Una historia de terror y un final inesperado

Todo era alegría aquel día.
Lucía se había despertado con mucho entusiasmo y no era para menos. Aquel día tendría la cita de sus sueños con Tero.
Tras años de miradas en cumpleaños de amigos en común, por fin se había animado a hablarle. Y no era por temor al rechazo, ya que ella tenía un séquito permanente que le levantaba el ego, sino que él le generaba un cierto límite, una barrera física y mental que ella no se animaba a cruzar.
Tero le parecía sumamente bello y atractivo. Siempre haciendo galanería de su buen humor y de su fotogénica cara. Pero sobre todo, le parecía una persona que cumpliría sus más íntimas fantasías. Luego de cada vez que lo veía, al regresar a su casa, Lucía hacía uso del recuerdo de sus ojos para darse un festín en su memoria y su cuerpo.
Los años pasaron hasta que ambos habían llegado al mejor momento de su aspecto físico. Ambos, con 28 años, habían florecido y sus cuerpos estaban en su punto cúlmine.
Aquel día se volverían a ver y ahora Lucía haría uso de toda su artillería para conquistarlo.
Durante días, semanas y meses, la mujer le mandó mensajes a diario a Tero para invitarlo a salir.  Fue rechazada una y otra vez hasta que, luego de bastantes intentos frustados, él aceptó.
Había conseguido una cita con él y no la desaprovecharía.
Estaba citada a las 10 de la noche en la casa del hombre que tanto deseaba. Decidió llevar una botella de un muy fino licor de naranjas para que brindaran.
Pasadas las 9 y media, Lucía salió de su casa. Tero vivía en las afueras de la ciudad. Se trataba de un lugar muy tranquilo, de casas separadas por mucho espacio verde y la de su deseado no era la excepción. Un sóbrio lugar, con un diseño atractivo pero simple. No resaltaba y era una más del montón de hogares que componían aquel tranquilo barrio.
Siendo las 10 en punto, Lucía llamó a la puerta, la cual se abrió para invitarla a pasar.

«Que copado.» Pensó al no ver al hombre y deducir que la puerta se abrió sola.

Aquel fue el comienzo de una noche que Lucía no esperaba.
La puerta se cerró tras ella con un fuerte golpe. La mujer se dió vuelta y vio como una sombra se acercaba.  La botella con el licor se soltó de su mano y cayó en el suelo, sin romperse por suerte.
Un ruido de cerradura se escuhó y Lucía intentó abrir la puerta. La habían encerrado.
Su corazón se aceleró mientras que  daba pasos, adentrándose en la casa.
A medida que avanzaba, las brillantes luces de todo el lugar se iban atenuando hasta el punto de que la visibilidad era muy reducida. Además, a cada paso que daba, música de un género bastante desagradable para la mayoría, aumentaba su volumen.
La casa ya no era tan visible y Lucía comenzaba a temblar.

-¿Tero?- dijo, pero su voz era opacada por los horribles sonidos del ambiente.

-¿TERO?- esta vez gritó.

Una luz se iluminó frente a ella y luego se apagó para reaparecer en otro lugar. Era una guía, la luz quería que la sigan.
Lucía permaneció inmóvil con sus manos alrededor de su cuerpo.
De repente, sintió que algo la rozó y la mujer soltó un primer grito de susto.
Las piernas, húmedas por la incontinencia que sufría, le temblaron.
Al darse vuelta, observó una sombra que se desvanecía.
El resto del cuerpo le temblaba. No se había imaginado que esto le sucedería.

-AYUDA- gritó. Pero sus gritos eran opacados por la estridente música.

Como pudo metió mano en su bolsillo y sacó el celular para pedir ayuda. Poco le sirvió. Estaba muerto, sin Internet y sin señal. Sin embargo, la linterna le brindó un poco de tranquilidad al alumbrar un pequeño espacio del ambiente a su alrededor.
Lucía comenzó a caminar hacia la luz que marcaba el camino cuando sintió una cortada en la parte trasera de su pierna derecha.

-¡Ay!- exclamó de dolor, flaqueando. Se alumbró la pierna y vio que no la habían cortado sino que le habían pasado algo muy frio, dándole aquella fea sensación.

Aquel momento había servido de distracción para que algo le quitara el móvil y sin él, el ambiente volvió a oscuras.

-BASTA, POR FAVOR -lloraba.

La música volvió a aumentar de volumen y tapó los gritos de la mujer.
De pronto, una luz se veía a lo lejos. Era su teléfono, apoyado sobre una pequeña mesa a su lado. Estaba sonando, alguien la estaba llamado. Era su oportunidad para pedir ayuda.
Lucía reaccionó rápido y se agachó para alcanzarlo.

-ADYÚDENME- gritó, sin importarle quien estaba del otro lado de la línea.

Un susurró se escuchó como respuesta. La música estaba demasiado fuerte como para que se pueda escuchar con claridad a quien estaba del otro lado del auricular.

-NO TE OIGO- volvió a gritar.

Ahora sí, la voz levantó su tono.

-Que si quieres que esto termine.

-SI, POR FAVOR, SI.

Tal como todo comenzó, terminó. La música se apagó, las luces se encendieron y la casa volvió a la calma previa.
Todo había sido planeado por Tero y ella se había llevado un susto que la marcó para siempre.

-¿Te has asustado?- le preguntó, mientras que le extendía una mano para ayudarla a reincorporarse.

-Un poco.

-¿Solo un poco? Tu mirada no dice lo mismo.

Tero le dirigió una mirada y notó como la cara de pavor, de miedo y de terror de su acompañante cambiaba rápidamente y era reemplazada por una mirada seria y segura.
La mujer se levantó y empujó al hombre hasta que éste cayó sobre el sillón de la sala.
Acto seguido, Lucía se desabotonó la camisa y la arrojó lejos.

-¿Qué estás haciendo?- le preguntó con inquietud, aunque la respuesta era evidente.

-Deberíamos ofrecerlo y  cobrar por la entrada- dijo, al quitarse el sostén.

Sus perfectos y redondos senos hipnotizaron por un momento al hombre.

-¿Cómo dices?- preguntó, volviendo a la realidad.

Lucía comenzó a bailar al ritmo de una música inexistente. El sensual baile le provocó una súbita explosión de sangre en el sexo de su compañero, algo que no esperaba.
Tero estaba confundido. Estaba seguro de que con su juego ella tendría miedo y se iría de su casa para no volver a molestarle nunca.
Sin embargo, aquella fragil -sólo en pensamientos- mujer se encontraba tan excitada que se estaba desnudando en ese momento.

-Dije que deberíamos publicitarlo y ofrecerlo. Alquilar un lugar y ambientarlo para que la gente pase verdadero miedo y terror, estando siempre protegida.

-¿Cómo aquellos lugares de la infancia con monstruos que te perseguían?

-Algo así, pero más real. Que la gente tenga verdadero miedo a lo sobrenatural. Que deban encontrar la forma de salir mientras que controlan sus emociones.

-Pero si saben que no van a sufrir daño alguno, ¿qué sentido tiene?

Completamente desnuda, mostrando el envidiable cuerpo, Lucía se acercó al hombre y se sentó sobre sus rodillas mientras que sus manos recorrían el torso del otro.

-No sufrirán daños físicos. Pero nada garantizará que no sufran daños psicológicos.

-Estás loca. Si llega a pasar nos hacen juicios tras juicios.

-Puede ser. A menos que les hagamos firmar un escrito en que diga que entran bajo su propio riesgo.

-Y yo que pensé que eras tan santa.

-Ja ja ja. Que gracioso eres. Vas a ver lo santa que soy.

El placer que ella le dió fue tan magnífico que el pequeño soldado ni siquiera llegó a luchar en la guerra, cayendo fulminado en la puerta de su casa.

-¡Maldición!- exclamó.

Lucía solo reía.

-Al final no eras el hombre que creía.

La mujer se levantó, tomó sus ropas y salió desnuda a la calle. La hora ya era tarde, pero no parecía importarle.
Tero se asomó por la ventana mientras que ella caminaba.
Sin embargo, antes de perderse de vista le gritó:

-PIÉNSALO.

Un año después, con todos los detalles solucionados. La feliz pareja haría la inauguración.
«La casa del terror» era apta para mayores de 25 años y la entrada era de un costo considerable. Pero, a pesar de estas restricciones, habían recibido reservas como para abarcar varios meses.
Ambos renunciaron a sus actividades y a sus trabajos para dedicarse de lleno en mejorar aquel emprendimiento. Pronto se hicieron conocidos y fueron llamados los Reyes del Miedo.
Su «casa del terror» era un éxito. El miedo y la tortura psicológica era algo que muchos ansiaban experimentar y ahora podían hacerlo.
Sin embargo,  sus trucos terminaban siendo siempre revelados por gente anónima de internet y debían cambiar casi constantemente de efectos y sustos.
Al pasar los años, Lucía y Tero formaron una familia, a la que mantenían lejos de su amado terror.
Al sostener a su primogénito en brazos, Tero lloró.

-Nunca creí que las cosas tomarían este camino. Ni siquiera me agradabas. Es más, debo confesarte que inventé todo eso del terror en mi casa para que dejes de molestarme en cada reunión.

Lucía rió con ganas.

-Ya lo sabía- se confesó. -Ya sabía lo que planeabas y esa idea me éxito más de lo que creí. Necesitaba tenerte y no me hubiese frenado ante nada.

-Que bueno que no lo hiciste.-dijo Tero, sonriendo.

-Todo resultó según lo planeado aquella noche. Pero esto, tener a Lino- dijo, mirando a su hijo- resultó ser algo con lo que nunca conté.

Los años pasaron y las «Casas del terror» se habían extendido por todo el país y se habían convertido en un buen entretenimiento. La gente se animaba cada vez más y la pareja disfrutaba mucho de aquello.
La feliz familia se amplió y ya eran 5 personas en la casa cuando sucedió la tragedia.
Unas personas habían planeado una serie de eventos de terror en la casa de los creadores del juego. Creyendo que se estaban divirtiendo, no repararon en los pequeños. Los sucesos que ocurrieron en su casa fueron lo suficientemente fuertes como para matar de un infarto a los dos nenes más grandes y marcar de por vida al más pequeño, al infante.
Los padres sufireron una gran depresión y terminaron por sucumbir al poco tiempo.
Kio, el benjamín, creció cuidado por su abuelos paternos en un ambiente de mucho amor y el dinero dejado por sus padres le permitiría vivir cómodamente el resto de sus días.
Kío creció feliz, pero había algo dentro de él que no entendía. Sentía oprimido el pecho y no pudo encontrar la causa de aquella sensación hasta que cumplió la mayoría de edad y se enteró de la muerte de sus padres.
Los responsables de la destrucción de su familia saldrían en libertad en dos años y él sabía lo que debía hacer para vengar a sus padres y hermanos. Era la única forma de permitir que su familia descance finalmente en paz.

24 comentarios en “Una historia de terror y un final inesperado

    1. Gracias. ¿Más trama?. Lo que pasa es que los cuentos los escribo y termino en el momento y no me gustan alargarlos porque si no lo termino en el día, es probable que quede en el olvido y cuando lo retome pierda la idea original.

      1. Estoy recien comenzando a escribir , y me encanto tu idea ,y tu creatividad , lo inesperado , queria mas cuento…!!! muy lindo lo tomo como inspiracion para seguir escribiendo
        gracias por compartir tus trabajos

      2. en realidad su desenlace es confuso, primeramente porque dice que los jovenes habian decidido criar a su hijo lejos de todo eso, y llegando al final dice que unas personas diseñaron algo no teniendo cuidado con los niños, o sea vivian en el mismo lugar o que? la verdad que la historia es atrapante hasta ese punto, luego de eso pierde la atencion de uno.

        1. Los padres criaron a sus hijos en un ambiente alejado al de sus casas del terror. Los malvivientes diseñaron un plan en la casa de la familia, pensando en que les darían de probar de su propia medicina, sin reparar en los niños que vivían allí. El terror comenzó y los nenes sufrieron más de lo que pudieron aguantar.

  1. Estoy recien comenzando a escribir , y me encanto tu idea ,y tu creatividad , lo inesperado , queria mas cuento…!!! muy lindo lo tomo como inspiracion para seguir escribiendo
    gracias por compartir tus trabajos

  2. Creo que lo mas dificil de escribir , es ponerse del lado del lector y ver si entienden lo mismo que lo que escribimos no?
    Yo como costumbre hago un cuentito y se los doy a dos o tres personas completamente diferentes y siempre me encuentro con una interpretacion que yo no pense.
    Lo digo por el comentario de Angelica.
    Muchas gracias ! espero mas cuentitos!

    1. Escribir es como cocinar, práctica. Si te gusta el estilo del escritor, vas a seguir comiendo su comida hasta que sepas el sabor del cuento mucho antes de haber finalizado la lectura.
      Si tenés tus cuentos publicados, me gustaría leerlos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.