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El ajedrez del tiempo

Debo reconocer que no rival más dificil que el tiempo.
Sus movimientos son erráticos e impredecibles y siempre causan desorientación, pero a fin de cuentas sus planes siempre resultan. Yo jugué con él y perdí. Fui derrotado cuando creía que estaba ganando la partida.
Pasó hace mucho tiempo, muchos años atrás, cuando yo era más ingenuo y solitario, un muchacho que gastaba sus horas jugando al ajedréz por Internet.
Jugar en línea a juegos de mesa hoy en día se consideraría extraño, pero en el auge de los juegos virtuales, las damas y el ajedréz eran reinas y las salas, lugares donde los usuarios se reunían para buscar adversario, estaban a tope de capacidad.
Mal no me iba, modestias aparte, y en particular en esa noche ya había derrotado a más de una decena de adversarios, rompiendo mi propia marca de victoria en un partido al obtener la victoria en menos de un minuto.

Tan confiado y relajado me sentía jugando en la oscuridad de mi habitación, la antípoda de mis verdaderas emociones. Solo, triste y deprimido, me consolaba con victorias ante desconocidos desde mi anonimato.
Aquello era la droga, el antidepresivo que tomaba para escapar de mi solitaria realidad.
Una novia era todo lo que deseaba y rezaba antes de dormir.
Me sentía muy solo, tanto que, si no fuera por mis juegos en línea, no me levantaría de la cama.
Es un círculo, la soledad te vuelve triste, la tristeza te hace perder las ganas y la falta de ganas te deja solo. En ese ciclo infinito me encontraba.

Finalmente, luego de casi una veintena de encuentros, los últimos cinco ya con lágrimas en los ojos, di por concluida la noche para continuar con el llanto acostado en la cama, cuando recibí un aviso de desafío.

«El Tiempo te ha desafiado a una partida. ¿Aceptas?»

El nombre de usuario me extrañó. Los nombres de usuario en esa época o eran nombres en el caso de mujeres o eran frases sexuales en el caso de los hombres. El tiempo no era un nombre de usuario común y corriente.
Creo que ese fue el único motivo por el cual decidí aceptar y permanecer un poco más en la computadora.
Gané el sorteo y pude optar por el lado del tablero. Elegí ser las negras, regalándole a mi compañero el primer movimiento. Sin embargo, no hubo reacción alguna.

«Se habrá desconectado» Pensé y decidí mandarle un mensaje antes de desconectarme.

-¿Estás? ¿Vas a mover?. Es tu turno- le dije sin recibir respuesta inmediata.

Estaba a punto de cerrar el programa cuando la respuesta apareció: «Espera y verás» fue todo lo que dijo.
Dos minutos más fue todo lo que esperé antes de cerrar el programa y apagar la computadora.
Me acosté a dormir, sin olvidarme de realizar mi plegaria nocturna para acabar con mi soledad.

-Por favor- Oraba cada noche.

(El peón se mueve, su objetivo es atrapar a la custodiada reina. Sabe que sus posibilidades de éxito son casi nulas y que caería primero en la batalla, recuerda siempre que es tan solo un peón. Pero entiende que su deber es seguir adelante y enfrentar todos los obstáculos.
Su camino será largo, una odisea con enemigos muy poderosos, pero debe hacerlo. Todo sea por su rey, por la victoria. Es la primera fila, carne de cañón, pero nadie dice que la suerte no lo puede acompañar. Un milagro era todo lo que necesitaba, eso y que se acomoden el resto de las piezas para lograr su avance).

Al día siguiente regresé a mi casa más tarde que lo usual. Hubo demoras en el transporte público y termine llegando a mi casa a la noche, en horas de la cena.
Entré a mi cuarto, cansado por el día y me extrañó que la computadora esté encendida.
Mis padres y mi hermano mayor no se encontraban, todos habían salido, como de costumbre, todos tenían sus vidas salvo yo, que tenía mi página de juegos.
Al abrirla me encontré con una alerta, un mensaje que mi rival de la noche anterior, el muy misterioso y lento «El tiempo» había movido y que era mi turno de jugar.

Había movido un peón, clásico comienzo que duraba menos de un segundo en cualquier partida, salvo en esta que había demorado casi un día.
Hice el mismo movimiento de mi lado, moviendo el espejo de la misma pieza y esperé.
Nuevamente mi rival se había perdido y mi aguante había llegado a su fin.
Volví a mi cama, volviendo a mi rezo diario para acabar con mi soledad.

(Un segundo peón se mueve. Igual en condiciones que el primero, cree que mientras más sean, mejor les irá)

Un nuevo día vino y se fue. Había roto un record al casi no haber hablado con nadie en todo el día. Regresé a mi casa temprano, luego de un día aburrido de trabajo y decidí esperar a la noche jugando a mi juego favorito.
Nuevamente al abrir el programa, una advertencia apareció. Mi compañero, el jugador más lento del mundo, había realizado su segundo movimiento. Un segundo peón cambió su posición. Movimiento que copié y esperé. Era un comienzo básico, pero extremadamente lento.

(Después de los peones, es el turno de las grandes piezas. Dueñas de movimientos especiales, las grandes piezas vienen solamente de a pares, salvo los reyes.
Los alfiles son a veces los primeros en avanzar. Capaces de alcanzar grandes distancias, atacan a escondidas y son tricioneros. Suelen ser letales, en ocaciones destronando al rey, pero su misión principal es acabar con la reina. Orgullosos, sus movimientos son el primer paso hacia la victoria).

Un ruido molesto me despertó. Era la bocina de un auto que sonaba desde la puerta de mi casa. Me había quedado dormido.  Mi primera salida en mucho tiempo y no estaba listo. Me vestí lo mas rapido que pude y salí.
No pasaron muchas horas hasta regresar a mi casa y encender el ordenador para ver el avance de mi partida.
Un movimiento por día, en el mejor de los casos, pero la partida avanzaba.
Un alfíl de mi rival se había posicionado en jaque a mi rey. Una jugada muy tonta, demasiado ingenua, siendo una amenaza sin protección y facilmente destruida por el monarca.

(Los caballos son listos. Se mueven de forma errática pero calculada. Son siempre visibles pero nunca se sabe cuando atacarán. Es una terrible amenaza, un peligro latente que observa todas las jugadas. Dificil es hacer que caigan, emboscarlos requiere habilidad al poder sortear obstáculos facilmente con sus largos y extraños movimientos. Los caballos son de temer).

Había pasado mas de un mes desde que comencé la partida mas lenta del universo, pero con cada movimiento, mi interés en acabarla aumentaba. Sus jugadas eran distintas a todo, extrañas por momentos, caóticas por otros y varias veces suicidas, pero de alguna forma lograba agarrarme por sorpresa.
Sacrificó a un alfíl para hacer salir a mi rey, mandó al frente a un caballo para mover a mi reina. No tenía miedo de sacrificar sus piezas por el bien común.

Luego de realizar mi movimiento de la noche, me llegó un correo electrónico. Una invitación a un cumpleaños a celebrarse dentro de casi un mes.
Por su puesto que no quería y no pensaba hacerlo, pero casi al instante, me llamó un amigo que había leido el correo y que quería que lo acompañe. Me negué en un principio pero me rendí ante su insistencia. Faltaba un mes y aún podía inventar una excusa. Me acosté, orando como siempre.

(La torre es la gran protectora de la familia real. Es la última linea de defensa y es siempre fiel. Fría y conservadora, se mueve únicamente cuando los monarcas son amenazados.
No desea la gloria, su único objetivo es servir. Incorruptible y letal, muchas veces es enviada a cortar el escape del enemigo. La torre es respetada y temida, la más calculadora de las piezas).

Mi amigo no paraba de hablar de la fiesta. Tenía más ganas de que llegue el día que el propio homenajeado. Faltaba poco y no se me había ocurrido ningún pretexto para faltar.

-Será una gran fiesta y buscaremos muchas chicas- me decía continuamente. -Te conseguiré una muy linda, no te preocupes.

-¿Por qué no te ocupás de tus cosas y me dejás a ocuparme de las mías?- le recriminé.

-Porque no soy yo el que necesita una alegría, amigo mio- respondió con una sonrisa.

Finalmente a la noche regresé a mi habitual soledad y luego de realizar mi plegaría diaria al cielo, era mi turno de mover.
La partida, aunque larga, se había hecho interesante.
Mi rival seguía siendo impredecible y eso es lo que me mantenía expectante.

Se podría decir que en este punto yo llevaba una clara ventaja. Aunque había perdido a la reina, poseía mayor cantidad de piezas restantes. No lo quería admitir, pero no había podido anticipar la jugada. Su caballo, en acción conjunta con un simple peón planearon el ataque desde las sombras, luego de que mi rival sacrificara a su último alfíl, mi reina cayó en la trampa.

(La reina. La pieza mas importante de las dieciseis. Sin ella el rey caería sin remedio y la partida finalizaría. La reina es la protectora de la familia real. Siempre dispuesta y servicial, ataca sin piedad. Embiste y protege, siempre en movimiento. Ella dictamina el éxito o el fracazo. Su perezoso marido no puede moverse como ella. ‘Para ganar una partida de ajedréz, la reina siempre debe sucumbir’).

Finalmente llegó el día mas esperado. La partida de ajedrez estaba a punto de terminar y ya me había declarado vencedor. Después de dos meses a mi rival le quedaba solamente un peón, una torre, un caballo, a la reina y al rey. Era mi turno de jugar y su caballo estaba a punto de retiarse al establo.

-Jaque mate- dije en voz alta cuando escuché el timbre de la puerta.

También era el día más temido, el día del cumpleaños en el que pasaría varias horas parado en un rincón viendo como los demás la pasan bien. Ya iba con mala actitúd, lo sabía pero no podía evitarlo.
No se si creo en la suerte ni en el destino, pero al entrar, choqué contra una persona que venía distraida con un trago alcoholico en la mano. La persona fue a parar al piso, mientras que el trago a mi camisa nueva.
La chica caída me pidió disculpas y la ayudé a reincorporarse. Cuando lo hizo, me miró a los ojos y quedé hipnotizado frente a su belleza. Me quedé casi mudo cuando me preguntó si estaba bien. Con voz rota le dije que estaba bien y que le recuperaría el trago que mi camisa había perdido.
Con una simple risita me dio un sorpresivo beso en los labios y me dijo que me acompañaba a la barra de tragos así yo también le tiraba uno en el vestido.
Recuerdo que nos reímos durante toda la noche y durante mucho tiempo más, al volvernos inseparables desde ese momento.
Aquella fue una noche en que mi vida cambió por completo. Una noche en que mis plegarias noctunas habían sido respondidas y en la que mi soledad había terminado.
Más grande fue mi sorpresa al regresar a mi casa y ver que mi partida de ajedréz había terminado.
Mi rival había salido victorioso al declararme un jaque mate con su reina y su torre. No podía creer que había perdido, después de estar seguro de haber ganado.

Un cartel grande brillaba en la pantalla:

«El tiempo ha vencido»

BTHA: Parte 3

«¿Cómo han osado arrestarme? ¿Bajo que cargos? ¡¿DESPUÉS DE TODO LO QUE HE HECHO POR VOSOTROS?!»

La voz de Marcus se hacia sentir, mas no era atendida por la guardia que hasta hace poco le obedecía ciegamente. Pasó de ser el alcalde, el hombre mas importante, influyente y respetado, a ocupar la única celda del pueblo.

Ahora yacía en el suelo de la prisión, esperando que alguien le libere, pero su espera fue en vano.

Nadie vino, ni el juez, ni Damián – «la voz del pueblo»-, ni su ayudante cuando era alcalde, ni Claudio, ni siquiera su mujer, Isabel.

La única visita que tenía era el comisario del pueblo quien volvió a portar un arma en su cinturón y este no era del todo charlatán.

Sin nadie que lo escuchase, sin nadie que le diera un juicio justo, sin nadie a su alrededor, Marcus permaneció solo, en la celda.

Varios días después, Marcus calculó que había pasado un mes, otra persona fue encerrada en misma celda que el.

Marcus lo reconoció como Esteban, uno de los obreros del molino. No era el mas listo, pero era una buena persona.

«¡ TU ! Todo esto es por tu culpa, ‘alcalde’. MALDITO SEAIS». Las palabras de Esteban se clavaron directo en el pecho de su compañero de celda.

«Yo no he hecho nada, Esteban»

«Mientes»

«Estoy diciendo la verdad. He sido acusado injustamente» Replicó Marcus.

«No te creo maldito Inglés» Respondió el otro recluso.

Esa fue toda la conversación que tuvieron por una semana, hasta que por fin un día se rompió el silencio.

«Hoy es mi cumpleaños» Dijo Esteban.

«Feliz cumpleaños. ¿Has de recibir visitas?

«…» Esteban hizo un largo silencio. «No, no recibiré»

«¿Cúal es el crimen por el cual te condenaron?» Preguntó Marcus mientras veía como se volvía sombría la cara de su compañero.

«Robo y asesinato. Me acusan de haber matado a mi propia familia.»

«¿Qué ha pasado?» La voz de Marcus denotaba sinceridad.

Esteban dudó un momento y al final decidió abrirse ante el anterior alcalde:

«Como sabrá…». Parece que había vuelto el respeto al hablar. «Yo trabajaba en el molino que usted contruyó. Fueron épocas muy buenas para mi hijo, para mi esposa y para mí. Teníamos suficientes ingresos para vivir y nos sobraba lo suficiente para darnos algun que otro regalo. Pero todo se terminó cuando derrumbó el molino.»

Marcus pensó en detenerlo y aclarar que el no lo hizo, pero consideró que para ganarselo como aliado, debía seguir escuchando la historia, sin meterse.

«Desde ese momento todo fue miseria. No teníamos dinero para comprar comida y no había trabajo. Al poco tiempo debí salir a robar -comida- para alimentar a mi familia. Siempre robé lo minimo, pan, agua, lo basico para sobrevivir. Hasta que una vez, uno de los dueños de los negocios debió que cerrar debido a los crecientes robos y cegado de ira me siguió hasta mi casa y…»

El llanto de Esteban hizo que sea imposible continuar su relato, pero no fue necesario. Marcus había comprendido lo que pasó después. El dueñó del negocio asesinó a la esposa e hijo de su compañero de celda y este se vengó con el. Pero aún no le quedaba claro por qué fue condenado.

«Pero, ¿por qué te han condenado?» Preguntó Marcus.

«Porque no le pude matar, a pesar de haber hecho lo que hizo, no pude y le dejé con vida, aunque muy mal herido y me acusó. El juez consideró que en mi locura había asesinado a mi familia y casi matado al dueño de la panadería. Fui centenciado a 10 años en prisión….yo robé, pero nadie cree que ese fue mi único delito».

«Yo te creo» dijo Marcus, abrazando al hombre derrumbado por sus lagrimas.

Marcus ahora tenía un nuevo amigo, quien lo ayudaría a recuperar su vida.

El falso jarrón de la abuela

El jarrón de la abuela es una antigüedad. Este está guardado en un armario diseñado únicamente para él.

Es un regalo de su casamiento hace ya incontables años.

Su valor monetario es incalculable, tanto así que los nietos piensan que si lo venden, la abuela podrá disfrutar sus últimos momentos viviendo como una reina. Y su valor sentimental es aún mayor (al menos, eso pensaban).

Aunque, lo cierto es que, ese ese jarrón ya no es el jarrón de antaño y esto solo la abuela lo sabe y calla.

Hace ya muchos años, la abuela (sin haber obtenido ese titúlo aún) limpiaba el jarrón, que estaba apoyado sobre un pedestal, recordando el día de su casamiento. Su mente estaba enfocada en ese día y con un descuido de su mano derecha, empujó al jarrón que cayó al piso.

Para su buena suerte, la alfombra amortigüó la caída, aunque no evitó que un pedacito del jarrón se desprendiera, arruinando su perfecta figura.

La abuela se entristeció, había cuidado tanto a ese jarrón y por un simple descuido ahora ya no sería el mismo.

La abuela pegó el pedacito de jarrón y ante la mirada de un tercero el jarrón se veía sublime, intacto. Pero para la abuela, el jarrón ya no era el mismo. Después del hecho, su vida prosiguió, aunque ahora con menos alegría.

Fueron pasando los días, los meses y los años y durante ese tiempo el jarrón había sufrido varias caidas y roturas. Sin importar donde se lo coloque, el jarrón siempre buscaba una forma para aterrizar en el piso de alfombra y romperse.

La habilidad de la abuela para repararlo era maravillosa, tanto así que nadie se daba cuenta lo roto que estaba en realidad. Y por sobre todo, nadie se daba cuenta que ahora era mas pegamento que jarrón.

Es por esto que la abuela mandó a hacer un armario de vidrio destinado para velar por siempre por el jarrón y así,pensaba, que este permanecería entero hasta el último momento de su vida.

Pero lo cierto es que la abuela ya no tenía sentimientos por este falso jarrón y se entristecía aún mas cuando pensaba en todo el tiempo que pasó a su lado, cuidandolo.

Pero…¿por qué no se deshacía de el?

La respuesta era sencilla. La abuela le tenía miedo al que dirán. Que dirán sus hijos al haber hablado tan bien de una mentira y por sobre todo, que pasará con sus nietos los cuales solo iban a visitarla, para ver a su «invaluable» reliquia…

Así es el falso amor, como el falso jarrón de la abuela.

Al principio es nuestro mas valioso objeto, el cual sacamos a relucir, y, ¿por qué no?, a presumir.

Pero lo cierto es que en algún momento se caerá. Sin importar la causa y el motivo, el amor falso se caerá al suelo y se romperá.

Nosotros somos capaces de arreglarlo para que aparente seguir perfecto ante los ojos de terceros, aunque por dentro sabemos que no es lo mismo y que algo cambió.

El falso amor, como el jarrón, se seguirá cayendo y nosotros lo seguiremos reparando hasta que llegue el momento en que ya no quede nada de ese primer sentimiento.

Nos preguntaremos continuamente, ¿por qué seguir?

E inmediatamente nos responderemos. Porque…¿Qué va a ser de nosotros sin el jarrón?.

BTHA: Parte 2

Marcus y Claudio habían sido condecorados con medallas, honores y mucho oro por su gran y heróico esfuerzo durante la guerra.

Sus nombres se habían vuelto importantes dentro de la comunidad.

Habían pasado varios años desde que los amigos conocieron a su amor, Isabel y Claudio pasó gran parte de esos días en idear un plan para separarlos, aunque sin exíto.

En casi todos los aspectos Marcus era una persona con buen corazón.

 

Aunque todo cambió una mañana en la que Claudio fue invitado a la casa de su amigo. Este aceptó y Marcus le contó que quería ser candidato al puesto de alcalde, que recientemente se acababa de desocupar. Le contó a su amigo que quería hacer algo mas por el pueblo que tan gentilmente lo trató.

Con una falsa pero muy bien fingida sonrisa, Claudio felicitó a Marcus mientras que este se dirigía a la bodega para traer una botella de vino para brindar.

En el momento que quedó solo, Claudio tuvo tiempo de ver -sin emociones- las cartas de felicitaciones de parientes lejanos. Aunque una de esas cartas le llamó la atención…

Esa carta estaba escrita en inglés y la firma decía «With love, Mom & Dad» (con amor, mamá y papá).

Claudio se apuró a guardar la carta en uno de los bolsillos de su saco mientras que la sonrisa en su rostro se hacía real y cada vez más y más grande…

Claudio sabía que la ley establecía que para tener un cargo público era necesario ser descendiente de españoles.

Gracias a la torpeza de su «amigo», ahora tendría lo que estuvo esperando y deseando desde hace tanto tiempo, a Isabel.

Marcus fue electo como gobernador.

El tiempo pasó y el pueblo creció a pasos agigantados.

Durante el periodo de permanencia en su flamante cargo, las cosas en el pueblo mejoraron mucho y gracias a su inteligencia, había desarrollado el molino mas grande del imperio español, dandole trabajo a la gran mayoría de los habitantes del pueblo.

Aunque fue precisamente en el día de la innaguración el momento en que Claudio decidió llevar a cabo su plan.

Cluadio se ocupó de correr el rumor de que el nuevo alcalde no era descendiente de españoles y -como los rumores fluyen mas rapido que el agua- pronto los dichos llegaron a los oídos de Marcus.

Al principio estos no tomaron mucha fuerza ya que las obras de Marcus por el pueblo eran tan importantes (y visibles), que hacían opacar a cada repetidor.

Por su parte, Claudio no lograba ocultar su frustración y sus sirvientes eran los principales receptores de su mal humor. ¿Cómo podía hacer para lograr fortificar el rumor? Se preguntaba.

Días despues de pensar y pensar, la respuesta le vino a la cabeza. El rumor no se fortalecía porque la ímagen de su «viejo amigo» era muy grande. Entonces debía bajarla. Y ¿cómo lo lograría? «Muy facil» se respondió.

Derribaría la torre del molino, el simbolo del progreso de Marcus y la principal fuente de trabajo de muchos de los habitantes del pueblo.

«Si el molino cae, Marcus también lo hará». Se decía Claudio por las noches antes de acostarse.

Gracias a Marcus, el pueblo había logrado la paz y todas las armas habían sido entregadas y destruidas. Gracias a eso, en el pueblo se generó una gran confianza entre sus habitantes hasta el punto en que el comisario del pueblo era el único representante de la ley (aunque sin armas).

Pero no todos estaban desarmados. Durante un tiempo, Claudio obtuvo de contrabandando unas nuevas armas traidas del oriente. Estás eran unos artefactos que contenían una gran cantidad de polvora y gracias a ello, producian una devastadora explosión a distancia.

Eso era justo lo que necesitaba para destruir el molino…

Luego de 3 días de pruebas efectivas, el plan de Claudio se llevó a cabo y logró explotar -a distancia- los cimientos del molino, el cual se derrumbó con un fuerte estruendo.

La caída del molino fue la primera ficha  del dominó en caer. No pasó mucho hasta que surgieran varias teorías de la culpabilidad de Marcus en la caída de su fuente de trabajo. En el dinero que el obtuvo y en que esto lo hizo para que el pueblo quede pobre y bajo su merced.

Inmediatamente las acusaciones fueron hacia el lado de su sangre británica,

De ahí en más, Claudio solo se sentó a observar como las cosas tomaban su rumbo. Al poco tiempo los miembros del consejo del pueblo se reunieron y decidieron acusar a su alcalde de traición a la patria sin un juicio justo ni derecho a replica.

Marcus había sido capturado por ser hijo de Ingleses. Nada importó que el era Español y que había servido al ejercito y dado su vida por su nación. Tampoco importó que gracias a el, el pueblo había crecido como nunca y todos los habitantes poseían uno de los mas altos niveles de calidad de vida de todo el imperio español. Nada de eso importó…

El plan había surtido efecto. Isabel lloraba desconsoladamente en los brazos de Claudio mientras este miraba como se llevaban al que algúna vez llamó amigo.

Entre gritos y llantos, Marcus maldijo su destino y juró que volvería a buscar a su amada y tomar venganza del culpable de su situación.

Claudio solo sonrió mientras que Marcus era detenido. Al fín tenía a Isabel en sus brazos y ahora nada ni nadie iba a poder separarlos.

BTHA: Parte 1

Claudio estaba caminando por la pradera.

Había escuchado un ruido entre la maleza y sabía que no se trataba de un roedor queriendo sustraer algúna hortaliza de la huerta. No, ese ruido era de pasos, de sigilosos pasos provenientes de un hombre.

Claudio era soldado del ejercito Español y estaba entrenado para eliminar a los intrusos que amenazaban su país.

Armado con su fusíl, siguió caminando, lentamente, siguiendo el rastro del usurpador hasta que lo encontró.

«¡ ALTO AHÍ !» Retumbó la voz de Claudio .

El movimiento del suelo cesó y un individuo se levantó con los brazos en alto. Llevaba un uniforme militar Ingles, aunque algo sucio.

«TIRA EL ARMA» ordenó.

El soldado Inglés obedeció sin resistencia y arrojó su pistola al pasto.

Claudio sonrió, pensó que tenía la situación bajo control cuando de repente sintió el acero en su espalda. Su sangre se había vuelto fria y le dió escalofrios en todo el cuerpo.

«TIRA EL ARMA» escuchó de una voz detras de el en un pesimo castellano.

Era un segundo soldado Inglés. Claudio había caido en su emboscada y no tenía escapatoria.

O sería asesinado en ese intante o peor aún, sería envíado a Inglaterra como un esclavo.

«KILL HIM» Escuchó decir del soldado que fue el señuelo.

Un ruido resonó en el aire. El disparo se había efectuado y el soldado había caído. Fue un disparo certero a la cabeza del enemigo. Apenas un segundo después el otro soldado se desplomó en el suelo mientras que la sangre se escapaba de su cuerpo. Ambos soldados Ingleses habían caído pero Claudio seguía estatico, no comprendía lo que acababa de suceder. Todo fue muy repentino.

Una mano apareció frente a sus ojos, era una mano que lo invitaba a tranquilizarse y a volver a la realidad.

Claudio la tomó y levantó la vista. Frente a el estaba un hombre Español. No, no solo un hombre. El era un soldado del ejercito Español, un compañero de armas.

«Vaya susto, ¿eh?» Dijo el salvador. «Estuve siguiendo a estos malnacidos y tu me has dado el momento perfecto para emboscar su emboscada».

Cluadio seguía inmovil y miraba fijamente a su compañero.

«Por cierto, me llamo Marcus».

«¿Marcus? No es un nombre muy Español si me preguntas» atestó Claudio ya reincorporado..

«Es latín, significa el protector y en este caso tu protector» Respondió Marcus soltando una carcajada que hizo reir tambien a su compañero de armas.

Marcus había salvado a su compatriota y desde ese entonces ambos se volvieron muy unidos.

Corría el año 1595 y la guerra Anglo-Española estaba en sus momentos criticos.

Claudio y Marcus fueron enviados a Londres en una operación secreta.

Su misión consitía en adentrarse en la casa de uno de los comandantes del ejercito enemigo y recuperar unos planos. Luego destruir toda la casa (y a todos en su interior).

La inteligencia militar Española descubrió que en la casa se escondían unos planos con unos prototipos de armas diseñadas por Da Vinci en el año 1510 y descubiertas por espías Británicos en 1593. Se creía que estas armas eran capaces de una gran destrucción que podían terminar con la guerra. El ejercito español las debía poseer.

Fue así que Claudio y Marcus partieron con su misión la cual realizaron exitosamente. Los planos fueron recuperados y la casa (junto con el comandante de armas y el resto de su familia) fue quemada.

Sin embargo, Marcus sintió piedad por la empleada de la familia Inglesa. En realidad había caido enamorado a primera vista de aquella joven y hermosa muchacha que contemplaba de rodillas y con lagrimas como la casa se quemaba.

Su nombre era Isabel y era Española, pero servía a Ingleses.

Ignorando las palabras de su amigo, Marcus la llevó consigo de vuelta a España y la invitó a quedarse en su casa a lo cual ella aceptó, aunque diciendo que por poco tiempo, hasta que encuentre otro lugar.

Pasaron los días y el amor de Marcus por Isabel se hizo mas fuerte. Ella, por su lado, le correspondió el amor y ambos lo disfrutaron en su plenitud durante algúnos años, pasado el fin de la guerra.

Pero aunque Marcus no lo sabía (y nunca se lo preguntó), Claudio se fué enamorando en secreto de Isabel. No solo de su belleza fisíca, sinó de su personalidad. Aunque no fue correspondido, su objetivo ahora era uno y solo uno. Tenerla. Tenerla aunque eso deba significar deshacerse de su mejor amigo.