Archivo por meses: julio 2018

El arte de la matanza

El primer cazador que no utilizó sus manos, demostró a su tribu el poder de la piedra.
Lanzada desde una corta distancia, pero con gran fuerza y efectividad, la roca golpeaba la cabeza del indefenso animal y lo tumbaba al suelo. No era suficiente para matarlo, pero si le daba a los hombres la ventaja para terminar la labor con sus puños.
El hombre fue proclamado jefe de la tribu y recibió las mejores pieles. Sin embargo, otro de los miembros tuvo celos de él y quiso acaparar todo el poder.
Mejoró la piedra. Buscó una con una punta más pronunciada y afilada y la ató a una rama, creando la primer hacha.
Con el nuevo invento vino la fama y las pieles pasaron a cubrir su cuerpo.
Mandó a crear decenas de éstas armas y se mantuvo en el poder durante varios inviernos hasta que se hizo viejo y fue reemplazado por una mente más joven y ágil que mejoró el sistema utilizando el filo de la piedra para dar forma de punta a un trozo largo y liviano de madera y así volver al método original del primer cazador que era atacar desde la distancia.
La primera lanza llenó de fama, pieles y comidas asadas al nuevo rey de la tribu.
El arco y flecha, la espada, el martillo, el inflamable petróleo fueron creaciones posteriores.
Generación tras generación fue mejorando el arte de la matanza para ganarse el respecto y admiración de los demás.

Por supuesto que cada uno hablaba en su dialecto. Ya sea verbal o de señas, todos querían demostrar quien era el mejor y en la antigüedad, el mejor era el poseedor de la mejor inventiva para la muerte. Sin embargo, fueron superados por el invento de un emperador romano al cual no se le tenía confianza militar.
Claudio, designado a dedo por los soldados romanos, marchó al norte para enfrentarse a la magia de los druidas de Britania bárbara.
Sabía que no podría hacer nada contra la magia de aquellos hombres, entonces tuvo una brillante y demente idea, armar elefantes y mandarlos al frente de combate.

Un elefante armado hasta los dientes, encolerizado por sus captores, suelto en la batalla para destrozar a todo aquel que se le pusiera en su camino hasta que su sed de sangre sea saciada. Aquella innovación y locura, le proclamaron vencedor y su fama fue aclamada.

No obstante, en un mundo en que las guerras no suceden con frecuencia y solo suceden en lugares aislados, una nueva arma de matanza llegó a nuestras vidas.
El ansia de poder, de fama, de reconocimiento y de posición es ahora un tema de perspectiva…

…de perspectiva.

-¿Leo?
-¿LEO?
-¿Qué?- respondí, volviendo a la realidad.
-Que te fuiste otra vez. Te necesito acá, concentrado.
-Perdón, ¿en qué estábamos?
-Te decía que se trata de un tema de perspectiva. Quiero la foto desde este ángulo, porque se le ve mejor la cola. Pero no te inclines mucho porque va a parece que no tiene gomas y que el cuello está alargado.
-¿Entonces?
-Entonces quiero que mejores la perspectiva. Saca otra foto como te dije.
-Si, señor- Dije, volviendo al trabajo y aprovechando para mirar a la infartante modelo.

Apocalipsis

El general Tito había regresado triunfante a Roma.
Sobre la Vía Apia, se transportaba el más preciado botín.
Un candelabro de siete brazos brillaba a la luz del sol. Su color dorado reflejaba los rayos del astro y cegaba a todo aquel que lo mirase.
Miles de romanos entonaban cánticos de alabanzas a Júpiter mientras que el objeto avanzaba a su posición.
Un grupo de 4 soldados fuertemente armados caminaban junto a dos hombres, al frente de la caravana que contenía las riquezas capturadas de la ciudad judía.
Uno de éstos dos hombres llevaba puesta una armadura blanca que rivalizaba con el brillo del candelabro, se trataba del general Tito, hijo del emperador y futuro gobernante del imperio. En su cintura colgaba una Gladius con un mango tallado con el nombre de su padre, el emperador Vespaciano. Tito era aclamado por el pueblo aún más que su padre y su padre así lo permitía.
A su lado caminaba un hombre de baja estatura, vestido con la toga característica de los miembros del senado. Cargaba un bolso con varios pergaminos y diferentes tipos de tinta.
Aquel hombre no era un militar, ni mucho menos era un hombre de poder.
Se trataba de un escriba, de un hombre que documenta la historia pero no forma parte de ella.
Era un judío que rechaza su religión y fue adoptado por el mismísimo emperador para que escriba las batallas ganadas durante su mandato y esta vez había sido el turno de relatar la caída de Jerusalén.

«Los judíos, cansados de los impuestos romanos, atacaban a sus gobernantes y pretendían ser su propio gobierno. El rey judío Agripa se había convertido en secreto al cristianismo y eso, sumado a los altos pagos mensuales que debían realizar, colmaron la tranquilidad del pueblo elegido que había sido dominado y así fue como las batallas comenzaron.
Los judíos atacaban constantemente a los romanos, aliándose con Egipto que representaba el granero del imperio. Su trabajo en conjunto provocó devastecimiento en el imperio y Vespaciano no lo podía permitir. El emperador partió rumbo a Alejandría, mientras que su hijo, el general Tito, futuro emperador, condujo sus tropas hacia la ciudad sagrada por los judíos y la conquistó, acabando su revuelta e istaurando el orden. El general tomó varias de las joyas de la ciudad cuando asoló el templo construido por el abuelo del actual rey Agripa, Hérodes el grande, incluyendo un candelabro de oro que se usaba para las festividades. Luego de la conquista, el emperador ordenó una mayor fuerza en la colonia judía.» Relató el escriba.

Lo que no sabía el emperador, era que la propia destrucción había sido planeada por el pueblo elegido.
El Apocalípsis, el fin de los tiempos de los pecadores, daba un paso más hacia su comienzo y uno de los tres elementos principales se estaba llevando a cabo.
La reconstrucción del tercer templo se comenzó con el más absoluto de los secretos.
Se desarrollaba en los confines de la tierra y esperaría el momento oportuno para emerger.
Siglos demoró su finalización y durante esa época, el cristianismo había conquistado al occidente.

Juan, uno de los pocos hombres atesorados por Jesús, había sido testigo de parte de la construcción del templo durante su exílio al oriente. Su silencio fue ordenado por el mismo Jesús al confesarle éste, que todo era parte de su plan.
Su muerte y resurección eran parte del mayor complot de la historia moderna.
-El tercer templo de Salomón emergería de las profundidades del Hades junto a mí y la paz volverá para nuestro pueblo que será dúramente castigado durante los siglos de los siglos.- Le dijo.
-Sin embargo- añadió- Para hacerlo debemos fortalecernos. Los romanos amenazan nuestro presente y por más hijo de mi padre que sea, no puedo conocer el futuro, no poseo aquel don porque el futuro no se puede conocer, aunque si lo podemos guiar y para guiarlo, debemos de formar un corazón fuerte el pecho del hombre. Juan, tu perteneces al selecto grupo que contiene parte de mi alma y es por eso que quiero que veas el fin de los tiempos, el Apocalipsis.

Juan se sorprendió. Era la primera vez que veía a su amigo llorar y una de las raras veces que hablaba sin parábolas.

-Ven. Toma mi mano y te mostraré el verdadero fin del mundo para los pecadores. El momento en que me alzaré para reconquistar el mundo conocido y el aún por conocer. Se testigo y escribe estas palabras para hacerlas llegar a todo romano que adora a falsos dioses.

Y así fue como Juan detalló lo que atestigüó durante las siguientes semanas. Su mente había sido transportada a una simulación del fin que Jesús planeaba.

-Juan, tú eres uno de los pocos hombres que conoce mi corazón y sabes que no deseo castigar a nadie. Pero debes comprender que el miedo es nuestro mayor aliado. Cuanto más miedo tenga la gente, más va a creer en nosotros y menos probable suceda lo que acabas de presenciar. Si. Se lo que piensas, pero lo cierto es que el miedo puede más que el amor y esto es lo que necesitamos para que nuestros números crezcan y nadie recuerde del tercer templo que aún no se termina. Usa el miedo. Finalmente volveremos y traerémos la paz, aunque al principio debamos sufrir. Ahora vete y predica el mensaje por todo el mundo conocido.

«Usa el miedo»- recordaba Juan. «El miedo puede más que el amor».

¿Será cierto?

Escribanos del sexo

Años atrás, mi trabajo podría haber sido considerado como una perversión, incluso yo mismo lo consideré así al principio.
A fin de cuentas, solamente me siento a mirar como dos personas tienen sexo. Sin embargo, hoy en día es una necesidad vital en la sociedad.

El colegio de escribanos del sexo fue creado hace apenas 3 años, fruto de las modificaciones de las leyes en materia de violencia -parcial- de género.
De acuerdo a la nueva ley, una mujer puede denunciar a la persona con quien compartió la intimidad, acusándola de ‘agresora de la integridad’.
En líneas generales, esta ley se dirigía a combinaciones sexuales del tipo 1, o sea, hombre y mujer.
Se estipula que la mujer no siempre es conciente de sus desiciones y que éstas son manipuladas, en su mayoría, por la conducta del hombre.
El varón tiene el poder en la relación, tiene la fuerza para someter con músculos y la habilidad locuaz para someter con palabras. Además de presuponer la condición de ‘culpabilidad inicial’ la cual dictamina que es el causante y único culpable del acto a menos que la compañera de cama testifique lo contrario.
Una tontería, si me preguntáis. Si ella es la que le está denunciando, como va a testificar lo contrario.

Durante la entrada en vigencia de la ley, la polémica fue grande. Aún lo recuerdo. En esos años yo estaba terminando la carrera de abogacía y realizando averiguaciones para comenzar a realizar los trámites y convertirme en escribano.
La primera denuncia fue de personas mediáticas, relacionadas al ámbito del cine y la televisión. Se trataban de personas que se sintieron estafadas por sus parejas al habérseles prometido posición y relevancia en los medios y que las promesas no fueron cumplidas.
Éstas primeras denuncias se cayeron al haber faltante de pruebas y con el tiempo se fueron estableciendo las pautas para la denuncia.
La principal y más importante es que no debían de pasar más de 48 horas desde el acto hasta los exámenes médicos que se realizaban en el día en que mujer asistía a los tribunales.
Al poco tiempo, las salas de espera se fueron llenando y colmando las actividades de los jueces.
Los canales de noticias cubrían constantemente los casos más llamativos y la sociedad sufrió un cambio brúsco y repentino.
El país se estaba descontrolando y el presidente, junto con el rey, debieron tomar cartas en el asunto.
Al poco tiempo, se ordenó la creación del colegio de escribanos del sexo, en donde trabajo actualmente.

-Se trata de algo muy sencillo. Ántes de realizar el acto sexual, debían de llamar al número gratuito del colegio de escribanos del sexo y solicitar a un profesional que verifique y plasme el consentimiento entre las partes.  De esta forma, se asegura que la intimidad se realiza con la debida aprobación.- Dijo el jefe de prensa del gobierno.

Se trataba de un sistema ágil, de precios accesibles y sobre todo, necesario.
Las personas que nos llamaban recibían a un profesional en el destino marcado en pocos minutos. El profesional verificaba el estado de conciencia de cada uno y completaba los nombres en el formulario de consentimiento sexual. Finalmente debía verificar que el acto se mantenga dentro del marco de la legalidad.
Al finalizar el encuentro, el escribano entregaba un certificado notariado con fecha y hora del evento para que sea guardado por cada parte involucrada y se retiraba.

Hoy, después de varios años y cientos de presencias en encuentros, ya no me provoca nada ver a las parejas, pero al principio si debía controlar mis emociones. En especial cuando debía asistir al encuentro de personas sumamente atractivas.
Gracias a dios el trabajo no falta y no me va mal. Sin embargo, aún considero que se ha perdido algo dentro de la sociedad, algo que nos costó demasiado tiempo en conseguir…la libertad.