Archivo por meses: septiembre 2020

Curso de hombría

-¿De qué te sirve un abogado durante el Apocalipsis? ¿O un contador? ¿Un programador? ¿O incluso una persona de recursos humanos? -comenzó a decir el orador.

El curso era gratís, brindado por un hombre, uno de esos hombres de antaño que saben hacer de todo lo que la sociedad moderna nos acostumbró a tener. En el mundo de antes  él era un nadie, luchando día a día por la comida, pero ahora ese hombre era lo más cercano que teníamos a un Dios.

-Aprenderán a sobrevivir, aprenderán sobre plomería, reparaciones básicas del hogar, mecánica automotríz. Les enseñaré a afilar cuchillos y a faenar a los animales que tengamos, para que de esta forma estemos todos unidos para darle batalla a este nuevo mundo.

Estaba en su salsa, eso era indudable. Engreido en sus conocimientos, pero debíamos escucharlo. La tecnología ya no existe, murió al desaparecer casi la totalidad de la vida sobre el planeta. Internet y lo que representaba ya no era de importancia.
No somos ni 20 personas en el curso, sin embargo, somos todos los que quedamos en la ciudad y en las ciudades cercanas.  Teníamos que escucharlo a él, a nuestro rey sin corona.

-Sus profesiones ya no sirven, sus conocimientos en computación son inútiles. Ser negro, gay, trans o distinto no nos ayuda a sobrevivir. Debemos pensar como uno y actuar como uno. Escúchenme, sigan mis consejos y les prometo que no solo sobreviviremos, sino que tendremos una vida con las comodidades del pasado.

Todos vitorearon. Todos, incluso yo. Un oficinista común y corriente, empleado de una firma de abogados que nunca supo esto de ser hombre. Si el auto se estropeaba llamaba al auxilio, si las canillas perdían al plomero, si tenía hambre al restaurante. Mi vida era una vida normal, sencilla se podría decir, sin darme cuenta de las comodidades en las que vivía. Se ve que estabamos todos, salvo nuestro salvador, en una situación similar. Obtusos, miopes y hasta torpes en las labores más sencillas. La vida moderna nos había relajado y el rato libre era para los pasatiempos.

-Luchar por un sueldo no tiene sentido cuando el dinero no sirve. Ser un abogaducho que solo repite ‘daños y perjuicios’, ‘daños y perjuicios’ y ‘daños y perjuicios’ una y otra vez es inútil.

Se ve que nuestro heroe estaba descargando conflictos internos del pasado. Algo que todos nosotros hicimos al recordar a nuestras familias y al no tenerlas, los descarga con sus frustraciones económicas. Lamentablemente tenemos que sorportar esos comentarios, esa publicidad antes del video, porque necesitamos de sus conocimientos.
Estaba ansioso por aprender, quería poder aprender para luego tomar el problema con mis manos y resolverlo, pero sus discursos eran eternos a veces.

-En el día de hoy aprenderemos sobre plomería, como arreglar canillas para que no pierdan. Recuerden, el agua que tenemos es limitada y cada gota vale.

-SI- grité emocionado.

Todos me miraron y bajé la cabeza. Al fin podría aprender aquello que tanta frustración me dio en la vida anterior.
Nos encaminamos al lugar de prueba, yo en primera plana, ansioso por aprender.

-Comencemos. ¿Algún voluntario?

Inmediatamente avancé y me coloqué entre nuestro salvador y la canilla de pruebas.

-Abrela con cuidado y te mostraré exactamente y con mucho detalle que debes hacer.

La abrí de un tirón a causa de mi emoción y el agua salió disparada, mojándome por completo.

-¡Éres un imbecil!- fue lo último que escuché decirle antes de recibir su golpe.

Desperté con dolor de cabeza y con la sábana mojada.

«Otra vez no» lamenté mientras escuchaba a la maldita gotera de la canilla del baño.

Todos los plomeros me rechazaron. Tenían trabajos más importantes que mi pequeño problema, pero para mi aquello era lo más parecido al fin del mundo que podía imaginar.

-¡Maldición!- exclamé. -¿Por qué rayos no sucede el fin del mundo de una vez?

Hasta acá y ni un paso más, que vida difícil

Dios mío, hace cuanto no escribo.
Perdí la consistencia, me siento flojo.
Tunante al escribir, bizarro al imaginar, más ahora soy solo uno más.
La situación, la lucha permanente en esta vida, en el sitio que me vio nacer me alcanzó finalmente.
Este es mi corazón abierto, mi mente que ya no piensa. Historias y proyectos pausados y cancelados, no puedo completarlos. Oh, mi ansiada novela, trilogía inconclusa por si las hubiera. Deseo poder completarte, pero si lo hago ahora será nada, polvo, sombra de lo que pudo haber sido. Que dilema. La falta de esmero me hace caer en el olvido. Historias que no llegarán a su bicentenario. Tenía pensada una historia delirante para el festejo, una reunión de mi pasado y presente, desde mi pésima escritura y magnífica imaginación pasando por el punto caramelo de la cuestión y llegando a estos días de mejora al escribir pero con pensamientos lineales. ¿Habré llegado al cúlmine de mi inventiva? ¿Será acaso que por fin necesite ayuda externa? No me atraen y eso que probé un buen surtido del menú tanto de cantina como de restaurante gourmet. Siempre tuve la cabeza despejada y creía que era especial, pero se ve que se necesita un vicio y la vida y los vicios no van de la mano.
La economía es el principal obstáculo. Si tuviera el dinero de mi vecino podría dejar mis obligaciones, mi trabajo y mi vida para dedicarme a mi pasión. Pero no lo tengo. No soy pobre aunque tampoco me puedo dar el placer de la jubilación prematura.
La familia le sigue. Si no tuviera hijos tendría más tiempo libre. Incluso si tuviera el dinero suficiente contrataría cuidadoras para ellos. Pero esa es otra historia.
La pareja en un tercer lugar. El tiempo agotó la relación. Palos tras palos, discusión tras discusión, concurso para saber quién tiene la razón.
El trabajo, el maldito trabajo que aborrezco y desearía haberme marchado hace tiempo. Obligación que me consume de tiempo y alma y me regresa a mi hogar, cansado y sin ánimos, solamente para tener que confrontar a mi pareja y cuidar de mis hijos mientras que mi cabeza piensa como sobrevivir el mes hasta que me quede dormido mirando la televisión o algún video con el móvil. Repetir al infinito.
Rutina agotadora que solo me despierta en los eventos importantes. Cruel es porque desea que vea en el espejo el efecto del paso del tiempo. Mi cabello negro posee brillantes cuentas plateadas. Mi oscura barba dejó de serlo, el blanco ocupa mayor terreno y poco a poco va ganando la batalla. Mis ojos están arrugados y mis manos están marcadas con infinidad de líneas. Mi barriga aumenta y mi cuerpo decae. Te maldigo vidrio con dinero reconvertido en espejo.
Dejo aquí este escrito, mi última balada antes de cerrar el boliche. Buenas noches a todos….

— o —

-¿Dinero? ¿Oblicaciones con los hijos? ¿Rutina? ¿Buenas noches a todos? ¿Qué es esto?. Lean, ¿podés venir por favor?

-Ya voy, papá. Esperá un poco.

-Vení ahora. Dejá todo lo que estás haciendo.

-Uff…¿qué querés?

-Encontré esta nota, vení y sentate, quiero que hablemos.

-Esa nota la escribí para mi, no necesito tu opinión.

-Solo quiero hablar con vos, hijo. Esto me preocupa y quiero que charlemos, quiero que me cuentes por qué te sentís así.

-En la nota lo pongo todo, no hace falta mayor explicación y la verdad es que no estoy de humor ni con ganas de hablar.

-Esperame un segundo que cierro la puerta…ahora sí. Lean, estás equivocado en lo que escribís.

-¿Siempre estoy equivocado?

-No hijo, no siempre. Pero ahora, con esto, si.  Y lamento que hayamos tardado tanto en hablar.

-No tengo ganas, pa. Mi vida es mala y no estoy feliz.

-¿Por dónde comenzamos? ‘La economía es el principal obstáculo’. ¿Desde cuando te importa la plata?

-Desde que no la tengo y lo sabés. Desde que me sacaron todo el esfuerzo. Lo perdí todo, años de sacrificio para que en segundos se pierda.

-No me gustan las comparaciones, pero por ahí te ayudan a ver la felicidad. Yo nunca tuve nada. Mis papás, tus abuelos, no tenían para comer y desde muy chico, mucho antes de lo que vos te imaginás, yo trabajé y todo iba para alimentos, no me quedé con nada. Entre lo poco que juntábamos los tres, podiamos comprar comida y ropa para para ellos, para mi y para tus tíos. De grande perdí a mi mamá, de golpe y sin previo aviso me la quitaron. La extraño cada día, no sabés cuanto, al igual que a mi papá, pero perderla a ella tan joven fue un duro golpe. Debí trabajar aún más y lo sigo haciendo al día de hoy. Sufriste un duro golpe, pero lo que perdiste se recupera. Yo no conocí lo que era la comida de un restaurante hasta que fui mayor de edad y ahora a tus hijos y a tus sobrinos los llevo desde que pueden comer. Vos nos tenés a nosotros que te damos una mano en todo. Yo no conté con nadie.

-Conozco tu vida, pa. Se lo que hiciste y todo lo que lograste, pero yo no soy como vos. Yo no tengo tu garra ni tu fuerza de voluntad. Pensé que la tenía hasta que pasó lo que pasó y ahora no me queda nada. Soy ya viejo.

-¿Viejo por unas canas?  Dale che. Las canas y las arrugas muestran que estuviste viviendo, que cumplís tu vida. Tenés a tus hijos que están enormes y felices. Miralos a ellos, ellos te demuestran que estuviste haciendo las cosas bien. Como yo los miro a ustedes, a tus hermanos y a vos. Veo como formaron sus familias y como cuidan a sus hijos con amor. Eso,  hijo, te demuestra que el paso del tiempo es beneficioso.

La puerta se abrió y mi hijo mayor entró.

-Papá, ¿vamos a comer? La abuela nos está llamando.

-Si bebé, vamos.

-¿Por qué llorás?

-Es que el abuelo me contó un chiste tan malo que me hizo llorar de la risa.

Mi papá me dio un beso en la frente y luego salió del cuarto caminando de la mano con mi bebé, con su nieto. Que gran hombre es, como lo quiero. Optimismo serás bienvenido.