NO CONFIEMOS EN EL TITULAR

«Gatillo fácil. Policia asesina a un menor»

-Por dios, que mundo de mierda es el que vivimos. ¡Pobre nene, que descanse su alma en paz».

La mujer le reprochaba a su marido la noticia que presentaban en el noticiero, pero este no le prestaba atención y seguía desayunando pensando en el trabajo.

-Ernesto, por favor, mucho cuidado cuando salgas, mirá la noticia. Cuidate de la policia por favor y no hagas nada, ni los mires.

El hombre suspiró, trayendo consigo el enojo de su esposa.
Luego de apurar el café, saludó a su amor y puso rumbo a la oficina. El oficial que estaba de ronda por su casa le saludó amablemente y él le devolvió la sonrisa mientras esperaba el colectivo.
Durante el camino no dejaba de pensar en lo fácil que es manipular a las personas, tan solo basta un titular. Un policia está para cuidarnos y no entendía como se tragaban esas noticias.
Su cabeza luego se distrajo por un perro que empujó a su dueña en busca de un felino, haciendo que la preciosa ama del canino sufra un «impasse» en su atuendo corto, dejando al descubierto un perfecto culo tonificado. Ernesto perdió noción de todo en ese momento y esa imagen le serviría para pasar un día ameno.
No obstante, la historia con la noticia del policia estaba comenzando y al llegar al trabajo todos estaban hablando del asunto. Aquel chico ayudaba en un comedor y era un referente en el barrio. Ahora el policia, identificado como Juan Diaz, estaba siendo indagado para esclarecer las circunstancias del hecho.

-No puedo creerlo.
-Es terrible.
-Deben meterlo en cana por el resto de su vida.

Esos eran algunos de los comentarios que escuchó durante el día.

-Todos ingenuos-se decía para si mismo. -Un policia está para cuidarnos.

Llegó a su casa y a la noche le costó hacer que su señora esposa cambiara el asunto de la charla. Se fue a dormir viendo una película repetida, esperando que mañana la noticia del día fuera otra.
Sin embargo, la historia estaba lejos de terminar y al día siguiente se conocieron algunos detalles en las noticias de la mañana.

-El efectivo Juan Diaz, oriundo de la ciudad de Rosario, disparó a quemarropas contra un chico de 17 años de esa misma localidad. El muchacho corrió para protegerse y el oficial, ahora apartado de la fuerza, le disparó a la espalda, hiriéndolo de gravedad en la columna. La ambulancia llegó a los pocos minutos pero ya era tarde, la victima había fallecido.

Ernesto se enojó con su mujer, le pidió que apague el televisor y que no crea más en esas cosas. Por último le volvió a decir que un policia está para cuidarnos.
Comenzar el día discutiendo con su mujer no fue la mejor de las ideas y al salir de su casa, el oficial que hacía su ronda le saludó amablemente y él le devolvió el saludo.

En el trabajo la histeria estaba en aumento. Todos hablaban del pobre chico asesinado e incluso algunos habían impreso su cara y puesto en sus sectores de trabajo.
En las noticias se leía: «Se acerca el juicio del ex policia Juan Diaz».
Ernersto seguía indignado con sus compañeros.
Al regresar a su casa las noticias daban más data de lo sucedido y sobre el «ángel» que recibió el cielo.
Fue al tercer día que la cabeza de Ernesto comenzó a dudar. Ya no opinaba del tema ni tampoco saludaba al policia que le daban los buenos días cada mañana. Es más, esa vez lo miró con rechazo.
Por la noche, el noticieron anunciaba que el próximo Viernes se llevaría a cabo el juicio público contra el ex agente y que sería transmitido en vivo.
Ernesto se sumó al malestar general y solo una pequeña charla con el oficial que lo saludaba cada día le hizo volver a su sonrisa.

-¿Le pasa algo, Don Ernesto?- le preguntó el policia.

-¿Qué pasa? ¿Si no te saludo me vas a matar, como tu compañero Juan Diaz?

El uniformado lo miró incrédulo.

-Don Ernersto, hace años que le saludo cada día sin otra intención más que esa. Es más, yo me se su nombre pero usted no el mío y está bien. Pero siempre recuerde algo, algo que le dije siempre. Nosotros estamos para cuidarlos.

-¿Cómo a ese chico?- reprochó el hombre mientras que se subía al colectivo.

-Vea el juicio y lo va a entender-alcanzó a decir el oficial, provocando un cambio en Ernesto y permitiéndole una sonrisa.

Llegado el día del juicio, estaban todos espectantes por la condena ejemplificar que le darían al supuesto asesino. Lamentablemte para ellos, el juicio fue bastante corto.

-Juan Diaz me salvó la vida-comenzó el relato de la primer testigo. -Estaba caminando con mi bebé cuando el hijo de puta del que murió me tiró al piso, lastimando a mi bebé y le gatilló para sacarme mi cartera y mi teléfono. Gracias a dios que la bala no salió y llegó el oficial dando la voz de alto, como me dijeron que se dice. El pibe le disparó en el brazo y continuó sus disparos, pero al aire. El policia le terminó disparando por la espalda cuando quiso escapar.

Luego de la declaración, llegó el turno del 2ndo testigo, un hombre en silla de ruedas.

-A mi, ese hijo de puta que por suerte está bien muerto, me disparó en la rodilla para robarme la moto. Ahora estoy en esta silla de ruedas por quién sabe cuanto tiempo.

A los 15 minutos de iniciado y luego de las palabras de 5 testigos, el policia fue absuelto de todos los cargos, reincorporado a la fuerza y se le otortó la medalla al mérito. Con esto, se había terminado esta historia y Ernesto estaba más que feliz. «Un policia está para cuidarnos», pensó.
Al día siguiente, la noticia ya era historia y la nueva indignación venía de parte del gobierno y un nuevo impuesto que querían poner. Ni su mujer, ni nadie en el trabajo volvieron a hablar sobre el asunto. Había desaparecido de la mente de todos. Ernesto, contento, quiso meter bocado pero ya a nadie le importaba. Se quedó con las ganas…
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