Quejas y comparaciones

-¡La puta madre! Que gobierno de mierda- Dijo Matías.

Mi amigo se quejaba que en el viaje que realizaría, no podría comprarse todo lo que quería porque, al aumentar el costo de vida, ya no dispondría de tanto efectivo para la travesía.
En realidad, si podía, pero después su bolsillo sufriría las consecuencias.
Yo por dentro pensaba sobre las ganas de quejarse que llevaba la gente. «Encima que estás viajando» me decía por dentro.

-Junto basura para sobrevivir. ¿Qué querés que haga?- le escuché decir a una persona cuando el policía le llamó la atención.

El mendigo buscaba, en la calle, algo de valor entre los desechos de las personas y a causa de eso,  el tráfico se vio afectado. Un policía fue advertido por un conductor y el agente fue al encuentro del pobre. Hablaron un rato y el primero debió desistir de su actividad y buscar una nueva montaña en donde encontrar algo de oro.

«Pobre tipo» Pensé, mientras que caminaba.
Mientras que habían personas que se quejaban dentro de la comodidad de su casa, habían otras que sufrían el día a día y pensaba que no había peor destino para alguien hasta que la vi y mi corazón se acongojó.
En una silla de ruedas manejada por un hombre mayor, se encontraba sentada una mujer de unos 70 años.
La pobre mujer no poseía ninguna de sus extremidades. Brazos y piernas se encontraban ausentes y la persona se había reducido a un cuerpo con cabeza.
Demasiada pena tuve con ella, aún mayor a la pena que sentí al ver al otro hombre revolver la basura.
Sin embargo, no estaba preparado para lo que sucedió.

La vi a la cara y estaba sonriente. No podía creer como una persona así, en esa situación, aún supiera lo que es sonreir. La curiosidad fue mucha y frené a la pareja para preguntarle a la mujer el motivo de su sonrisa. La respuesta me partió el corazón.
Aquella mujer era lo más cercano a una cabeza viviente. Debía depender de alguien constantemente. No podía ir al baño ni bañarse, no podía rascarse, no podía escribir cuentos ni bailar los diferentes ritmos, sin embargo, poseía un remanente de felicidad.

-Tengo a mis hijos y a mis nietos y los veo felices. Pasé una buena vida hasta mi accidente y ahora disfruto de cada risa, de cada rayo de sol y de cada nuevo día que puedo vivir.
Mi vida no es tan buena y necesito de ayuda constante. No poseo intimidad ni siquiera cuando duermo. Tampoco puedo abrazar a mi marido y muchas veces quise terminar con todo esto hasta que me di cuenta que aún tengo motivos para ser feliz y mi marido detrás mío es uno de ellos. Él me cuida, me cuenta cuentos, me protege y me ayuda en todo. A pesar de mi condición, yo recibo cariños de él, de mis hijos y de mis nietos. ¿Querés saber por qué estoy con una sonrisa? Es fácil: Porque recibo amor todos los días.

El recuerdo de esa mujer me hizo llegar a casa con una lágrima en mi ojo y una sonrisa en mis labios.
Muchas veces nos quejamos de la vida que llevamos. Nos quejamos porque no sentimos que nuestro esfuerzo diario sea meritorio. Nos quejamos porque a otra persona, a un familiar, a un amigo o incluso a un desconocido le va mejor que a nosotros. Nos vivimos quejando y es normal. Uno siempre debe querer superarse y mejorar.
Compararse sirve en parte para buscar una mejor vida y no quedarnos en nuestra «miserable» posición, pero también sirve para amargarnos día a día.
Crecer es un deber, pero nunca dejando de mirar atrás, porque si lo hacemos, nunca vamos a quedarnos satisfechos y nunca vamos a saber cuando realmente tenemos una buena vida.
Siempre van a existir personas mejores que uno, mejores en lo que uno falsamente cree que es mejor, ya sea mayor dinero, mayor reconocimiento, pareja más atractiva, casa más linda y esas cosas y viendo esto, muchos pensarán que es lo mejor para sobrellevar la vida «como debe ser».
Tampoco esta mal, si es el objetivo de uno, pero el problema en este caso es que no se mira para atrás y no se recula la situación.

-No sirve que te compares con un pobre- Me dijeron varias veces.
-Comparándote con un pobre tu vida va a ser siempre un paraiso.
-Comparate con un famoso y verás que mal que la pasás o con tal político que tiene la vida fácil.

Comparaciones, comparaciones y más comparaciones.
Al final de cuentas parace que es lo único que nos mueve y que nos motiva a mejorar.
Si te comparás con alguien mejor, sos un emprendedor y si te comparás con alguien peor, sos un conformista. Todos son 1s y 0s, todo es blanco y negro, todo es extremo.

Considero que hay siempre puntos intermedios en todas las discuciones. Nada es absoluto en esta vida y nada debería serlo.

Miremos hacia adelante, hacia aquellas personas que creemos que realmente disfrutan de la vida, pero miremos también hacia atrás, para nunca dejar de saber lo que tenemos.
Así es como manejo mi vida. Mirando con los dos ojos hacia adelante, para buscar crecer siempre y sintiendo con el corazón a las personas que están detrás, para nunca olvidar lo que tengo.
De esta forma, busco crecer como persona sin conformarme con la vida que me tocó y a su vez, disfruto de la vida que llevo.

Pequeñas claves para la felicidad que te recomiendo no olvidar.

4 comentarios en “Quejas y comparaciones

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.