Sueño: La estafa

Finalizada la comida, nos levantamos y salimos del restaurante.
Junto a mí se encontraba mi novia, sus padres y su abuela, que en realidad era otra persona representándola.

Nos dirigimos al auto de mis suegros cuando la abuela exclama que no encontraba su tarjeta de crédito.
Reingresó en el restaurante, aunque sin suerte.
De repente, su celular sonó.

Desde el principio que toda esta situación me producia una mala sensación y es por eso que decidí atender la llamada.
Del otro lado de la línea, una mujer habló, diciendo que había encontrado la tarjeta y se la llevó con ella hasta su casa y si quería recuperarla debía ir a buscarla.

La mala sensación permaneció conmigo mientras que me dirigía hacia el domicilio.
Llegué, estaba sólo y llamé a la puerta.
Una mujer abrió, la que había llamado y fuí invitado a pasar a la cocina.
En ella, sin tapujos ni charla mediante, recibí una especie de nota de rescate por la tarjeta:

«Taxí: $230
  Cena: $410
  Helado: $90
   Varios: $100
Total: $830″

Al ver el total le pregunté, gritando, si esta era una clase de broma.

Su cara de seriedad me dió la respuesta y otorgó claridad a mi mala sensación.
Evidentemente me encontraba tratando con estafadores.

Luego de negarme a pagar el total, ofrecí sólamente hacerme cargo del primer gasto, el único al que consideraba «justo», aunque el importe era de por sí exagerado.

Recibí una negativa y por último decidí llamar a la abuela.
Con una sonrisa de ingenua, opinó que había que: «pagar y listo».

Finalmente llegó junto a mi novia y mis suegros y cuando los fui a recibir, noto que la mujer estafadora está abordo de una camioneta junto a un hombre, presunto marido, y una niña en la parte trasera.

Corro hacia la abuela para preguntarle si les había dado el dinero, ya que temía que no le devolverían su pertenencia.

Mis temores fueron confirmados y con mucha furia corrí hacia el auto y me senté en la parte trasera, junto a la niña. Dejé la puerta abierta para impedir que se escapen y comencé a golpear a la estafadora.

Mis golpes parecieron no afectarles y el auto comenzó a tomar velocidad.
Para mi mala suerte, perdí estabilidad y salí rodando hacia la calle, resultando lastimado en el proceso.Fui rescatado por mi novia, quien me ayudó a ponerme de pie.

Al recriminar a la abuela ésta sólamente respondió: «Y bueno, son cosas que pasan. Ya pasó, ya está».

Iba a gritarle, pero mi voz fue tapada por un sonido superior…

…era el despertador, cumpliendo con su -nada agradable- trabajo de despertarme.

Un día más comienza.

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