizaba y los gritos dominaban la antes pacífica conversación.
Los 6 hombres sentados alrededor de la vieja mesa de madera astillada no se ponían de acuerdo.
Habían formado monedas con la plata que encontraron en unas cuevas en las montañas y ahora debían acuñarlas.
Por una parte, no podían dar a conocer su procedencia, y por la otro, querían dar homenaje a ta bella -y salvaje- tierra.

-Secretum templi- dijo uno finalmente.

-¿Secretum templi? ¿Acaso somos mujeres de chimentos?

Los demás se rieron, salvo el jefe de la expedición, quien jugaba con la moneda con la vista distraida.

Corría el año 1160 y la posición del género femenino en esa epoca era muy distinta a la actual.

-Secretum templi…- murmuró y al hacerlo, los demas callaron. -Me agrada. Si, me agrada bastante. Será un secreto de la órden y así permanecerá. De paso, llamaremos a esta región con el nombre de Argentum, cuyo significado como sabrán, es plata. Este lugar será reconocido como la tierra de la plata, como Argentópolis.

Así habló el hombre a cargo, el capitán, y así se terminó la discusión.
Las monedas fueron acuñadas y en los planos de navegación fueron añadidos los nombres de las tierras llenas del precioso mineral plateado.
Aquellos hombres regresaron a Europa para ayudar con la custodia de la tierra sagrada en medio oriente. Pero ahora podrían convertirse en los líderes de la órden, en los máximos caballeros. Ahora poseían una fuerte economía capaz de comprar más soldados y así tomar el control de los Templarios. El viaje había salido bien y nadie sospecharía de que sus monedas fueron extraídas de la actual América, desconocida ante la mayoría de la humanidad.

Los navíos emprendieron el regreso, el largo viaje y el comienzo de su destino y con ellos, el secreto de su tesoro, su secreto que fue pasando de generación en generación, de padre a hijo y de este a sus hijos y así durante siglos. Sin embargo, con el pasar de los años, el secreto se fue perdiendo y tan solo perduró en los descendientes del capitán, hasta que uno tuvo la oportunidad de regresar a las tierras reclamadas por sus ancestros y de buscar la famosa tierra de plata.
Enviado por la corona española, este descendiente de Templario fue enviado al nuevo continete para conocer su existencia al público.
La corona británica, la corona portuguesa y muchos otros imperios ya conocían la existencia de aquella tierra y todos la saqueaban en secreto. Aquella tierra conocida por los fenicios, los vikingos, los chinos y otras culturas, fue ocultada de la mirada del resto del mundo hasta que los saqueos fueron intolerados por los españoles y decidió reclamarla -formalmente- para su corona.
Fue así que Colón partió para establecer una base de operaciones y delimitar todo el territorio que pudiera y gracias a las cartas de navegación que solo él conocía, lo pudo hacer rápidamente y además conseguir un gran botín de plata y oro a su regreso.
Aquel fue el comienzo de la época de oro para Madrid y de la presentación en sociedad del continente americano al mundo.

Colón, a su regreso, cargó consigo varias monedas de plata que las acuño con la leyenda, «Secretum revelatur».

Cientos de años después, Argentina anunció su independencia utilizando el nombre que le dio aquella órden templaria, sin embargo, en su interior ya no contenía aquel preciado metal. Un trágico origen de la tierra más próspera jamás encontrada.