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Demasiado largo

Crece y crece.
Hay veces que me sorprendo de lo largo que lo tengo.
Incluso, en aquellas oportunidades, hasta mi dama de turno se sorprendía.

-Mirá que hay veces que está tan largo que ya no parece ser el mismo. Y eso que ya te lo conozco desde hace tiempo -me dijo una vez.

Muchos hombres me envidian y desean tenerlo como el mío.
Sin embargo, por momentos se vuelve inmanejable.
Me han ofrecido utilizarlo en películas, pero me da verguenza mostrarlo.
Lo oculto de todas las formas que puedo y el momento más incómodo es cuando lo tengo así en la calle.
¡Dios mío! Cuanta verguenza paso en esos momentos. Evito todo contacto con la gente, aunque varias veces sentí me señalaban y se reían.

-No lo mires -le dijo una señora ofendida a un niño que, por la edad, parecía ser su nieto.

Lamentablemente ninguna dama me satisface y hace tiempo que descubrí las manos mágicas de un hombre. Él si que sabe como tratarlo y sentirlo trabajar es un festín a mis sentidos.
Cuando acaba su labor, todo vuelve a la normalidad para mi, aunque a él le molesta el residuo blanco que le dejo por todos lados. No es mi culpa, no puedo evitarlo.
Desde que me atiende, lo blanco que le dejo se multiplicó al punto de que parece que llegó la navidad. Esto no me pasaba con ninguna de mis damas de turno.
Lamento decirlo, pero como ese hombre, que posee uno similar al mío, no hay mejor opción para el trabajo.
Y encima de todo, me cobra menos que esas pretenciosas de uñas largas y labia berreta.
Con él vamos directo a los bifes, sin palabras que mediar más que un «Hola, ¿cómo estás?». Él sabe para que estoy allí y conoce como me gusta. ¿Mejor?  Imposible.

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez y me urge verlo. Estoy yendo a su encuentro, esta vez sin acuerdo previo. Voy de sorpresa porque ya no aguanto más y le pagaría lo que fuera por el inconveniente, él lo vale. Lo tengo muy crecido, tanto que siento que me va a explotar. Se me hace incómodo caminar y la gente se mosquea a mi paso. Entiendo que no les gusta que los toque, pero bueno, no puedo evitarlo, así de largo está.
Ya casi llego. Allí aguarda mi hombre favorito, dueño de esas increibles manos.
Ya llego, ya casi puedo sentir como comienza a trabajar sobre mi.
Está ya demasiado largo y verguenza me da caminar por la calle así.
Estoy a pocos pasos y ya puedo vislumbrar la entrada.

Pero ¿qué demonios?

«La peluquería se encuentra cerrada por vacaciones»

¡Maldición!

 

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Los doce pasos de la vida

A veces son más, a veces son menos. Depende mucho de nosotros y del mundo que nos rodea, pero en grandes líneas, doce son los pasos que debemos dar, doce pasos completos para estar seguros y poder seguir nuestro camino.

El primer paso es el más seguro, pero a la vez el más osado. Es el que decide cuando debemos comenzar. Cada situación es distinta y a veces debemos retroceder y volver al lugar seguro, a la zona de confort. Lo importante de este paso es darlo sin mayores miramientos, como si fuese algo rutinario. Es comprensible que dudemos, incluso que retrocedamos, pero hay que recordar que siempre hay que tirar pa’ adelante.

El segundo, al igual que el primero, suele carecer de dificultades. Se trata de un paso de apoyo al primero, para afianzar la desición de emprender la odisea. Dado este paso se recomienda no volver atrás a menos que la situación lo amerite. De ahora en más no te puedes distraer, porque la aventura ya ha comenzado.

El tercer paso se da mirando siempre hacia adelante. Este es el punto de no retorno. Pretender regresar a tu zona de confort desde este lugar se considera peligroso. La mirada siempre en alto, el paso firme. Nada puede distraerte. Es el punto de inflexión.
Puede considerarse como uno de los pasos más importantes por el hecho de que los posibles problemas son casi siempre visibles desde este punto. Es por esto que es muy importante mantener la cabeza en alto y atenta.

El cuarto paso trae consigo la primer dificultad. En su mayoría de veces de muy fácil evasión y en ciertos (pocos) casos, puede resultar un imposible y acabar en tragedia.
Apurar el paso suele ser efectivo en este tipo de circunstancias, incluso es lo más recomendable para salir ileso. La preocupación aumenta. Por ahora se mantiene en niveles bajos.

El quinto paso trae consigo la calma. Conocido como el ojo del huracán, estando en este sitio estás seguro, pero no puedes ni permanecer en él ni avanzar ni retroceder sin que el fuerte viento te atrape. La calma antes de la tormenta no brinda alivio, pero aprovéchalo para respirar. Darlo rápido o lento es indistinto, el resultado será igual.

El sexto paso trae consigo a la primer amenaza a nuestra integridad fisíca. En la mayoría de los casos, el primer problema que surge no es para nada inofensivo. Muchos caen en este paso, a mitad de camino del objetivo. Se recomienda apurar el paso, medida que es efectiva en la mayoría de los casos, pero siempre con conciencia del entorno. Los problemas acaban de comenzar.

El septímo paso se debe dar aún más rapido que el anterior. La amenaza de la sexta pisada ha cambiado de rumbo y te persigue. Su embestida es más velóz y el peligro crece exponencialmente. Apurar el paso sigue siendo la recomendación. Tu corazón estará con ganas de vacaciones, pero la travesía no ha llegado a su fin.

El octavo paso debe ser muy corto. Casi imperceptible. Frenar las revoluciones de la pisada anterior es imperoso. Bajar de la máxima de cien a la máxima de cuarenta es el punto clave. Si lo logramos, este paso provee paz y estabilidad y permite retomar el aire.

El noveno paso es el que conlleva esperanza. Durante este, el punto de llegada se hace visible y podemos soñar con volver a la tranquilidad. Hay que disfrutarlo, saborear el momento.

El decimo paso es caprichoso. El azar es el único que determina nuestro futuro y por eso es que es el más peligroso. Tener cuidado, mirar a todos lados, no desconcentrarse nunca. Nuestra vida está en juego si no somos concientes del entorno y de lo que nos rodea. Pero no es suficiente, debemos preveer situaciones futuras. La suerte y nuestra supervivencia decidirá todo. Desde este punto, los sucedido con anterioridad carece de importancia para adivinar el presente. Cuidado con este paso, pues es el más peligroso de todos y el que mostró cobrárse más víctimas. Rápido o lento, nosotros decidiremos.

El onceavo se da con la respiración contenida. Es el penúltimo escalón y eso trae esperanza, pero cuidado, pues los problemas de la décima pisada están latentes.
Apurarse como nunca antes es la recomendación. Vamos que ya terminamos.

El doceavo paso es el que nos otorga el aire perdido, es el paso que nos devuelve la seguridad y nos permite seguir nuestro camino. Todo ha sido superado. Por fin…

-Ese hijo de puta casi me atropella. ¿NO VES QUE TENGO EL SEMÁFORO EN VERDE? DESGRACIADO, INFELIZ.

-¡Carajo! Cada vez es más dificil cruzar la calle.

Sindicato de Pascua

-Si les digo que no, es no. Y eso es una orden.

El gran faraón Ramses estaba negado. No aceptaba recibir a los trabajadores Hebreos.
Algunos querían vacaciones, otros mejor paga, otros menos horas de trabajo pero ninguno era escuchado por el faraón.
Por las noches, los judíos se reunían y se preguntaban si alguno había tenido éxito en hablar con «el hijo de Ra», pero todos movían la cabeza de un lado al otro en señal de negatividad.

-Debemos hacer algo. Me perdí el nacimiento de mi hijo por sus malditas pirámides.
-A mi no me dejan tomar vacaciones.
-A mi me pagan menos que al resto porque soy más bajo.
-Te pagan menos porque eres un debilucho y lo que nosotros hacemos en una hora a ti te lleva todo un día- le respondió otro, más musculoso y gallardo.
-Dímelo a la cara -amenazó el anterior.

Y así comenzó una nueva pelea entre los esclavos que terminó, como siempre, en la nada misma al ser tarde en la noche y ninguno tener fuerzas.

-Calma, calma- intentó calmar Moises.

Siendo alto, fornido, de buena presencia, de buen habla y sobre todo muy bizarro, Moises era el más querido de los judíos tanto dentro de la comunidad como fuera.
Incluso el faraón lo tenía en estima al ser, por poco tiempo, su yerno.
Moises se había emparejado con la hija de Ramses y esto le hizo perder por un tiempo su condición de esclavo y formar parte de la corte real.
Finalmente el amor se terminó y el judío regreso a su trabajo en la construcción de las pirámides, aunque con un trato especial.

-Tengo una idea- atinó a decir su hermano, Aarón.

Aunque Moises poseía los atributos físicos, Aarón era de mente rápida y sus ideas habían resultado beneficiosas para el pueblo en el pasado.

-Muchos de nosotros deseamos las mismas cosas, como vacaciones, mejor paga, menos trabajo y mejores condiciones pero el faraón no nos recibe por separado porque atender a todos nosotros debe ser tortuoso, en especial a Iacób- dijo, mirando al más bajo de todos quien volvió a encabronarse. -¿Por qué no pedimos todas esas cosas para todos en lugar de algunas cosas para cada uno?

Todos lo miraron y le ignoraron.

-Pero si no nos recibe por un solo pedido, menos nos va a recibir si cada uno le presenta todas las otras cosas- respondió uno.

Aarón los miró, pensó que se había explicado.

-Pensé que me había explicado- dijo. -No digo que cada uno le pida todo sino que lo haga solamente uno de nosotros. Una sola persona en nombre y palabra de todos nosotros. Si nos ponemos todos de acuerdo, podemos elegir a nuestro rey, a nuestro faraón y que él hable por nosotros y por nuestras mujeres y niños. Si estamos juntos, Ramses no nos obligará a nada. O acepta las peticiones o no continuamos con el trabajo.

Hubo un silencio que se llenó de murmullos de dudas.

-¿Y quién nos representa?

-¿Acaso no es obvio? -respondió Aarón. -Mi querído hermano Moises es el elegido.

Los judíos aplaudieron. Nadie mejor que él para representarlos.

Moises aceptó con gusto, siempre creyó que estaba destinado para cosas importantes.

-¿Qué pedimos primero?- preguntó.

Se produjo una votación entre los presentes y el pedido ganaron fueron las vacaciones.

-Moises, tu eres el elegido. Quien nos liberará. eres el elegido para darnos nuestras merecidas vacaciones-le dijo su hermano.

Finalmente, con Moises a la cabeza, quedó conformado el primer sindicato de la historia, el sindicato de los trabajadores de la pascua y al día siguiente, comenzó su trabajo.

-FARAÓN- Gritó Moises. -Represento al sindicato de los trabajadores de las pirámides. Yo hablo por todo mi pueblo, el puedo elegido, enviado del único y verdadero dios. Ramses, deja salir a mi pueblo….de vacaciones.

Ramses no comprendía lo que sucedía. Una sola persona en representación de todos. Un faraón judío que tenía el control. Esto era algo nuevo para él.

-Deja salir a mi pueblo…de vacaciones- volvió a reclamar Moises. -Deja salir a mi pueblo.

-Jamás- finalmente respondió. -Ahora vuelvan a sus trabajos -ordenó.

Los trabajadores se miraron. Moises no había logrado nada y concurrieron al plan B, dejar de trabajar.

Al presenciar esto, el faraón comandó a sus soldados que comiencen con los azotes y al pueblo elegido no le quedó otra opción más que volver al trabajo.
Por la noche, volvieron a reunirse.

-Tu plan no sirvió de nada Aarón.
-Me duele todo por tu culpa.
-Maldito seas.

La gente lo estaba por linchar pero fue salvado por el elegido.

-Escúchenme -suplicó Moises. -Debemos mantenernos firmes si queremos prevalecer. Para ganarle a Ramses debemos jugar sucio como él, debemos utilizar la fuerza. Debemos contraatacar por las sombras.

Su hermano sonrió e interrumpió.

-Si, eso es. Debemos actuar bajo las sombras. Alguno de nosotros debemos morir de mentira para que no nos busquen. Yo me ofrezco como voluntario.

-¿Qué hacemos?-preguntó uno.

-Las plagas- respondió Aarón -las plagas que nos contaban nuestros padres, las que dios trajo bajo la antigua tierra. Los egipcios no las conocen. Debemos traerlas a la vida todas y cada una de ellas.

-¿Incluso la última? -preguntó Moises.

-En especial la última -le respondió su hermano.

La gente se miró y dudó. Tenían miedo a la reacción del faraón, pero no los podía culpar al ver que todos los que estaban con vida estaban trabajando.
Así fue acordado y tras cada una de las diez plagas, Moises, el elegido del pueblo judío, reclamaba la libertad diciendo que lo que sucedía era voluntad de dios.
Sin embargo, Ramses rechazó cada uno de los pedidos pero tampoco podía culparlos al no saber si esto lo ocasionaban ellos o simplemente se aprovechaban de situaciones.

Cumplidas nueve de las diez plagas, al pueblo elegido no le quedó otra opción que llevar a cabo la última, la más siniestra de todas.
La última plaga, la muerte de los primogénitos se había puesto en marcha. Era la última medida que el sindicato tenía, su última oportunidad para su libertad y por la noche muchos hijos de Egipto cayeron, inclusive el hijo del faraón que había sido atraído por una muy bella niña judía.

-Ustedes ganan- finalmente se rindió el faraón. -Pueden tomarse las vacaciones. Ahora váyanse, déjenme solo con mi hijo.

Finalmente el faraón cedió y el pueblo obtuvo sus merecidas vacaciones. Pero el único problema es duraron más de la cuenta y los hebreos jamás regresaron a Egipto. El éxodo había comenzado.

No será la «verdadera» historia de las pascuas judías, pero si una simpática historia sobre el primer sindicato creado, el sindicato de los trabajadores de las pirámides o más adelante conocido como el sindicato de los trabajadores de la pascua.

Amor tras amor

-Sos demasiado lindo para mi.

Fue lo último que dijo antes de irse. Lo peor es que habíamos venido con su auto y ahora yo me encontraba a la espera de un taxi para regresar a mi casa.
Admito que durante cierto tiempo creí que esto fue cierto y eso me ayudó a aumentar el ego.

Después de una relación, llega el periodo de duelo. Tiempo en el cual uno reflexiona sobre lo sucedido y espera a sanar las heridas.
Este tiempo es proporcional al tipo de relación vivida, a su duración y a su desenlace final.
Aunque además influye uno mismo y su capacidad para sanar, como si de un superpoder se tratara.
Pasado el tiempo de duelo, uno se reinserta en el mercado de citas y es en ese entonces que comienzan las situaciones extrañas. Sea el objetivo puramente sexual o el de formar una relación, en una primera cita puede suceder de todo y se pueden escuchar cosas impensadas. Cada uno es un mundo, cada persona posee su forma de ser y de actuar, pero algunas situaciones son demasiado complicadas para entender en un primer encuentro.
Mientras más tiempo se haya pasado en la relación anterior, mayor es el olvido a estos misterioros primeros encuentros.

Una vez sucedió que arreglé salir con una chica que por fotos era muy bella.
Lo de arreglé salir es una exageración, la realidad es que ella fue quien propuso la salida.
Como sea el caso, la pasé a buscar por la casa una calurosa tarde de sábado.
Estaba un poco nervioso, ella era muy bella y yo…bueno, yo era yo. Algo debo tener de atractivo, supongo.
Al llegar a su casa y tocar el timbre, abrió la puerta alguien que no parecía humano. Era un ángel, un ser digno del cielo cuya belleza irradiaba una cálida luz.
Tragué saliva al verla y me puse aún más nervioso.

-Caminemos- me dijo, sin siquiera saludar.

-Bueno- acepté, limpiándome la baba del labio.

No llegamos a dar ni diez pasos cuando me lo soltó.

-Tengo una regla- me dijo. -Vamos a caminar y a charlar durante dos calles y al final de la segunda calle, yo me iré a dar una vuelta. Si regreso es que me gustaste y quiero continuar con la salida.

Me quedé más que sorprendido. Si no quería salir conmigo me lo podía decir y no inventar estas cosas.

-¿Y yo que hago?- le pregunté.

-Te podés quedar y esperar cinco minutos a que yo regrese o te podés ir. No me voy a demorar ni un segundo más de ese tiempo y si cuando regrese no estás, lo entenderé.

No iba a discutir en una primera salida, más aún cuando me pareció una idea simpática y, después de todo, me dio curiosidad y quería continuar.
Acepté y comenzamos a caminar las dos calles de prueba. La charla era amena y ambos estábamos igualmente de locos.
Al poco tiempo llegamos al final del recorrido y antes de partir me mostró una pequeña libreta que llevaba consigo.

-Doscientos setenta y seis veces no regresé y 7 veces si lo hice. -me mostró su estadística.
-Podés llegar a ser el número 8 o el doscientos setenta y siete. Como sea, ya vuelvo.

Decidí esperarla. No solo me parecía interesante, otra forma de pensar, sino que tampoco tenía nada mejor que hacer.
Mientras esperaba, pensé en si había tenido otra primera cita tan rara como esta.

Recordé la vez que una chica me había pasado a buscar para ir a un restaurante ultra fino, como ella. Una chica de clase alta, elegante, sofisticada y sobre todo, forrada.
Casi casi que tuve que desempolvar el esmoquin.
Por mensajes era muy charlatana, habladora y simpática, pero desde que nos vimos que casi no hablaba y se pasó la cena mirándome.
Yo estaba ya medio cansado de comer con la pared y se ve que ella lo notó, porque no llegamos al postre cuando se levantó, le dejó un poco de dinero al mozo y se fue.

-Sos demasiado lindo para mi -se despidió

Fue lo último que dijo antes de irse. Lo peor es que habíamos venido con su auto y ahora yo me encontraba a la espera de un taxi para regresar a mi casa.
Admito que durante cierto tiempo creí que esto fue cierto y eso me ayudó a aumentar el ego.

Miré mi relój, habían pasado dos minutos desde que mi bello ángel partió y yo ya me empezaba a sentir como un tonto parado en la calle, sin siquiera poder sentarme.

Otra situación me vino a la mente, una vez en que iba todo sobre ruedas.
Nos vimos y la charla fluyó. Ella me gustaba y yo a ella también.
Fuimos a tomar unos tragos y las risas y besos estuvieron a la órden del día.
Al salir, fuimos a su casa y nos besamos en el zaguán. Ella puso su mano dentro de mi pantalón, por encima de la ropa interior, probablemente para agarrarme el culo, pero la sacó con asco al instante.
Su mano estaba totalmente negra.

-¿Qué mierda es esto?- me preguntó mientras que corría a lavarse las manos.

Me echó tan rápido de su casa que no me dio tiempo a explicarle que lo negro era un chocolate que tenía para regalarle, pero que olvidé que llevaba y se derritió, traspasando mi ropa.
Saqué el envoltorio del bolisllo y lo tiré a la basura. Luego regresé a mi casa chupándome los dedos, después de todo, era un chocolate costoso y muy sabroso.
Aún pienso en el impacto de esa situación en el cuchicheo femenino.

-Cuatro minutos- me dije. -Aún falta uno.

También recordé la historia de desgracias que me sucedió con una amiga de una amiga.

-Tu éres la desgracia en persona- me dijo, con tono de pitonisa.

Fuimos al cine y la película fue cancelada por un conflicto con los trabajadores.
Luego fuimos a comer y el mozo volcó el plato de pastas sobre el vestido de ella, arruinándolo completamente.
La acompañé a la casa y el taxi en el que viajábamos fue detenido por la policia. Pasamos un par de horas en la comisaria intentando explicar que éramos simples pasajeros.
Su ropa ya comenzaba a oler mal y cuando nos dejaron marchar, sin querer la empujé y su sucio vestido se enganchó con un clavito suelto, dejando su ropa interior al descubierto.

-Tu éres la desgracia en persona- me dijo mientras que se marchaba, sola, sin que quiera que la acompañe.

«Que triste primera cita» pensé mientras que comencé a reir hasta que algo me tocó el hombro.
Finalmente el ángel había regresado a mi lado y me estaba viendo reir.

-Bueno, sos el número 8, te felicito.-me dijo. -¿Quéres seguir?

Intenté besarla de la alegría, pero me apartó.
Aquel fue el primer obstáculo de una larga cita llena de pruebas y barreras, que continuaron durante varias salidas más.  Pruebas y barreras que superé y que ahora, casi once años después de aquel primer encuentro, veo que le hace a nuestra hija, Alma.

 

El Apocalipsis tras bastidores

-Hoy, día siete del mes siete del año 7777 según mi calendario, según el calendario de dios. Año 5777 hebreo y año 2017 cristiano. Hoy la luna se vuelve roja por 666ava vez y hoy ha llegado el día más esperado por mi.

Toda la gente del mundo estaba espectante.  El angel caido había teñido el cielo de rojo y los terremotos y temblores habían comenzado al caer la noche.

-El número 7…le encuentro cierto misticismo a aquel número.  Dios creó al mundo en 7 días. ¡Por favor! Vosotros os tragais sus mentiras como un fámelico a un ternero asado. Que faciles sois. Siete iglesias, siete candelabros, siete sellos, siete trompetas. Mente débil, mente temerosa. Humanos ingenuos que han vivido eras sin comprender la verdad. Con poner un simple número y repetirlo y repetirlo lo consideran como algo sagrado. ¡Engaños! Engaños por doquier y yo les he controlado y engañado por milenios y centurias.  ¿Jesús diráis? Jesús los condenará a todos. Verá la deforestación y verá la contaminación. Comerá alimentos genéticamente modificados y sufrirá males. Se atemorizará ante el poder de las armas nucleares que yo mismo creé. Yo fui el 1ero, el 2ndo y ahora el Mabus.
Dios no existe. Dejó de existir al momento de crearnos. Se dividió y vive en nosotros. Vive en Jesús, en los ángeles y arcángeles. Vive en cada uno de ustedes. Vive en el padre, en el hijo y en el espiritu santo. Y sobre todo, vive en mi.
Dios no formó más parte de la existencia. Ya no tiene ni fuerza ni poder para gobernar ni mandar. Eso nos lo dejó a nosotros. YO. Si, yo he ayudado al hombre a crecer y convertirse en lo que es hoy. Su hijo predilecto, Adán, está muy lejos y no se entromete. ¿Abraham? Está liquidado y su espíritu desaparecido. ¿Alá? ¿Buda? ¿Zeus? ¿Ra? ¿Él? ¿Mardúk? ¿Anu? Todas invenciones mías. Toda la historia fue hecha bajo mi designio y hoy ha llegado el día de completar las revelaciones.

Otro hombre alado, un ángel, apareció en el cielo. Portaba consigo una trompeta que se dispuso a tocar.
Un hombre, en medio de la confusión, sacó un arma de su escondite y disparó contra el ángel que cayó al piso con la sangre brotando de su hombro.
Inmediatamente el hombre que disparó se prendió fuego de forma extraña, al igual que los que estaban a su alrededor. Sus cuerpos calcinados cayeron al sueño ante la desesperación del resto.
El hombre alado se repuso poco a poco. La sangre aún brotaba de su frágil cuerpo.
Las gotas rojas se evaporaban al tocar el suelo y en en ese lugar florecían mandrágoras. Al nacer la planta, unas 7000 personas perdían su hálito vital.

El ángel remontó vuelo y se posicionó al lado de su señor, temeroso de algún otro disparo. Finalmente suspiró y tocó la trompeta.
El agudo ruido producido abrió una grieta en el rojizo cielo y de este espacio blanco brillante emergió un cordero con deformidades en sus extremidades. El animal cayó suavemente al suelo en medio de la multitúd y comenzó a caminar sin rumbo. Sobre su lomo había enganchado un libro con siete sellos.

Minutos después, el ángel volvió a tocar la trompeta. La sangre aún emanaba de él y las mandrágoras continuaban apareciendo y consumiendo almas.
Con el segundo toque de trompeta una nueva grieta surgió en el cielo y una mesa cuadrada apareció junto con 24 sillas de madera adornadas con oro. Sobre ellas estaban sentados 24 ancianos vestidos de traje negro.
La mesa con las sillas permanecieron flotando en el aire hasta y minutos más tarde sus ocupantes se levantaron al mismo tiempo y hablaron al unísono:

-Salve al poderoso cordero. Salve al poderoso dios que ha creado al poderoso cordero.

Sus voces retumbaban a lo largo y ancho del planeta.

El diablo, al escucharlos, sonrió. Su plan estaba saliendo según lo previsto.

-Vean. Vean al poderoso cordero que abrirá los 7 sellos. ¡Véanlo!- Exclamó el demonio.

La gente miraba hacía todos lados, buscando al animal mitológico que comenzaría la destrucción del mundo y de su gente.

-Pero…¿DÓNDE ESTÁ? Maldición.

El diablo, visiblemente enojado, levantó a todos los presentes y los mantuvo flotando en el aire. Todos, salvo el mítico cordero y un grupo de 6 personas experimentaban el vuelo.
Una pequeña fogata iluminaba la noche y el extraño animal se encontraba dando vueltas en su interior. Las 6 personas estaban disfrutando de un banquete como nunca. La cara de satanás se puso pálida.

-¿SE COMIERON AL CORDERO DE LAS REVELACIONES?

El grupo se miró, no sabiendo que responder y finalmente levantaron todos la mirada, sonriendo al ángel caído y ofreciéndole una pierna cocida.
El señor de las moscas vomitó al ver la situación y de su desperdicio salieron 500 guerreros alados y fuertemente armados que acabaron con los hombres que provocaron tal profanación y con las familias de estos y con las familias de sus familias hasta un tercer tramo de relación.

Belcebú se detuvo a pensar como seguir. No creía que el cordero sufriría tal destino.
Ahora los cuatro jinetes continuarían atrapados y nada podría hacer para liberarlos.
El fin del mundo se le había escapado de las manos por culpa de unos hombres hambrientos.

-MALDICIÓN- Exclamó lleno de ira.

Concentrándose, logró crear cuatro imitaciones de los proféticos jinetes. Los llamó el hambre, la guerra, la muerte y la peste. La sonrisa retornó a su rostro.

-Sucumban ante su poder.

Lamentablemente para el ángel caído, la evolución de las armas iba más allá de su poder y las imitaciones cayeron fulminadas antes las -más pequeñas» armas del ejército.

Ahora estaba atrapado y los ejércitos del mundo estaban dispuestos a acabar con él. Sin importar que fuese un ser bíblico, había ya acabado con la vida de cientos de miles de personas desde su aparición hace apenas 10 horas.
Todos sus planes habían fracazado y la humanidad ya no sería diezmada para poder crear un nuevo mundo a su conveniencia.

-¡Malditos sean todos. Condeno sus almas para toda la eternidad!.

-CALLATE, ÁNGELITO DE PACOTILLA.

Los gritos descolocaron al ser alado que ya estaba más rojo que el cielo.
Las burlas y el murmullo hacia el ser alado estaban a la órden del día.

-No me queda otra opción. Les traeré a JESÚS.

Satán desapareció con una sonrisa en su rostro mientras que la gente vitoreaba.
Por fin verían a su salvador, al hijo de dios.

Minutos más tarde, el otro ángel volvió a tocar la trompeta y una nueva raja se abrió en el cielo. De esta, un hombre apareció. Se trataba de un hombre de unos 30 años, con barba negra y espesa, con la cabellera larga y enrulada de color marrón y vestido con una túnica blanca y sandalias.
Junto a él estaba el diablo. Ambos flotaban en el cielo.
La gente, al verlo, comenzó a gritar.

-JESÚS, JESÚS, JESÚS.

Aquel hombre, el hijo de dios, estaba confundido y no entendía lo que sucedía.
Se dio media vuelta y miró al hombre alado.

-Ba’al, ¿qué sucede aquí?

La gente se sorprendió al conocer el verdadero nombre del diablo.
El diablo lo miró, con una sonrisa en su rostro.

-Mirá, Jesús, en que estado está el mundo gracias a los humanos. Mirá la deforestación de los árboles, mira la contaminación de las aguas, mira las armas que han construido y mira el dolor de sus almas. Debe de caer sobre ellos el gran castigo. Velo con tus propios ojos y siéntelo con tu propio ser.

El ángel volvió a tocar la trompeta, la cuarta vez y una nueva raja apareció en el cielo. De esta emergió el libro con los siete sellos que llevaba el cordero.

Jesús recibió el libro en sus manos y se dirigió a la mesa de los sabios quienes afirmaron las palabras de Ba’al.
Luego miró al ángel quien volvió a levantar la trompeta. Se lo veía agitado, respirando fuerte.
Una nueva raja volvió a abrirse en el cielo y Jesús entró en ella, antes dejando el libro sagrado al cuidado de los sabios.

-SE LOS DIJE. AHORA JESÚS COMPROBARÁ MIS PALABRAS Y CAERÁ SOBRE USTEDES LA DAMNACIÓN. YA VERÁN, SOLAMENTE ESPEREN.

Los segundos pasaron, luego le siguieron los minutos y las horas.
El diablo se estaba impacientando y la gente ya comenzaba a reirse de él. Incluso el cansado ángel trompetista se rió de uno de los chistes provenientes de la población espectante.
Finalmente, luego de varias horas de espera, Jesús apareció. Su mirada era fría.

-Gente del mundo. Los dichos de Ba’al son ciertos…

Satanás rio con vehemencia. Esta era el fin.

-..merecen ser destruidos por lo que le hicieron al planeta. La raza humana debe recomenzar.

El diablo estaba a punto de estallar de la alegría.

-Sin embargo- Jesús hizo una pausa y la sonrisa del otro desapareció. -Sin embargo, merecen tener una oportunidad de ser escuchados. Por eso es que convoco a los 23 hombres más importantes entre los que habítan el mundo para que se sienten a mi lado en la mesa de los sabios.

Los viejos se levantaron de los asientos y desaparecieron ante el murmullo de la gente. Solo uno quedó, pero su figura se desvaneció ya que ese sabio no existía sino que ocupaba el lugar del hijo de dios.
Segundos más tarde, la mesa fue ocupada con 23 distintas personas y Jesús, quienes comenzaron a conversar lejos de los oídos de la gente en general.

-Han destrozado los bosques y han construido monumentos por doquier.- acusó.

La gente estaba temblorosa, pero respondían con soltura.

-Señor, ha pasado mucho tiempo y en el mundo hay miles de millones de personas más que en su tiempo. Esos monumentos son edificios y la gente vive allí. No hay lugar.

Jesús pensó en esas palabras.

-Ya veo…-dijo, intentando comprender la situación.

-Es mi error. Para mi fue un segundo. Morí en la cruz y debía de renacer a los 7 días, pero evidentemente renací dos mil años más tarde…me preguntó por qué será.

Jesús luego miró a Ba’al y comprendió que fue todo un plan de él.

-Ya comprendo todo- Le dijo a los líderes del mundo. -Quiero que me cuenten que pasó mientras que yo estuve dormido, apresado por mi hermano.

-Los líderes relataron la historia del mundo. Las guerras, las conquistas, la construcción y el ingenio. Lo bueno y lo malo. Y así hablaron durante horas hasta que finalmente Jesús se levantó de la mesa y se dirigió al mundo.

-He comprendido que fui engañado por quien creí que era mi hermano. Más ahora estoy despierto y comenzará un nuevo mundo para todos.

El hijo de dios levantó una mano y el ángel tocó su instrumento.
Una grieta en el cielo apareció y succionó al diablo mientras que este maldecía a Jesus.

-He de partir.- Anunció Jesús, provocando llanto entre la multitud. -Pero sepan que siempre estaré con ustedes.

Y el ángel volvió a tocar la trompeta. Esta era la séptima y última vez que se escucharía su sonido. Jesús ya se había ido, retornado al cielo para cumplir su papel de heredero de dios.
El ángel tocó y el tiempo regreso 24 horas atrás, antes de la aparición pública del ya desaparecido Ba’al. El diablo había desaparecido, Jesús finalmente se deshizo de él y la vida en la tierra continuaba gracias a unos simples hombres con hambre de cordero asado.

La historia de amor y humor con el título más largo que se haya podido inventar al no saber que título corto ponerle y dejarle simplemente este tan largo nombre que representa el drama oculto al no poder pensar un buen título

Una historia de amor un poco complicada, aunque con un final bastante placentero.

Se conocieron durante el «verano infame».  Aquellos días, la temperatura alcanzó niveles históricos en la ciudad y muchas personas desobedecieron las estrictas leyes de espacios públicos, refrescándose en fuentes y lagos.  La policia, no solo no lo impidió sino que en varias oportunidades se sumó a los infractores en busca de alivio, dejando sus puestos descubiertos. A fin de cuentas, hacía demasiado calor como para delinquir.
A casua de esto, se lo denominó como «verano infame». Fueron varios días en que la gente se desesperaba por algo de frio, un gota de aire.
Lógicamente, los cortes de luz eran constantes. No solo el calor impedía el correcto funcionamiento de las plantas eléctricas, sino que la demana era tanta que provocaba que todo el sistema sobrecalentase.
Para solucionarlo, se dictaminaron cortes secuenciales en los distintos distritos de la ciudad y se cerraron los centros comerciales, los cines y todos los grandes consumidores de energía eléctrica hasta que el calor pasara.
Algunos científicos atribuían el calor a una súbita aparición de magma desde el centro de la tierra, que se posicionó muy cerca de los cimientos de la ciudad, de las napas y de las cloacas, provocando grandes estragos en las mismas. Otros que eran a causa de una actividad anormal del sol. En eso no se ponian de acuerdo, pero, por suerte, todos dijeron que el calor bajará con el paso de los días y de las semanas.

La gente caminaba por las calles con la menor cantidad de ropa que les era posible llevar sin llegar a ser considerado vulgar.
Los hombres menos púdorosos andaban con el torso desnudo, ojotas y bermudas. Las mujeres, en cambio, con pollera y musculosa, aunque varias más atrevidas salian con un short y con la parte superior de la bikini.
El sol «pegaba» tan fuerte que todos estaban con un bronceado dorado en sus pieles.
Por otro lado, los ancianos y los niños eran los que más sufrían, aunque los dejaremos de lado porque esta es una historia de amor y de humor.

Luciano estaba transpirando. Su sobrepeso le hacía tolerar aún menos el calor sofocante y la transpiración se hacía presente entre los numerosos pliegues de su piel y para aguantar el calor pensó en ir a la playa, que era uno de los pocos lugares en donde no se avergonzaba de su cuerpo. Sin embargo, el conocía un lugar oculto para el resto, donde nadie le molestaría.
Estaba solo, sentado en las orillas del pequeño lago que atravesaba la ciudad, en un sector donde el gobierno había creado una playa artificial.
Para crear sombra, poseía una sombrilla que colocó sin miedo a que sea llevada por el inexistente viento y se tumbó en su seno.
Estaba tranquilo, mirando el agua a traves del oscuro tono de sus anteojos de sol.
No muy lejos de allí, un grupo de 3 chicas jugaban al volley. Luciano, intentando ser educado, intentaba no mirarlas, aunque los ojos se movían solos de vez en cuando.
Para resistir la tentación, se recostó, apoyando las manos en su gran barriga y se quedó allí, estático, mirando a la nada misma y cerrando la mente.

Carla, Romina y Tamara estaban jugando al volley. Saltando y riéndo, parecía que la estaban pasando bien. El lugar que habían elegido de la playa era poco concurrido, sin embargo, la presencia de las tres bellas mujeres atraían a más de un depredador. Aunque todos eran rechazados, las amigas seguían atrayendo visitantes y poco a poco la playa fue siendo cubierta en su pequeña extensión.
Al llegar el mediodía, momento en que el sol era más fuerte, la arena comenzó a quemarles los pies y las tres chicas se despidieron. Carla y Romina caminaban plácidamente mientras que salían de la playa y eran acompañadas por varios hombres en busca de una oportunidad, pero Tamara tenía un gran problema y era que no podía encontrar sus ojotas. Las buscó durante los pocos minutos que sus pies aguantaban el quemor de la arena, pero sin suerte y comenzó a correr. El asfalto de la ciudad estaría aún más caliente y en la playa no había rastro de sombra salvo el de una sombrilla.
Tamara corrió y se tiró debajo de la sombra, llenando a Luciano de arena.

-Perdón-Le dijo. -No te vi.

Acto seguido, le ayudó limpiarse provocando en Luciano una gran erección. Al verla, ella rió.

-Perdón, otra vez- Dijo. -¿Te ayudo?- Le dijo, guiñándole un ojo.

Tamara no solo tenía un cuerpo fenomenal y una sonrisa hipnótica, sino que emanaba buena energía y así lo sintió el miembro de Luciano, quien era casi todo lo contrario a ella. No era tímido, pero no cuidaba de su cuerpo como aquella mujer y sobre todo, tenía una actitud seria que emanaba tantas vibras negativas como se podía.

-Perdí mis ojotas y vine corriendo en busca de sombra. Mis pies se quemaban.

Luciano dudaba de la historia, aunque dudaba más de que ella había elegido voluntariamente acercarse a él, así que le creyó, esperando que no sea un plan para quitarle la sombrilla.

-¿Cómo están tus pies?- Le preguntó, sentándose.

-Calientes-respondió ella -como tu amigo.

Tamara rió. Su intento de provocar una sonrisa en Luciano fue tomado por el otro como una burla.

-Era un chiste- Dijo. -Me llamo Tamara.

-Luciano- respondió, quitándose los anteojos.

-Que lindos ojos, Luciano.

-¿Qué quieres?- Respondió él, no sabiendo por qué no podía ser más amigable y simpático en lugar de serio y altanero.

-Quiero que baje el sol y que mis pies puedan caminar sin quemarse, pero hasta que eso pase, quiero mantener una charla simpática con vos.

-Ahh.

Luciano se lamentaba internamente de su penosa conversación. En su cabeza solo podía imaginarla desnuda.

-Estoy casada-Le dijo, provocando una revolución en su compañero de sombra.

-¿A qué viene eso?

-A que me estás desnudando en tu cabeza.

Luciano pensó que era adivina.

-No soy adivina.

-¿Cómo lo supiste?

-Facil. No me miras a los ojos y no mantienes la conversación, entonces o me estás imaginando desnuda o eres autista y no creo que seas lo segundo.

-Ja ja ja. Tienes razón.

Luciano se soltó. Al estar el sexo fuera de la discusión, pudo comenzar a hablar.

-¿Entrás?

-No mucho- respondió ella, con una sonrisa.

Luciano acaparaba casi toda la sombra a causa de su tamaño y como pudo, acomodó los «rollos» de la panza para hacerle lugar a su compañera.

-Que amable- Le dijo en tono burlón.

-Así soy. Todo un caballero con las damas.

-En especial aquel que se paró para recibirme.

-Ya no quedan hombres así, ¿no?

-Ninguno.

-Salvo tu esposo.

-¿Cual esposo?- preguntó ella, guiñándole un ojo.

Luciano estaba perdido, no sabía si le estaba diciendo la verdad y si estaba casada o no, pero no le importaba. Estaba disfrutando de la conversación.

-Tienes un anillo. -Le respondió, indicando el pequeño aro dorado ubicado en el dedo de la mujer.

-Si, lo tengo. Pero es para evitar a los «conquistadores». No te imagínas lo práctico que resultó.

-Yo también llevo uno.

Luciano se dio vuelta como pudo y le enseño el reluciente anillo, muy parecido al que llevaba su compañera.

-¿Estás casado?

-Lo estoy.

-¿Y qué piensa tu esposa sobre tú mini vos?

-No sé. ¿Querés preguntarle?

-No. Quiero poner el sexo sobre la mesa o sobre la arena.

Sin palabras mediante y sin posibilidad de reaccionar, aunque él no lo haría, buscaron un lugar apartado y se acostaron. Pocos minutos despues, ambos se encontraban agotados, aunque él más que ella.

-Deberías adelgazar un poco si querés que continuemos haciendo esto. Pero primero, tenés que separarte.

Luciano pensó por un momento y luego sonrió.

-Listo.

-¿Cómo listo?

-No más esposa.

-No entiendo. ¿Le vas a decir ahora?

-No. Nunca la tuve.

Luciano se rió ante la atonada cara de Tamara, quien había comprendido la situación.

-¿Para qué usas el anillo?- Preguntó, molesta.

-Para atraer a las «conquistadoras». No te imagínas lo práctico que resultó.

Ambos se echaron a reir mientras que caminaban de la mano bajo el caliente sol de la tarde.
Quién sabe como terminará esta historia que comenzó con mucho humor.
En realidad, yo si lo sé, pero es mejor dejar el suspenso de la corta relación de Tamara y Luciano.
¿Acaso dije corta? Bueno, creo que me delaté.

Adán: Un padre que no fue

Adán recorrió el enorme cuerpo sin vida de su rival. Aún no entendía como semejante monstruo cayó de bruces por un simple disparo de su cervatana.
Al derrotar al gigante, el pecho se le infló tanto que ya sentía que podía enfrentarse a todo lo que su creador le tirase. Por primera vez fue conciente de su gran ingenio y del terrible arma que eso significaba.

-No hay nada que no pueda lograr- Exclamó con pleno orgullo.

Mientras tanto, Dios ocupaba su tiempo inmortal en el cuidado -a distancia- de Caín, el primer ser humano creado y nacido en la tierra.

-Aquel niño será semejante a mi, semejante a tú Dios- Le dijo a Eva en una de las infrecuentes visitas al bebé.

Eva solo asentía feliz de que su hijo, su fruto, su nueva sensación, crecería y sería semejante a su creador. La experiencia de haber dado a luz y de criar a un niño era basta y llena de emociones. Sin embargo, la ausencia de Adán le provocaba un sentimiento nada agradable en su seno.

-Por favor, traemelo de vuelta.- Imploraba la mujer.

-Todo a su tiempo, mi preciosa. Ten paciencia y confía en mi.

Los días, las semanas, los meses y los años transcurrieron rápidamente para uno y léntamente para otra.
Mientras que Eva dedicaba sus días al cuidado de su hijo, Adán exploraba aquel mundo abierto para él.
El paso del tiempo lo había convertido en un feroz guerrero. La caza y la supervivencia le costaba poco esfuerzo y se sentía casi omnipotente.
Pero Adán no sabía que aún tenía una dificil prueba que superar.
Dios, su creador, se enfrentaría a él. Eva sufría una aguda angustia que repercutía en su hijo y le enfermó. Si Adán no regresaba, Caín no sobreviviría y eso no lo podía permitir.

Caminando por el bosque, escuchó un ruido ensordecedor. Era algo que nunca antes había escuchado.

-Debe ser un nuevo animal.

Su pies, protegidos con cuero de vaca, se movieron con ligereza y pronto encontraron la fuente del ruido. Se trataba de una cascada, pero no como las que tenía en el Edén, sino infinitamente más grande y temerosa. Ésta, desenbocaba en un rio tan extenso como la misma visión.

-¿Será este el rio del fin de la creación?- Se preguntó.

La adrenalina le llenó el corazón. Deseaba con amplias ganas, conocer el fin de la creación, el fin de todo lo que Dios creó. Sin embargo, necesitaba una embarcación que sea sumamente resistente.
Abajo, en la playa donde desembocaba la cascada, pudo ver a un gigante como acomodaba alimentos dentro de un gran barco.

-Es perfecto- Se dijo, mientras trazaba un plan.

La embarcación se veía sumamente resistente y seguramente aquel gigante era un constructor y no un guerrero. No debía matarlo, sino convencerlo de viajar juntos.
Durante su viaje, se topó con todo tipo de gigantes, los temibles guerreros, los amables cocineros y los despreocupados agricultores, pero era la primera vez que se encontraba con un constructor.
Debía de buscar la forma de llegar a un acuerdo y para eso, debía obsequiarle una creación tan impresionante como aquel navío. Debía de pensar algo antes de que el barco zarpe.
La mente de Adán pensaba mientras que buscaba como descender de la cascada y llegar a la playa, mientras que el cuerpo de Eva se deterioraba, al igual de el de su hijo.
Por primera vez, Dios estaba preocupado.

Adán: El gran guerrero

Con brazos y piernas del tamaño de árboles y un torso tan grande como la vista podía cubrir desde la posición en la que Adán se encontraba, el coloso era un adversario aparentemente imposible de vencer.
Un solo golpe podía acabar con la vida del primer hombre creado por Dios, sin embargo, el arma más letal del gigante era su aliento fétido, una horrible fragancia profunda que ahoga los sentidos y nubla la visión.

-¡Debes comer más hojas de menta y melissa!- Gritó Adán, cubriéndose el naso con un remiendo de tela que llevaba.

Luego, extrajo otro trozo de tela, que cubría las hojas del calor del sol y se las ofreció al coloso.
El gigante exámino la oferta del pequeño hombre y la aceptó.
Adán sonreía mientras que su adversario se tambaleaba. Las hojas habían sido mezcladas junto a otras hojas dañinas. Aunque peligrosas para el hombre, en el gigante tuvieron muy poco efecto, provocándole un pequeño vómito e incrementando su ira.
Adán recibió una fuerte porra que le sacudió todo su ser y le dejó al borde del desmayo.
Con sus pocas fuerzas, logró sacar otro tipo de hojas de n nuevo trozo de tela y las comió rápidamente. Como por arte de magia, el hombre se recompuso rápidamente. Dolor ya no sentía, pero el mareo de su cabeza se hacía importante.
Debía acabar con el gigante mientras posea concentración, de lo contrario, en pocos minutos se perdería en la infinidad de sus pensamientos y quedaría a merced del enorme ser.

El coloso, por su parte, miraba extrañado como el hombrecito corría de un lado a otro, sin entender que es lo que hacía.
Finalmente lo comprendió. Una improvisada cerbatana apuntaba a su frente. Adán había logrado crear unos dardos con una poderosa mezcla de las hojas curativas y las hojas tóxicas.
Aquella mezcla la usaba para cazar a los animales más feroces y ahora había aumentado la dosis al máximo que podía disparar.
El gigante comprendió la situación y golpeó al hombre, quien resistió de pie a pesar de habérsele roto varios huesos.

La batalla fue dura, aunque Adán contaba con una gran ventaja que desconocía.
El gigante estaba condenado a la derrota y así lo había vaticinado su creador.

«No deberás quitarle la vida. Pelea con él sin herirlo profundamente. Rompe su voluntad de explorar el mundo y quítale toda esperanza de pasar. Hazlo regresar a los brazos de Eva estando de pie para recibir a su primer hijo. No permitas que te lastime y si lo hace no deberás preocuparte porque yo te curaré. Su voluntad es muy grande y no podrás quebrarla fácilmente. Sin embargo, inténtalo sin matarle y si lo logras, te recompensaré largamente.
Quiebra su voluntad más no sus huesos.»

El gigante recordó las palabras de Dios con temor. No podría matar al pequeño hombre y tampoco lastimarlo en demasía. Estaba en una gran desventaja y a causa de eso, su derrota era inminente.

El arma funcionó y el coloso emitió un gran aullido de dolor mientras caía sobre sus rodillas.

«Una vida por otra» Pensó Dios, dolido.

Sabía que esto sucedería. Sabía que necesitaba que la chispa de vida del gigante se traslade al hijo de Eva. Todo era parte de su plan, pero aún así se entristecía.

El coloso terminó por caer. El enorme corazón dejó de latir y la sangre ya no fluyó por las grandes venas y arterias. Una vida había desaparecido mientras que otra había nacido.
El último latido del coloso fue precedido por el primer latido del hijo de la pareja de humanos.
La sangre que dejó de fluir por las enormes venas y arterias ahora fluía en los ínfimos capilares del infante.

Adán había salido victorioso y ahora caminaba sin rumbo. Dios estaba ocupado con el recién nacido, un bebé, algo nuevo para él y sus conocimientos y destinaría gran parte de su tiempo a su cuidado. El hombre, por primera vez,  ya no estaba bajo el manto de la protección divina y los peligros del nuevo mundo serían más y más peligrosos.
Eva temió por la vida del padre de su hijo, sabiendo que ya no contaría con la ayuda de su creador.

El show de los estereotipos (1er elegido)

-Joder, siempre lo mismo con ese tío.

-Es un cabronaso, güey.

-Que se pire.

El español y el mejicano miraban atónitos como el argentino conquistaba a la pareja del italiano.

La muchacha, atraida por los encantos del europeo, permanecía a su lado, hasta que fue vista por el sudamericano quien quedó «flechado» y le dejó  pensando en que ella merecía alguien mejor, a alguien como él.
Mientras que la reciente pareja se encontraba charlando, apareció el tercero en discordia quien fue -irónicamente- gratamente recibido por su amigo. La conversación entre los tres fluyó naturalmente, sin embargo, algo tenía el nuevo, un cierto ego que le brindaba una gran seguridad que poco a poco fue conquistando a la bella mujer hasta que finalmente cambió de pareja.
Lejos quedaron las épocas del gran imperio romano, conquistador de medio mundo, donde esta batalla no hubiera sido perdida. Luego vino un último intento por parte del europeo para recuperarla, pero fue en balde, la mujer había sido seducida.

-¿Por qué no te enojas con él?- Preguntó el español.

-No sé- respondió el italiano.

A pesar de ser una situación repetida, el italiano no solo no se enojaba con su amigo, sino que aún mantenian una excelente relación y es que sabía que había algo en el sudamericano, algo más allá de su ego que le hace ser especial.

-Vamos, cabrón- Dijo el mejicano. -Luego de su ego hay más ego y debajo del ego hay más y más ego.

El español echó a reir.

-Es verdad- Dijo. -El sudaca es así, se cree educado como nosotros pero es solo un indio teñido de piel.

Con la mirada hacía el suelo, el italiano ofreció invitarles la comida a sus amigos, quienes siempre aceptaban la invitación. Por supuesto que la elección era pizza, pero no de cualquier lugar, sino de su propia pizzería.
Los tres amigos se pusieron en marcha, hablando de varios temas, pero principalmente del comportamiento de su amigo faltante.

-Al queso le falta un buen chile- Dijo el mejicano, mientras deboraba la primer porción sacada del horno.

El restaurante era sencillo y con estilo familiar. Pocas y separadas mesas, daban tranquilidad a sus clientes mientras que la tenue luz brindaba una atmósfera romántica.
Sin embargo, el lugar era frecuentemente visitado por la mafia local, el pequeño brazo del crimen organizado de la ciudad. Originados del sur de Italia, estas personas buscaban únicamente el rédito de los pequeños establecimientos a cambio de una protección de ellos.
No obstante, el restaurante permanecía intocable, hasta el punto en que pagaban sus consumiciones y dejaban gratas propinas, a diferencia de los amigos del hijo del dueño, quienes únicamente comían, comían y comían, aprovechando el «descuento» de su colega.

Un rato despúes, apareció el amigo faltante y comenzó a presumir de su conquista.

-No solo tengo su número, sino que hoy a la noche iré a su casa.

El español volvió a molestarse.

-Joder, tío. ¿es que acaso no te importó que estaba con tu amigo?

-¿Qué querés decir?- Respondió el argentino.

-Le robaste la pareja. Tú sabías que no estaba contigo, que estaba con tu amigo, pero lo mandaste a tomar por culo.

-Es cierto. Eres un cabronaso- añadió el mejicano.

El argentino se quedó pensando por un instante para luego dirigirse al tricolor.

-¿Era tu novia?

El italiano lo miró, creyendo entender la mirada de arrepentimiento del sudamericano y finalmente respondió negando con la cabeza.

-¿Vieron?- dijo satisfecho. -No hay problema. Bueno, me voy. Mañana les contaré.

Dicho esto, los amigos aprovecharon para saludarse y despedirse.
Este es el show de los estereotipos, donde uno se comporta de acuerdo a la imagen que tenemos de él, a lo que se proyecta de él, en lugar de a comos somos realmente.

Perdido

-ASCENSOR.

Por algún motivo, creyó que el elevador mecánico le escucharía y acudiría a su llamada.
Sin embargo, esto no era más que una alerta a quien estuviese acaparando su uso un tiempo mayor al normal.

-ASCENSOR

Pasaron dos minutos desde el último grito y la maquinaria seguía sin aparecer.
La desesperación comienza a reinar.

«No voy a llegar» Pensaba.

El tiempo de espera para bajar no estaba contemplado ya que, casi siempre, no superaba el minuto. Pero ahora, habiendo pasado casí 8 veces ese tiempo, los nervios le invadían.
La escalera estaba en reparación y su camino estaba interrumpido hasta que los arreglos finalicen. Estaba atrapado, rezando porque no lo echen del trabajo.
Había salido con el tiempo justo y si continuaba esperando, el bus se iría y con él, la asistencia al trabajo.
Ya podía imaginar a su jefe, enfurecido, escupiendo fuego por la boca, cual dragón legendario.
Un temible oculto bajo el disfraz de un simple trovador.

-¿Qué será de mí?- Dijo después de volver a reclamar el uso del elevador.

«No se escuchan movimentos. ¿Qué habrá pasado?»

Su cabeza comenzaba a fantasear con miles de historias.

El ascensor estaba detenido en la planta baja. Un enorme monstruo, de varias toneladas de peso, impedía que el motor pueda elevar la cabina para recogerlo en el cuarto piso donde se encontraba. Debía de estar preparado y protegido.
Debió colocarse la armadura con rapidéz y preparar la espada a semi desenvainar, lista para dar un ataque fugaz y efectivo. Pero, ¿y si su piel era gruesa como el acero?. Debía de tener un plan alternativo. Con las escaleras clausuradas, escapar era imposible.
El arco no serviría a tan corta distancia, lo mismo que el acha. Debía de estar preparado para el combate cuerpo a cuerpo, a lo sumo con la ayuda de una daga, como la que llevaba en su pantorrilla. Sin embargo, sus posibilidades de victoria en un enfrentamiento a puños eran nulas.

Pero, pensándolo mejor, un monstruo de varias toneladas no cabría en primera instancia en la cabina del elevador, entonces, lo que lo detenía seguramente era algo sobrenatural.
Seguramente el fondo había reemplazado por un portal a otra dimensión.
Cuando la puerta se habra frente a él, debería estar preparado para rechazar la fuerte succión que lo pretenda arrastrar hacia un mundo desconocido por el hombre. No permitiría ser secuestrado por seres espaciales. Tomando la soga que llevaba colgando en el cinturón, la ató alrededor de su cintura y el otro extremo al barandal de la escalera. De esta forma, para llevarlo, deberían de partir su cuerpo en dos o arrancar la firme baranda de acero.
Su preocupación fue en aumento cuando notó que aquella estructura que creía firme se movía demasiado al atarle la soga. No soportaría mucha succión y corría el riesgo de que lo golpeara cuando se desprendiera del piso. Sería tragado sin mas.

Un portal dimensional es muy complicado para que esté oculto en el fondo de la cabina del ascensor, sin embargo, un experimento biológico no solamente era posible, sino que probable.
Los soldados indestructibles, conocidos popularmente como zombies eran una realidad creada por los ejercitos de vaios paises para una eventual guerra.  Si un «no-muerto» aparecía tras abrirse la puerta, debería ingeniárselas para derrotarlo sin que le muerda o le infécte de alguna manera. Frente a él aparecía un ser que no siente dolor, ni cansancio. Un ser programado como una máquina para infectar a todos los sanos que encuentre.
Era su instinto y no sentía ni temor ni remordimiento. Se trataba del perfecto soldado.
Estaba preparado, su Colt estaba segura en su cinturón y sabía que un simple disparo certero en su cabeza, sería el fin para el maldito. Pero, para su sorpresa, no poseía balas, convirtiendo aquella pistola en un trozo de metal de varios cientos de dólares. No tendría oportunidad frente al soldado zombie.

Y, si en lugar de un experimento, ¿se trata de un soldado común y corriente.? La nación está en guerra y aquel soldado se estaba asegurando de «limpiar» a todos aquellos que habitasen en el edificio.
Al abrirse la puerta, un hombre le estaría apuntando con su pistola. Un profesional mantendría el laser del arma fijo. Un punto rojo en su corazón…

 

..la luz roja le recordó algo.
No había presionado el llamador.