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Los dos caminos 2

Un auto frenó unos metros más adelante. Sin embargo, esto no era problema para Gastón y su moto.
Juntos, sorteaban una gran cantidad de obstáculos y fluían por el tráfico esquivando auto por auto. Esta vez, tenía una bicicleta a su lado que también quería pasar, pero él, al estar motorizado, elegiria primero por donde pasar al auto.
Gastón decidió pasar al auto que frenó, por la izquierda, por el lugar donde se sienta el conductor. Fue la desición correcta y al pasar, pudo ver como el andar de la bicicleta fue interrumpido por la puerta que se abrió de improvisto. El muchacho que manejaba el rodado fue expulsado de su asiento y su cabeza chocó contra el pavimento.
Gastón decidió pasar al auto que frenó, por la derecha, por el lugar donde se sienta el acompañante. Fue la desición incorrecta y al abrirse la puerta del acompañante del auto, Gastón fue despedido de su moto y su cabeza, sin casco, chocó contra el pavimento. El golpe no fue letal, pero las consecuencias serían permamentes.

 

Sol caminaba por las calles de la ciudad en busca de un lugar donde comer.
Era mediodia y la panza le rugía. Aquel mediodía se cumplía un año desde que había abandonado la comida chatarra para comenzar a cuidarse. Después de unos primeros días y meses en el que la adicción le insistía en que vuelva a aquellas comidas, su cuerpo comenzó a demostrar su agradecimiento y Sol se veía y sentía más sensual y llena de vida que nunca. Pensó que podía darse aquel capricho sin caer en la adicción. Sus piernas se frenaron en la entrada del restaurante.
Sol decidió pasar de largo y buscar una opción más saludable. No quería caer en la tentación de aquella comida y la mejor forma era evitarla. Entró al siguiente restaurante y pidió una opción más sana. Al entrar, su sonrisa fue admirada por varios de los comensales.
Sol decidió entrar y darse un gusto. Después de todo, una simple hamburguesa no la volvería a ser adicta. Lamentablemente, su increible sabor le recordó aquella nostalgia de antaño. Sol continuó comiendo sin reparar que volvía a su anterior y desdichado ser.

 

Ludovico estaba temblando por primera vez en su vida. Siempre había sito un tipo rudo, pero ahora, los investigadores tenían el poder y el lo sabía. Fue cuestionado y torturado psicológicamente. El objetivo era romper el omertá de su banda y confesar todos y cada uno de los crímenes de los que fue cómplice. Para eso, le ofrecieron un trato de protección a testigos.
Ludovico aceptó el trato y rompió el código de silencio.  Contó todos los planes en lo que estaba implicada la banda y dio nombres y datos reveladores. Los investigadores utilizaron la información y por fin pudieron apresar a todos los miembros de la banda más buscada del lugar. Ludovico permaneció ileso gracias al plan de protección a testigos.
Ludovico no aceptó el trato y mantuvo silencio. Temía lo que le pudiera suceder y por eso decidió callar. Los investigadores no tuvieron más opción que dejarle ir y él regresó al lado de su banda. Al llegar, fue asesinado sin piedad. A pesar de saber que no había dicho nada, el haber sido capturado era motivo suficiente como para silenciarlo para siemre.

Entrevista con rumbo incierto

Las dos sillas están preparadas.
Sobre una mesa a pocos metros de distancia, un plato con bocadillos esperaban su turno para ser devorados.
El entrevistado estaba próximo a llegar. Tenía fama de atontarse, pero al final, sus entrevistas terminaban siendo ampliamente reconocidas, solamente bastaba con entenderlo y seguirle la corriente sin salir de las preguntas.
El timbre de la puerta sonó y apareció el hombre acompañado de dos perros labradores de color marrón oscuro.
Nos sentamos y los perros se acostaron a un costado, entendiendo que su amo no podía ser molestado.

-Que hermosos ejemplares.
-Gracias. Los tengo desde ayer.
-¿Fueron un regalo?
-No. Los compré. Me dieron ganas de tener mascotas.
-Y…¿Cuantos perros pensás tener?
-Ninguno, no me gustan las objeciones.
-Dije Perros, no peros. Animales, mascotas, compañeros de 4 patas.
-Ahh…y no sé. ¿Cuantos se pueden tener?
-Los que quieras.
-Supongo que con unos 30 estaría bien.
-¿30 perros?
-Supongo.

El entrevistado se levantó y se dirigió a la mesa. De ésta tomó uno de los pequeños aperitivos que estaban dispuestos. Era una empanada de 4 quesos.

-Sabrosa, ¿no es cierto?
-Bastante. ¿Qué tiene?
-Para saber que tiene exactamente hay que preguntarle a la cocina. Espera que la llamo.

Doris se acercó y tomó asiento al lado del entrevistador.

-Doris, dile a nuestro invitado cuales son los ingredientes de la empanada.
-Masa para empanadas, provolone, muzzarella, roquefort, fontina, orégano, ají en polvo, ajo y cebolla.
-Ahh ¿y tiene queso? Le siento gusto a queso.
-Si…tiene cuatro quesos.
-Increible. Ahora entiendo por qué es tan sabrosa.
-Gracias, Doris.

Doris se levantó y volvió a la cocina.

-¿Cómo estás?
-Bien.
-¿Sólo bien? Escuché que te está yendo más que eso.
-Es cierto. Pregúntame de nuevo.
-¿Cómo estás?
-Bien.
-¿Sólo bien?
-Si, estoy bien sólo.
-¿Te refieres a una pareja?
-Claro. Tener una pareja no alcanza.
-¿Con cuantas parejas alcanza?
-Mmm…es una pregunta dificil. Diria que depende del espacio que tengas.
-¿Y cuanto espacio tienes?
-Creo que unos 500 metros cuadrados de verde. Igualmente cada pareja tiene que tener su propio lugar. ¿Te imaginas si se encuentran?
-Les dará celos.
-Si, incluso podrían no llevarse bien y hasta matarse y eso no sería bueno.
-No, claro que no.

Se hizo un silencio incómodo.

-Me contaron que has viajado a Europa.
-Es cierto.
-Cuéntame por donde estuviste.
-Por lugares.
-¿Qué tipo de lugares?
-Lugares que no conocía.
-¿Te han gustado?
-Si, las empanadas estaban muy ricas.
-Decía donde has visitado.
-Ahh. Si, se podría decir que si. Es más, traje un recuerdo de uno de los lugares.

Del bolsillo, el hombre extrajo un pequeño y viejo libro en idioma hindú sobre el cuidado de los tigres.

-¿Eso es un libro en hindú?
-Si.
-¿Entonces estuviste en la India?
-Si.
-Pense que caminaste en Europa.
-Si, caminé con ropa. Era una tela liviana que cubría todo el cuerpo, pero que me hacía permanecer intacto frente al calor.
-¿Viajaste acompañado?
-Si, vine hasta aquí con la pareja de perros. Las otras se tuvieron que quedar en la casa.
-¿Las otras?
-Las otras parejas. Sino seríamos muchos.

Me levanté para tomar un poco de agua y una aspirina. Seguir el hilo de la conversación era muy pesado.

-Se dice en las noticias que te estás metiendo en la política.
-¿Se dice?
-Se murmura. ¿Es cierto?
-En parte
-¿En qué parte?
-En las oficinas del estado.
-Pero, ¿qué es lo que te interesa de política?
-Nada.
-¿Y por qué te metes en parte?
-Para averiguar sobre la tenencia de animales.
-¿De las parejas?
-Si.
-No creo que sean necesario muchos trámites para adoptar animales.
-Son muchos. Cada pareja requiere pedidos especiales.
-No sabía.
-Por eso te lo digo.

Mi invitado miró su relój y se levantó.

-Debo irme.
-De acuerdo. Gracias por el tiempo.

Antes de irse, el entrevistado dio media vuelta y habló. Tenía una sonrisa en su boca.

-Por cierto. Aprovecho para comentarte la apertura de mi nuevo emprendimiento, el nuevo «Zoo Libertad». Gracias por la publicidad.- Dijo y se fue.

Tuve que releer la entrevista para entender que casi todas sus respuestas fueron dirigidas hacia ese tema. Realmente era un genio.

Adán: La ineludible realidad

Dios bajó del cielo para asistir a su amada creación.

-Lo lamento, Eva. No hay nada que yo pueda hacer para curarte a tí y a tú fruto. Lo que sufres, sólo con Adán podrá sanarlo.

Eva lo miró, las fuerzas se le iban poco a poco del cuerpo. Apenas podía cuidarse a sí misma mientras que Caín estaba al cuidado de Dios.

-Lo se- Le dijo, sonriéndole.

Dios se retiró, pensando en lo fuerte que era aquella mujer y en lo bien que la había creado.

Adán había encontrado un camino seguro hasta la costa, donde se encontraba el gigante barco y su celador.

-SALUDOS- Gritó.

El gigante no prestó atención al grito y continuó con sus cosas, provocando el enojo del pequeño ser.
Adán, molesto, pinchó la pierna del gigante con un elemento punzante.
El otro, por su parte, fue sorprendido por la molesta sensación y frunció su sien. Dándose vuelta, vio al diminuto hombre y le increpó.

-¿Por qué me has lastimado?- Preguntó, molesto.

-Porque no respondías a mi llamado- Respondió, ahora más tranquilo.

Inmediatamente, Adán cubrió la herida con sus hierbas medicinales y el gigante suspiró relajado.

-¿Qué quieres?- Le preguntó.

-Viajar en ese barco hasta el límite del mundo.

El gigante se sorprendió por las palabras del pequeño. Aquellas palabras le recordaban algo. No a algo, sino a alguien, a él mismo.
Adán insistió en su pedido, el cual fue rechazado por el otro.
Pero el pequeño era perceverante y no se rendía con facilidad. Luego de varios intentos, el gigante accedió, derrotado y le invitó a subir a bordo. Zarparían en pocos minutos.
Ya en altamar, el misterio de la negación del gigante fue revelado.

-Yo fui el primer gigante creador por Dios. Estaba solo y no quise quedarme en el Edén. Entonces emprendí mi propia aventura. Dios no pudo retenerme y partí para conocer al planeta, cómo lo llama él. Llevo viajando incontables noches y ya he conocido cada rincón que existe. Es por eso que creé este navío, para llegar hasta el límite de su creación.

Adán lo escuchaba atentamente. Sus historias eran similares.

-Nuestras historias son similares. Sin embargo, mientras que tú te alejabas de tu solitaria compañia, yo me alejé de Eva, la primer mujer.

El gigante no comprendía el significado de aquellas palabras.

-No comprendo lo que quieres decir con mujer, pero no estar solo es algo que yo no pude experimentar, hasta ahora. Sin embargo, no soporto tu presencia.

-¿De qué estás hablando? Yo he visto incontables gigantes en mi camino.

-¿Es eso cierto?

Ambos se detuvieron  a pensar como podía haber sido posible aquello y llegaron a la conlusión que los gigantes con los que Adán se encontró, fueron creados luego de la partida del primero.

-Por cierto, me llamo Adán.

-No tengo nombre, pero puedes decirme como Dios me decía. Nephil.

El viaje transcurrió con la conversción orientada hacia los otros gigantes que vió el pequeño ser. Nephil deseaba encontrarse con ellos y terminar con su solitaria vida.
Al verlo, Adán también sintió grandes deseos de ver a Eva.
Los días y semanas pasaron hasta que finalmente la embarcación se acercaba a tierra.

-Veo una hermosa tierra al frente- Dijo Nephil.

Días después el barco llegó a destino, al fin del mundo y ambos tripulantes descendieron y se despidieron.
Se trataba de un lugar hermoso, donde el verde pasto y los grandes árboles prevalecían. Se trataba de un lugar maravilloso, se trataba del Edén.
Adán por fín se había dado cuenta.
Todo, desde el principio fue parte del plan de Dios y él era solamente una simple marioneta tirada de los hilos por su creador.
Adán había regresado al punto de partida, con su curiosidad reducida al mínimo.
Caín tenía 4 años de edad cuando su padre regresó y su madre no podía estar más feliz.
Adán se recostó sobre el césped mientras que su hijo examinaba las cosas que había traido (y al hombre que las trajo). Al poco tiempo estaban jugando juntos y Adán experimentó una nueva -y poderosa- sensación. El amor por su hijo.

-Tal vez permanezca aquí, al lado de Eva y de Caín. El mundo no me genera más misterio que esta creación, este pequeño Adán que Eva ha creado. Me pregunto cómo ha sido todo y si se puede replicar. -Se dijo, sonriendo mientras miraba a la madre jugar con su hijo -Tal vez permanezca aquí para averiguarlo.

Eva, mirando al cielo, agradeció en silencio. Dios estaba satisfecho y sonreía al ver a sus creaciones nuevamente juntas.

Adán: Un padre que no fue

Adán recorrió el enorme cuerpo sin vida de su rival. Aún no entendía como semejante monstruo cayó de bruces por un simple disparo de su cervatana.
Al derrotar al gigante, el pecho se le infló tanto que ya sentía que podía enfrentarse a todo lo que su creador le tirase. Por primera vez fue conciente de su gran ingenio y del terrible arma que eso significaba.

-No hay nada que no pueda lograr- Exclamó con pleno orgullo.

Mientras tanto, Dios ocupaba su tiempo inmortal en el cuidado -a distancia- de Caín, el primer ser humano creado y nacido en la tierra.

-Aquel niño será semejante a mi, semejante a tú Dios- Le dijo a Eva en una de las infrecuentes visitas al bebé.

Eva solo asentía feliz de que su hijo, su fruto, su nueva sensación, crecería y sería semejante a su creador. La experiencia de haber dado a luz y de criar a un niño era basta y llena de emociones. Sin embargo, la ausencia de Adán le provocaba un sentimiento nada agradable en su seno.

-Por favor, traemelo de vuelta.- Imploraba la mujer.

-Todo a su tiempo, mi preciosa. Ten paciencia y confía en mi.

Los días, las semanas, los meses y los años transcurrieron rápidamente para uno y léntamente para otra.
Mientras que Eva dedicaba sus días al cuidado de su hijo, Adán exploraba aquel mundo abierto para él.
El paso del tiempo lo había convertido en un feroz guerrero. La caza y la supervivencia le costaba poco esfuerzo y se sentía casi omnipotente.
Pero Adán no sabía que aún tenía una dificil prueba que superar.
Dios, su creador, se enfrentaría a él. Eva sufría una aguda angustia que repercutía en su hijo y le enfermó. Si Adán no regresaba, Caín no sobreviviría y eso no lo podía permitir.

Caminando por el bosque, escuchó un ruido ensordecedor. Era algo que nunca antes había escuchado.

-Debe ser un nuevo animal.

Su pies, protegidos con cuero de vaca, se movieron con ligereza y pronto encontraron la fuente del ruido. Se trataba de una cascada, pero no como las que tenía en el Edén, sino infinitamente más grande y temerosa. Ésta, desenbocaba en un rio tan extenso como la misma visión.

-¿Será este el rio del fin de la creación?- Se preguntó.

La adrenalina le llenó el corazón. Deseaba con amplias ganas, conocer el fin de la creación, el fin de todo lo que Dios creó. Sin embargo, necesitaba una embarcación que sea sumamente resistente.
Abajo, en la playa donde desembocaba la cascada, pudo ver a un gigante como acomodaba alimentos dentro de un gran barco.

-Es perfecto- Se dijo, mientras trazaba un plan.

La embarcación se veía sumamente resistente y seguramente aquel gigante era un constructor y no un guerrero. No debía matarlo, sino convencerlo de viajar juntos.
Durante su viaje, se topó con todo tipo de gigantes, los temibles guerreros, los amables cocineros y los despreocupados agricultores, pero era la primera vez que se encontraba con un constructor.
Debía de buscar la forma de llegar a un acuerdo y para eso, debía obsequiarle una creación tan impresionante como aquel navío. Debía de pensar algo antes de que el barco zarpe.
La mente de Adán pensaba mientras que buscaba como descender de la cascada y llegar a la playa, mientras que el cuerpo de Eva se deterioraba, al igual de el de su hijo.
Por primera vez, Dios estaba preocupado.

Cosas imposibles

Al fallecer, recibí una notificación de un escribano.
El dueño de aquellos departamentos, aquel tipo viejo y solitario, me había dejado una carta.
«Querido amigo:
Tal vez te sorpreda ésta situación y espero que te sea grato recibir la noticia como lo es para mi escribir estas palabras. Soy poseedor de dos departamentos, cómo bien sabes, además de mi casa donde llevo viviendo una veintena de años, sin embargo, no tengo a nadie a quien dejarle herencia. Durante los años que gestionabas el pago de los alquileres, te fuiste volviendo un ser querido para mi, uno de los pocos que tenía y debo admitir que te tomé bastante cariño y estima. Las visitas mensuales para el cobro de los alquileres eran una bendición y fue por eso que tomé esta decisión. Véndelos si quieres o continúa con los alquileres y espero que tu vida mejore con este dinero adicional. Gracias por alegrarme los últimos años de vida. Un fuerte abrazo. El viejo charlatán H. Peña.»
Mi cabeza laburaba a mil por segundo. Había conseguido tres departamentos casi por milagro. Solamente por ser amable y cumplir con mi trabajo. No lo podía creer.
El escribano me miró. El tampoco podía entender la situación.
Me preguntó que quería hacer con los departamentos. Rápidamente le respondí que venderlos. Sin ser malagradecido, utilizaré parte del dinero para tomarme unas buenas vacaciones. Gracias, viejo charlatán.

Los amigos de mi novio tienen cuerpos de película. Se conocieron en el gimnasio y entablaron una pronta amistad. Se los notaba simpáticos, pero sobre todo, sexualmente activos. Al mirarlos, mi mente se imaginaba cada escena posible de una pelicúla triple X donde me consumián completa.
Me sentía mal por engañar, en pensamiento, a mi pareja, pero las ganas que les tenía eran mayores.
Un día, él invitó a sus amigos a mi casa, momento en que yo aproveché a salir con una amiga.
Al regresar, los encontramos bastante tomados, al igual que nosotras. Las risas fluyeron al igual que las miradas que se me iban. Mi novio lo notó y me llamó la atención pidiéndome hablar en la cocina. Era mí fin, sin embargo, su estado de alcoholismo era tal que me confezó que miraba a mi amiga con ojos de lujuria y me preguntó si quería, por esa noche, acceder a un cambio, aunque ellos fueran dos y ella sólo una. Accedí sin reparar si se trataba de una trampa. Por suerte no lo fue y debo admitir que mis sueños se quedaron bastante cortos contra la realidad.

Las horas pasaban y mi cabeza no se concentraba a pesar de haber tomado aquella pastilla que se anuncia como «milagrosa» para el estudio.
El examen final era dentro de pocos minutos y me había levantado temprano a dar un último repaso. Estaba más que perdido y el tema me era tan complejo como el idioma finés.
Apenas había entendido como realizar unos ejercicios básicos.
Realmente no entendí como aprobé los dos parciales para haber llegado a esta instancia.
Mi mente se sabía de memoria tres ejercicios, uno teórico y dos prácticos. Eso era todo y  cualquier cosa distinta a eso, no podría resolverlo.
Los nervios eran tan grandes al sentarme, que no hablé con nadie. Al fondo del aula me encontraba, acomodando nervioso los útiles y cargando el lápiz con más minas de las que necesitaba. Estaba seguro que desaprobaría. No había oportunidad alguna de aprobar y no veía como podía entender aquella materia tan compleja.
Recibimos las hojas con los tres ejercicios y poco después fuimos autorizados a verlas.

Ejercicio 1: Demuestre que todo campo diferenciable en el punto Ā, es continuo en Ā.

Era increible, era el teórico que sabía. Por lo menos no voy a tener un 1.

Ejercicio 2: Calcule el volumen de un cuerpo definido por: 2 x²+2y²+z² ≤ 3 , z≥√(x²+y²), y≥x

Era increible. Dos de los 3 enunciados eran los que me sabía de memoria, incluso podía llegar a aprobar.

Ejercicio 3: Halle la solución particular de la ecuación diferencial: y»+4y’= 8 que en (0;yº)tiene recta tangente de ecuación: y= 6x-1

Comencé a reir y lo continué haciendo hasta que recibí la libreta con el flamante 10 en esta pesada materia que aún sigo sin comprender.

El nombre de la mentira

En una sala, varios hombres discutían.

-¿Qué nombre le ponemos?- Preguntó el primero.
-¿Acaso importa?- Repreguntó el hombre que se encontraba a la derecha del anterior.

El segundo hombre recibió una bofetada.

-ESTÚPIDO- Gritó – El nombre lo es todo.

El hombre golpeado se reincorporó y continuó su opinión.

-Vamos a implementar un impuesto, no hay que disimularlo.

El hombre fue ignorado mientras los demás tenían una tormenta de ideas.

-Debemos llamarlo «Proyecto de claridad de riqueza para los pobres».
-No, que se llame «Plan de ayuda popular para el beneficio de los que menos tienen»
-Es muy largo. Mejor que sea «Sistema de ayuda universal».

La discución se acentuaba mientras que lo único que se discutía era el nombre.

– «Recurso de igualdad para los más carenciados»
-«Plan nacional de coperación voluntaria»
-«Proyecto de recaudación transparente»
-«Plan nacional de la verdad y la justicia a favor de los sectores carenciados y vulnerables.

Una vez más, la discución se centraba en lo más -según su opinión- trivial, el nombre.

-De nuevo lo hicieron- Le dijo el hombre que fue ignorado a su esposa, durante la cena.
-No puedo creer que sean así, tan tontos.
-Les importa poco y nada el país y su verdadero bienestar.
-¿No puedes hacer nada?

El hombre negó con la cabeza. Se lo notaba triste.

-Se esmeran en tapar con un bache el error que hicieron y acusan a otros de tener que recurrir a esto….
-En lugar de hacer las cosas bien- le interrumpió su esposa.
-En lugar de hacer las cosas bien- Repitió el hombre.

Se hizo un silencio incómodo. Ambos compartían el mismo pensamiento y se sentían peces fuera del agua.

-¿Qué pasó con ese tonto proyecto de armar a la población para combatir la delincuencia?
-¿Te refieres al «Plan de defensa de la comunidad para la paz»?. Ya está a medio camino de ser aprobado.
-Oh, dios mío. Se va a poner muy feo todo.
-¿Más de lo que está ahora? Discutí para armar un plan de defensa, de leyes y de educación, pero no. El desastre que armaron parece que fue culpa de otro y ahora buscaron un plan tonto con un nombre que lo hace parecer la salvación.
-Por lo menos te mantienen allí, en las altas esferas.
-Mi amor- suspiró -No me dejan ir. Estar allí es como estar en una convención de física donde los disertantes solo sepan de fotografía y busquen el lado «bonito» de las cosas.
-No puedes seguir así.
-Algún día habrá gente que piense. Ese día, descansaré.

Al día siguiente, un nuevo problema tomaba impulso.
Un grupo de jueces, en unión con fiscales y abogados, habían llenado los tribunales con denuncias al primer mandatario.
Rápidamente, las denuncias fueron archivadas y la orden del nuevo plan de remoción y persecución de los cómplices fue traido para que se le ponga el nombre.
De nada sirvió pedir que se lean y revisen las denuncias. Todo lo que importaba era el absurdo nombre. Esas personas, los denunciantes, desaparecerían de la vista del público mientras que el pueblo aplaudiría la medida con el exagerado e irreal título.

-«Plan contra el terrorismo y a favor de los pobres».
-«Plan de lucha popular para la creación de un país feliz».
-«Proyecto de paz y justicia verdadera y real»

La discusión continuó por unos minutos y finalmente el nuevo nombre fue votado.

El ganador fue el «Proyecto de liberación de terroristas para garantizar la paz, la verdad y la justicia popular».

El día de trabajo había terminado y el hombre que nunca era escuchado salió del edificio del gobierno, resoplando.

-Un día más en la oficina…-dijo mientras subía a su auto.

La granja del futuro

«Bienvenidos sean a la granja del futuro donde tus deseos pueden cultivarse.
¿Quiere un corazón nuevo? ¿Por qué no?. ¿Se siente poco másculino con su miembro actual? Tenemos la solución.
Nuestros animales son 100% naturales y saludables, alimentados con granos y cereales y destinados a llevar una vida placentera sin corrales ni confinamientos. Esto garantiza que los cultivos salgan con la mejor calidad.
Los cultivos demoran hasta un plazo máximo de 2 años para órganos importantes y de 3 a 6 meses para cultivos estéticos.»

Parecía un cuento de alguna página relatos de humor, pero era la mera realidad.
Se trataba de una pauta publicitaria que se presentó por primera vez hace casi 5 años y que al día de hoy la seguían transmitiendo sin modificaciones.
La granja es tan real que daba miedo el solo pensarlo.
Al principio fue rechazada por organizaciones de derechos humanos y de animales de todo el mundo. Luego sufrió varios escraches y boicots. Finalmente, luego de superar las trabas legales y técnicas de operatoria y salubridad y las públicas de manifestaciones, debió enfrentarse al miedo de la gente a este nuevo proceso.
La granja estaba predestinada a desaparecer, sin embargo, todo cambió con una maniobra publicitaria de su flamante jefe de prensa.
La empresa invirtió millones en una jugada que podría haberle costado el fin pero que, por suerte para ellos, logró el efecto deseado y fue su pie de entrada hacia el cohete que estaba apunto de despegar.
Mediante manipulación genética, lograron crear una raza de vacas que produjeran leche materna humana. Miles de vacas fueron creadas y ordeñadas según las especificaciones del plan y su leche fue repartira en contenedores con el logotipo de la granja a todo el mundo.
Millones de bebés recibieron encantados la leche idéntica a la que sus madres podrían producir pero que, por algún impedimento, les era imposible.
A partir de ese momento, la demanda de leche fue en aumento y la empresa generó miles de millones en ganacias, otorgándole la credibilidad que tanto necesitaban.
Teniendo el abismal mercado lacteo, decidieron continuar con su verdadero objetivo.
El siguiente paso fue «regalar» partes del cuerpo que muchas personas tenían dañadas.
Un corazón humano fue criado en un cerdo y donado a un hombre Noruego de avanzada edad.
Por su vejéz, no era candidato para la lista de transplantes y él, rodeado de amorosos nietos, se reusaba a abandonar la vida.
Su caso fue recogido por el jefe de prensa de la granja y al hombre se le ofreció, gratuitamente, tanto el pasaje de ida y de vuelta como el alojamiento, la intervención quirúrgica y todo lo que necesitara.
El hombre tuvo dudas y decidió rechazar la oferta. A pesar de que le quedaban pocas semanas de vida, daría hasta su último aliento para jugar con sus hijos y nietos.
Luego de pensar el plan de acción, al brillante publicitario se le ocurrió una idea imposible de rechazar para el hombre. Se le prometió que si fallecía a causa de ellos o del corazón, su familia recibiría una suma de dinero tan grande que podrían vivir como reyes el resto de sus vidas.
El hombre, cada vez más endeudado por los gastos médicos que demandaba su debilitado corazón, accedió y la operación se llevó a cabo pocos días después.
El cerdo fue sacrificado para extraer el corazón humano cultivado en él y su cuerpo fue dado a una familia pobre donde su carne sirvió de alimento.
Por su parte, el hombre recibió un nuevo corazón y la vitalidad que recibió fue tan grande que la noticia hizo eco en todo el mundo.
El jefe de prensa lo había logrado una vez más y ahora los pedidos se amontonaban.
La empresa creció a niveles insospechados y luego de años de lucha y desprecio, habían sido reconocidos con el premio nobel de la paz.
A pesar de que cobraban dinero por cada pedido, el monto era bastante inferior al de los tratamiento médicos tradicionales. La gran demanda que tenían les hacía mantener los precios bajos.
En la granja se crian mayoritariamente cerdos, aunque el negocio de leche materna ordeñada de las ubres sigue dando sus réditos.
Según una revista médica de prestigio, por año se salvaban más de 10 mil personas que hubiesen muerto al no ser candidatas a recibir transplantes de órganos.
Luego de la muerte de los animales, estos eran procesados y limpiados. Su carne era empaquetada y enviada a diferentes comedores comunitarios. Nada del animal se desperdiciaba.
Sin embargo, las manifestaciones continúan. Muchos opinan que están criándo animales para matarlos mientras que otros reclaman en lo poco ético que resulta todo. «Están yendo contra la naturaleza del señor» era el mensaje más común que se escuchaba.

Lo cierto es que, a pesar de todos los comentarios y pensamientos en contra, la granja hacía más bien que mal y poco a poco la gente se fue acostumbrando a la ídea de tener órganos humanos criados dentro de animales en su interior.
Muchos lo usaron para prolongar su vida mientras que otros para mejorar la nuestra.
¿Por qué una mujer puede aumentar su busto con una sustancia anti natural y yo no puedo mejorar mi hombría con un modelo idéntico al mío pero más grande?

La máquina en la sala de espera anunciaba el siguiente turno, el 17.
Tengo el número 43 y me espera un largo día por delante.

Recuérdame

-Recuérdame.
-No digas eso.
-Es lo último que te pido.

El hombre comenzó a llorar.

-No, por favor, aún no. No estoy listo.

La mujer que estaba recostada sobre la camilla, le sostenía la mano.

-Ya es hora, mi amor.
-No. Aún no, por favor no.
-Hiciste todo lo que pudiste.

Carla miraba a su marido con ternura. Luciano había sacrificado su vida para cuidarla y lo sabía.
Ella sufría del corazón y con el paso del tiempo su condición fue empeorando hasta el punto que la única solución posible era un transplante. Sin embargo, conseguir un donante resultó una proeza imposible de superar y su condición de embarazada aceleraba su pase a la otra vida.

-Debes soltarme. Ya te he causado mucho sufrimiento.

Carla tosió. Un poco de sangre salió de su boca. Su cuerpo ya no aguantaba y su final estaba próximo.
Las cuentas del hospital eran elevadas, a pesar de que su médico, conmovido por aquella pareja, no cobraba honorarios por tratarla. Para costear las facturas, Luciano trabajaba casi de sol a sol, sin descanso, pero gracias a eso ella podía recibir los cuidados que necesitaba.

Se habían conocido en un cumpleaños, gracias a los caprichos del destino.
No solamente quedaron atraídos físicamente, sino que su amor fue la envidia de todo su mundo.
Sin embargo, tiempo después, al cumplirse su primer aniversario de casados, a Carla le diagnosticaron un severo problema cardíaco que no tenía cura ni tratamiento, siendo la única opción posible, el transplante.
Buscaron de todas las formas posibles de conseguir un donante, aunque sin éxito. Su ubicación en la lista de espera era muy baja y nunca llegarían a tiempo.
Al cumplir los 30 años, Carla desnudó su pensamiento. Quería tener un hijo, quería que aunque ella dejara el mundo, traer una nueva vida que le de amor y esperanzas a su amado esposo, quería que Luciano fuese padre.
Al poco tiempo ella quedó embarazada y se sentían confiados en que Carla pudiera conocer a su hijo, pero,  al cumplir las cuarenta semanas de embarazo, su condición empeoró y la tuvieron que internar de urgencia.

El médico entró por la puerta. Quería controlar los signos vitales de su paciente.
Al verlos, suspiró y miró a Luciano. Luego inyectó a Carla con una jeringa que traía en el bolsillo.

-Es para que por fin puedas dormir- le dijo, con lágrimas en los ojos.

Luego abandonó la escena, volviendo a mirar a Luciano al salir.

-Ya es hora, mi amor.

Él lloraba sin consuelo.

-No, aguanta un poco más, te lo ruego.
-Estoy cansada. Por favor, déjame dormir.
-Por favor, un poco más -sollozaba

La mujer durmió mientras que escuchaba el lamento de su pareja.
Luego se despertó con un sobresalto y se sentó en la cama. Estaba sola.
Se desabotonó el pijama y miró su pecho. Una cicatriz lo marcaba.
Luciano verdaderamente había sacrifiado su vida por ella.
Carla miró la foto de él, que había enmarcado y puesto en su mesita de luz y lloró.

-¿Por qué lo hiciste? -le preguntó a la imagen.
-Porque merecías vivir- alguien respondió.

Carla se sorprendió.
Una figura blanca apreció frente a ella y tomó la forma de su difunto esposo.

-¿Cómo es posible?
-No lo sé.
-Creí que estabas muerto.
-Mientras me recuerdes, yo no moriré- dijo él, con calma.

Carla se levantó y se acercó a aquella figura. No tenía miedo.

-Te extraño demasiado- le dijo.
-Yo también.

No podía contenerse. La necesidad de abrazarlo era demasiado grande.
Sus brazos rodeadon el cuerpo de su marido y lo apretaron con toda su fuerza.

-Calma, calma- le respondió él.

Sus palabras eran serenas y lentas, justo lo que ella necesitaba.

-¿Por qué lo hiciste?- volvió a preguntar, mientras que seguía abrazándolo.
-Tú sabes por qué.
-No. No lo sé. Dímelo por favor.
-¿Cómo que no lo sabes si es muy fácil?
-No te entiendo, Lucho.
-Lo hice porque tu vida era más importante que la mía.
-¿¡Cómo puedes decir eso!? YO QUERÍA QUE VIVIERAS. -se desesperó
-Yo también. Pero una vida sin tí no valía para mí. Además, ahora estaremos siempre juntos, porque juntos, hemos creado algo maravilloso.

Carla se miró al pecho.

-Esta marca es un recuerdo tuyo y dentro mío, tú vivirás por siempre. ¿Te refieres a eso?
-No, mi amor. No me refiero a eso.
-¿Entonces a qué?
-Despierta y lo verás.
-¿Acaso estoy dormida?

Luciano asintió con la cabeza.

-Y si despierto, ¿tú estarás?
-Yo siempre estaré contigo mi amor, pero ahora debes despertar.

Carla despertó del sueño dentro del sueño.
Era de noche y se levantó de la cama.
Se dirigió a la otra habitación de la casa, en donde un pequeño de dos años demandaba a su madre. Ella lo vió y sonrió.

-Gracias, mi amor- dijo en voz baja.

Luego de calmarlo y asegurarse de que esté dormido, se retiró.
El niño descansaba dentro de una cuna adornada en donde una brillante chapa dorada resaltaba.
En ésta, se podía leer un nombre. Luciano, decía.

 

 

La princesa y el rascacielos

Una tarde, la princesa discutió con sus padres.

-NO- Les gritaba.

-Princesa, debes entender- Le respondían.

Su mamá, la reina y su papá, el rey, querían que su hija, la princesa, ayude a la gente del pueblo.
La princesa debía repartir bolsas con pan, tomate, cebolla y frutas a quienes tenían hambre, pero la pequeña se negaba.

-NO- Les volvía a gritar. -No quiero.

La pequeña princesa no quería darle comida a extraños.

-¿Por qué? -Les preguntaba.

Sus padres le respondieron que esas personas no poseen nada para comer y, cuando uno tiene, es su obligación compartir con los que menos tienen.
La niña los miraba, intentando entender esas palabras.

-¿Mis juguetes también?

-Solo si tú lo deseas, mi amor- Respondió la reina.

La princesa lo pensó un rato y finalmente respondió a sus padres.

-NO. La comida y los juguetes son míos.

Sorprendidos por la respuesta de su hija, sus padres abandonaron la habitación de la pequeña y no regresaron.
La princesa, por su parte, continuó jugando hasta el anochecer.
Cuando por fin se cansó, la panza le rugió.

-Mamá, tengo hambre- Dijo, pero nadie la escuchó.

La pequeña salió de su habitación y recorrió el castillo hasta llegar a la habitación de sus padres.

-¿Mamá? ¿papá?

Nadie le respondió. La habitación estaba vacía y las luces apagadas.
Entonces, la pequeña recorrió todo el castillo en busca de sus padres, pero no los encontró.
Continuó su camino por las calles del pueblo, en busca de alguien que la ayude, pero no encontró a nadie.
La princesa continuó caminando hasta que el sol salió. Había llegado a un lugar desconocido para ella, una ciudad con grandes edificios y principalmente, uno que era tan alto que llegaba hasta el cielo.
Ella caminó hasta llegar a la entrada de aquel lugar y se sentó.
La pequeña estaba agotada de tanto caminar y tenía mucha hambre.

Una madre con su hijo salió del gran edificio y pasó junto a ella. El nene llevaba una hamburguesa en su mano.
El rico olor atrajo la atención de la princesa, cuyo estómago no paraba de rugir.
La madre del nene la miró y se frenó.

-¿Tienes hambre, princesa?-Le preguntó.

-Si- respondió, tímidamente.

-¿Quieres una hamburguesa?- Le preguntó

-No le des. Es mi comida.- Gruño el nene.

Su madre, con calma, le explicó que hay que ayudar a la gente y, cuando uno tiene, es su obligación compartir con los que menos tienen.
El niño comprendió el mensaje de la madre, y le dió la hamburguesa que acababa de comprar.
La princesa lo miró.

-Gracias- Le dijo mientras sonreía.

-De nada- Le respondió el nene.

La pequeña tenía mucha hambre y la hamburguesa estaba muy rica, tanto que la comió en pocos segundos, pero aún seguía perdida en aquel extraño lugar.

-Hija..hija, despierta.

La pequeña despertó. Todo había sido un sueño.
Se había quedado dormida jugando en su habitación.

-Mami, ¿llevamos comida?

-¿A donde? Preguntó sorprendida, la reina.

-A los que tienen hambre, como yo.

Su madre la miró y le dió un fuerte abrazo y durante toda la noche, la princes y la reina repartieron comida a quienes más lo necesitaban.

 

Un buen viaje

-Fue un buen viaje.
-El mejor de nuestras vidas.
-El mejor, por ahora.
-¿Lo crees?
-Por supuesto.
-Después de todo lo que gastamos, ¿crees que podamos volver a hacer un viaje como este?

La pareja se miró. Habían invertido gran parte de sus ahorros en el viaje.
Habían vivido en el pueblo de «Fraile Muerto» durante toda su vida y, por primera vez, decidieron viajar.
Era su luna de miel y ambos decidieron ir a Roma, la ciudad de sus sueños.
Salir del país no era algo nuevo para Carla, ya que, por su trabajo, cruzaba la frontera hacia el país considerado «hermano», por lo menos una vez por semestre

-¿Cómo es?- Le preguntaba su ahora flamante marido, a su regreso.

-Lindo, pero no tanto como el lugar que nos espera.

La corta respuesta evitaba a Clara pasar por el interrogatorio a su regreso, momento en que solamente quería un abrazo y un colchón.
Mediante métodos pocos convencionales, Carla había conseguido un trabajo en una empresa de reparto nacional e internacional y, al ser de un pueblo del interior del país, se encargaba del poco reparto que había en esa zona.
Su sueldo consistía, en su mayoría, en comisión por entrega, pero al ser un pueblo tan pequeño, al igual que sus vecinos, éste apenas alcanzaba para cubrir las necesidades básicas de la pareja.
Ambos tenían 29 años y habían pasado juntos gran parte de sus vidas. Era una pareja que se amaba, cuidaba y quería.
Él trabajaba en la granja de la familia. Ella se había mudado desde un pueblo vecino.
Al poco tiempo de cumplir los 22 años, un gran incendió destruyó casi todo el pueblo. Muy pocos fueron los sobrevivientes, entre ellos, Carla y Federico, quienes perdieron a toda su familia, a sus padres, hermanos y abuelos. Ambos quedaron huérfanos en vida.
Al recibir dinero, por parte del alcalde, para que se recuperen económicamente, los chicos se miraron y quedaron unidos desde ese entonces. El haber perdido a sus familias, fundió con plomo aquella relación.

El dinero apenas alcanzó para arreglar la estancia de la familia de Federico, lugar donde ambos comenzaron su vida juntos. Él trabajaba arduamente, día y noche, cada día de semana, cosechando y cultivando para subsistir. Aún así, el dinero escaseaba.
Carla logró conseguir trabajo como mensajera y la vida comenzó a ser un poco más fácil.
Federico podía dormir un poco más y no levantarse al amanecer, pero seguía sin alcanzar. Pero todo cambió unos años después. Con 26 años, Carla fue a realizar una entrega a un pueblo cercano. Al llegar, llamó a la puerta y fue recibida por un hombre elegantemente vestido.

-Su pedido, señor.

El hombre miró a la joven y la invitó a pasar.

-¿De donde vienes?- Le preguntó.

-De Fraile Muerto.

-¿Donde queda? ¿Está muy lejos?

-A 12 horas de distancia.

El hombre se quedó sorprendido.

-¿Manejaste durante tanto tiempo?

-No, señor- Respondió ella. -No tengo auto.

Hubo confusión en el hombre.

-¿Cómo viniste?

-En bicicleta.- Dijo, señalando el vehículo tirado a un costado de la casa.

-Por diós, mujer. ¿Has estado andando en eso durante tanto tiempo?

Carla asintió, provocando un temblor en el otro hombre.

-Ven, siéntate y relájate. Te traeré algo de tomar.

-No, señor. Gracias. Debo irme y seguir con los repartos antes de que anochezca.

-Has estado andando en una bicicleta durante medio día. Te mereces un descanso.

-No puedo. Si no hago las entregas, no recibo el dinero que necesitamos para sobrevivir.

-¿Estás casada?

Carla asintió.

-Si, nos casamos ayer y a causa de eso no realicé ninguna entrega. Por eso debo irme.

-Primero debes descansar y reponer fuerzas. Te traeré algo de comer, mientras tanto, cuéntame un poco de tí.

Al escuchar, el hombre se entristeció con su historia. Su corazón estaba afligido.

-Debo confesar que, cuando te ví, la lascivia me llenó el corazón, pero ahora, solo siento tristeza por tí.

-¿Qué es lascivia?

-No importa eso ahora. No importa lo que quería al verte, pero lo que más quiero ahora es ayudarlos.

El hombre se presentó como un empleado de alto cargo de la empresa repartidora.

-Soy de aquí, pero vivo en Buenos Aires y cada vez que pida que me traigan un paquete, voy a pedir que seas tú la que lo haga. Serán dos veces al año como mínimo y eso te traerá buena ganancia, además de que tendrás todos los gastos pagos.

Carla sonrió. Le estaban ofreciendo más dinero que con el que podía soñar.

-Gracias- Dijo mientras se retiraba.

-Espera.

El hombre le entregó a ella el paquete que le había traido.

-Quiero que lo conserves y lo leas. Tal vez podrán ir allá algún día.

Varias horas después, la mujer regresó a su casa y le entregó el paquete a su marido.

-¿No pudiste hacer la entrega?

-La hice, pero no sabes lo que pasó. Es un milagro.

Carla relató lo sucedido y comenzó a llorar. Fue contenida por su esposo.
Luego abrieron el paquete devuelto.

«Roma: La ciudad de los sueños»

Se trataba de un libro turístico. Un libro donde parejas habían decidido pasar su luna de miel en la milenaria ciudad y luego relatan sus viajes.

-Vayamos.- Dijo Federico.

-No tenemos dinero. -Se lamentó Carla.

-Aunque nos cueste, aunque sacrifiquemos todo, nos lo merecemos.

Aquel día, la esperanza del viaje los cegó.

Federico se había obsesionado con visitar otros lugares, con viajar y conocer.
Carla, por su lado, estaba nerviosa con su primer viaje fuera del país. Se trataba de un viaje de dos días de ida y dos de vuelta, pero su ganacia de ese solo viaje sería mayor a lo que ganó en los últimos años, todo junto.
A su regreso, fue inundada a preguntas por parte de su pareja.
Carla solo quería descansar, pero igualmente compartió todo lo que vió, con su marido.

Los años pasaron y gracias a estas entregas, la pareja comenzó un fondo de ahorro, el que pronto se acumuló y alcanzó para el viaje.

-No se si debamos gastarlo.- Dijo ella una noche.
-Nos prometimos hacerlo. Nos lo debemos.
-¿Estás seguro de gastarlo todo?
-Yo si, pero es tú dinero, tu esfuerzo y tu sacrificio. Es tu decisión.
-NO- Lo paró ella. -Es NUESTRA decisión.
-Yo no gané ese dinero.
-Tú me has ganado a mí. Me diste un hogar, me mantuviste durante muchos años. Trabajaste día y noche por nuestro bien. Sin tí, yo hubiese muerto.

Federico lagrimeó.

-Hagámoslo- Dijo ella.

Al día siguiente sacaron los pasajes y el hotel. Estarían dos semanas enteras en la tan ansiada ciudad. Luego de varios años de lucha y esfuerzo, podían finalmente descansar.

-Te amo.
-Te amo.

Ambos se miraron y besaron. Su amor florecido mientras el avión despegaba de regreso a su hogar.