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El arma de astato

Miles de millones cayeron ante las mortíferas armas de astato.
Pistolas y misiles, armas de corto y de largo alcance.
Del material más escaso en todo el universo estaban compuestas las armas de los invasores.
Ningún científico pudo explicar como podían tener semejantes armas, de donde habían conseguido tanto material y, principalmente, como hacían para mantener aquel elemento radiactivo con vida.
Algunas teorías eran que la armadura de los invasores, tanto de su gente como de su nave, lograba algún tipo de reacción extendiendo la vida del material amarillo. Otras decían que las armas eran en realidad micro aceleradores de partículas y que con eso conseguirían la creación del astato. Hubieron otras, ninguna explicaba realmente como podía ocurrir, pero se consideró la primer opción como la hipótesis más acertada ya que las armas dejaron de funcionar cuando la guerra se ganó. En pocos segundos, todo el astatomutó y se convirtió en un elemento menos radiactivo y más manejable para que pueda ser reunido y expulsado del planeta.

La guerra la ganamos, pero el mundo había desaparecido como lo conocíamos.
Los poderosos rayos dorados emitían una cantidad de calor semejante a una supernova y todo, aboslutamente todo, se evaporaba en su camino.
Ahora quedamos muy pocos humanos en el planeta y nuestra tarea es reconstruirlo.
Casi todos los sobrevivientes son extraños entre si y lloran a sus difuntos. Yo, por mi parte, no tenía familia y, al enterarme del cancer terminal que se alojaba en mi cuerpo, me alejé de mi pareja y de mis amigos. Sin embargo, ahora ellos habían desaparecido y yo había sido curado. Una fracción de un rayo de astato me alcanzó y eliminó toda célula cancerígena de mi cuerpo. Es curioso como resultaron las cosas. Con el cancer me terminé alejando de mis únicos conocidos y curado del cancer, ellos terminaron alejados de mi.

En grandes dimensiones, 999 de cada 1000 personas habían sido evaporizadas.
Las grandes ciudades y las capitales del mundo habían sido derruidas. Los pueblos del interior de cada país, perdonados al no ser de relevancia para los invasores.
Como puse anteriormente, la guerra se había ganado y gracias a las intercepciones de las comunicaciones de los bárbaros, supimos que no volvería a producirse orto ataque semejante.
El costo económico, político y social que había causado la derrota en el planeta de origen había sido demasiado grande, el «padre», una especie de Rey que controlaba aquel mundo, había sdo destronado y asesinado, algo que nunca antes había sucedido en sus millones de años de historia. Las guerras civiles, la muerte y el caos se adueño de aquel planeta el cual cayó sumergido en una crisis peor que la de la tierra.
En nuestro planeta, el remanente de la gente se unió para la reconstrucción. La solidaridad floreció, sacando nuestro verdadero yo. El dinero y las posesiones materiales ya no eran de vital importancia. El mundo quedó despoblado y los recursos y las cosas abundaban para todos. Las personas se unieron como nunca antes. Extraños ayudándose entre si, sin miedo al otro. Los instintos olvidados salieron a flote a diferencia del planeta hogar de los invasores, donde su civilización se caía a pasos agigantados. La desconfianza, el odio, el temor, la ira y el recelo, sentimientos nunca antes utilizados, estaban a la orden del día y eso provocó su destrucción.
Todo esto lo supimos gracias a los genios que decodificaron el código de una de las naves principales y ahora su «radio» es usada para nuestro beneficio, nuestra información. Todos los días las noticias de aquel planeta eran difundidas y, a medida de que su civilización se derrumbaba, la nuestra crecía.
Los edificios ya no eran necesarios y las tareas consistían en asegurarnos que no representasen ningún peligro. La tecnología, internet y los usos de nuestra otrora vida cotidiana se volvían obsoletos y solamente se entraba a la red para recibir las noticias del nuevo gobernante del mundo.
No lo aceptábamos, pero era necesario tener a alguien, a un «rey», que se encargue de mantenernos por el buen camino, aunque, si he de ser sincero, nosotros mismos nos encargamos de eso.
Al poco tiempo nos enteramos de que el planeta invasor había sufrido una damnación y las noticias  extranjeras cesaron. Nunca más volvimos a escuchar de ellos. Pero por lo que supimos, su civilización, antes de la codicia de querer conquistarnos, era una sociedad ejemplar, con confianza, respeto y paz. Algo parecido a lo que quiere hacer nuestro «rey».
Yo solamente espero que no terminemos igual que los otros…

El Apocalipsis tras bastidores

-Hoy, día siete del mes siete del año 7777 según mi calendario, según el calendario de dios. Año 5777 hebreo y año 2017 cristiano. Hoy la luna se vuelve roja por 666ava vez y hoy ha llegado el día más esperado por mi.

Toda la gente del mundo estaba espectante.  El angel caido había teñido el cielo de rojo y los terremotos y temblores habían comenzado al caer la noche.

-El número 7…le encuentro cierto misticismo a aquel número.  Dios creó al mundo en 7 días. ¡Por favor! Vosotros os tragais sus mentiras como un fámelico a un ternero asado. Que faciles sois. Siete iglesias, siete candelabros, siete sellos, siete trompetas. Mente débil, mente temerosa. Humanos ingenuos que han vivido eras sin comprender la verdad. Con poner un simple número y repetirlo y repetirlo lo consideran como algo sagrado. ¡Engaños! Engaños por doquier y yo les he controlado y engañado por milenios y centurias.  ¿Jesús diráis? Jesús los condenará a todos. Verá la deforestación y verá la contaminación. Comerá alimentos genéticamente modificados y sufrirá males. Se atemorizará ante el poder de las armas nucleares que yo mismo creé. Yo fui el 1ero, el 2ndo y ahora el Mabus.
Dios no existe. Dejó de existir al momento de crearnos. Se dividió y vive en nosotros. Vive en Jesús, en los ángeles y arcángeles. Vive en cada uno de ustedes. Vive en el padre, en el hijo y en el espiritu santo. Y sobre todo, vive en mi.
Dios no formó más parte de la existencia. Ya no tiene ni fuerza ni poder para gobernar ni mandar. Eso nos lo dejó a nosotros. YO. Si, yo he ayudado al hombre a crecer y convertirse en lo que es hoy. Su hijo predilecto, Adán, está muy lejos y no se entromete. ¿Abraham? Está liquidado y su espíritu desaparecido. ¿Alá? ¿Buda? ¿Zeus? ¿Ra? ¿Él? ¿Mardúk? ¿Anu? Todas invenciones mías. Toda la historia fue hecha bajo mi designio y hoy ha llegado el día de completar las revelaciones.

Otro hombre alado, un ángel, apareció en el cielo. Portaba consigo una trompeta que se dispuso a tocar.
Un hombre, en medio de la confusión, sacó un arma de su escondite y disparó contra el ángel que cayó al piso con la sangre brotando de su hombro.
Inmediatamente el hombre que disparó se prendió fuego de forma extraña, al igual que los que estaban a su alrededor. Sus cuerpos calcinados cayeron al sueño ante la desesperación del resto.
El hombre alado se repuso poco a poco. La sangre aún brotaba de su frágil cuerpo.
Las gotas rojas se evaporaban al tocar el suelo y en en ese lugar florecían mandrágoras. Al nacer la planta, unas 7000 personas perdían su hálito vital.

El ángel remontó vuelo y se posicionó al lado de su señor, temeroso de algún otro disparo. Finalmente suspiró y tocó la trompeta.
El agudo ruido producido abrió una grieta en el rojizo cielo y de este espacio blanco brillante emergió un cordero con deformidades en sus extremidades. El animal cayó suavemente al suelo en medio de la multitúd y comenzó a caminar sin rumbo. Sobre su lomo había enganchado un libro con siete sellos.

Minutos después, el ángel volvió a tocar la trompeta. La sangre aún emanaba de él y las mandrágoras continuaban apareciendo y consumiendo almas.
Con el segundo toque de trompeta una nueva grieta surgió en el cielo y una mesa cuadrada apareció junto con 24 sillas de madera adornadas con oro. Sobre ellas estaban sentados 24 ancianos vestidos de traje negro.
La mesa con las sillas permanecieron flotando en el aire hasta y minutos más tarde sus ocupantes se levantaron al mismo tiempo y hablaron al unísono:

-Salve al poderoso cordero. Salve al poderoso dios que ha creado al poderoso cordero.

Sus voces retumbaban a lo largo y ancho del planeta.

El diablo, al escucharlos, sonrió. Su plan estaba saliendo según lo previsto.

-Vean. Vean al poderoso cordero que abrirá los 7 sellos. ¡Véanlo!- Exclamó el demonio.

La gente miraba hacía todos lados, buscando al animal mitológico que comenzaría la destrucción del mundo y de su gente.

-Pero…¿DÓNDE ESTÁ? Maldición.

El diablo, visiblemente enojado, levantó a todos los presentes y los mantuvo flotando en el aire. Todos, salvo el mítico cordero y un grupo de 6 personas experimentaban el vuelo.
Una pequeña fogata iluminaba la noche y el extraño animal se encontraba dando vueltas en su interior. Las 6 personas estaban disfrutando de un banquete como nunca. La cara de satanás se puso pálida.

-¿SE COMIERON AL CORDERO DE LAS REVELACIONES?

El grupo se miró, no sabiendo que responder y finalmente levantaron todos la mirada, sonriendo al ángel caído y ofreciéndole una pierna cocida.
El señor de las moscas vomitó al ver la situación y de su desperdicio salieron 500 guerreros alados y fuertemente armados que acabaron con los hombres que provocaron tal profanación y con las familias de estos y con las familias de sus familias hasta un tercer tramo de relación.

Belcebú se detuvo a pensar como seguir. No creía que el cordero sufriría tal destino.
Ahora los cuatro jinetes continuarían atrapados y nada podría hacer para liberarlos.
El fin del mundo se le había escapado de las manos por culpa de unos hombres hambrientos.

-MALDICIÓN- Exclamó lleno de ira.

Concentrándose, logró crear cuatro imitaciones de los proféticos jinetes. Los llamó el hambre, la guerra, la muerte y la peste. La sonrisa retornó a su rostro.

-Sucumban ante su poder.

Lamentablemente para el ángel caído, la evolución de las armas iba más allá de su poder y las imitaciones cayeron fulminadas antes las -más pequeñas» armas del ejército.

Ahora estaba atrapado y los ejércitos del mundo estaban dispuestos a acabar con él. Sin importar que fuese un ser bíblico, había ya acabado con la vida de cientos de miles de personas desde su aparición hace apenas 10 horas.
Todos sus planes habían fracazado y la humanidad ya no sería diezmada para poder crear un nuevo mundo a su conveniencia.

-¡Malditos sean todos. Condeno sus almas para toda la eternidad!.

-CALLATE, ÁNGELITO DE PACOTILLA.

Los gritos descolocaron al ser alado que ya estaba más rojo que el cielo.
Las burlas y el murmullo hacia el ser alado estaban a la órden del día.

-No me queda otra opción. Les traeré a JESÚS.

Satán desapareció con una sonrisa en su rostro mientras que la gente vitoreaba.
Por fin verían a su salvador, al hijo de dios.

Minutos más tarde, el otro ángel volvió a tocar la trompeta y una nueva raja se abrió en el cielo. De esta, un hombre apareció. Se trataba de un hombre de unos 30 años, con barba negra y espesa, con la cabellera larga y enrulada de color marrón y vestido con una túnica blanca y sandalias.
Junto a él estaba el diablo. Ambos flotaban en el cielo.
La gente, al verlo, comenzó a gritar.

-JESÚS, JESÚS, JESÚS.

Aquel hombre, el hijo de dios, estaba confundido y no entendía lo que sucedía.
Se dio media vuelta y miró al hombre alado.

-Ba’al, ¿qué sucede aquí?

La gente se sorprendió al conocer el verdadero nombre del diablo.
El diablo lo miró, con una sonrisa en su rostro.

-Mirá, Jesús, en que estado está el mundo gracias a los humanos. Mirá la deforestación de los árboles, mira la contaminación de las aguas, mira las armas que han construido y mira el dolor de sus almas. Debe de caer sobre ellos el gran castigo. Velo con tus propios ojos y siéntelo con tu propio ser.

El ángel volvió a tocar la trompeta, la cuarta vez y una nueva raja apareció en el cielo. De esta emergió el libro con los siete sellos que llevaba el cordero.

Jesús recibió el libro en sus manos y se dirigió a la mesa de los sabios quienes afirmaron las palabras de Ba’al.
Luego miró al ángel quien volvió a levantar la trompeta. Se lo veía agitado, respirando fuerte.
Una nueva raja volvió a abrirse en el cielo y Jesús entró en ella, antes dejando el libro sagrado al cuidado de los sabios.

-SE LOS DIJE. AHORA JESÚS COMPROBARÁ MIS PALABRAS Y CAERÁ SOBRE USTEDES LA DAMNACIÓN. YA VERÁN, SOLAMENTE ESPEREN.

Los segundos pasaron, luego le siguieron los minutos y las horas.
El diablo se estaba impacientando y la gente ya comenzaba a reirse de él. Incluso el cansado ángel trompetista se rió de uno de los chistes provenientes de la población espectante.
Finalmente, luego de varias horas de espera, Jesús apareció. Su mirada era fría.

-Gente del mundo. Los dichos de Ba’al son ciertos…

Satanás rio con vehemencia. Esta era el fin.

-..merecen ser destruidos por lo que le hicieron al planeta. La raza humana debe recomenzar.

El diablo estaba a punto de estallar de la alegría.

-Sin embargo- Jesús hizo una pausa y la sonrisa del otro desapareció. -Sin embargo, merecen tener una oportunidad de ser escuchados. Por eso es que convoco a los 23 hombres más importantes entre los que habítan el mundo para que se sienten a mi lado en la mesa de los sabios.

Los viejos se levantaron de los asientos y desaparecieron ante el murmullo de la gente. Solo uno quedó, pero su figura se desvaneció ya que ese sabio no existía sino que ocupaba el lugar del hijo de dios.
Segundos más tarde, la mesa fue ocupada con 23 distintas personas y Jesús, quienes comenzaron a conversar lejos de los oídos de la gente en general.

-Han destrozado los bosques y han construido monumentos por doquier.- acusó.

La gente estaba temblorosa, pero respondían con soltura.

-Señor, ha pasado mucho tiempo y en el mundo hay miles de millones de personas más que en su tiempo. Esos monumentos son edificios y la gente vive allí. No hay lugar.

Jesús pensó en esas palabras.

-Ya veo…-dijo, intentando comprender la situación.

-Es mi error. Para mi fue un segundo. Morí en la cruz y debía de renacer a los 7 días, pero evidentemente renací dos mil años más tarde…me preguntó por qué será.

Jesús luego miró a Ba’al y comprendió que fue todo un plan de él.

-Ya comprendo todo- Le dijo a los líderes del mundo. -Quiero que me cuenten que pasó mientras que yo estuve dormido, apresado por mi hermano.

-Los líderes relataron la historia del mundo. Las guerras, las conquistas, la construcción y el ingenio. Lo bueno y lo malo. Y así hablaron durante horas hasta que finalmente Jesús se levantó de la mesa y se dirigió al mundo.

-He comprendido que fui engañado por quien creí que era mi hermano. Más ahora estoy despierto y comenzará un nuevo mundo para todos.

El hijo de dios levantó una mano y el ángel tocó su instrumento.
Una grieta en el cielo apareció y succionó al diablo mientras que este maldecía a Jesus.

-He de partir.- Anunció Jesús, provocando llanto entre la multitud. -Pero sepan que siempre estaré con ustedes.

Y el ángel volvió a tocar la trompeta. Esta era la séptima y última vez que se escucharía su sonido. Jesús ya se había ido, retornado al cielo para cumplir su papel de heredero de dios.
El ángel tocó y el tiempo regreso 24 horas atrás, antes de la aparición pública del ya desaparecido Ba’al. El diablo había desaparecido, Jesús finalmente se deshizo de él y la vida en la tierra continuaba gracias a unos simples hombres con hambre de cordero asado.

Exploración urbana catastrófica

La cueva se cerró hace casi medio siglo. Otrora completamente vigilada, al pasar los años, el coste de la seguridad iba en aumento y el personal fue reemplazado por una mera cámara de seguridad. El gobierno alemán así lo dispuso. La crisis por la que atravezaba era tan grande como la sufrida luego de la segunda guerra. La seguridad y estabilidad financiera que gozaban a principios del siglo se esfumó en un segundo. Su liquidez, su producto bruto interno, sus reservas, todo decayó. Esaban sorprendidos, inmersos en un mar de dudas y el dinero cambió de destinatarios rápidamente. Las ayudas sociales reemplazaron a los proyectos de investigación y el mantenimiento para el estado fue tanto, que varios controles de seguridad desaparecieron, entre los cuales había uno de mucha importancia, una cueva que no debía ser olvidada.
Una antigua mina de hierro cerrada en el siglo XVIII, que fue luego reabierta como depósito de material nuclear procedente de Ucrania, de una vieja central nuclear.
Contando, en un principio, con los más altos estándares de seguridad a nivel de almacenaje nuclear, la mina ocultaba decenas de tanques de uranio que debían ser tratados y «apagados» para luego ser almacenado de forma permanente. Su gran tamaño volvía a la cueva un sitio ideal para tales fines. Pero, con el correr de los años, el gobierno de Ucrania entró en crisis y dejó de pagar la cuota de almacenamiento.
Alemania lo secundó en el problema económico y después de tanto tiempo, se decidió que esos residuos eran ya inofensivos y ya no requerían tantos cuidados.

La tumba de los barriles llenos de combustible nuclear fue olvidada, al igual que su -secreta- historia. El contenido de la cueva era solo conocido por los altos cargos del gobierno, pero nunca era mencionado. Poco a poco fue pasando a un plano inferior hasta ser consumido de la historia.
Una cueva solitaria, sin cuidados, con el potencial de convertirse en un peligro para la humanidad se encontraba allí, a merced de casi cualquier cosa que atente contra ella.

Los hermanos Wolf eran aventureros. Crecidos en el seno de una familia de clase baja, los hermanos nunca recibieron los estudios necesarios para comprender los peligros de la vida.
Se dedicaban a entrar en sitios abandonados y luego relatar su experiencia.
Esto lo hacían por dos motivos, el primero era que, a diferencia de la mayoría de la población, se animaban a hacerlo y el segundo era por dinero.
Lugares de mitos y leyendas había por montones. La crisis provocó que muchos edificios, muchas casas, muchos comercios e incluso bancos, hopitales, cárceles y comisarías quedasen abandonados en todo el territorio nacional, en especial en los pueblos del interior.
Las leyendas creadas a traves de los años sobre cada uno de estos lugares eran perseguidas (y desmentidas) por los hermanos, hasta que se toparon con el «santo gríal» de sus exploraciones.
La historia de la cueva abandonada llegó a sus oídos y a los hermanos se le ofreció una gran cantidad de dinero por entrar y documentar su interior.
Para ese entonces la historia de aquel lugar era muy distinta a la realidad.
Una antigua mina de hierro que fue cerrada durante la crisis del hierro cientos de años atrás. Aunque otras versiones relataban como fue clausurada debido al derrumbe que sufrió, atrapando a miles de trabajadores dentro. La segunda era una versión más aceptada debido a que no se tienen registros de una crisis de hierro, ni siquiera hoy en día.

Por primera vez, los hermanos tuvieron temor de entrar. Aunque no eran muy brillantes, el tiempo los volvió precavidos y les gustaba estudiar la historia del sitio que visitarían. Lamentablemente para ellos (y para el resto de nosotros), no hubo historia en esta ocasión.
Dudaron en adentrarse pero el dinero se acumuló y era mucho. Con el botín podrían vivir cómodamente durante mucho tiempo. Finalmente aceptaron y tres días después, dio comienzo el fin del mundo.

La entrada estaba abandonada, tapiada con un cartel de advertencia y una cámara de vigilancia de adorno. Luego de retirar los tablones de madera, un fuerte olor invadió sus fosas nasales. Era un olor nunca antes sentido por ellos. Humedad, mezclada con cloro era lo que podían identificar. La nariz comenzó a arderles y no tuvieron más remedio que ponerse las máscaras de purificación de aire que llevaban en sus mochilas.
La oscuridad del lugar era pesada, sin embargo, ellos estaban bien equipados y llevaban consigo varias decenas de bengalas de distintos colores.
Se encendieron dos bengalas, una roja y una azul, para crear un mayor efecto de luz.
Al hacerse la luz, los hermanos se miraron, sorprendidos por la visual. Aquella no era na cueva normal, se trataba de una base militar. Atravezaron una gran puerta metálica abierta y entraron en una especie de hangar. El suelo y las paredes, todo tenía un revestimiento de metal. Dentro, todo lo que podían ver eran decenas de barriles cerrados, ordenados, dispuestos por todo el lugar.
Era un lugar lleno de calma y los hermanos se permitieron el lujo de bromear.
Quitaron las tapas de algunos de los barriles y vieron en su interior. El líquido contenido no les llamó la atención y continuaron su recorrido durante algunos minutos más, explorando el interior de las instalaciones. Finalmente, una hora después, emprendieron su retirada aunque antes uno de los hermanos volvió a observar el contenido de los barriles. Acercó su bengala roja para ver en su interior cuando algo lo asustó y la dejó caer.
Su hermano, haciéndose el gracioso le brindó un sobresalto al otro dejando caer la luz dentro del líquido.
El barril comenzó a temblar, asustando a los hermanos que salieron corriendo del lugar.
Luego explotó, precedido por otro ruido más. Los temblores provocados incrementaban su magnitud con cada explosión.
Los hermanos corrieron, sin decirle a nadie y sin saber que habían ocasionado el fin del mundo.

**********

Hubo un movimiento en el suelo y la tan temida «Pata de Elefante» se movió. Su centro líquido comenzó a burbujear, rompiendo la superficial capa sólida.
La temperatura del combustible aumentaba sin contról y dentro del sarcófago, todo comenzó a temblar. El monitoreo constante que velaba por la estructura fue invadido por una radiación extrema y las cámaras y robots de vigilancia, perdieron su utilidad. Rápidamente la corrosión destruyó casi todo esqueleto.
Las alarmas de radiación volvieron a activarse luego de décadas de aparente calma.
Creían que finalmente habían contenido el desastre, creían que el nuevo «super acero» frenaría la radiación. Creyeron muchas cosas y dieron por olvidadas otras.
El «super acero» o acero bajo cero, resultó realmente efectivo y el sarcófago permaneció intacto. Enfriar con Hidrógeno líquido al acero cementado, creó un cambio en el orden de las móleculas del Carbono, creando una unión «perfecta» a nivel celular entre sus átomos y los del hierro. Costoso pero eficiente.
Sin embargo, el problema no fue la estructura externa, sino el mismo soporte de la abominación que se encontraba en el interior. Las toneladas de combustible líquido sólidificado que formaba la «Pata de Elefante» estaba apoyado sobre un suelo debilitado por los años.
El temblor producido en la mina por los hermanos aventureros, rompió el delicado equilibrio del gigante que comenzó a derretir todo a su paso, mientras que descendía hacia el centro de la tierra. El suelo se movía a su paso y nada ni nadie podía detenerlo.
Los científicos se reunieron para buscar una solución, aunque simplemente se resignaron y anunciaron la terrible situación al mundo.

Nos dieron 10 semanas de vida antes de que el nucleo del a tierra se vea afectado y sufra un duro golpe. La presión que se produciría debastaría el planeta pocos días después. Se estimaba que el 99,99% de todos los seres vivos perecerían y los que sobrevivan, habitarían un mundo extraño, con huecos de kilómetros de diámetro y rios de tierra fundida. Por lo menos eso era lo que decían pero no podían asegurar nada.

De aquel anuncio pasaron dos meses y la tierra comenzó a temblar. El fin se acerca y se están lanzando varias cápsulas al espacio para que sea encontrada por vida inteligente y sepan nuestra historia.
Debo terminar esta nota ahora porque la última de las cápsulas que lanzará nuestro pais despegará en una hora y me deben de estar esperando para entregar mis papeles.
Aquellos que nos encuentren, sepan que no fuimos todos sino unos pocos los que arruinaron al planeta azul, al tercero desde el Sol. Al planeta lleno de vida, de amor, paz y unos pocos malnacidos que nos destruyeron a todos.

E.F.: Parte 3

Las lágrimas perduraron durante unos minutos más.

Por fin había caido en la situación de haberse quedado solo en el mundo. No solo eso, sinó que todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos para él.

El sol brillaba en lo alto cuando la última lágrima fue limpiada de su rostro. Las grises nubes habían sido completamente desplazadas por el viento y no luchaban por retornar.

Leo se puso de pie y dejando atrás a la escuela, emprendió un viaje a pie por las calles de la ciudad.

A su paso, el único ruido que lograba escuchar era el de la basura atrapada por el viento.

Todo rastro de vida humana ajena a él había desparecido.

Aunque, observando bien, tampoco podía ver a ningún ave volando el cielo, a ningún gato callejero caminando y a ningún perro perdido ladrando.

«¿Qué habrá pasado?» Se preguntó mientras que recorría las calles. Ahora estaba más calmado.

Muchos negocios tenían sus puertas abiertas, invitando a pasar a los invisibles clientes, aunque no haya nadie para recibirlos.

«¿Será una broma?». Volvió a preguntarse.

Rapidamente se respondió a sí mismo con un rotundo no.

Mientras que caminaba por las desiertas calles, notó una rara sensación en el cuerpo.

Había algo que no lo hacía sentir bien y le hacía respirar con dificultad.

Por un momento, Leo se preguntó si su mala sensación sobre aire tenía algo que ver con lo sucedido.

De pronto el aire escaseaba, no podía respirar.

Su vista se nublaba poco a poco mientras que pensaba que se iba a desmayar.

En su desesperación, entró al mercado cerca de él buscando agua. Atravesó las cajas y llegó a las heladeras, aunque no logró su objetivo y desmayado, cayó.

– o –

Leo se levantó. Estaba mareado y le costaba mucho pensar.

-¿Qué pasó?- Preguntó, sin obtener respuesta.

«Es cierto». Pensó. Estaba solo. Misteriosamente se había quedado solo en este mundo y no pudo contener el grito de desesperación.

-¡AAAH!- Gritó. Gritó con todas sus fuerzas.

Unos pasos se escucharon  a lo lejos y se apresuraron hacía él.

-Leo, ¿¡QUÉ PASA!?- Se escuchó una voz preguntar.

Una mujer estaba parada frente a él.

-¿…Claudia..?

E.F.: parte 2

Nadie.

Nadie más que él.

Hasta donde alcanzaba la vista estaba solo.

Ningún auto circulaba por la calle. Ningún niño jugaba en el jardín de su casa. Ningún vecino cortaba el cesped.

Jack, su vecino, tampoco se encontraba presente y esto le sorprendió por sobre todo.

Jack era un jubilado, jardinero retirado y pasaba casi todo el día en su patio frontal arreglando plantas y que no esté presente, simbolizaba que algo le había pasado. No solo a él, sino también a su antes perfecto jardín.

Leo volvió a entrar a su casa. Su preocupación era evidente.

Se digirió a la sala de estar donde estaba el único teléfono inalambrico de la casa.

Lo tomó y marcó el numero del móvil su mujer. Mientras que llamaba, una voz le indicó que la bateria estaba próxima a acabarse.

Leo miró la base y parecía todo normal.

«Por ahí lo dejaron mal conectado» Pensó.

El tono de espera continuaba al teléfono y su mujer no lo respondía. Su llamada no solamente no era respondida, sino que el contestador del móvil tampoco aparecía.

Al cabo de varios intentos sin respuesta, cortó el teléfono y salió nuevamente de su casa.

Esta vez, prestó más atención al panorama.

Las nubes grises y espesas ya estaban siendo barridas por el viento y el sol brillaba cada vez más fuerte en el cielo.

Cerrando la puerta con su llave, salió y se dirigió a su coche.

Encendió el motor y se puso en marcha. Iría a la escuela a buscar a su mujer y a su hija.

Nuevamente no había nadie más que él.

-Gracias a dios que llené el tanque. Dijo, aunque en realidad no podía recordar cuando lo hizo.

La aguja del medidor de combustible marcaba que el tanque estaba lleno, aunque su camioneta lo consumía más rapido que casi cualquier otro auto.

El camino a la escuela se volvió más complicado de lo que pensaba.

Autos cochados obstaculizaban el camino y arboles caídos le impedían el paso. Esto sumado a que los semafóros dejaron de funcionar repentinamente le complicaron el viaje hacia el colegio.

Más allá de eso, la ciudad parecía intacta, cómo si hubiese sido abandonada de repente.

Al cabo de algunos minutos, estacionó el auto.

Las puertas de la escuela estaban abiertas, invitandolo a entrar.

Leo entró, aunque temeroso, y buscó a alguien que le pueda indicar donde se encontraban su mujer y su hija.

-HOLA- Gritó.

-¿HAY ALGUIEN ALLÍ? ¿ALGUIEN ME ESCUCHA?.

La única respuesta que recibió fue el eco de sus palabras resonando por todo el lugar.

Recorrió un poco el lugar, ya más nervioso que antes.

Comenzó a correr, buscando aula tras aula señales de su familia, señales de cualquier persona.

Doblando en un pasillo, encontró la oficina del rector. Estaba cerrada con llave.

Golpeó la puerta con su mano cerrada. Golpeó una, dos, tres, cuatro veces, pero nadie le respondió.

Corrió por los pasillos, el nerviosismo y la desesperación invadieron su corazón.

-ALGUIEN QUE ME RESPONDA, POR FAVOR.

Nadie.

Nadie más que él.

Una lagrima se asomó en su ojo derecho. Quería salir de allí, el aire lo agobiaba.

Aún le quedaban aulas que buscar y pasillos que recorrer, pero sentía que iba a explotar y se dirigió a la puerta principal.

Saliendo del colegio, se desplomó sobre el seco cesped y comenzó a llorar.

Finalmente se había dado cuenta de que… ESTABA SÓLO EN LA CIUDAD.