¿Quién se salva?

-¡Inmoral!
-¡Hipócrita!
-¡Embustero!
-¡Judas!
-¡Desleal!

Las palabras no parecían tener efecto en quien debiera ser su receptor.
El hombre a quien intentaban persuadir se había enriquecido de forma ilegal a costa del ingreso, del esfuerzo y de la sangre de quienes debía ayudar que ahora debían luchar por subsistir.
Pruebas no tenían, pero la evidencia era irreprochable. Aquella persona hacía gala de sus flamantes y brillantes bienes sin ningún tipo de reparo. Lamentablemente nuestro sistema no funciona sin pruebas y si estuvieran, no podrían hacer funcionar a la tuerta justicia.
Cambiar alas destrozadas de cartílagos débiles por otras de Titanio y poder alcanzar alturas imposibles para las aves comunes y corrientes fue lo que logró a cambio de vender su alma.

-¡Hijo de puta!
-¡Nos morimos de hambre!
-¡Morite!
-¡Basura, sos la dictadura!

Paralelamente, otra figura pública era agredida tanto física como verbalmente. No se conocían casos de negociados ni defraudación al estado, pero se le acusaba del mal resultado de sus políticas y principalmente de ser un opositor al partido reinante.
La justicia no era tuerta de su lado y aquella persona debió dimitir para conservar su integridad física y su alma intacta.

Dos casos comunes y corrientes, dos situaciones que lamentablemente son normales y dos maneras de tratar al alma: el cuidado y la distancia.
Que gran invento aquel, el alma, la buena voluntad de las personas, aquello que los vuelve inmortal. Veintiun gramos de existencia que revelan la automática existencia de Dios.
Un método creado para controlar a toda la humanidad, sin importar religión ni procedencia.
Hay que ser una buena persona, hacer buenas acciones para que tu alma las almacene y se las presente a Dios (cualquiera que fuera) y de esta forma, poner en marcha el mayor método de adoctrinamiento de la historia de la humanidad.
De esta forma, cada ser humano se autoregula y se suma al bando de los buenos.
Padres que transmiten a hijos, hijos que profesan las mentiras que sus padres tomaron por ciertas. El alma es la mayor mentira y la más mortífera arma jamás creada.

Así, quien abandona su alma puede disfrutar de los placeres que existen sin el maldito sentimiento de culpa.
La culpa nos detiene, incluso nos hace retroceder.
«Tengo pareja, no puedo hacerle esto»
«Me gustaría ir pero ya me comprometí con otra cosa»
«No quiero esto si se que los demás lo perdieron»
Decenas de ejemplos almacenados en cada alma y aunque no iguales, cada uno los habrá experimentado a lo largo de su vida.
Maldita culpa que nos acosa a quienes fuimos buenos de alma.

 

Estando en el Hádes o frente a los arcángeles o frente a Osiris o incluso frente a los sabios judíos, nuestra alma será juzgada por los pecados de nuestras vidas. Pecados creados y escritos por los hombres pero aceptados por los dioses.
Frente a todos ellos se van a juzgar a ambos hombres, al que vendió su alma y al que la fortaleció y una sola pregunta me surge:

¿Quién se salvará?
La respuesta es muy sencilla: NADIE.

Disfruta tu vida.

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