Milagro de navidad

-Ya viene, ya viene- dijo el pequeño Tomás.

La madre lo había despertado para desayunar y el niño habló con voz muy baja, casi apagada.

-No te preocupes- respondió su madre. -Todavía es muy temprano.
-¿Papi se va a quedar o tiene que seguir trabajando?
-Papá va a pasar a saludarnos, pero no se va a quedar.
-¿Eso te dijo?
-Si. Hablé con él cuando estabas durmiendo.
-Trabaja tanto que ya no lo vemos.
-Lo hace por nosotros, no lo olvides.

El niño se despertó de a poco y luego del desayuno, ayudó a su madre en la preparación de la casa para la cena de la noche en la que vendrían amigos a comer.
Pasadas las 8 de la noche, el timbre sonó, Tomás abrió la puerta y permitió el paso de las dos parejas amigas de su madre junto a sus hijos.
Luego se sentaron a la mesa y disfrutaron de una agradable comida.

-Ya viene, ya viene.- le dijo Tomás a los otros niños, estaba emocionado.

-¿Aún creés eso?- le preguntó uno de los niños, uno mayor.

-Tu papá trabaja todo el día y no tiene tiempo para verte. Mejor olvidate de él -añadió otro aún más mayor, mirando fijamente al otro.

-NO. Mi papá está trabajando pero mi mamá me dijo que habló con él y que hoy va a venir a saludarnos.

Los otros niños se miraron y cortaron la charla en ese momento. Ellos sabían que no debían adentrarse en ese terreno.

La cena transcurrió en calma. Los adultos conversando y los niños jugando hasta el momento en que se despidieron y Tomás ayudaba su madre a ordenar la casa.
Minutos más tarde, ya en horario de madrugada, salieron al jardín y miraron al cielo.

-YA VIENE. YA VIENE- Tomás gritaba eufórico.

Su madre se permitió una sonrisa. Se acercaba la hora y ahora ella era la que se había emocionado.

Madre e hijo miraban al cielo, impacientes y temblorosos. Sus manos se tomaban con fuerza y se apretaron más al ver una estrella fugaz.

-¡Mamá, mamá! Allí está. ¿Lo ves?

Su madre le regaló un fuerte abrazo.

-Lo veo, mi amor. Saludalo antes de que se vaya.

Tomás alzó una mano y la batió con esmero.
La luz de la estrella duró escasos segundos, sin embargo, la reducida familia permaneció abrazada unos instantes más. Luego el niño cayó rendido por el sueño.
Su madre lo recostó sobre la cama y le tapó con el cobertor. Era una noche fresca.

-¿Mami?- le llamó.
-Dime, mi amor.
-Fue lindo que papá haya pasado a saludarnos.

Su madre lo miró, conteniendo las lágrimas.

-Si. Fue muy lindo.
-¿Mamí?
-Si, amor.
-¿Papá algún día va a dejar de trabajar en las estrellas y se va a quedar con nosotros?

La oscuridad escondía el llanto de su madre.

-Si, mi amor. Te prometo que lo volveremos a ver. Ahora duerme.
-Te quiero mami.
-Y yo a ti. Mucho.

La madre salió de la habitación del menor y se dirigió al comedor. Finalmente cayó dormida, exhausta, en el sillón, aferrada a una foto enmarcada de los tres, de la familia completa dos años atrás. Sobre la foto, el hombre había escrito a mano un presagio de su futuro.

«A mi familia: En navidad yo vendré. Pasada la medianoche estaré montado sobre una estrella fugaz. Miren al cielo, pues yo los estaré mirando. Los amo. Papá.»

2 comentarios en “Milagro de navidad

  1. fue muy lindo cuento porque a pesar que el padre no este en la noche de navidad el estaba en sus corazones y se presento como una estrella fugaz que salia después de la madrugada

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