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El culo del éxito

-Es que no lo entiendo- dijo Ernesto.

Estaba furioso y decepcionado. Se esforzaba mucho a diario, pero la suerte nunca lo acompañó.
Su amigo Lucas lo escuchaba y le comprendía, el corría con la misma suerte que su amigo.
No eran populares, ni eran exitosos. Eran simples mortales con poco alcance.

-Mirá a esta otra. Pone una foto de un culo. UN CULO. Un poco de carne que muestra y mirá los miles de seguidores que tiene. Es que no lo entiendo. -continuó con su reproche.

-No te confíes en esos seguidores, la mayoría son hombres babosos que quieren eso todo el tiempo.

-Y funciona. Con ella aún no, pero esta otra viene mostrando el culo desde hace meses y ya apareció en la televisión. Y ni hablar de la otra que ya está en el teatro. Un culo tiene más impacto y más alcance que lo que hacemos.

Lucas miró a su amigo y entendió que no podría calmarlo, así que se despreocupó del tema.

-No logramos nada así. ¿Para qué nos esforzamos en pintar y pintar? ¿Para qué intentamos crear obras de arte cuando deberíamos estar mostrando el culo y así ser reconocidos?

Cansado de  las quejas de su amigo, Lucas le interrumpió.

-Hagámoslo-le dijo.

Ernesto lo miró desconcertado.

-¿Hacer qué?- le preguntó.

-Eso- respondió Lucas -Mostremos el culo. Deja que me lo afeite y luego pa’ adelante.

-No seas tarado.

-¿Qué podemos perder? Yo lo hago, si te querés sumar bienvenido, pero en principio las fotos por separado. Aún no me atraen los culos de los hombres.

-Deja de cachondeo, por favor -insistió Ernesto -No solamente es ridículo, sino que nos van a dar de baja la cuenta.

-No deberían.

-Pero lo harán. El culo de la mujer es arte, el culo del hombre es vulgaridad.

-Pero lo haremos bonito -replicó Lucas -pondremos una buena iluminación, un buen fondo. Incluso podemos poner fotos desnudos, tapándonos un poco como hacen algunas mujeres.

-Nos van a denunciar en tres días, Lucas.

-A que no.

-Apostemos, pero la multa que llegue la abonarás tú, por salame.

-De acuerdo, trato hecho.

Y así comenzaron las fotos. A un promedio de tres fotos diarias, sus culos aparecerían en reemplazo de los cuadros que pintaban.
Las fotos estaban con mala producción, mala iluminación, mal ángulo, dando un resultado opuesto a las fotos artísticas que querían mostrar, sin embargo, sus culos estaban en la red.
Luego de más de una veintena de fotos, llegó el destino temido y los amigos recibieron su primera denuncia. Una mujer los acusaba de pornográficos. Se trataba de una modelo de Internet que le ofendía las fotos que los amigos publicaban. La denuncia se hizo pública y una semana despues, los amigos ya tenían suficientes intimaciones como para empapelar su estudio. Se les exigía que cesen su actividad inmediatamente. Habían cartas amenazantes de todo color y redacción y mensajes privados y públicos que daban temor.

-Paremos con esto- le dijo Lucas, al leer una carta cuyo contenido atentaba contra su salúd personal.

-Si. Mejor lo dejamos -asintió Ernesto.

Sin embargo, dejarlo no fue suficiente y luego de escasos 8 días de publicaciones, los amigos fueron detenidos por la policia cuando estaban en pleno acto de producción de la foto de despedida.
Los cargos que recibieron los amigos fueron: exhibicionismo, incitación a la pornografía, publicación de contenido explícito no apto para menores, atentado contra la buena conducta y resistencia contra la autoridad.

-No hacía falta la foto de tu culo mientras escapabas de la policia, Lucas.

-La llamo: «El culo contra la ley. Cagaré donde quiera cagar».

-No hacía falta.

La noche la pasaron en el calabozo, en donde hicieron alarde de sus atributos traseros frente a la gente equivocada.
Casi fueron devorados por los presos cuando entró el oficial a cargo y les informó su excarcelación luego del pago de una fianza.

-Dos mil euracos- dijo Ernesto. -Me debés mil.

-No te debo nada. La apuesta la gané. Pasaron más de tres días hasta recibir la primer denuncia.

-Ja ja- rió Ernesto de forma irónica. -Es cierto -dijo, guardando la billetera.

Su lento caminar los encontró con que el taller en donde pintaban había sido clausurado al ser el lugar en donde las fotos eran producidas. Sus lienzos estaban dentro y temían no poder recuperarlos.

-En fin- dijo Lucas. -Por lo mejos logramos algo.

-Ser más pobres -rió Ernesto, permitiéndose una risa, la primera que ponía desde que comenzaron esta aventura.

Lucas se alegró y abrazó a su amigo, pero fueron interrumpidos por el constante sonido de notificaciones del móvil de Ernesto.
Parecía que el teléfono se había vuelto loco pero no, en realidad estaban recibiendo miles y miles de mensajes de gente que se enteró de lo sucedido y querían ver más fotos de sus artísticos culos.

-Más de diez mil seguidores en menos de tres horas, Lucas. ¿Sabes lo que significa? -dijo, emocionado.

Lucas asintió con la cabeza. -Si, que me tengo que volver a depilar.

Locuras en el gimnasio

-Por dios hermano, te vas a lastimar.

El entrenador corrió para detener el ejercicio.

-¿Quién te dijo que la uses así?

Un muchacho, de unos treinta años de edad, se había sentado en una máquina especializada para trabajar los hombros mediante la ayuda de pesos, sin embargo, su técnica estaba muy alejada de la correcta.

-Lo vi en un video de Youtube- respondió.

El profesor se encabronó, le dijo que estaba para ayudarle y que debía consultarle cada ejercicio antes de hacerlo, a él y no a un video de Internet.

El muchacho entendió el mensaje pero le reprochó que le llamó la atención varias veces sin ser escuchado.

-Estabas hablando muy de cerca con la de las calzas grises y no me prestabas atención.

El musculoso celador del gimnasio comprendió la crítica pero no se disculpó en ningún momento.

-Bueno, vamos- le dijo a su raquítico compañero. -eres nuevo por lo que veo, ¿qué objetivo tienes?

El otro le brindó una mirada furtiva

-Llevo ya tres meses y en todo este tiempo no me diste ni los buenos días -continuó el reproche.

El profesor bajó la mirada y suspiró, «hoy será un día largo», se dijo.

Horas más tarde, el profesor se encontró con su reemplazo.

-A la mañana me tocó uno que me hizo un escándalo. Lo hubieses visto, casi se lesiona los hombros con la barra y cuando lo ayudé me dijo de todo porque decía que no le presté atención.

-A veces pasa, hermano. Últimamente me pasa que creen que porque ven a un tipo en Youtube, creen que saben como hacer el ejercicio y como trabaja el músculo.

-Eso mismo pasó, encima me cortó la charla con Sol, justo cuando la tenía.

El recién llegado abrió los ojos, demostrando que ahora si le importaba la conversación.

-¿Y que tal con Sol? Hace meses que la veo cuando llego pero no logro hablar con ella. ¿Te la ganaste?

-Salimos el viernes después del gimnasio, así que el Lunes te contaré.

-Qué envidia te tengo hermano.

Los hombres se saludaron con un abrazo y se despidieron hasta el día siguiente.

-Bueno, es hora de trabajar.-dijo el entrenador de la tarde y realizó una primera recorrida por el recinto, saludando amigablemente a quienes le devolvían la mirada.

La tarde transcurrió con calma y entrada la noche, una de las empleadas del gimnasio le pidió ayuda.

-Ve si queda alguien en el baño de hombres así puedo entrar a limpiar.

El musculoso respondió al pedido de forma casi inmediata y a los pocos segundos salió con la noticia de que tenía luz verde, luego permaneció en la puerta para impedir el paso de alguno de los pocos hombres que quedaban a esas horas.

La empleada, una «niña» dueña de una veintena de años, además de ayudar con la limpieza, daba clases de baile en el lugar. Eran pocos empleados y entre todos se turnaban para el aseo.

La chica comenzó la tarea y rápidamente sorteó los urinales y sus desagradables aromas.
Luego todo era más sencillo, verificar que las duchas estén cerradas y que el vestuario esté en orden.
Sin embargo, lo que pasó a continuación no lo esperaba.

Fuera, un hombre mayor quiso entrar en el baño.

-Perdón, sr. Pedro, pero lo están limpiando -se disculpó de forma seria con el anciano, sin embargo, en la cara se le formaba una gran sonrisa.

El entrenador sonreía mientras agudizaba el oído para escuchar lo que sucedía dentro, en donde la despistada profesora de baile cayó presa de la trampa que le esperaba en la última de las duchas.
Una mano la tomó y la joven no pudo resistirse a lo que vino.
Con un grito ahogado, el entrenador fuera de la puerta entendió que había comenzado la función.

Uno de los alumnos de ella, un muchacho extremadamente pintón, planeó quedarse a solas con su profesora, con la ayuda del entrenador. Todo había sido calculado cual película de amor.
Ambos se miraban mucho durante las clases, pero le tenían miedo a salir juntos por la puerta del gimnasio.
Lejos de estar enojada por la situación, ella se dejó llevar mientras que afuera la fila para mear se incrementaba.

-Están tardando mucho para limpiar el baño- le dijo el anciano a la chica de recepción. -No es de quejoso, pero mi vejiga ya no es lo que era y las ganas de orinar son grandes.

La chica estaba contando los minutos que faltaban para concluir el día de trabajo y sorprender a su novio. Eran casi las nueve de la noche y el día había comenzado de mala manera.
La gente se había acumulado en la puerta cerrada del lugar y esperaban que alguien les abra. Ella se había demorado, estaba descompuesta, pero sus obligaciones la hicieron ir a trabajar, provocando que llegue media hora más tarde de su horario de entrada a las nueve y media de la mañana.
Al llegar y abrir la puerta de las instalaciones, algunas personas la saludaron con una sonrisa mientras que otras se quejaron por la falta de puntualidad:

«Yo no me puedo permitir tu lujo de llegar media hora más tarde a mi trabajo» fue uno de los comentarios que más le dolió.

El día no había comenzado bien para ella y eso incrementaba su estrés.
Le había prometido a su novio que hoy no haría ejercicio alguno, pero las circunstancias fueron otras.
Ella se había vuelto adicta al entrenamiento y su novio estaba preocupado por ella. Cada día más flaca, con menos hambre y viéndose más gorda. Estaba al borde de un trastorno psicológico, motivo que llevó a su pareja a pedirle que por unos días no se ejercite y coma algo rico.
Una linda contradicción se llevó al mediodía cuando el dueño del gimnasio propuso un reto a su personal.
El que haga más kilómetros en diez minutos en la bicicleta fija y diez minutos en la cinta de correr se llevaría como premio una botella de vino importa, valorada en casi medio sueldo de los empleados.
Una caja que fue regalada por un cliente del lugar a modo de agradecimiento del buen trato que se le brindó y el jefe quiso compartirlo con sus empleados.

«Por tí, Marcos» se dijo al comenzar a correr.

El arte de la matanza

El primer cazador que no utilizó sus manos, demostró a su tribu el poder de la piedra.
Lanzada desde una corta distancia, pero con gran fuerza y efectividad, la roca golpeaba la cabeza del indefenso animal y lo tumbaba al suelo. No era suficiente para matarlo, pero si le daba a los hombres la ventaja para terminar la labor con sus puños.
El hombre fue proclamado jefe de la tribu y recibió las mejores pieles. Sin embargo, otro de los miembros tuvo celos de él y quiso acaparar todo el poder.
Mejoró la piedra. Buscó una con una punta más pronunciada y afilada y la ató a una rama, creando la primer hacha.
Con el nuevo invento vino la fama y las pieles pasaron a cubrir su cuerpo.
Mandó a crear decenas de éstas armas y se mantuvo en el poder durante varios inviernos hasta que se hizo viejo y fue reemplazado por una mente más joven y ágil que mejoró el sistema utilizando el filo de la piedra para dar forma de punta a un trozo largo y liviano de madera y así volver al método original del primer cazador que era atacar desde la distancia.
La primera lanza llenó de fama, pieles y comidas asadas al nuevo rey de la tribu.
El arco y flecha, la espada, el martillo, el inflamable petróleo fueron creaciones posteriores.
Generación tras generación fue mejorando el arte de la matanza para ganarse el respecto y admiración de los demás.

Por supuesto que cada uno hablaba en su dialecto. Ya sea verbal o de señas, todos querían demostrar quien era el mejor y en la antigüedad, el mejor era el poseedor de la mejor inventiva para la muerte. Sin embargo, fueron superados por el invento de un emperador romano al cual no se le tenía confianza militar.
Claudio, designado a dedo por los soldados romanos, marchó al norte para enfrentarse a la magia de los druidas de Britania bárbara.
Sabía que no podría hacer nada contra la magia de aquellos hombres, entonces tuvo una brillante y demente idea, armar elefantes y mandarlos al frente de combate.

Un elefante armado hasta los dientes, encolerizado por sus captores, suelto en la batalla para destrozar a todo aquel que se le pusiera en su camino hasta que su sed de sangre sea saciada. Aquella innovación y locura, le proclamaron vencedor y su fama fue aclamada.

No obstante, en un mundo en que las guerras no suceden con frecuencia y solo suceden en lugares aislados, una nueva arma de matanza llegó a nuestras vidas.
El ansia de poder, de fama, de reconocimiento y de posición es ahora un tema de perspectiva…

…de perspectiva.

-¿Leo?
-¿LEO?
-¿Qué?- respondí, volviendo a la realidad.
-Que te fuiste otra vez. Te necesito acá, concentrado.
-Perdón, ¿en qué estábamos?
-Te decía que se trata de un tema de perspectiva. Quiero la foto desde este ángulo, porque se le ve mejor la cola. Pero no te inclines mucho porque va a parece que no tiene gomas y que el cuello está alargado.
-¿Entonces?
-Entonces quiero que mejores la perspectiva. Saca otra foto como te dije.
-Si, señor- Dije, volviendo al trabajo y aprovechando para mirar a la infartante modelo.

Horóscopo

Aries: El carnero. Terco y testarudo. Nada ni nadie te va a hacer cambiar de opinión. Nunca digas la verdad. Al hablar con seguridad la gente se lo creerá. Construye tu vida en base a la mentira y serás feliz. Tienes el poder de hacer creer lo que quieras a los demás. Eres un lider nato. Si te descubren, sigue mintiendo, siempre con seguridad. Recuerda que toda mentira posee algo de verdad.

Tauro: Tu embestida es feróz y temida. La gente te teme. Camina con el mentón levantado. Nunca mires al suelo, aunque pises mierda de perro. Tu orgullo es grande. Tú eres el majestuoso toro y no se arrepiente de nada. Tú enemigo natural son los españoles, aléjate de ellos.

Géminis: Durante toda tu vida te han mentido. Tú poseés un hermano o hermana gemelo. Tus padres no podían mantenerlos a ambos y le dieron en adopción. Es tu deber encontrar al que porta tu mismo semblante y te ocupes de una buena vez de él o ella antes que te reemplace. Tus padres no se dieron cuenta pero el otro es mejor que tú y si los demás se enteran, serías apartado del resto. No puedes permitir que eso pase. Encuéntrale y ocúpate de ser el único geminiano de la familia.

Cancer: Eres el cangrejo que camina de costado. Te llaman chueco, pero a tus espaldas. La realidad es que todos te temen y nadie se atreve a hablarte de frente. Aprovecha y toma ventaja de esa situación. Con un poco de actitud, podrás lograr todo lo que quieras. Ten cuidado de los chinos. Aléjate de los bufetes.

Leo: Eras el rey hasta que vino el hombre con sus jaulas. Te encerró y te llevó a la ciudad. En el circo, te enseñaron las piruetas y así, perdíste tu amada libertad. Ahora se ríen de tí mientras que estás enjaulado. Revélate ante la sociedad. Tú eres el que manda, el dueño del rugido más poderoso y el que da una voltereta por un pedazo de carne. Recuerda, la mortal inversa es el mejor truco.

Virgo: Eres la persona incrédula que se cree todo. Vas a vivir la mejor de las vidas por esa creencia. Todos te van a favorecer para obtener tus favores. Eres una persona que contiene todas las cosas más bellas de la vida. Acepta todo lo que te ofrezcan, desde caramelos en la calle hasta solicitudes de unión a organizaciones de ayuda en África. Siempre di que si y siempre estés dispuesto a todo. La vida te sonríe pero, igualmente saca un seguro de vida.

Libra: Tú misión en la vida es equilibrar las cosas. Tienes dinero en tú cuenta bancaria y hay otros que no lo tienen. Debes transfer la mitad al primero que te pase sus datos. También debes procurar que todo tenga su balance. Toma la balanza de la frutería y haz el bien en la calle. Si ves a alguien que está comiendo, quítale la comida y pésala. Devuelvele solo la mitad y la otra mitad cómela. Repite esto para el resto de las cosas. Quítale la mitad a uno y quédate con el resto. Tú eres el equilibrio fundamental y tu desición es la correcta.

Escorpio: Durante toda la vida se rieron de tí. Ser el más pequeño hizo que los demás no te tomen en cuenta. Pero hay algo que los demás no saben y es que tú poseés un aguijón letal. Tú tendrás la última palabra cuando lo decidas. Ríe y no pares de reir. Con la risa conquistarás a la persona de tus sueños. Por fin, cuando la hayas conquistado y formado una familia, es tiempo de usar el aguijón. Asegúrate de borrar las pruebas.

Ofiuco: Tú no existes para el resto de la gente. Tú signo fue olvidado y reemplazado, entonces tú debes hacer lo mismo. Vives en una realidad distinta al resto. Olvídate que existen los demás, ahora estás solo en el mundo junto con los otros de tú signo. Desnúdate y anda por la calle sin tapujos. Entra a los mercados y toma lo que quieras. Espía a quien tú quieras y haz lo que más te plazca. El mundo es tuyo.

Sagitario: Eres un ser alado y volar es tu misión. Tu vida está en el cielo y desde allí gobernar. No escuches a nadie que te quiera cortar las alas. Reúnete con otros sagitarianos para volar juntos. Tú comandarás desde los cielos. La gente te dirá que estás loco y colgado, pero tú sabrás que ellos son los dementes que no ven la realidad. Vuela con todas las sustancias que tu bolsillo pueda afrontar. Tu enemigo mortal es la comida.

Capricornio: Estás destinado a ser continuamente engañado por tu pareja. No te quieren y te utilizan de pantalla. Sin embargo, tú lo tomas con altura y orgullo. Llevas esa carga sin verguenza y aunque sabes que cada día te crece un cuerno nuevo, nunca darás marcha atrás porque después de todo, nadie va a querer estar con alguien así de dócil.

Acuario: Tú eres como el agua. No puedes constuir nada pero nada te puede herir. Eres la perfecta armonía de la naturaleza. Eres lo que une y mantiene vivo a todos los seres del mundo. Ellos te utilizarán para sobrevivir y tu debes aceptarlo. Desque que naciste estás destinado a vivir para los demás. Tu vida no es tuya. Eres un esclavo. Ofrece tus servicios en los clasificados y acepta cualquier oferta.

Piscis: Ten cuidado con las latas y contentedores. Aléjate de los cuchillos, tijeras y cualquier otro utencillo de cocina. Siempre ordena comida a domicilio. No uses electrodomésticos de cocina. Recuerda que eres un pescado y posees varios enemigos mortales. Tus seres queridos están de oferta en el supermercado, rescátalos. Compra todo el atún que puedas y dales un digno entierro. Vives en constante peligro. Múdate a una playa asilada. Ten cuidado con los signos de Aries, Tauro, Cancer, Leo, Virgo, Libra, Escorpión, Sagitario, Capripornio, Acuario y Ceto. Tú pareja ideal es Géminis.

Ceto: Tú eres el más afortunado de todos. Solo los elegidos nacen bajo este signo. Tú tienes el poder de ganar apuestas, de estar siempre en lo correcto y por sobre todo, de ganar a la quiniela. Ve al casino. Apuesta una moneda y ganarás forturnas. Pero ten cuidado. Tú buena suerte perdurará solamente durante un día, el día en que el Sol ilumine a la ballena. El resto del año sufrirás la desdicha de ser normal. Aprovecha tu día de triunfo para forrarte. Tú eres el verdadero sobreviviente del zodíaco.

 

Sin relación alguna, para no olvidarme, mi cuenta del Santander es la número 331441…

 

El fin del camino

-Hoy caminaré.

Dan lo había decidido. Siempre tomaba el autobús para no llegar tarde, pero hoy había hecho el esfuerzo de despertarse con el tiempo suficiente para emprender el viaje a pie.
No solamente quería hacer ejercicio, sino que quería ver y disfrutar del paisaje, cosa que no podía hacer cuando viajaba en el transporte de la empresa.
Por motivos que desconocía, siempre, es decir, todas las veces que viajaba en el autobús, se quedaba dormido en el asiento.
Cabe resaltar que el vehículo siempre llega casi vacío, con escasas personas en su interior y conseguir asiento no representaba dificultad. Sin embargo, por más despierto que se consideraba, se quedaba dormido y despertaba casi al momento de bajar en la parada.

-Debo tener un sexto sentido- Le decía a sus compañeros de trabajo sobre el milagro de despertarse justo antes de llegar a su parada.

-A mi también me pasa. Debe ser costumbre o acostumbramiento del cuerpo.- Respondió un colega.

-Para mí es lo mismo.- Respondió otro empleado.

-¿Ustedes se quedan dormidos?

-Si.- Respondieron al únisono los otros 5 empleados presentes.

«Que raro…» Se dijo Dan.

Pero lo más extraño fue que a nadie le parecía sospechoso que todas las mañanas se quedasen dormidos en el autobús.
Desconocía el camino a tomar, pero estaba dispuesto a sacrificar su perfecta asistencia por descubrir el secreto tras el misterioso viaje al trabajo.

Ese día se levantó más temprano que decostumbre y comenzó su camino, con su celular y GPS encendido.
El trayecto que le indicaba el móvil era más largo de lo que pensaba y eso fue lo primero que le llamó la atención.

«No importa» Se dijo. «Así podré disfrutar del camino».

Aunque sabía que lo más probable era que se trate de un simple camino con un sobrio paisaje de casas y vecinos amigables, quería saber de lo que se perdía.

Así fue como comenzó a caminar, primero rumbo hacia la parada del colectivo, el cual lo estaba esperando con la puerta abierta.
Al pasar por la puerta, Dan saludó al chofer y siguió de largo. Al hacerlo, la mirada alegre del conductor se frunció y comenzó a tocar bocina. El ruido producido era ensordecedor y solamente se detuvo cuando Dan dió media vuelta y regresó al vehículo.

-Sube- Le ordenó el conductor.

Su cara alegre ahora poseía las más estrictas facciones y su voz era solemne, como la de un rey. Su tono demandaba respeto y no toleraría una desobediencia.

-No, gracias- Respondió Dan, sorprendido por la forma de hablar del otro. -Hoy caminaré.

-No fue una pregunta. SUBE.

El conductor estaba perdiendo la paciencia. Se le notaba visiblemente nervioso y ante una nueva negativa de Dan, se bajó del vacío vehículo e intentó forzar al empleado de la empresa a que ingrese y tome asiento.
Dan nunca pensó en que esto le pasaría ni tampoco en que aquel tranquilo conductor tenga tanta fuerza en sus brazos y tanta solemnidad en su voz.
El forcejeo duró unos segundos más y finalmente terminó con el empleado tirado en el suelo, defendiéndose con sus piernas y su maletín de trabajo.

-SUBE- Ordenó nuevamente el chofer.

-NO- Respondió el otro, aún en el suelo.

Luego de un poco de descanso, comenzaría el segundo asalto y ambos ya estaba preparados. Sin embargo, antes de volver a enfrentarse, sonó el teléfono del conductor quien lo atendió y solamente se limitó a decir: «De acuerdo».

Luego de cortar, le dirigió un saludo a su otrora rival y volvió a tomar su posición al mando del autobús.
Nuevamente Dan estaba sorprendido por la situación y al ver que el chofer se encontraba inmovil en su asiento, sin prestarle atención, prosiguió su camino.

«Maldito bastardo» Le dedicó el pensamiento al encontrarse con la ropa arrugada y sucia luego de haber caído al suelo.

El camino prosiguió de lo más normal posible, las calles, las plazas, los vecínos, todo parecía ser normal, tal cual lo esperaba.
Según el GPS, ya se encontraba bastante cerca, sin embargo, la gran empresa, compuesta de varios edificios y sectores, no se encontraba a la vista.
A medida que acortaba distancia, al horizonte se hacía más extraño.
Finalmente se encontraba a una escasa calle de distancia del destino, pero la gigantesca empresa no se podía observar por ningún lado.
Dan revisó la dirección puesta en el teléfono y se extraño aún más al ver que era la correcta.

«Que raro…» Volvió a pensar.

Finalmente se encontraba en la ubicación de su empresa.

-Usted ha llegado a su destino- anunciaba el aparato.

Adelante de él, el camino continuaba al infinito con calles y casas y vecinos idénticos a los que había pasado.

«Que raro…» Volvió a pensar, sintiendo que ese pensamiento era lo más real que podía encontrar aquel día.

En el horizonte todo era igual que el camino ya recorrido. Las mismas casas, los mismos autos, los mismos perros e inluso los vecinos se parecía. Era como si el camino hacia adelante era un espejo del camino recorrido.

-¡Es un espejo!- Exclamó exaltado.

No lo había notado, pero hasta él, su imagen, el mismo Dan se encontraba frente a si mismo, mirándolo y haciendole señas.

«QUE RARO» Pensó más sorprendido que nunca.

Apoyó su mano sobre el aparente espejo, pero esta desapareció.
El espejo se volvió completamente líquido alrededor de su mano y le permitió que lo traspase sin ningún problema.
Dan retiró su mano rápidamente. Todo esto le resultaba extraño y ahora tenía miedo de continuar.
De pronto, el autobús pasó a su lado y atravezó el espejo.
Su chofer no prestó atención al hombre con el que había reñido hace poco tiempo y su mirada permanecía fija al frente.
Antes de pasar, pudo notar como todos los ocupantes de la unidad a excepción del chofer, se encontraban dormidos.

Su frase del día nuevamente desfiló por sus pensamientos, sin embargo, el cruce del vehículo le dió las fuerzas para cruzar él también el espejo.
Nunca, bajo ninguna circunstancia se hubiese imaginado el panorama que le deparaba detrás.
El cielo celeste fue reemplazado por rojo. La bola del fuego que es el Sol, se veía más grande que de cosumbre. La herrumbe predominaba en los autos y en todo lo metálico que allí se encontraba. Era un panorama apocalíptico.
El autobús continuó su camino pero Dan quería regresar.
Lamentablemente fue apresado antes de que pudiera moverse.

-SUELTENME- Gritaba, pero la capucha que llevaba tapaba la mayor parte del ruido.

Finalmente pudo volver a ver. Se encontraba sentado en una silla, con las manos y los pies atados. Estaba secuestrado.
Un hombre estaba parado frente a él. Llevaba cadenas de oro de gran tamaño y tenía la tez oscura, quemada producto del fuerte sol.

-¿Eres el elegido?- Preguntó con voz ronca.

-¿Elegido?- volvió a preguntarse. -Explícame que es eso del elegido.

El hombre suspiró y lo desató.

-Te llevaré con el sabio- Dijo.

A punta de pistola, fue llevado hasta una casa, una de las pocas que se encontraba en buen estado y dentro, un hombre con barba le esperaba.

-Bienvenido, elegido. Te esperábamos.

«Que raro…» volvió a pensar, Dan.

El hombre barbudo caminaba de un lado a otro.

-Por fin has llegado a nosotros. Tal como fue dicho por nuestro muro de las profecias.

El sabio le señaló a una pared, donde un viejo cartel poseía visibles algunas palabras: «Blanco – hombre- obedezca al jefe – seguridad-vida».

-El hombre blanco será nuestro jefe y nos dará seguridad y vida.- Dijo el sabio.

Dan podía leer el resto de las palabras del cartel, el cual se trataba de una simple advertencia: «Usar trajes blancos los hombres y verdes las mujeres. Obedezca al jefe. Siga las instrucciones de seguridad y cuide su vida».
Una advertencia estandar en su lugar de trabajo.

Dan se volvió el jefe de aquel desolado lugar, donde aprendió que vivía en un espejo, en una realidad falsa creada para los empleados de la empresa, pero que la verdadera historia sucedía de este lado, donde la civilización había caído.
El autobús pasaba cada día por el lugar, llevando cadáveres a un laboratorio más lejano, pero nadie se daba cuenta que se trataban de los mismos cuerpos día tras día.

-Dentro de poco se terminará- Dijo Dan, tomando su lugar como el nuevo soberano de la realidad.

La reina del sexo

Carla era la reina y su voluntad siempre se cumplía.
Desde temprana edad su cuerpo se desarrolló en una nube de feromonas que se impregnaron en un cuerpo adolecente de escasos años de edad.
Su despertar sexual fue prematuro, en comparación a sus amigas, y su lascivia florecía al pasar los años.

Era dueña de los hombres y deseada por ambos sexos por igual, a veces hasta por ambos al mismo tiempo.
Ella era conciente del estupor que ocasionaba y no solo disfrutaba, sino que lo aprovechaba.
Al vivir en un lugar seguro, podía desplegar sus encantos en cualquier momento y en cualquier lugar. Tan sólo bastaba con hacer acto de presencia para que una fila de hombres (y mujeres) se desplieguen a sus pies en busca de ganar una oportunidad de conquistarla.

-Eres la mismísima Afrodita caída del Olimpo- Le dijo el primer hombre que se le acercó en el parque.

Carla, con una muy practicada ruborización, apoyó la mano sobre el hombro del muchacho, provocando una revolución en sus partes más pudorosas.

-Eres todo un poeta- Le respondió, sonriendo.

La charla llevaría hacía donde ella quisiera. Con comida, atenciones, regalos y todo lo que se le antojase en el momento. Finalmente, se acostarían, siempre y cuando ella lo desee.
Esta era una situación cotidiana.

Al cumplir los 28 años y encontrarse en su mejor momento, nadie podía resistir a sus encantos, nadie excepto Martín.

Lo había visto en un café, mientras que leía el diario y le sorprendió que al entrar, no le haya clavado la mirada. Es más, apenas se percató de su presencia cuando se sentó en la mesa contigua a él.
Hombres, mujeres, mozos y hasta el dueño del lugar no le permitían permanecer ni un segundo libre, todos la adulaban, todos menos aquel enigmático joven que permanecía inmune a sus encantos.

Aquello le llamó la atención. Era la primera vez que un hombre no la desnudaba con la mirada. Aquel muchacho era todo un enigma y se propondría en resolverlo.
Finalmente, desesperada -y atraida-, tomó la iniciativa.

-Disculpame- Le interrumpió.

El hombre apuró su café y la miró.

-Dime- Le respondió.

Esto era nuevo para ella. Nunca debió ser la precursora de la conversación y no sabía que debía decir.

-Quería saber si…- Titubeó -…si terminaste con el diario-

El hombre, que claramente continuaba su lectura, respondió.

-No, no terminé, pero te lo dejo porque ya debo retirarme.

Levantándose, entregó el diario a Carla y tomó sus cosas para retirarse.

-Aquí tienes- Le dijo.

Al recibirlo, su manos se tocaron levemente, produciendo una corriente placentera en el cuerpo de la muchacha.

«¿Así que esto es lo que sienten ellos conmigo?» Pensó maravillada.

-Espera- Le frenó. -¿Quisieras cenar esta noche?- Preguntó con su valor incrementado.

Deseaba seguir sintiendo esa electricidad, ese sentimiento nuevo para ella.

El hombre se frenó y la miró. Su mirada quedó detenida en los ojos color violeta de Carla para luego dirigirlas hacia su móvil.

-Cenar no puedo, pero podemos volver a vernos mañana a la misma hora en este mismo lugar- Le dijo, dirigiéndole una sonrisa.

-De acuerdo- Respondió, ruborizándose, esta vez, de forma natural. -Por cierto, me llamo Carla.

-Mucho gusto Carla- le dijo, sonriéndole. -Martín es el mío.

-¿Martín?- Susurró mientras que el hombre salía por la puerta.

Para Carla, todo esto era nuevo. El desinterés, la electricidad, la cálida sonrisa. Todo provocaba una revolución en su interior y ansiaba descubrirlo.
Regresó a su casa y pasó la tarde eligiendo al afortunado vestido que cubriría su cuerpo.
Finalmente, aprovechando que sería un cálido día, eligió uno simple, no muy elegante ni muy informar pero que brindaba una vista del perfecto escote, revelando la mitad de sus tan admirados pechos.

«Con esto me va a mirar, seguro» Pensó, casi jugando con sus pensamientos.

El día había pasado y el momento del reencuentro había llegado.
Martín se encontraba dentro, sentado en la misma mesa del día anterior.
Cuando Carla entró, hombres y mujeres se dieron vuelta para mirarla y los susurros invadieron el lugar.

-Martín- Dijo, con tono alegre, extendiendo los brazos para abrazar a su compañero.

-Hola- Se limitó a responder el otro, sin apartarle la vista de los ojos. -Siéntate, por favor.

Carla estaba sorprendida, aquel hombre no solamente era cortéz, sino que ni siquiera había reparado en su atuendo.

La charla superficial fluyó con normalidad, hasta que Carla ya no pudo aguantar la situación.

-Son discuciones normales, de pareja…- Relataba Martín hasta que fue interrumpido.

-No puedo más- Dijo la bella joven.

-¿Qué pasa?- Preguntó Martín, claramente sorprendido.

La cara de Carla se volvió seria. Su mente estaba intentando formular las preguntas exactas.

-¿Acaso no te atraigo?- Comenzó. -¿No te parezco atractiva?- Siguió preguntando ahora ya sin nada que la detenga. -¿No quieres acostarte conmigo si me entrego a tí ahora mismo? -Continuó.

Martín, con mucha calma, entendiendo por donde venía la invitación de su compañera, la tomó de la mano y respondió.

-No me atraes. Si me pareces atractiva. Finalmente, no, no quiero acostarme contigo.

-¿Por qué? – Preguntó Carla, comenzando a lagrimear. -¿Qué es lo que tienes que te resistes a mí?- Su cuerpo comenzó a estremecerse. No sabía como reaccionar. -¿Cuál es el motivo de tú desinterés? ¿Qué es lo que te detiene, lo que te frena?- Preguntó, mirándole a los ojos.

-Mi esposo…- Respondió, mostrándole una foto de ambos hombres abrazados.

En el autobús

El sol brillaba en lo alto y su calor hacía que transpirase mi camisa nueva.
Era una prenda adquidira el día anterior en una tienda de moda, un lugar al que no suelo concurrir con frecuencia.
Muy costosa, por cierto. Era celeste, aunque no era del todo de ese color. También era verde, aunque no era del todo de ese color. De acuerdo a la amable vendedora, quien consideraba que todo lo que me probaba me quedaba de pintón, el color era turquesa.

-Te resalta tus ojos verdes- dijo -Que, por cierto, son muy bellos- agregó, dirigiendóme una sonrisa.

En ese punto ya desconocía si fue un verdadero cumplido o solamente uno más de sus artilugios de venta.

-Con esa camisa, conquistarás a cualquier chica- me dijo, guiñando su ojo derecho de color ambar.

Accedí a llevarla, no solo por las palabras de la bella vendedora, sino porque realmente era una linda camisa. Al pagar, me di vuelta para despedirme de mi musa de camisas pero ya se había ocupado de conquistar a su siguiente víctima. Me habían quedado claras las intenciones de su labia. A pesar de todo, estaba conforme con la prenda, me gustaba.

Al día siguiente, decidí estrenarla, acompañada por el flamante perfume importado que me habían regalado para mi cumpleaños y que, hasta ese momento, permanecía cerrado en el armario.

El calor aumentaba, mientras que el maldito autobús no se asomaba.
Como cada mañana, esperaba al mismo transporte para llegar al mismo lugar y a la misma hora.

Esta era mi rutina diaria. Esperar durante varios minutos, para subir y pasar entre la gente que se amontona en el sector delantero del vehículo, para finalmente poder respirar en la parte de atrás. Todo esto era ya un movimiento automático del cuerpo, era parte del ritual diario para llegar al trabajo. Vestido distinto al promedio de la gente, perfumado, incluso escuchando música, intentaba distraer mi mente del recorrido.
A menudo fijaba la vista en una persona e imaginaba cómo sería su vida. Aunque también lo hacía con gente que caminaba por la calle; Las demás personas me servían de distracción y así, el viaje de media hora de duración se acortaba.

Luego de un rat de espera vislumbré al enorme vehículo acercándose hacía mí. Deseaba que sea de las nuevas unidades con aire acondicionado, aunque lo que más deseaba era que frene y permita mi ingreso, debido a que muchos choferes, cuando el transporte colma de gente, deciden no frenar, dejando a los usuarios olvidados en el sector de la parada.

A menos de una calle de distancia, extendí el brazo derecho y apunté con el dedo indicé en dirección perpendicular al vehiculo, señalando a un negocio que se situaba en la calle de enfrente, pero con la vista clavada en quien manejaba el autobús.
Esta era la forma más común de indicarle al conductor, que pare y me permita subir.

La señal funcionó y el chofer encendió las luces del transporte, en señal de respuesta a mi seña, indicándome que ya podía descender el brazo.
El vehículo fue frenando su marcha, hasta que se detuvo completamente frente a mí.
Lamentablemente no tenía aire acondicionado, pero para mi suerte no había mucha gente. Decidí sentarme en el segundo de los dos asientos disponibles de la «fila solitaria». Prefería ese lugar, para poder imaginar tranquilamente sin ser molestado.

El autobus continuó su marcha y fue detenido pocas calles después por un hombre anciano, de esos que, no importa que tempratura hiciera, siempre estaban elegantes.
A lo lejos, una mujer corría, intentando con todo su aliento subir al autobús antes de que este parta. Luego la vi recuperar el aire poco a poco al lograr subir.

El paisaje por la ventana era el mismo de todas las mañanas, nada fuera de lo normal y nada lo suficientemente interesante para llamar mi atención.
Una nueva parada, esta vez frente a una plaza. Ingresaron una mujer de 30 y pico de años, aunque por su atuendo, parecía mucho más mayor y detrás de ella, una muchacha de no más de 24 años, con un vestido floral, acorde al calor del día. Una muy fresca elección de vestimenta.

La bella joven se dirigió hacia mí mientras que yo seguía paralizado por su figura y se detuvo en el primero de los asientos de la fila solitaria, justo delante mío.

Se sentó apresuradamente y el recogido pelo hizo movimientos bruscos, luchando por desprenderse de su cruel prisión. Al lograrlo, fue liberada parte de la hermosa e intoxicante fragancia que llevaba puesta.
Mis sentidos se alertaron y mis ojos no podían desprenderse de su blanco y largo cuello.
A medida que la fragancia disminuía y me volvía a concentrar en la gente de la calle, mi joven vecina hacía un movimiento y mi ser quedaba nuevamente petrificado por aquel olor. Parecía que lo tenía todo calculado para no quitarla de mi mente.

Mi cabeza comenzó a trabajar y en mi mente aparecieron decenas de situaciones involucrándonos a ambos.

Su pelo semi recogido, su cuello blanco y desnudo, sus orejas con sus pendientes, encajaban perfectamente en su contorno. Cada tanto, giraba la cabeza en dirección a la ventana y me permitía ver el perfíl de su rostro. Bello, pero no tanto cómo la parte que más veía en ese momento.

El vehículo se detuvo nuevamente y un joven alto, musculoso y mucho mejor candidato que yo, subió lentamente. Pude ver cómo mi musa de bella fragancia, alzó la cabeza en vista del recien llegado.
Era la primera vez que lo hacía desde que se había sentado.
«¿Habría hecho lo mismo por mí?» me pregunté e inmediatamente me respondí que no.
Ella no le quitaba los ojos de encima y allí sentí derrumbarse toda mi historia.
Nos imaginé batiéndonos a duelo por su mano, destruyendo a mi enemigo y alzándome con la victoria.

El muchacho pasó frente a ella sin dirigirle la mirada y mi musa, visiblemente ofendida por lo ocurrido, retornó a su antigua posición, girando la cabeza un poco más de lo normal hacia la ventana, permitiéndome ver mejor su rostro.
«Te gané señor de los músculos» pensé.

El chofer se apresuró en doblar en una esquina antes de ser alcanzado por el semáforo y detuvo su marcha pocos metro adelante. Una joven menor de 20 años, subió y se sentó en la fila posterior de asientos enfrentados, asientos que miran hacia la parte trasera del vechiculo.
Por algún motivo que desconozco, no pagó el boleto como todos los demás presentes.

-¿Nadie le dirá nada?- dije en voz baja, sabiendo que no sería escuchado.

Aquella joven no había abonado el boleto del transporte y su actitud estaba incomodando a más de uno, especialmente a los miembros más ancianos.
Mi furia iba en incremento, cuando un movimiento hizo que nuevamente se desprendiera fragancia de la bella cabellera de mi musa. ¡Ah!, la amnesia selectiva, una bendición.

El calor nuevamente sofocaba, mientras que el autobús frenaba en mi parada.

Era tiempo de volver a la realidad.

 

Sueño: Los viajes

Parados en la puerta de un centro comercial, en los Estados Unidos, nos dirigimos al subsuelo donde se encontraba un supermercado perteneciente a una cadena multinacional.

El permanente movimiento de personas en el recinto daba la sensación de que el lugar estaba abarrotado de gente, no obstante, decidimos entrar ya que quería encontrar algo que venía buscando desde hacía ya mucho tiempo, un juego de cartas coleccionables.

Yo sabía, que en caso de venderse, el juego de cartas se encontraría en la línea de cajas, sin embargo, desde mi posición no podía verlo.

Finalmente decidí entrar, aunque antes de hacerlo, uno de los 2 amigos con los que había viajado me detuvo.

-No puedes entrar- Dijo.

Al preguntarle el por qué, me señaló unos detectores en la entrada del supermercado y añadió:

-Esos son detectores de almas puras y solo los que posean almas sucias pueden entrar.

Me quedé petrificado por esa declaración y decidí comprobarlo.

Al aproximarme al detector, este comenzó a emitir un pequeño ruido que se hacía más fuerte a medida que avanzaba.

Finalmente mi otro amigo dijo que si quería, podía entrar, pero para eso mi alma se oscurecería para siempre.

Por un momento dudé si el juego de cartas valía la pena y luego de pensarlo brevemente, decidí que sí, lo valía.

El ruido proveniente del detector era muy fuerte, hasta que al atravezarlo, cesó y el detector emitió una luz de color roja, permitiendome el acceso. La luz simbolizaba el fin de mi alma pura.

Una vez dentro, me dirigí a las cajas en donde soñaba con encontrar el tan deseado producto….lamentablemente ya se habían terminado.

Acto seguido regresamos al bus donde un guia nos informó que el resto del viaje se compondría de 4 días con actividades relacionadas a la comida y luego 7 días en un hotel all-inclusive.

Detestaba la idea de las actividades ya que me volví a encontrar solo, pero al finalizar estas, me enteré que en realidad, las actividades consistian en ir a un restaurante distinto cada noche.

Finalmente llegó el turno de la mejor parte, el descanso en el hotel que tenía todo incluido.

La desesperación se produjo al bajar del vehiculo y mostrarnos las habitaciones que eran ocupadas a medida que los integrantes del viaje se peleaban por ocupar cada cama con sus pertenencias.

Habían varias habitaciones, algunas nuevas y otras viejas, pero todas poseían un horno eléctrico.

Por el camino perdí una fuente para horno que contenía un corte de carne condimentado (era el proyecto final del viaje) y la ví en el horno de otra habitación.

Decidí ir a reclamarla luego de haber encontrado una cama en donde dejar mis cosas.

En uno de los pasillos encontréa un viejo amigo a quien no había visto desde hacía tiempo.

Estaba sin remera, intentando hacer funcionar una especie de proyector.

Luego de un enfático abrazo, me comentó que estaba intentando capturar un fantasma.

Mi cara fue de asombro, pero permanecí a su lado mientras que veía cómo mi proyecto final era alejado de mi alcance.

Por un momento me deprimí, pero todo se desvaneció cuando mi amigo logró hacer funcionar el proyector y allí, frente a nuestros ojos, apareció un fantasma.

Se trataba de una muchacha de 20 años aproximadamente, que brillaba con un color blanco y flotaba en el aire.

Su cara reflejaba cortadas profundas, seguramente la causa de su muerte.

Lentamente se nos acercó hasta que la tuve frente mío y gritó.

El gritó era inentendible y muy fuerte, tanto que me despertó…

…era una canción que sonaba en la fm del despertador y me desagradaba mucho. Deberé cambiar la emisora.

El pétalo

«Te has desprendido de mí.

Oh mi bello pétalo, ¿ya has madurado y por eso te separas de tu madre?

Vete, vuela con el viento y cumple tu destino.»

La madre lloraba al ver a su pétalo volar.

-Y ahora…¿qué será de mí sin mi madre que me cuide?

¿Cúal es mi proposito en esta vida? ¿A donde iré?.

Oh dulce viento que me acaricias y reconfortas, llevame a donde pueda opacar mi infinita tristeza.

El viento accedió y juntos viajaron.

Una lagrima brotó en el ojo derecho de ella. Era una lagrima de dolor y soledad.

La gota de llanto se formó alrededor de su iris de un hermoso color azul.

Se sentía sola y triste.

Tenía amigas y disfrutaba de cada salida. Sin embargo, cuando la adrenalina se agotaba y ella volvía a su cama, notaba lo grande que esta era y que no tenía a nadie con quien compartir ese gran espacio.

Ella no era una persona mayor, pero la amistad que le rodeaba ya había formado familia y eso acrecentaba sus apenas 27 años de vida.

Era el mediodia de un día Lunes y ella estaba sentada en un banco de una plaza.

El sol brillaba en un hermoso día sin nubes y su calor caía suavemente sobre su larga y hermosa cabellera rubia. Ella era una mujer de gran e indiscutible belleza.

Se había tomado un descanso durante su trabajo y había decidido pasarlo sentada en la plaza para disfrutar del día.

Aunque en realidad lo que ella quería era ver a las parejas caminar de la mano e imaginarse a ella en reemplazo de la desconocida. Esto lo hacía por necesidad, para no derrumbarse. Aunque, a causa de esto, una lagrima brotó de su ojo.

-¿Pétalo amigo, logras ver a esa chica sentada sola en aquel banco de la plaza?-. Preguntó el viento.

-Si, la puedo ver. Se la ve triste y una lágrima brota de su ojo.- Respondió el pétalo.

-Bueno amigo pétalo, eh allí tu misión. Caé sobre ella y atrapa sobre tu lomo la lágrima antes de que esta caiga sobre su mejilla.-

-Pero…¿Qué debo hacer después?.- Preguntó preocupada.

-Debes lograr darle felicidad.- Dijo el viento, agitándose

-¿Yo? ¿Y como puedo hacer eso si solamente soy un pequeño pétalo de rosa…?-

Ya era demasiado tarde. El viento había dejado caer el pétalo  y este hizo su mejor esfuerzo para que la lágrima de la triste mujer caiga sobre su lomo. Lo logró, aunque con mucho esfuerzo.

La lágrima se había deslizado por el cachete derecho y estaba a punto de caer al regazo cuando fue atajada.

-Gracias por atraparme.- Dijo la lágrima.

-El viento me ha dicho que debía atraparte para luego darle alegría a quien fuera tu dueña, aunque no se como debo hacerlo.

-Solo deja que ella te agarre y no te resistas. Luego, cuando te suelte, pídele nuevamente ayuda al viento y vuela hacia su otro ojo, entra suavemente en el y tu misión será completada.- Respondió la lágrima, antes de desaparecer.

Ella agarró al pétalo y éste, orando ayuda a su amigo, logró llegar a su ojo izquierdo.

Con una mueca de dolor, ella intentó quitarse el pétalo de su otro ojo, pero no pudo al primer intento.

Un hombre que pasaba por allí, vió toda la situación.

-Dejame ayudarte.- Le dijo.

Él, con delicadeza, removió el pétalo del ojo izquierdo, provocando así que una lagrima brotará de ese.

-Gracias.- Dijo ella, levantando la vista para ver quien le ayudó.

-Parece que aquel pétalo provocó que brotará una lagrima en tu ojo. ¿Sabes? A veces, este y el viento se confabulan para molestarnos un poco.-

Ella rió, secandose la lagrima.

El hombre la miró y luego vió su relój.

-Tengo un poco de tiempo disponible, que te parece si cambiamos esa lagrima por un rico café.- Preguntó una leve sonrisa.

Al interpretar aquella sonrisa como sincera, ella aceptó, se levantó y por primera vez en mucho tiempo su corazón sonrió.

Al ver la escena desde el suelo, el pétalo fue nuevamente atrapado por el viento.

-Misión cumplida.- Le dijo, volando hacia su nuevo destino.

Sueño: Fútbol Americano

La patada inicial dió comienzo al encuentro.

En un equipo estabamos nosotros, amigos de toda la vida, y en el otro, rivales desconocidos.

El estadio era un poco diferente al habitual. En lugar de un recinto, nos encontrabamos en un espacio abierto, parecido a la selva, con arboles a los costados y en lugar de los palos de anotación, había un arco al estilo del clasico fútbol.

El partido comenzó, más yo no conocía muy bien las reglas. Sabía que el balón se pasaba hacia atrás y que se le podía pegar con el pié si se quería lanzarlo hacia adelante.

Durante los primeros minutos me dediqué a correr y patear el balón hacia adelante.

Lamentablemente mi estrategía para anotar no surtió efecto y por el contrario, nos convirtieron varios goles.

En ese momento decidí ir a defender la portería y fui realmente muy efectivo.

Los disparos llegaban con fuerza, pero los atajaba sin muchos problemas. Era bastante bueno.

También continué mi estrategia de patear el balón, ya que, como o podía pasarlo hacia atrás, intentaba dejarlo lo más cerca de la portería rival.

Después de varios intentos de gol fallidos, concluyó el primer tiempo y cambiamos de estadio para la segunda mitad.

El nuevo estadio era aún más salvaje que el anterior. Los árboles ya no se encontraban a un costado, sino que estaban repartido por todo el estadio.

Animales también recorrian el suelo.

El partido continuó con normalidad hasta que derrepente algo ocurrió.

Un cisne había caído de su vuelo. Ruidos de dolor emanaban de este mientras que movía su largo cuello de forma desesperada.

Finalmente el atacante se dejó mostrar. Se trataba de una serpiente, bastante colorida, aferrada a un sector del cuello de su presa.

Los gritos del ave eran desesperantes.

-¿¡Qué pasa!?- Pregunté a uno de mis compañeros de equipo.

-Estamos en la selva y hay muchos animales peligrosos- Respondió con total calma.

Luego levanté la vista y pude ver a varios animales más, todos observándonos.

En ese momento dí por concluido el partido e intenté irme de allí lo más rápido posible, pero los gritos de dolor del cisne me paralizaron.

Cada vez se hacían más y más fuertes.

Mis oídos ya no aguantaban tanto ruido…y me terminaron despertando.

En la radio sonaba una ópera y en el cielo, el agua caía a borbotones.

Un día más va a comenzar.