Los sacrificios para el dios

Un hombre entró por la puerta.

-Ya está anocheciendo, ¿estás preparada?- Dijo.

Una joven muchacha estaba terminando de cubrir su cuerpo desnudo.

-S…si, lo estoy- Respondió con voz nerviosa.

Sus manos le temblaban y sus pies no parecían querer moverse. Todo su ser temía lo que sucedería.
Era el fin del primer día del mes de Noviembre, momento en que la luna cambiaría de color y el sacrificio humano debía hacerse.

-Vamos- Le respondió el hombre, brindándole una cálida mano.

Ambos salieron y fueron caminando despacio, sin apuros, hasta el lugar sagrado.
Un altar se erguía en el centro del lugar. Estaba adornado con guirnaldas de flores, las más bellas del lugar y al lado, una prominente mesa era ocupada con el más exquisito banquete que el hombre pueda imaginar. Carnes asadas y bebidas de todo tipo cubrían la mesa.
La joven fue invitada a recostarse en el centro del altar.
Llevaba puesto un vestido de seda, la tela más fina del lugar, con transparencias que permitían ver el cuerpo de la reciente mujer.
Sus pechos, aún en desarrollo, estaban firmes debido al frio que sentía su dueña a pesar de que se tratara de una noche muy cálida.

-Todo está listo- Le dijo el hombre antes de retirarse.

Deseándole buena suerte, partió, dejando a la joven sóla, esperando su fátidico destino, un destino al que ella fue obligada.

Al cambiar la luna de color y volverse verde, comenzaría el ritual para calmar la ira del dios de la montaña, quien siglos atrás destruyó el pueblo.
Al finalizar la destrucción, el dios se dirigió a los sobrevivientes y les dió la instrucción.

-Al permanecer la luna verde en el cielo nocturno, vendré y cuando lo haga, deberán ofrecerme tres corderos asados, las flores más bellas de la planta de WFOR que sólo crece en su pueblo y una bella joven y virgen de 18 años de edad. De lo contrario, mi ira caerá sobre todos ustedes.

La gente del pueblo era muy trabajadora, muy dedicada y muy confiable. El pueblo crecía rapidamente, sus tierras eran muy fertiles, sus lagos tenian abundante agua, el pasto era ideal para el ganado y los recursos de madera y piedra no escaseaban nunca.
Parecer ser que por tal motivo el pueblo decidió quedarse en ese lugar, aceptando la condena impuesta por el dios de la montaña.
Los primeros años fueron los mas dificiles, siendo el principal motivo de discusiones y conflictos, el sacrificio humano. ¿A quién elegir?

Es muy dificil ahora que han pasado muchos años, describir como fue al comienzo. Pero lo cierto es que con el tiempo se fue confeccionando un sistema de elección bastante organizado. En este sistema se decidia de antemano que año le corresponde a la hija de que familia y quien la reemplazaba si no tenían hijas.

No obstante, la mayoría de las veces, las chicas no tenían 18 años cumplidos o ya eran mayores y esto había causado un revuelo en el pueblo.
La primera vez que pasó, no les quedó más remedio que poner a una joven de apenas 16 años y rezar. Para su suerte, el dios pareció satisfecho y desde ese entonces, el tema de la edad pasó a ser un tema menos por el cual preocuparse.
A veces ofrecían chicas de 16 años, otras de 17 años e incluso ofrecieron una vez, una chica de 22 años de edad.

No obstante la edad, las demás demandas fueron siempre cumplidas. Una vez, hace mucho tiempo, cambiaron las flores y el pueblo lo pagó. Desde ese entonces, entendieron que lo único permitido era modificar la edad de la joven, aunque siempre debía ser bella y virgen.
Para llevar a cabo el ritual, se colocaba un altar en las afueras de la ciudad, dentro del bosque prohibido, con la muchacha en el centro y las flores y los corderos asados alrededor. Luego, se retiraban y sabían que en algún momento durante la noche aparecería el dios de la montaña y se llevaría el altar completo.

De esta forma podrían vivir en paz unos años más, hasta la próxima luna verde.

El día siguiente es un día de luto para el pueblo y la familia de la «glorificada», como ellos le decían, es regocijada con los mejores productos que se les pueda brindar y con una fiesta en su honor.
Así sucedía desde hacía incontables años y a veces, algun padre melancolico paseaba por los alrededores del bosque prohibido, buscando algún rastro de su pequeña.
En varias ocasiones, varios padres juraron haber visto el fantasma de su hija (ya mayor) rondando por el bosque. Esto era conocido como el «síndrome de la glorificada» y en esos tiempos, el padre era alojado en una cómoda habitación hasta que se le pase la locura y donde puedan rezar por las almas de sus hijas para finalmente despedirse.

 

Ya había oscurecido y en el bosque comenzaba a soplar un viento cálido y reconfortador.
A lo lejos se veía un movimiento, una sombra gigántesca se enfilaba hacia el altar.
La joven comenzó a temblar. El miedo le invadía y le paralizaba. Sabía que este era su fin y que pronto sería víctima de aquel mounstruo que tanto temía el pueblo.
Ella era el sacrificio y sabía lo que le esperaba. En cierta forma, lo deseaba.
Con sus 18 años cumplidos, era muy joven aún, pero desde que se llevaron a su mejor amiga para el sacrificio, había perdido las ganas de seguir viviendo.

-Sin mi amiga, no tengo razones para vivir, ven y llevame dios de la montaña- Pronunció con la poca voz que tenía.

La sombra se acercó cada vez más, moviendo los árboles a su paso, hasta que por fín salió de la oscuridad. El corazón de la muchacha latía cada vez mas rapido.
Lo vió y al verlo, comprendió que no se trataba de un mounstruo como se lo habían descripto. Aquel dios era una persona muy parecido a ella, era como los muchachos de su pueblo, pero con la diferencia que era, demasiado. Se trataba de un hombre de más de 6 metros de altura.

«Es muy apuesto» Pensó , ruborizándose.

Finalmente la muchacha, distraida por la belleza de aquel ser, tomó coraje y habló.

-¿Tú eres el dios de la montaña?- Preguntó distraida.  -Te lo pregunto porque no pareces un mounstruo como me habían contado.

Con una dura y fuerte voz, el otro habló.

-Yo he venido por ti. No serás lastimada, vamonos en silencio.- Ordenó.

La muchacha obedeció. Por algún extraño motivo, no sentía hostilidad por parte del dios y eso le calmó su interior. El caminó fue largo y duró aproximadamente una hora. La muchacha iba sobre el hombro de su acompañante, sosteniendo sobre ella la comida y las flores.
Finalmente, una luz se divisó a lo lejos. El haz provenía de una casa muy grande para ella, aunque normal para su compañero.
Una vez dentro, el gigante se sentó sobre una silla a medida para él y acercó una silla pequeña para ella.

-Corta la carne y las flores y mezclalas juntas- Le dijo.

La joven no reaccionó y eso causó la ira del gigante.

-HAZLO DE UNA MALDITA VEZ- Le gritó.

Su voz retumbó en toda la casa y se duplicó en sus oídos.
Sin decir ni una palabra, la joven acató la orden y comenzó a triturar el cordero y las flores con sus manos. Luego las colocó sobre una fuente de metal que el gigante le trajo.

-Li…listo- Dijo, aún temblorosa.

-Gracias- Respondió el otro, arrancándole la mezcla de las manos.

El gigante engulló la comida con desmero y luego se dirigió hasta una enorme puerta, cerrandola tras de él.
Antes de encerrarse, le señalo a su acompañante una cama que parecía muy comoda, para que ella duerma y pase la noche allí, por último le indicó que hablarían por la mañana.
En este punto la muchacha dudó sobre si su compañero era realmente un dios y sobre todo, si realmente la iba a matar. Por curiosidad decidió sacarse el vestido de seda y acostarse en la cama, la cual era verdaderamente muy comoda, haciendo que se quede dormida enseguida.

A la mañana siguiente, se despertó, se vistió y se dirigió hasta donde se encontraba aquel apuesto gigante.

-Buenos días mi linda jovencita. Debo decirte que en verdad eres muy bella- Dijo.

La joven quedó sorprendida por los buenos modales de aquel que consideraban un monstruo.

-Espero no te moleste que esté desayunando- Le dijo, guiñándole un ojo. -Ven, sientate aquí y come que te he preparado el desayuno. Espero que te gusten los huevos revueltos con jamon.

La voz del gigante era cortés, suave y gentíl, nada que ver con la de la noche anterior.
Sabiendo (y confiada) que no sería lastimada, la joven fue tomando cada vez más confianza hasta que finalmente habló.

-¿Por qué ahora me hablas bien y anoche no?- Preguntó -¿Por qué me has traido aquí? ¿Qué vas a hacer conmigo? ¿Qué es…-

Al notar el nerviosismo en su compañera, el gigante la interrumpió.

-No pretendo lastimarte, como te habrás dado cuenta. Te contaré todo despues de desayunar, así que come ahora, antes de que se enfrie- Le dijo, señalando el plato.

La muchacha comenzó a comer y fue cuando se dió cuenta del verdadero hambre que tenía, devorando la sabrosa comida en poco tiempo ante la atenta mirada sonriente del galán.

Finalmente, después del desayuno, comenzó la charla.

-Como notaste, nosotros somos muy parecidos, no soy ningún mounstruo, solamente soy una persona como tú, pero mucho mas alto y grande- Le dijo, mostrándole sus desarrollados biceps.

La muchacha soltó ya carcajada y agregó.

-Y muy lindo

Las enormes mejillas del gigante se ruborizaron y ella entendió que aquel era un hombre muy sencillo, muy parecido a ella.

-Gracias, tu támbien eres linda- Le devolvió y agregó -En fin, te explicaré todo.

-Todos los años, durante el último día de nuestro calendario, se realiza una celebración en nuestro pueblo. En fin, muchos años atrás, asistí a mi primera fiesta, la cual fue muy larga y las copas fluyeron como agua. En ortas palabras, tomé mucho Tkorn. El Tkorn es una bebida alcohólica muy fuerte y como bebí más de la cuenta me emborraché. Estando en ese estado, caminé sin rumbo, cantando con voz ronca hasta que terminé en tu pueblo. Sin estar conciente caí sobre las casas de algunas personas que terminaron destruidas he hice muchos otros destrozos de los cuales me averguenzo hasta el día de hoy.  Pero para mi suerte, una joven mujer no me tuvo miedo y notó cual era realmente mi estado. Ella me ofreció una mezcla de Cordero asado y flores que crecen en tu pueblo. La mezcla probó ser milagrosa, quitándome la borrachera completamente.

Hizo una pausa y miró a la joven.

-Ahora entiendes por qué les pedí a los representantes de tu pueblo que preparen carne asada y flores.

-¿Y la luna verde? ¿Acaso tú la creas?

El gigante se agachó para mirarla mejor.

-No yo, sino que es parte de la celebración. Lanzamos al cielo unas fragancias que tiñen el color blanco. Es simplemente para marcar el comienzo de la fiesta.

La joven pensó. Estaba absorviendo todo lo que acababa de escuchar.
De pronto, su cara cambió, llenándose de odio.

-¿¡Para curarte de la borrachera!? ¿Para eso secuestras a mujeres inocentes? ¿¡Para eso te llevaste a mi amiga!? ¿En donde está ella? DEVUELVEMELA- Comenzó a gritar.

-Calma, calma mi amiga. -Todas ellas están bien. La mayoría están en un pueblo vecino, en donde tienen trabajo y familia. Yo no pretendo matar a nadie, pero necesito a las chicas para que puedan prepararme la mezcla. Ten calma que tu amiga está bien- Le tranquilizó.

El gigante se levantó y levantó a la chica para que pueda ver por la ventana.
Afuera se encontraba el patio y dentro de éste, una joven, su vieja amiga, se encontraba barriéndolo.

La joven calmó su ira y se dirigió hacia el gigante.

-No entiendo nada, tú eras un mounstruo. Me mostraron los dibujos, eras un dragón con garras.

Su compañero echó a reir con ganas.

-Verás- Comenzó. -Es la costumbre de nuestro pueblo, que en la primera vez de la TUNGOIA, la fiesta de fin de año, nos disfracemos. Yo lo hice de dragón y es por ese motivo que me creen así. Pero te puedo asegurar que no soy un dragón y mucho menos un dios. Solo soy un muchacho que trabaja mucho durante el año y que solo quiere divertirse en la TUNGOIA.

-¿Por qué no se lo dices a mi pueblo? ¿Por qué me hablaste mal ayer? ¿Por qué no me devuelves a mi, a mi amiga y a todas las demas con sus familias?- Le retrucó.

-No se lo digo a tu pueblo porque si lo hicera se reirían de mi y en lugar de ayudarme me matarían. Me llevo a las chicas porque necesito ese remedio casero todos los años y te hablé mal ayer, bueno, me da verguenza decirlo pero el TKORN constipa y el remedio que cura la borrachera tiene un efecto contrario, en otras palabras, se trata de un poderoso laxante que actúa casi de inmediato. Me sentía mal como para hablarte bien, espero que puedas disculparme por eso- Le dijo, con tono sincero.

-¿Por eso ayer después de comer la mezcla te encerraste tras la puerta? ¿Para ir al baño?

El gigante asintió con la cabeza y vió el gigántesco baño.

-De ahora en más, eres libre, puedes quedarte aquí, como tú amiga, o comenzar una nueva vida en el pueblo vecino donde están muchas de las otras chicas del pueblo. Te aseguro que serás más feliz que en el lugar al que llamabas hogar. Pero tengo una condición y esa es que por 2 o 3 años no te acerques al bosque prohibido desde donde venimos, ni a tu pueblo. Después de ese tiempo puedes volver allí si quieres que, con suerte, nadie te reconocerá.

-Ahora entiendo. Es por eso que muchas veces padres de otras chicas decían haber visto el fantasma de su hija, ya mayor, en el bosque, ¿no es cierto?.

Nuevamente asintió con la cabeza y luego le abrió la puerta trasera de la casa para que la las mejores amigas puedan reunirse luego de varios años separadas.

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