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Superación o derrota

La panza le rugía. Pedía comida a gritos. El estómago hacía demandas similares, pero hoy eso no se iba a poder cumplir.
El último alimento fue destinado a su pobre madre y Juan se tuvo que conformar con un poco de pan, lo suficiente para satisfacer el hambre de un bebé que apenas comienza a ingerir alimentos, pero no para un ya adulto de 6 años.
Sin agua que tomar, sin un baño en el cual asearse, sin luz y sin cobijo, debían superar día a día la dura tarea de sobrevivir.

-Tomalo tu- le decía su madre sobre el último sorbo de agua antes de agotarse.

Sin la lluvia que rellene los envases que Juan tan habilmente había repartido alrededor de su hogar, el líquido escaseó antes de que la sed lo haga.
Sus ojos tardaron en cerrar, a causa del hambre que tenía y al escapar al pais de los sueños, se rodeó de puros alimentos.
Su pasión por la comida comenzó hace dos años, cuando la realidad era otra y la heladera estaba llena de productos de todo tipo.
Desde temprana edad ayudaba en la cocina, era una pasión innata y habilidades no le faltaban.
Su madre disfrutaba de algunos platillos y sufría con otros. Era de esperarse que no todos salieran bien, en especial cuando los preparaba un chico al que se le brindaba un cuchillo de plástico y un horno de juegos para preparar todo.
Juan no se enojaba por el hecho, entendía que aún era muy joven para el uso de ciertas cosas y eso le hizo generar otras ideas. Preparaba ensaladas con ingredientes que cortaba con sus manos, gratinaba quesos sobre pastas ya cocidas, preparaba mezclas de condimentos tan extravagantes que ni su madre podía soportar.
Todo cambió cuando a su hermano mayor le diagnosticaron una enfermedad que consumió el tiempo y los recursos de su madre.
De vivir como una familia de clase media, a vivir en la más triste indigencia en menos de dos años, fue la infancia de Juan. Cuando finalmente su hermano falleció, la casa y las comodidades que tenían también se habían ido. Vendieron la casa para pagar el tratamiento y se debieron mudar al terreno que su padre les había dejado antes de partir.
Tenía intenciones de en un futuro mudarse allí junto a su esposa y sus dos hijos, pero esa es una historia que nunca va a pasar.
El dinero que les quedaba apenas alcanzó para erguir paredes, colocar un techo de chapa y apenas más.
Su madre quedó tan afectada por la muerte de su hijo que no pudo volver a conseguir trabajo y todo recayó sobre el pequeño de 6 años. Limpiando el piso de una peluquería del pueblo, ganaba lo suficiente como para no morirse de hambre.
Día a día asistía incansablemente al establecimiento, aunque muchos eran los días de tranquilidad en que ni un solo cliente aparecía por la puerta. Aquellos días Juan no recibía paga.
Su suerte cambió cuando entró un pescador a cortarse la barba y conoció al pequeño y su historia. Le ofreció un trabajo mejor pago, aunque más lejos de donde se encontraba y menos tiempo que podía pasar cuidando de su madre.

Una hora en tren por cada trecho, arrancando a trabajar a las 7 de la mañana, muchas veces sin desayunar y con pocas fuerzas, pero era un trabajo mejor pago y no en muchos lados le daban algo para hacer a un pequeño.
Limpiaba los pescados muertos y lo sobrante se lo podía llevar, eso no solo significaba comida, sino formas que tenía para cocinar. Durante ese tiempo pensó mil maneras de cocinar la cabeza y los interiores de los peces. En su mente todas y cada una de esas formas eran deliciosas, pero en su lengua solo había caldo y sopa.
Ya con 8 años, se animó al fuego sin la ayuda de su madre. Puso un sobre de aceite que le habían regalado unos comensales días antes sobre la sartén y para su desventura la misma seguía mojada de la última sopa, haciendo que el aceite hirviendo salte y cayera sobre su brazo. Unas quemaduras bastante profundas y una marca en su piel que nunca lo iba a dejar fue el resultado, pero Juan no lloró en ningún momento, soportó el dolor y no se desanimó.
Comprendió la situación y en su cabeza se marcó con fuego que el aceite y el agua no se mezclan al cocinar.
De a poco y un con poco más de fuerzas, el pequeño Juan mejoraba cada día en su trabajo. Su historia fue conocida y día a día varias personas, entre estibadores, pescadores y gente del lugar, le brindaban elementos para que el niño pudiera preparar los platos con los que soñaba cada noche.
El pequeño creyó que por fin conocía el sentimiento de felicidad. La mísera paga era compensada con las sobras y restos de alimento que se llevaba a la casa y el esfuerzo de horarios era teenido en cuenta por todo el mundo que sentía empatía y algo le traían.
Sus cualidades para la cocina fueron mejorando bastante durante este tiempo, al punto de que un chef, dueño de un restaurante de mala muerte que iba todos los días al puerto a buscar materia prima barata, le ofreció un trabajo. Mejor paga, mejor horario, estar bajo techo fueron algunas de las mejoras, sin embargo, lo más importante para Juan era que ese mismo chef le enseñaría a cocinar.
Aquellos años fueron de maravilla. Juan limpiaba la cocina, ordenaba las mesas, se ocupaba de la mantelería y durante el servicio, veía como los cocineros preparaban los platillos. Técnicas, combinaciones y movimientos que nunca antes había visto ni imaginado lo envolvían en una vorágine de emociones.
Cada día insistía a su jefe que lo dejara cocinar. Insistió tanto que finalmente el jefe cedió, como cedía a todos los pedidos que Juan le hacía cuando insistía. Aquellas situaciones le valieron el apodo de «el tunante». Juan el tunante, o simplemente el tunante comenzó con la «mise en place», o puesta en orden de los alimentos para que sean más fáciles las preparaciones.
Demostró rápido progreso y la misma cocina fue mejorando, mejorando la calidad de la comida y su reputación.
Con doce años, Juan se ocupaba de las compras diarias del pescado, obteniendo buenos productos a precios económicos, luego ordenando tanto el salón como la cocina. El dinero que le ahorraba al restaurante iba para su bolsillo y finalmente, luego de años de esfuerzo pudo alquilar una habitación para él y su madre. Ya no tenía que levantarse al amanecer, podía dormir más y mejor. La comida no faltaba y todo el sobrante iba para mejorar la salud de su progenitora.
La vida le estaba yendo de maravillas.
Al  cumplir 14 años, su jefe anunció que se retiraría y cerraría el restaurante. Quería darles una despedida grata a sus empleados en las que él les cocinaría en aquella última noche abiertos y junto a él, el joven tunante.
Juan se emocionó tanto que se largó a llorar por primera vez en mucho tiempo. Cocinaría junto a su jefe para todo el personal, cocinaría por primera vez. Era su sueño realidad, aunque después se convierta en pesadilla. Un trago dulce y amargo. Cocinaría sí, pero después se quedaría sin empleo.
Aquella noche fue mágica. El pequeño tunante hizo todo, tanto que su jefe solamente se quedó a un costado para asistirle en lo que necesitaba.
Juan se movía por todos lados con ligereza, preparando platillos sabrosos, aunque faltos de presentación. De esto último se ocupaba su futuro ex jefe.
Demostró ser habilidoso y superdotado en la cocina. Todos platillos de su invención y todos quedaron fascinados.
La noche concluyó muy tarde y Juan no concilió el sueño hasta entrada la madrugada.
Dedicó el siguiente día a descansar y a cuidar de su madre. Luego buscó restaurantes en donde solicitar trabajo.
Todos lo rechazaban por su corta edad, hasta que vió un anuncio en un letrero buscando cocineros para eventos. Juan no lo dudó y les escribió una carta diciendo que se dedica a la cocina desde hace años y que se ocupó entre otras cosas se la fiesta de cierre de su empresa, preparando y cocinando todo el menú para los empleados.
Su carta causó impacto en la pequeña empresa de catering pero fue rápidamente descartado por su edad.
Pero Juan no se iba a rendir, después de todo, el tunante siempre conseguía lo que quería y así fue. Luego de varias insistencias, logró convencer a la señora María Paz, dueña del emprendimiento.
Junto a ella Juan vivió tiempos de relativa calma. Cobraba por evento así que debía de adminsitrar bien sus ingresos para que nada les falte durante la época de vacas flacas.
Al cumplir la mayoría de edad sintió que estaba listo para enfrentar su destino, según el consejo de María Paz, que estaba convencida de que sería un chef de fama mundial.

-Tanto el dueño del restaurante, cuyo nombre no recuerdo y María Paz, formaron las bases de mi fortuna- señala Juan, desde su impresionante casa de dos plantas.

Ahora ya con 60 años cumplidos sigue trabajando sin descanso. Su madre falleció hace tres lustros luego de una larga lucha contra la depresión. Para ese tiempo Juan se había casado y había formado una familia. Cerré mi libreta y puse el grabador.

-Al ser mayor de edad, tener experiencia y recomendaciones, los trabajos fueron apareciendo. Trabaje en todas las cocinas que te puedas imaginar, pasando por todos los puestos. Junté lo necesario para abrir mi primer restaurante en el que trabajé de sol a sol y que casi me cuesta a mi familia. Fueron años en los que me obsesioné por crecer y «El Tunante», mi primer restaurante, fue haciéndose conocido. «El Tunante II» y «El Tunante III» fueron el punto final. Más que tres restaurantes no podía ocuparme sin perder la calidad.
Luego de eso formó una familia y pudo darles a sus hijos la infancia que él no tuvo.

-Relatas tus penurias con tanta calma. ¿Cuando sentiste un cambio en tu vida?

-Cuando falleció mi mamá y me quedé completamente solo. Ahí me di cuenta que en realidad no estaba solo. Tenía a mi esposa y a mis hijos y debía cuidar de ellos.

-Habiendo creado ya un nombre, un sello de calidad, ¿sientes que tus sueños se hicieron realidad?

-¿Sabes lo que siento ahora?. Siento que por fin puedo comenzar a disfrutar de la vida – me dijo, mostrándome una foto de él, su madre, su esposa y sus hijos.

— o—

Algunos consideran a la infancia como una época de juegos.
Otros como una tortura hasta crecer.
Algunos no supieron que la vida se puede disfrutar.
Otros no lo saben hacer.

Las realidades de cada uno son distintas, pero si conoces las historias, ayúdalos con lo que puedas. No le cierres los ojos por no tener. Valora el esfuerzo del otro, aunque no te traiga ningún beneficio. Ellos te lo agradecerán.

Curso de hombría

-¿De qué te sirve un abogado durante el Apocalipsis? ¿O un contador? ¿Un programador? ¿O incluso una persona de recursos humanos? -comenzó a decir el orador.

El curso era gratís, brindado por un hombre, uno de esos hombres de antaño que saben hacer de todo lo que la sociedad moderna nos acostumbró a tener. En el mundo de antes  él era un nadie, luchando día a día por la comida, pero ahora ese hombre era lo más cercano que teníamos a un Dios.

-Aprenderán a sobrevivir, aprenderán sobre plomería, reparaciones básicas del hogar, mecánica automotríz. Les enseñaré a afilar cuchillos y a faenar a los animales que tengamos, para que de esta forma estemos todos unidos para darle batalla a este nuevo mundo.

Estaba en su salsa, eso era indudable. Engreido en sus conocimientos, pero debíamos escucharlo. La tecnología ya no existe, murió al desaparecer casi la totalidad de la vida sobre el planeta. Internet y lo que representaba ya no era de importancia.
No somos ni 20 personas en el curso, sin embargo, somos todos los que quedamos en la ciudad y en las ciudades cercanas.  Teníamos que escucharlo a él, a nuestro rey sin corona.

-Sus profesiones ya no sirven, sus conocimientos en computación son inútiles. Ser negro, gay, trans o distinto no nos ayuda a sobrevivir. Debemos pensar como uno y actuar como uno. Escúchenme, sigan mis consejos y les prometo que no solo sobreviviremos, sino que tendremos una vida con las comodidades del pasado.

Todos vitorearon. Todos, incluso yo. Un oficinista común y corriente, empleado de una firma de abogados que nunca supo esto de ser hombre. Si el auto se estropeaba llamaba al auxilio, si las canillas perdían al plomero, si tenía hambre al restaurante. Mi vida era una vida normal, sencilla se podría decir, sin darme cuenta de las comodidades en las que vivía. Se ve que estabamos todos, salvo nuestro salvador, en una situación similar. Obtusos, miopes y hasta torpes en las labores más sencillas. La vida moderna nos había relajado y el rato libre era para los pasatiempos.

-Luchar por un sueldo no tiene sentido cuando el dinero no sirve. Ser un abogaducho que solo repite ‘daños y perjuicios’, ‘daños y perjuicios’ y ‘daños y perjuicios’ una y otra vez es inútil.

Se ve que nuestro heroe estaba descargando conflictos internos del pasado. Algo que todos nosotros hicimos al recordar a nuestras familias y al no tenerlas, los descarga con sus frustraciones económicas. Lamentablemente tenemos que sorportar esos comentarios, esa publicidad antes del video, porque necesitamos de sus conocimientos.
Estaba ansioso por aprender, quería poder aprender para luego tomar el problema con mis manos y resolverlo, pero sus discursos eran eternos a veces.

-En el día de hoy aprenderemos sobre plomería, como arreglar canillas para que no pierdan. Recuerden, el agua que tenemos es limitada y cada gota vale.

-SI- grité emocionado.

Todos me miraron y bajé la cabeza. Al fin podría aprender aquello que tanta frustración me dio en la vida anterior.
Nos encaminamos al lugar de prueba, yo en primera plana, ansioso por aprender.

-Comencemos. ¿Algún voluntario?

Inmediatamente avancé y me coloqué entre nuestro salvador y la canilla de pruebas.

-Abrela con cuidado y te mostraré exactamente y con mucho detalle que debes hacer.

La abrí de un tirón a causa de mi emoción y el agua salió disparada, mojándome por completo.

-¡Éres un imbecil!- fue lo último que escuché decirle antes de recibir su golpe.

Desperté con dolor de cabeza y con la sábana mojada.

«Otra vez no» lamenté mientras escuchaba a la maldita gotera de la canilla del baño.

Todos los plomeros me rechazaron. Tenían trabajos más importantes que mi pequeño problema, pero para mi aquello era lo más parecido al fin del mundo que podía imaginar.

-¡Maldición!- exclamé. -¿Por qué rayos no sucede el fin del mundo de una vez?

Unas cartas mágicas

Y así la encontré. Como sospechaba, en la llanura se encontraba aquella joya.
La perla amarilla esperaba a quien la deseaba, pero las trampas no fueron fáciles.
Soldados, caballeros, humanos, perros, gatos y hasta halcones formaban el ejército defensor del tesoro.
Pero nada de eso es rival frente a mi, frente a un ser superior a un dios.
Mi nombre lo perdí, recuerdos de mi vida mortal.
El ejército me rodea, pero sigo sin temor. Sus vidas son meros suspiros de mi existencia. No pueden lastimarme, ¿cómo van a hacerlo si no tengo un cuerpo?
Mi cuerpo, mi propia imagen es un diseño de mi mente y puedo modificarla a gusto. Solamente basta una orden de mi cerebro incorporeo.
Espadas, lanzas, ballestas, garras y uñas pretenden matarme. Sus filos derrotan a mi cuerpo inventado y lo hacen caer rodeado de un charco de sangre.
Súbitamente aparezco detrás de ellos, con una nueva coraza. Todos quedan sorprendidos y me vuelven a atacar. Aún quiero jugar con ellos. No quiero lastimarlos, no soy malvado. Busco salvarlos, a ellos y a todos los mundos pero no lo entienden. Necesito su joya, su perla amarilla y no comprenden mi plan, ni siquiera saben quien soy. Me estoy cansando.
Ya dejé atrás más de diez cuerpos y mi paciencia llegó a su fin. Si no retroceden, atacaré.
Debí pronunciar un fuerte hechizo para hacer aparecer al sol. Todo el ejército se evaporó con el calor del astro y yo lamenté las pérdidas. Quería contar con su ayuda para la batalla final que se avecina, pero la joya de la perla es de suma importancia. Una de las cinco joyas necesarias para recolectar el artefacto más poderoso de la historia.
Aún me quedan cuatro joyas y debo ir por la siguiente.

Que distinto que soy ahora. Todo lo que deseo se vuelve realidad. Los milagros son opciones de distintos desenlaces de acuerdo a mis ganas y voluntad. Los ríos dejan de fluir, las montañas me abren el paso, el sol envidia mi calor y el brillo de la luna es tenue frente a mi cabellera plateada. El mundo se rinde a mis pies. ¡NO! Todos los mundos se rinden a mis pies. Los mundos, planos habitados que nunca han visto a un ser superior a sus dioses me adoran. Un humano, un mortal, ascendido a un ente eterno, a algo que solo puede morir si así lo desea. Para matarme, me deben convencer de querer morir y eso es algo que aún no deseo.
Mi hermano, todo comenzó con mi hermano y su afán de querer superarme. Viviendo a mi sombra buscaba día y noche la forma de mejorar mis creaciones, mis máquinas, mis artefactos. Pero yo era superior, siempre lo fui y él nunca lo aceptó. Desde que nuestros padres murieron que me convertí en su protector aunque sin descuidar mi vida y finalmente, cuando fue maduro de sesos, le permití abrir sus alas. Que error cometí, hermano mío. Tu partida es culpa mía en su totalidad. No, en casi su totalidad. Caiste, te sedujeron y te secuestraron. Te hicieron perder la cabeza, enfrentarte a mi. Todo por abandonarte y no ser el padre que necesitabas. No temas mi hermano, descansa en el cielo y yo tomaré venganza por tu sufrimiento. Encontraré las joyas y al poderoso artefacto ancestral y por fin, solo por fin, no desearé más vivir. Por tí, hermano mío, aunque me tome siglos y milenios.

La joya azabache se encuentra en el milenario pantano de los muertos. Un nombre que no hace justicia a su verdadero terror. Nunca me hubiese acercado a aquel lugar, pero las joyas me llaman. Saben que las necesito par combatir al mal que destruyó a mi hermano.
Son importantes, las 5 hermanas, juntas pueden invocar al arma definitiva contra el mal.
El pantano es inmensamente profundo, todo lo que no flota en él se hunde durante siglos hasta que no quede nada de su cuerpo. La joya se encuentra en el centro de la cueva que flota en la parte más alejada. Imposible de llegar hasta allá, ni caminando por aquellas aguas negras ni volando a través de la impenetrable maleza, pero, si algún aventurero pudiera buscar la forma de flotar sobre el pantano, el mero hecho de tocar la cueva provocaría su hundimiento y la pérdida de la joya azabache.
Trampas imposibles para el común de la gente, pero yo no soy ni común ni humano. Soy un ser de energía pura y no tengo cuerpo. No camino, ni siquiera floto en el aire. Me muevo por mis pensamientos, basta con pensar en el lugar o con solamente verlo para llegar.
Tomar la joya me costó poco trabajo y me demoré solamente en apreciar al milenario pantano de los muertos. Una verdadera trampa mortal, para los mortales por lo menos.

Maldito señor de las máquinas, vas a pagar con tu vida el daño que le hiciste a mi hermano. Juro destruirte, pero a la vez te deseo. Tu mundo, tu plano, tu propia creación me dejó asombrado. Lleno de vida artificial creada por ti. El sueño que no puedo crear, ni cuando era mortal ni ahora que soy más que eso. Tus creaciones son otra cosa. Lograste infusionar la vida en el metal y quedé enamorado. Destruirte es destruir mi sueño y mi sueño vale más que mi hermano. Las dudas me llenan.

La joya rubí se encuentra en la cima de la montaña ermitaña. Allí el viento es abrasador, capaz de desgarrar la piel de cualquiera que se acerque a su base. Relámpagos y bolas de rayos recubren la primera de las 3 postas. El viento abrasador no me afecta, pero los relámpagos pueden dañar mi cerebro. Debo proceder con cuidado. El maná rojo de la montaña me debilita. No debo permitir que me toquen. Por primera vez debo usar mi armadura, pero para eso debo poseer un cuerpo mortal. Es arriesgado, pero sino no puedo avanzar.
Finalmente llegué a la segunda posta, guarida de infinidad de dragones. Ya no necesito la armadura, los dragones son menos que ratones para mi. Menos incluso, aquellas terribles criaturas me representan mero polvo, con solo un soplido puedo hacerlas desaparecer.
Pero un mortal… Pensé .
Incluso el más poderoso de los mortales se las vería negras frente a estos seres alados incluso luego de haber superado el viento de la base y los rayos de la primera posta.
La tercera posta era tomar la joya en si. No habían dragones, tampoco bolas de rayos, nada de nada. La calma del ambiente helaría la sangre de cualquier. La joya se encontraba en la cima de la montaña, una cima fácil de alcanzar desde la tercera posta. El aire fortalecía el cuerpo desgastado, era un placer, más bien, era un premio a la gallardía.
Al acercarme a la joya, el calor comenzó a crecer exponencialmente. Al instante supe que tomarla significaría la calcinación de mi mano y no estaba errado. Mi brazo entero desapareció a escasos centímetros del rubí. Lo reconstruí más fuerte, sustituyendo la carne por metal duro y pude llegar a tocarla, pero nuevamente mi brazo entero desapareció a causa del calor.
Perdía valioso tiempo mientras me preguntaba quién pudo haber diseñado tan majestuosa trampa y como la misma joya no era derretida por el calor.
Nuevamente endurecí mi brazo, ahora una capa de magia protegía al metal y con eso bastó para tener la tercera de las cinco joyas.

Tan solo me faltan la esmeralda y el zafiro. Aguanta hermano mío, pensaba mientras ponía a resguardo a la tercera de las joyas.
A cada una la trasladé a otro mundo, a otro plano, lugares bajo mi protección, donde puedan estar seguras hasta que las cinco hermanas sean reunidas.
Te extraño. ¿Hace cuanto no te veo? No lo sé. El paso del tiempo no me afecta. Muchos amigos han muerto hace siglos y tu, hermano, probablemente hace milenios. No tengo referencia, estoy perdido, solo, nadie más comparte mis pensamientos, pero si comparten la existencia. No soy el único. Hay otros como yo, bueno, como yo ninguno, nadie posee mi inteligencia ni comparten el miedo que le tengo a la guerra que se avecina.
Ellos viven su inmortalidad, cada uno de acuerdo a su forma de pensar, tan importales y poderosos como yo, pero a la vez inferiores a mi. No solo mi inteligencia es superior, sino que tengo mis ojos, mis ojos son una fuente de poder, fuente que todos envidian y a causa de eso me temen. No solo soy inmortal como ellos, sino que tengo a mis ojos que me pone un escalón encima de cualquiera. De cualquiera salvo el señor de las máquinas, él realmente es distinto. Omnipotente y omnipresente en su mundo, algo que ni siquiera yo puedo lograr.

La joya esmeralda se encontraba oculta en alguna parte del bosque viviente.
Sus árboles poseían vida y desplazaban la joya de un lugar a otro bajo tierra ante el más leve movimiento.
Imposible seguir el movimiento de algo que ni siquiera es visible a los ojos, pero la joya me llama y me revela su posición. Puedo perseguirla hasta el infinito y los pueblos arbóreos no lo entienden. Me atacan junto a los lobos y a los osos pardos. Los elfos bloquean mi cuerpo con su magia.
Es la primera vez que siento dolor. Los elfos son seres poderosos y no puedo bajar la guardia. Debo ocuparme de ellos primero. Intenté el diálogo, pero no me escuchan, siguen a su dios, a su diosa mejor dicho. Un ser como yo, un ser superior que los elfos llaman dios pero que su naturaleza es superior. Hablé con ella, le conté todo. Sobre mi hermano, sobre el místico «Loto Negro» y sobre la inminente guerra.
Me creyó, ella atestiguó la destrucción de parte de su reino por parte de la plaga del «señor de las máquinas», sin embargo, me creía a mi más demente y peligroso.
La infección de la plaga es ya conocida y temida en muchos mundos, muchos planos pero yo provoco aún más temor. Me costó convencerla, sin su ayuda no podría obtener la joya esmeralda y no quería luchar, la necesitaba viva y como una aliada a mi coalición.
Aceptó bajo la promesa de que ella estaría presente en el momento de dar el golpe y que después de que todo haya terminado yo me marche del bosque y de su mundo para siempre. Ella conservaría la joya hasta que reuna las otras cuatro, le advertí que estar presente frente a las cinco podría destruirla y por eso las mantenía separadas en otros planos, pero confiaba en su magia. Acepté y partí.

Ya solo me falta una, el zafiro, oculta en un cofre en las profundidades de la isla perdida, una isla que solo es visible durante unos pocos minutos cada una docena de lustros.
Poseía una escasa hora, pero recuperarla no fue dificil.  Simples piratas, ballenas, tritones y cuanto animal acuático existía velaban por ella, pero la más grande trampa era el corto plazo de existencia de la isla.
En segundos la tuve, la más fácil para el final, la última de las joyas y ahora podía dirigirme al erial. Ya falta poco, hermano.

El inmenso erial, aquí se encuentra el todopoderoso «Loto Negro», el artefacto más valioso de toda la creación.
El nombre de quien diseño aquel artefacto me es desconocido, sospecho que fue obra del mismísimo «creador de las máquinas» que tanto admiro y que odio a la par.
Junté las cinco joyas, acompañado de mi nueva compañera y la explosión que provocó fue devastadora, aniquilando a la diosa élfica y dejándome a mi al borde la la desaparición. Mis ojos me salvaron y con ellos me pude reconstruir.
Al esparcirse el polvo, el mítico artefacto apareció. Flotando, me llamaba con un fuerte grito. Mi nombre mortal me ensordecía los oídos. El mundo comenzó a temblar, mi mente se iba. ¿Acaso era mi fin?

-o-

-¿Otra vez delirando? Es tu turno, ¿podés jugar de una puta vez?

Tuve que volver a la realidad luego de la zarandeada de Richard.

-Si, bueno, perdón. «Loto negro», «montaña», «canalizar» y por último «bola de fuego». Gané.

Richard se fue de mi casa y no me volvió a hablar en varios meses. Perdí al amigo que era como mi hermano, pero por lo menos ya nadie me va a molestar en mis sueños.

Ser un parásito (el juego)

Comienzas el juego con 17 años. Te queda un año de clases para terminar el secundario. Provienes de una familia de clase media que sobrevive haciendo malabares, pero que a veces tiene un golpe de suerte y se puede dar algún lujo. En muchas palabras, eres un chico común y corriente.

Comienzas las clases del último año escolar y un chico se te acerca. Te invita un porro.
Aceptas y la vida nunca te pareció tan relajante. Días después, el mismo chico te pregunta si querés salir del colegio para probar otros tipos de drogas.

Tu:
a) Aceptas
b): No aceptas

Opción a): Comienzas a escaparte de las clases para experimentar con las drogas. Tus notas bajan y tus padres son alertados. Tus ausencias son notadas y te conviertes en un fantasma en el aula:

¡Felicidades! Te has convertido en un yonki.

Necesitas plata para tus suministros. La diosa narcótica te tiene atado y de sus garras uno no escapa tan fácil.
Tu mente no estaba preparada para el robo, pero tu cerebro está siendo rápidamente consumido:

Tu:
1) Decides salir a robar.
2) Decides conseguir dinero por otro lado.

Opción 1): El camino que tomaste ha destruido tu vida. Eres un malandra y a menos que un milagro suceda, tu vida será corta y desgraciada.

Opción 2):  Mendigar no sirve. Pedir no sirve. Aún no estás en condiciones de recibir ayuda social. No te queda otra opción que salir a robar. Vuelves a opción 1).

Opción b): No aceptas. Decides que un porro cada tanto está bien, pero no te interesa abusar de la droga.

¡Felicidades! Te has recibido del secundario.

Al cumplir los 18 años, piensas si debes estudiar, trabajar o descansar por un año de todo. Sin embargo, no puedes descansar sin dinero, por lo que decides suspender el estudio universitario por un par de años para juntar algo de dinero y poder disfrutar. Viajes y vacaciones.

Comienzas a buscar trabajo y lo encuentras rápidamente en un pequeño negocio familiar. Tus pintas dan buena sensación y el dueño te dice que pareces ser un chico serio. Te informan el horario de trabajo y el sueldo que te pagarían. Recibís la noticia con tristeza. No era ni por asomo lo que esperabas ganar:

Tu:
a) Aceptas el trabajo, ocultando tu disgusto por el sueldo.
b) No aceptas el trabajo, informándoles que gratis no trabajas.

Opción b): Intentas otros trabajos, pero la paga va de mal en peor. Finalmente alguien te explica que siendo joven y sin experiencia es normal que te paguen así y que siempre se debe comenzar por abajo. Te arrepientes de no haber tomado la otra opción.

Opción a):  Un trabajo no era como te lo imaginabas. Cumplir un horario, acatar órdenes y pedidos y hacer todo tipo de cosas era algo para lo que no estabas preparado. Sin embargo, el dueño siempre estuvo allí para ayudarte. Por algún motivo, te tenía en tu estima.

¡Felicidades! Has logrado tu primer trabajo.

El tiempo pasó y se cumplió el primer mes.

¡Felicidades! Recibiste tu primera paga.

Tienes una sensación extraña en el cuerpo. Tu primera paga era poca si, pero era fruto de tu esfuerzo y con esto comenzaban tus lujos y autonomía.
Fueron pasando los meses y mejoras constantemente tu ritmo de trabajo.

¡Felicidades! Tus esfuerzos son tenídos en cuenta por el dueño.

El dueño sabe que no te puede pagar más, aunque te lo merezcas y por eso te pone en contacto con un conocido que es gerente de una empresa importante.
Tienes una reunión y las condiciones de trabajo que te pasan son increíbles. Gracias a las referencias del dueño del negocio en donde trabajas, ofrecen ponerte a prueba por un mes.

Tu:
a) Aceptas la oferta.
b) Rechazas la oferta.

Opción b): El dueño agradece la confianza, pero considera que tu tiempo en el negocio familiar ya finalizó. Tu insistes en quedarte, a pesar de saber que nunca vas a tener una buena ganancia. Piensas que se lo debes.

Al poco tiempo, el dueño falleció y el negocio se cerró. Ahora debes buscar un nuevo trabajo y las puertas de la empresa que rechazaste se han cerrado.

Opción a): Aceptas la oferta. Le cuentas al dueño del negocio, le das un abrazo y le agradeces por todo.

¡Felicidades! Has renunciado a tu trabajo.

Comienzas el nuevo trabajo y como entraste en una posición más elevada, algunos empleados te miran mal y las quejas se hacen sentir.

Tu:
a) Hablas con ellos.
b) Te concentras en tu trabajo y los ignoras.

Opción b): Comienzas a trabajar arduamente. Te cuesta muy poco entrar en ritmo gracias al aprendizaje que recibiste en tu antiguo trabajo. Día a día sufres acosos por parte de otros empleados pero lo ignoras. Tus días son a veces solitarios, tus comidas también. Pero sabes que no les hiciste nada e intentas ignorarlos.

¡Felicidades! Comenzaste a trabajar en una empresa de renombre. Si cuidas el trabajo podrás crecer como nunca.

Opción a): Hablar con ellos y con recursos humanos no sirvió de mucho. Cuando alguien tiene en la cabeza algo metido, es muy difícil hacerle cambiar de opinión. Lo intentaste pero no te queda otra más que seguir tu trabajo.

Poco a poco comienzas a ganarte el afecto de la gente. Ayudas a todos sin pedir nada a cambio. Te enfocas en mejorar, en crecer, en aprender y en no decaer. Esta es una gran posibilidad que tienes y estás consciente de ello. Harás lo posible para hacer crecer el lugar que trabajo te dio.

¡Felicidades! Tus esfuerzos y logros son tenídos en cuenta por tu jefe. Muy bien.

No solo tu jefe te ve como te desempeñas, sino que otras personas ven tu tacto y tu forma de comunicación. Esas personas se acercan, quieren hablarte. Te ofrecen un puesto con ellos. Dicen que necesitan a gente como tu en su gremio y te prometen una paga muy superior a la que recibes ahora además de trabajar la mitad de horas.

Tu:
a) Aceptas. La tentación de ganar más y trabajar menos horas es muy difícil de resistir.
b) No aceptas. Recién comienzas en este trabajo y sabes que nada bueno llega con aquella tentadora oferta.

Opción b): Rechazas la oferta gentilmente y continúas con lo tuyo. Los hombres no te vuelven a molestar, entendieron que no te interesa vivir como rey.
Pasan los días y tu trabajo no es para nada olvidado. Tanto esfuerzo es reconocido.

¡Felicidades! Lograste el ascenso. Nueva oficina y mejor sueldo te esperan.

Entiendes que a grandes esfuerzos, grandes recompensas. Sabes bien que estás en un lugar donde el crecimiento es posible.
Pasan los años y tu productividad no decae.

¡Felicidades! Tu rendimiento sigue mejorando, el directorio pone sus ojos en ti.

La vida no podría ir mejor. Tus gustos y placeres son constantes, por fin disfrutas de la vida.
Sin embargo, tu compromiso con la empresa es aún muy importante. Valoras mucho tu trabajo, aún más ahora que conoces los beneficios del esfuerzo.

¡Felicidades! Luego de años de esfuerzo finalmente te ascendieron. Ahora tienes empleados a tu cargo. El nuevo cargo representa una gran responsabilidad.

Nuevo cargo, nueva vida. Hace rato que eres un adulto y te comportas como tal. Es hora de dejar los caprichos de lado y enfocarte en algo más importante.

¡Felicidades! Has logrado comprar tu primera casa. El crédito no se ve tan difícil de pagar.

Conoces a una chica que te atrae. Ella ve en ti a una persona responsable, con vivienda propia y con metas reales en la vida. Se siente segura contigo y el amor comienza a surgir.

¡Felicidades! Casa, auto y familia. La vida nunca supo más agradable.

Estás feliz. Vas feliz a trabajar y eso genera un buen humor en el ambiente. Tus días son hermosos y los disfrutas a pleno. Tu trabajo nunca fue tan productivo.

¡Felicidades! Tus acciones en la empresa te permiten mejorar en tu vida. Lamentablemente los malandras también lo notaron y planean el golpe.

Los días son grises. Tu productividad bajó. Las peleas constantes en casa te ponen de mal humor. Ya no quieren acercarte a ti para hablar. Tu mal humor es contagioso. Sin embargo, tu trabajo es tu trabajo y sabes que con tiempo todo se arreglará.

¡Felicidades! Has logrado tu primer ahorro luego del violento episodio sufrido. La vida ha pasado del negro al gris. Por las noches lloras a escondidas el esfuerzo perdido, pero no estás dispuesto a bajar los brazos.

La vida te dio un duro golpe, pero nunca te rendiste. No recibiste mayor ascenso pero tu posición era ya de privilegio. Más de 50 años trabajando en el mismo lugar. Meritorio por donde se lo mire.

¡Felicidades! Luego de años de trabajo duro te puedes retirar. La amargura quedó atrás y ya siendo anciano disfrutas del descanso con tu mísera jubilación. Nada te falta ni nada te sobra.

FIN DEL JUEGO ¿Te has convertido en parásito?

Opción b): Vas con ellos y escuchas el trabajo que te ofrecen. Parece un trabajo de ensueño. Primero necesitas afiliarte.

¡Felicidades! Te has adherido a un gremio.

Tu vocación para la parla es fenomenal, con tus palabras logras cerrar disputas y la gente comienza a tenerte en cuenta.

¡Felicidades! Has ascendido a gremialista.

Comienzas a interiorizarte en los trabajos. Diriges protestas y consigues la mayor cantidad de afiliados en la historia. Las cosas te están yendo bien.

¡Felicidades! Has ascendido dentro del gremio. Los peces gordos han puesto sus ojos en ti.

La gente confía en ti. Crees que contigo pueden mejorar las cosas. En tu cabeza comienzas a creer en el poder del gremio y en lo opresor que resulta el trabajo para muchos. Te consideras un gremialista distinto, un gremialista honesto y tus actos así lo reflejan. Tu eres distinto y en tu cabeza sabes que puedes ayudar.

Un hombre se te acerca, cree en tu honestidad y te ofrece pertenecer al gobierno, ser parte de su lista de diputados en las próximas elecciones. Quiere que utilices tu carisma para la verdadera política y para ayudar al país.

Tu:
1) No aceptas. El gremio es lo más importante para ti.
2) Aceptas. Ser parte del gobierno te es interesante.

Opción 1): Continúas en el gremio. Sabes que tienes todo para crecer y decides dar el salto.

¡Felicidades! Te has postulado para la presidencia del gremio.

Nada pueden hacer frente a ti. Los otros candidatos se bajan misteriosamente de las elecciones y el presidente actual te da su apoyo y te considera su mano derecha.
La gente te aplaude y tu barriga crece a la par que tu popularidad.

¡Felicidades! Te has convertido en el presidente del gremio. Tus palabras y tus acciones son temidas. Cuida ese nuevo poder.

Lo lograste. Eres el líder. Tu mandas, tu decides. Tu responsabilidad, los empleos y las mejores condiciones para el empleado. Posees mano dura y no tus condiciones son rígidas. Indomable comienzas a ser noticia en todos los medios. Tu poder crece y el gobierno te quiere de aliado.

¡Felicidades! Has comenzado tratos con el estado. ¡Cuidado! Tus casas y bienes están siendo investigados por la oficina anticorrupción.

No puedes creer que siendo un honesto trabajador y que con su esfuerzo pudo adquirir ciertos bienes que te traten así. Te consideras el primer gremialista honesto, sin embargo, el nuevo gobierno te está traicionando. No te queda otra que recurrir a tus recursos.

¡Felicidades! Gracias a los abogados, estás libre de cargo y culpa. Puedes disfrutar del fruto de tus propiedades. Mucho esfuerzo, pero Bali te espera.

Vacaciones y libertad. Todo sirvió. Tus abogados y tus «hacedores de justicia», como los llamas, han hecho bien su trabajo y merecen ser recompensados. Tienes vía libre.

¡Felicidades! Luego de años al frente del gremio, te retiras de la política y decides disfrutar a pleno de la buena vida.

FIN DEL JUEGO ¿Te has convertido en parásito?

Opción 2): Aceptas formar parte de la lista del candidato a presidente.

Aquel hombre tomó mucha popularidad en pocos días y se fijó en ti y en tu desempeño dentro del gremio. Quiere tenerte cerca.

¡Felicidades! Te has convertido en político.

Pareces haber sido construido para la política. Te mueves con agudeza y agilidad. Eres valiente y gallardo. Ayudas a la gente. Tienes el camino marcado.

¡Felicidades! Usted ascendió a diputado. Comienza la buena vida.

Lujos por poco esfuerzo. Te crees merecedor de tal privilegio. Sin embargo, algo dentro tuyo aún piensa que puedes ofrecer más a la gente a cambio de todo lo que recibes. Aún no has caído en el ansia de poder. Te propones mejorar y que el dinero no sea tu techo.

¡Felicidades! Usted ascendió a senador. Ahora tus palabras son mayores.

Nada frena tu camino al éxito. En tu cabeza sigue vigente la idea de ayudar a la población de todo el país. Tienes todo lo necesario y tu popularidad crece. Decides esperar a postularte para presidente, quieres actuar con cautela y durante 4 años te conviertes en un referente de la oposición. Todo el mundo apoya tus ideas. Nada ni nadie te puede detener. Decides postularte ahora si, sabiendo que cuentas con el apoyo popular.

¡Felicidades! Ahora eres el presidente de la nación. Lo lograste.

Presidente, el sueño máximo de cualquier ciudadano con ansia de poder. De ti depende sucumbir ante el mismo o realmente ayudar a la gente. Solo el tiempo lo dirá.

FIN DEL JUEGO ¿Te has convertido en parásito?

 

 

 

 

 

 

 

Nueva entrevista al creador de estas historias

-Bueno, pasaron, veamos…casi tres años desde la última entrevista que nos hicimos.
-¿Otra vez con esto?
-Si, así que colabora por favor.
-Bueno, está bien. Hagámoslo rápido que no estoy de ganas.
-Colabora por favor, que esto también lo hago a mi pesar y fue recomendación del psicólogo.
-¿Ese psicólogo que nos dijo que estábamos locos? Por favor, era un mediocre.
-Puede ser, sin embargo fuimos nosotros quienes acudimos a él.
-Y él quien quiso dejar de atendernos.
-Eh, estoy mareado,  ¿quién hace de entrevistador?
-Yo.
-Okey, comencemos. Pasaron tres años de la última entrevista y nada cambió. Continúo en el mismo tedioso trabajo, sigo escribiendo sin ideas previas, sigo sin poder dedicarme a tiempo completo a esto, sigo sin corregir los escritos y sigo sin ser un escritor reconocido, todos los puntos de la anterior entrevista completos y respondidos. Listo. Ahora preparemos la comida para tú ya sabes.
-Bueno, vayamos por partes. Yo creo que es meritorio que puedas seguir escribiendo sin importar tu situación actual.
-Si si si, es muy aburrido esto. ¿Terminamos?
-Estás sin ganas, hablemos de eso.
-¿De qué querés hablar? En tres años solamente pude publicar un libro más. Eso fue todo mi logro.
-Pero por lo menos llegó a las librerías, yo lo vi en varias y eso es muy meritorio.
-Si, yo que sé. Fue lindo verlo, por lo menos al principio. Ver una tapa verde agua apoyada sobre un anaquel en lugares de poco reconocimiento junto a un libro olvidado de una mujer muerta hace medio siglo no es un gran logro.
-Bueno, no te conformás con nada.
-Es que ES nada.
-Pero publicaron cuentos tuyos en la radio, en varias incluso. Gente famosa leyó tu nombre al aire.
-Y no sabés como explotó la página. Miles y miles de visitas inmediatas. Entrevistas, llamados, notas, toda una celebridad.
-Dale, no seas exagerado. Estás muy enfocado en lo negativo.
-Y vos en lo positivo. Deberíamos cambiar los roles, entrevistado y entrevistador ya no sirve, mejor pesimista y optimista, siendo yo lo primero y tú lo segundo.
-Entonces, ¿haber publicado un nuevo libro, el cuarto de tu autoría, haber sido leído en radio nacional y haber sido premiado en concursos literarios no te alcanza?
-¿Por qué alcanzaría si no me trajo ningún beneficio? Sigo en el mismo lugar que hace tres años atrás.
-Bueno, eso es en parte porque te dedicaste más a tu vida que a la escritura en este tiempo.
-Si, puede ser.
-Digamos, la cuarta y quinta entrega de «Relatos de humor pensante» ya las tenés completas, al igual que la segunda parte de la novela.
-Pero no tengo ni un solo centavo como para publicar todo eso. Ya sabés el por qué, ya sabés la terrible situación que vivimos.
-Si, lo sé, pero eso ya pasó y ya vas a encontrar la forma de publicarlos. La vida da misteriosas vueltas y nunca vas a poder predecirla, nunca olvides que la realidad supera a la ficción.
-La realidad realmente nos superó. Nos superó y nos puso chinches en el camino para que nos fuéramos a la mierda.
-Me refiero a que la inventiva está intacta. Algunos de tus cuentos, de nuestros cuentos, son realmente muy buenos y además, ya estamos llegando a las doscientas historias escritas.
-No tantas. Estás contando borradores aún no publicados e historias de más de una entrada. Creo que en total serían unas ciento cincuenta historias distintas.
-ES UN MONTÓN.
-Si, yo que sé.
-Dale, mirá todo lo que lograste. Mantenés tu capacidad de inventiva, a pesar de los golpes de la vida seguís siempre con una sonrisa y con buen humor.
-Los golpes de la vida. Eso si fue duro.
-Ya está, lo que pasó, pasó.
-Y me cuesta superarlo. Nos cuesta superarlo. Esfuerzo, esfuerzo de una vida, perdido, todo perdido. Injusto ser noble en esta vida, injusto ser justo.
-Lo sé y te entiendo. Creo que somos los únicos que nos entendemos. Pero hay que ser bizarro, por tu sabés.
-Bizarro, valiente, gallardo, valeroso. Un hombre bizarro es un príncipe de cuentos, que desafía al mal.
-¿Entonces?
-Nada, que estoy fastidiado que destruyan su significado en todos lados y que para el mundo hispano parlante solamente signifique raro y extraño en lugar de valiente y gallardo.
-¿Por qué te molesta tanto que usen el significado anglosajón?
-No sé. Será que me estoy volviendo viejo. Recordá que en estos tres años pasaron muchas cosas.
-Si, motivo por el cual deberías cambiar tu pesimismo. Recordá el flor de viaje que hiciste en tu luna de miel. Pocas personas son las afortunadas para eso.
-Viaje que nunca más podré hacer.
-Nunca digas nunca.
-Pero si ya lo dije. Nunca es nunca. Nos conocemos bien. Un viaje como ese es irrepetible.
-Mejor entonces. Fue un viaje único, recordalo con buenos momentos.
-Me angustia pensarlo.
-¿También te angustia pensar lo que considerás que es lo que mejor te pasó en la vida?
-¿Te refieres a…?
-Si. Así es. Me refiero a él. Por él el pesimismo no debería existir.
-Tienes razón. Hazme un lugar que me sumo a tu optimismo. Por él lo vale todo.

Mi bebé gateaba por la sala, había agarrado uno de mis libros y me miraba. Sabía que yo lo había escrito y quería mi autorización para chuparlo. Asentí con la cabeza y me sonrió. Ya lo dijo el pediatra, mi bebé es especial, dueño de un cerebro en rápido desarrollo y así lo demostraba cada día. Por suerte esa parte la sacó de tú ya sabes quien.

El declive de una próspera nación (el argentum de los templarios tercera parte)

Primeros en el mundo, mundo de vagos.
Segundos en pasión, pasión para robar.
Terceros en amor, amor por la demagogia.
Cuartos en inteligencia, inteligencia para el engaño.
Quintos en oro, oro en corrupción.
Sextos en fuerza,  fuerza de autodestrucción
Séptimos en belleza, belleza artificial.
Octavos en territorio, territorio malgastado.

Maldición es lo que nos aqueja, siendo una nación con recursos para ser un amo económico del mundo. Poseedores de todos los climas posibles, desde gélidos hielos hasta ardientes desiertos, con un punto medio de junglas y cascadas. Dueños de tierras tan fértiles que un dicho común es tirar una semilla y la planta crece.
Una nación, con potencial para alimentar al 10% de la población mundial, posee entre sus pocos ciudadanos, desnutrición y faltante de alimentos.
Una nación con potencial ilimitado, posee unos pocos dueños.

¿Cuando comenzó a decaer? Un estado infante que se unificó a mediados del S XIX y que supo crecer a la par de la potencias mundiales. Un estado cuyo potencial era reconocido por el mundo entero y su crecimiento constante y solidario lo hizo posicionar en los primeros lugares de todos las clasificaciones o ‘rankings’.
Con un esfuerzo comunitario y un mismo afán de crecimiento, este joven estado se alzó con cabeza firme ante un mundo que hervía de política, un mundo en constante cambio, en donde las invenciones estaban a la par del día. Todos cooperaban y el planeta entero lo reconocía. La tierra de la plata competía contra el gigante del norte con mucho orgullo. Era el auge, momento en que la materia prima era la reina y gracias a ella se podía crecer.
Todo indicaba que una nueva superpotencia había surgido. En ella se hacían avances permanentes en casi cualquier rubro de la época y gracias a sus interminables tierras fértiles, se poseía el capital necesario para el desarrollo.
El siglo XIX terminaba y junto a este, se había cerrado el mejor siglo de la historia del país, con la aclaración de que también había sido el primero de su vida.
El siglo XX comenzó a pedir de boca, el crecimiento continuó de forma acelerada. Con escasa población, en su mayoría conformada por inmigrantes europeos que buscaban un alivio a sus tristes vidas, el crecimiento tocaba su tope. Italianos, españoles, criollos y una primera generación de argentinos tenían como objetivo hacer crecer a estas tierras. Con idiomas diferentes pero con un mismo ideal, hombro con hombro, construyeron las bases y fundamentos, para luego encarar el crecimiento.
El principal sustento del país fueron sus tierras fértiles y su producción de materia prima y eso lo volvería inestable en un mundo de guerra.
Cómodos con el presente, no se invertiría en nuevas tecnologías agropecuarias. La tracción a sangre resultaba más económica y no había deseos de cambios. Craso error.
El gigante del norte sufría pérdidas en las competencias internacional, sus productos resultaban más costosos y de inferior calidad debido a la implementación de las primeras máquinas agrícolas y eso le dio ventaja a nuestros productores que producían menor cantidad pero mayor calidad.
Satisfechos con liderar el mercado, la idea de implementar las mejoras tecnológicas en el campo, quedó esfumada.

Nadie lo esperaba o por lo menos, nadie se imaginaba lo que iba a ocurrir. Una lucha armada en Europa, estados que quedarían desolados por políticas. Situaciones de siglos atrás volverían al reflote como nunca durante el siglo XX. Y fue así, como el 28 de Junio de 1914, los periódicos del mundo anunciaban el comienzo de una «Gran Guerra».
Las vidas humanas eran desechables y sus pérdidas eran millonarias. Se seguía luchando y los soldados necesitaban alimentarse. Con sus territorios derruidos y ante la imposibilidad de traer alimentos de la India y de China, se recurrió a América.
Ésta podría haber sido una gran oportunidad para nuestros productores, pero sus mentes perezosas y de poco afán de progreso hicieron que no pudieran cumplir las demandas solicitadas por los países en conflicto y así los pedidos y el dinero recayó en la competencia, en el gigante del norte, que había invertido en mejoras de producción años antes y su flamante capacidad de producción nos dejaba con la boca abierta de par en par.
Una gran oportunidad perdida, por dormir en los laureles, por no mejorar o por querer hacerlo demasiado tarde. Las posibles ganancias perdidas podrían haber significado el cambio a convertirnos definitivamente en la potencia mundial, pero se quedó allí, en la nada.
La guerra terminó y la situación del campo mejoró, aunque no por mucho. Una década después del fin del conflicto bélico, sucedió el conflicto económico que afecto al mundo entero. Por primera vez en nuestra historia, los índices económicos mostraban la baja y la situación fue preocupando a la población hasta que una década después comenzó el declive total. La invasión a Polonia el 1 de Septiembre de 1939 dio comienzo a la segunda guerra mundial y a la segunda posibilidad de crecimiento masivo del país.
Se necesitaban alimentos, no solo unos estados, sino el mundo entero los pedía a gritos. Era la oportunidad de crecer y recuperar la economía perdida. Pero la política entro en juego. Falsas creencias de enemistad con los llamados piratas y admiración por el poderío militar alemán nos trajeron bloqueos y sanciones que impedirían las exportaciones tan necesarias. Creamos nuestro propio boicot y eso nos atormentaría hasta el día de hoy.

Sin embargo, nada nos podía preparar para la figura que esperaba para tomar el poder. Un nuevo jugador entraría en escena al finalizar la guerra que, con sus actos, condenaría definitivamente a la tierra más próspera jamás encontrada.

La croqueta rusa

-La fila es inmensa.
-Si, pero no importa. Tenemos reserva.
-¿Cómo conseguiste que te reserven?
-Un mago no revela sus trucos, je je. Lo cierto es que el dueño es mi primo y bueno, recurrí a favores de familia.
-Éres un puto genio, amigo, pero ojalá me toque a mi el premio.

Un grupo de seis chicos esperaban en la fila del restaurante para ser atendidos. Estaban confiados porque tenían reserva, algo casi imposible en aquel lugar y al cabo de pocos minutos pudieron ingresar.
Un restaurante inmenso que ocupaba toda una cuadra. Aquel día era especial y todo el sitio estaba cubierto con pequeñas mesas redondas de seis sillas.
Aquellos días especiales eran los sábados y el lugar cerraba sus puertas para recibir a pequeños grupos que poseían reservas.
Sobre las mesas, el menú tradicional reposaba sobre cada plato pero en el centro había una carta distinta, negra, con letras doradas que brillaban como el oro y en su centro estaba escrito el motivo de la concurrencia de tanta gente: «El desafío de la Croqueta Rusa».

El sitio era especial, el primer y único restaurante autorizado por el gobierno a servir aquel plato desafío.
Luego de registrarse en el sitio web del restó y de firmar unos acuerdo, se podía acceder al juego de la croqueta rusa.
Seis comensales sentados alrededor de la mesa. Seis croquetas de diferentes sabores, jamón, gambas, tocino, trufa, queso curado de oveja y finalmente el sabor misterioso. Por supuesto que los sabores eran opcionales, pero estos eran los más recomendados.
Los ingredientes de la croqueta misteriosa solo son conocidos por el titular del departamento de alimentos del país, pero los rumores dicen que la bechamel estaba hecha con LSD y que de sabor se trataba de hongos psilocibios, los famosos hongos alucinógenos.
Como sea el caso, aquel que probara la croqueta experimentaría al instante una sensación comparable a la iluminación budista. Comerla simbolizaba salir del plano astral, dejar el cuerpo en esta dimensión y dejar que el alma flotase libremente por todas las realidades posibles.

Un juego, una potente droga y una croqueta, solamente faltaba el nombre y de allí surgió la «croqueta rusa», emulando a aquel terrible juego con el arma.
Seis croquetas iguales, seis comensales, las frituras se sirven sobre un plato giratorio y cada uno lo hace girar a su gusto. Cuando todos hayan girado el plato, se toma la croqueta que se tiene enfrente y se la deben zampar, al unísono. Luego se ven las caras de cada uno hasta que el privilegiado se alce con la victoria y en su cara aparezca la sonrisa.
El efecto es inmediato y los afortunados cuentan que fue la mejor sensación de sus vidas. Calma, relajación y capacidad para hacer todo. El mundo estaba a sus pies hasta que el efecto del buñuelo desaparezca, unas cuantas horas después.

A medida que los grupos se sentaban en sus mesas  se ordenaban los platillos. Algunos querían primero disfrutar de la comida y otros directamente pasaban al juego.
El dueño de aquel bar de croquetas se le ocurrió una idea para atraer clientes antes de cerrar sus puertas para siempre. Decidió poner un poco de opioides a sus preparaciones para llamar la atención del público y comenzó a correr el rumor sobre sus croquetas mágicas.
Los chismes fluyen como el agua y al poco tiempo el pequeño bar comenzó a alborotarse de gente deseosa de probar la magia.
El bar creció como nunca y el dueño se estaba forrando tan rápido que comenzó a levantar sospechas en el gobierno.
Un enviado del departamento de salud fue de incógnito y en su paladar sintió el efecto de la droga en la comida. Al día siguiente el lugar fue clausurado generando polémica en el barrio.
Finalmente, luego de casi un año de espera, el bar cambió su locación, se mudó al sitio actual y reabrió sus puertas con su flamante menú aprobado por el gobierno y ofreciendo el desafío de la «Croqueta Rusa», de forma legal.
Un éxito sin precedentes que fue replicado por varios restaurantes a lo largo del siguiente año, pero ninguno alcanzó la fama del original.

Y aquí me tienen a mi, esperando en la fila junto a mis amigos para que nos atiendan. Es nuestra primera vez en este sitio y deseo con muchas ganas ser el ganador de la magnífica «Croqueta Rusa», tal vez, solo así, podré ser popular.

El embarazo (una historia escrita en nueve meses)

«¡HOLA PAPI!» Anunciaba el lienzo grabado en la piel de mi esposa. Era un mensaje para mi. Voy a ser padre por primera vez.

Ella estaba nerviosa. Sus ojos cubiertos de lágrimas, su voz era ronca y las piernas le temblaban.
Yo no supe come reaccionar. La ayudé a sentarse y vi que esparaba una respuesta de mi.
Sonreí y la abracé, no sabía que más hacer. Por suerte le bastó.

-¿Vamos a ser papás?- le dije, nervioso.

Ella me hizo notar que yo también estaba temblando y que mi voz tartamudeaba.
Continuamos con el abrazo pero no teníamos mucho tiempo. Yo había demorado en llegar a casa aquel día y estabamos retrasados para la cena que teníamos arreglada.
Caminamos en silencio hacia el restaurante acordado, sin mediar palabra de lo acontecido. Ambos estando serios.
La cena transcurrió con dos de sus comensales ausentes. Tanto mi mujer como yo, no participamos en las conversaciones y fuimos meros espectadores durante la velada. Ninguno tenía hambre y ninguno hablaba.
Finalmente el compromiso acabó y pudimos regresamos a casa, en silencio, sin siquiera mirarnos durante el trayecto. Sin embargo, nuestras manos se apretaron con fuerza.
Antes de acostarnos nos miramos y me pude permitir una sonrisa.

-¿Vamos a ser papás?- volví a preguntarle.

Ella asintió con la cabeza y ambos lloramos.

«Voy a ser papá» fue todo lo que pude pensar aquella noche.

—- o —-

La primer ecografía es una experiencia muy bonita.
Aunque nuestro hijo no se podía distinguir, nos hicieron escuchar latir su corazoncito.
Esos golpes fuertes me emocionaron tanto que estuve al borde del llanto.
Por fuera no parecía, pero dentro de mi mujer una vida se estaba formando.

-Escuché su corazón- le conté a mi hermana mayor,  en emoción rival a la mía.

Tiempo después tuvimos la segunda ecografía y fue la más linda que un padre a ser se imaginase.
Formadito pero en minuatura, allí estaba nuestro hijo. No medía más que 4 centímetros de largo, pero ya parecía un hombrecito. Aquel momento fue hermoso y emocionante. No esperaba sentir tantas emociones, ni creía que las tenía.

-¿Pensabas en esto cuando nos conocimos? -le pregunté a mi esposa al salir del consultorio médico.

-Nunca pensé que sería madre- me respondió.

Aquellas palabras me preocuparon, no sabía si lo decía porque no quería serlo o porque no creía que encontraría a una persona para compartir su vida y formar una familia.
Por suerte para mi, la respuesta era la segunda.

-¿Estás contenta de serlo?

Asintió con la cabeza, sonriendo. Era una sonrisa real.

-Muy- me respondió.

—- o —-

-No para de moverse -me dijo mi mujer cuando entré a casa.

-¡Que lindo! -le respondí -¿Te gusta?

Se sonrojó y asintió con la cabeza.
Luego me acerqué a su vientre y apoyé mi mano. Esperé y esperé, pero nada.

-Bueno. Se estuvo moviendo mucho, antes -me dijo al ver mi frustración.

Saqué la mano y entré al baño. Habré demorado no más de dos minutos y al salir me repitió que no paraba de moverse.
Nuevamente intenté sentir al crío, pero nada. Apenas apoyaba mi mano, se terminaban los movimientos.

-Está jugando con vos.

Ambos nos reimos y lo imaginamos jugando a las escondidas.

—- o —-

Poco a poco la panza crecía. No solo la de ella, sino que la mía también.
Engordábamos al unísono y eso que había aumentado el tiempo que le dedicaba al entrenamiento. Pero, a pesar de todo el tiempo empleado en el gimnasio, mi vientre aumentaba y me estaba empezando a encabronar.
«Esta grasa no se quita».

—- o —-

Pasaron 5 meses completos y ahora ya veo como se mueve. Patea muy fuerte.

-Solo se mueve cuando estás- me dijo mi esposa una noche.

Y para ella era cierto, mi hijo sentía cuando yo llegaba del trabajo y me recibía a su forma.
Esos movimiento le dolían a mi mujer, pero se alegraba de tenerlos.

-Tienen un niño con mucha vitalidad- nos dijo la doctora durante uno de los chequeos de rutina.

Nos alegramos de que todo estuviera bien.

—- o —-

Mis sueños con él son cada vez más frecuentes. Aunque no puedo distinguir su rostro, puedo ver su cuerpo y su cabeza cubierta de un suave pelo negro.
Es un bebé y no lo puedo sostener en mis brazos, siempre otra persona lo tiene y no me lo da. Aún no puedo experimentar esa sensación y mi mente me lo recuerda.
Esos días despierto feliz, con una sonrisa dibujada en mis labios. Cuando sueño con él, el día se pasa más rápido. Ansío el momento en que lo pueda abrazar, sentir su calor y en el que su aroma me llene. Faltan más de 100 días para su nacimiento y me parece una eternidad. Quiero tenerlo ya.

—- o —-

Acudimos a una nueva ecografía, en esta oportunidad lo veríamos en tres dimensiones y a colór. Una esperiencia extraña, sin dudas, pero que igual decidimos hacer.
El juguetón de mi hijo no se dejó ver el rostro. Lo tapaba con ambas manos y ambos pies y no los despegaba ni siquiera luego de los varios intentos de la doctora.

-Por un lado, su hijo es un genio. Neurológicamente hablando es un genio, ya que cuida y protege su cabeza a toda costa. Pero bueno, eso hace que no podamos ver más que un pequeño sector se su rostro.

«Mi niño es un genio, lo sabía» era lo que podía pensar al salir del sanatorio y luego de haber visto parte de su carita.

Ahora sí soñé con su rostro. El color de piel de su madre y mi pelo lacio. A los pocos meses de nacido ya hablaba y quería caminar. Un genio, una persona superdotada, dueño de una gran inteligencia. Ese fue el hijo con rostro que apareció en mis sueños. Un niño hermoso que me alegra cada día.
Faltan escasas semanas para su nacimiento y asistimos al curso de preparación donde nos reunimos con otros padres primerizos, como nosotros. Bastante útil resultó y eso contando que creía que era una pérdida de tiempo. Aprendí en frio y espero que funcione en caliente.
Seis semanas y contando, ya casi estamos.

—- o —-

-Mi amor, soy papi-le dije a la panza de mi esposa. -Movete por favor, por mi.

La última visita al médico no había sido satisfactoria: «No está creciendo bien, algo pasa» Nos asustó la doctora. «Parece estar sin fuerzas. ¿Te estás alimentando bien?» Le preguntó a mi señora, que le respondió que estaba comiendo como siempre. «Algo está mal. Vuelvan en una semana y vemos como sigue», nos despidió.

-Por favor mi amor. Movete un poco para papi. Te quiero sentir.

Estábamos en casa, ambos pensativos. Faltan escasas semanas para el nacimiento y apareció este gran problema.

-Es verdad lo que decías, que hace mucho no se mueve. Últimamente solo se está moviendo cuando estás vos, pero en el resto del día, nada -me dijo mi esposa.

Yo la miré, con ojos preocupados.

-Mi amor, soy papá. Acá estoy.

Un poco de silencio en el que observamos el vientre. Al principio nada, pero al poco tiempo la piel hizo unos movimientos brúscos. Se estaba moviendo, moviendo mucho y muy fuerte.

-Hola mi amor-le dije, casi llorando. -Gracias por moverte, sos un genio, sos el mejor.

-Te ama- me dijo mi mujer.

—- o —-

Los siguientes estudios arrojaron aún peores resultados.
Su tasa de crecimiento era cada vez menor y a este paso lo tendrían que sacar antes de tiempo, para hacerlo crecer por fuera de la panza.
Dios mío, cuanta preocupación. Nos tranquiliza saber que, salvo el crecimiento lento, los otros parámetros dan bien y su salud está impecable, no obstante, seguimos muy preocupados.
Estudios constantes y descansos extremos son las únicas medidas que nos dijeron tomar.

-Preocupate por crecer-le dije a mi bebé. -Nosotros nos ocupamos del resto, vos solo crecé.

Un movimiento brúsco se hizo notar y junto a mi esposa, sonreimos, creyendo que aquel movimiento era su respuesta, su respuesta positiva y que realmente nos escuchaba.

—- o —-

Nuestro pequeño nos había escuchado y entendido.
El siguiente contról arrojó resultados favorables, muy positivos.
Debía continuar así para que se quede dentro de su madre.
«Mejor dentro que fuera» nos dijo la doctora, con una sonrisa tranquilizadora.
Vengan la semana próxima a un nuevo contról, faltan veinte días para la fecha estimada así que aunque el próximo estudio no de bien, ya va a estar dentro del márgen normal de las dos semanas y va a nacer sano».
«Con esto les quiero decir que no se preocupen, que el geniecito hizo su tarea y crecío y gracias a eso va a salir sin problemas. Eso si, será un bebé pequeño, pero va a crecer normalmente» Nos despidió.
Ese día festejamos con un helado.

—- o —-

Llegó la gran semana. Si todo va bien, en cualquiera de estos días nacerá y lo tendremos.
También llegó la cuna, que ya colocamos en la habitación que será de él.
Debo reconocer que creía que estaba preparado, pero me di cuenta de que no.
Caminando por la casa, pasé por la puerta abierta de la habitación de mi hijito y vi la cuna, un gran mueble que antes no estaba.
Quedé impactado. Por primera vez tuve noción de lo que se está por venir. Ver la cuna puesta allí, preparada para recibir a un pequeño niño, me cambió por dentro.
Me puse nervioso. Hasta ahora solamente debía cuidar de mi mujer y de su panza, pero tener ese mueble allí, a mi lado, simbolizaba que habrían dos personas por las que deba velar.. Creí que estaba preparado, pero no.
Por suerte a mi esposa le pasó lo mismo que a mi. Me sentí más alividado.
Somos dos, estamos juntos en esto y entre ambos vamos a cuidar del futuro amor que vendrá.

—- o —-

Tiempo cumplido pero él permanece dentro de mamá. Parece que está cómodo, pero debe salir.
«Estoy ansiosa, quiero tenerlo ya» me dijo mi mujer el día anterior a la fecha estimada originalmente.
Los problemas del posible nacimiento prematuro quedaron atrás, para nuestra suerte, y ahora era él quien nos hacía esperar.
Ambos estamos deseosos. Deseosos de tenerlo, de mirarlo, besarlo, asearlo, darle la teta, hacerlo dormir, cambiarle el pañal y sobre todo, de amarlo.
¿Cuándo saldrás?

—- o —-

Y un día llegó.
Debo confesar que estoy más cansado de lo que creía.
Sin embargo, todo es alegría. Tenerlo es una sensación que solo los que son padres conocen.
Estoy viendo las fotos, las que le tomé a mi mujer durante el embarazo. Una por semana, viendo crecerle el vientre hasta que estuvo a punto de explotar y finalmente la última de las fotografías, a la semana de haber nacido, con el pequeño en sus brazos.
Ahora comienza una nueva etapa en donde todo se pospondrá hasta que nuestro hijo crezca.
Trabajo, cuentos, los libros tendrán que esperar para ser editados y los cuentos en esta página también lo harán para ser publicados. Una nueva pausa en este mamotreto, un nuevo «Feriado por vacaciones» que escribí al irme de luna de miel (y que debí explicar porque al parecer, no se había entendido).
Al escribir esto mi hijo no está conmigo, sin embargo puedo sentir la sensación de tenerlo a upa.
Una nueva aventura, un nuevo camino, una nueva etapa comienza, junto a mi mujer y al pequeño Ían, nuestro hijo.

 

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El clarísimo lenguaje inclusivo

«Estimadxs amigxs, estamxs reunidxs par acabar con el mitx del ebseletx lenguaje que les hembrxs de la RAE nes quieren impener.
Ne debemes ceder ni rendirnxs. Es ahere cuande debemxs luchar y cambiar le historie.
Desde tiempes antiguxs, les hembrxs come Cervantxs e Berges nes hicieren creer que la literatura se le escribe de una forma patriarcal. Debemes acabar con este. Ya ne vivimes en el añe mil nevecientes sine que estames en el sigle veintiuno y tedxs debemxs ser incluidxs.
Entences, debemes entre tedxs reescribir la histeria, nxestra histeria para que las nuevas generacienxs ne vivan aislades.»

La gente se miraba los unos a los otros. El tan ansiado y querido discurso con lenguaje sin distinción de género estaba resultando un tanto confuso, incluso entre los más expertos.
La organización no lo había pensado del todo y se reprocharon el no haber repartido el discurso por escrito para que la gente pueda seguirlo. Esto generó murmullos constantes entre los adeptos.

«Les repite, debemxs reescribir la histeria. Les grandes libres de la humanidad fueres creadxs per escriterxs maches, heteresexuales, que nunca fueren apartadxs ni aisladxs y per ese nunca supieren le que significa ser diferente.»

La gente seguía sin comprender el mensaje. Algunos decían que quería ayuda para reescribir los libros más conocidos utilizando el lenguaje inclusivo. Otros opinaban que debían de escribirse nuevas historias para reemplazar a los autores heterosexuales y un tercer grupo creía que debían reescribir los libros de estos autores para que las historias sean historias de gente que fue excluida y apartada.
La oradora hizo una pausa para ver al público. Esperaba que la aplaudieran al finalizar el párrafo pero no fue así. Algo estaba fallando. Miró a sus asesores y ambos levantaron los hombros, en señal de falta de entendimiento.

«Vivimxs en un memente de cambie. La lengue españele se ha transfermade incontablxs veces y vive en constante cambie. Esta es una de esas veces. El hey en día, el nueve sel que amanece sebre nuestrxs cabezxs. ES AHERE E NUNCA».

El discurso finalizó abrúptamente con un potente grito que despertó a los despistados oyentes y provocó una tibia reacción de aplausos.
El propio lenguaje se había defendido y ahora se reía del poco alcance de la oradora.
Una nueva torre de Babel había caído y las lenguas se confundieron.
La misma lengua había resultado victoriosa y esperaba que la única disertante del día comprenda que el lenguaje actual es el cúlmine de varios siglos de perfección y que la causa no está en la labia, sino en la educación…

….

Jodér que costó escribir así. El autocorrector casi estalla.

El dólar español (El argentum de los templarios segunda parte)

No hubo moneda más importante en la historia de la humanidad que el dólar español.
Claro está que hoy en día esa moneda no existe, pero que nos dejó marcas visibles es seguro.
Acuñada dentro de nuestras propias tierras cuando aún éramos una dependencia del imperio español, se trató de la primera moneda internacional de cambio, reconocida desde la flamante América hasta las indias y China.

-Argentum.
-¿Plata?
-Así es.
-No comprendo. Esta tierra pertenece al Virreinato del Perú.
-Y posee minas llenas de Plata.
-¿Y con eso qué?
-Tenemos tanta Plata que no nos entra en las arcas de España y debemos transportarla a las diferentes colonias, principalmente a las de África y Filipinas.
-Es un tesoro que debe ser cuidado de los Ingleses y Franceses.
-Así es, por eso debemos proceder con cuidado. Nueva España está comprometida y nuestro camino más seguro es a través del puerto de Nuestra Señora del Buen Aire.
-Pero si Mendoza es un maldito bribón, nos pedirá hasta el agua que tomamos por dejarnos pasar.
-Es mejor eso que caer frente a los piratas, ¿no lo crees?. El puerto de la ciudad que fundó es magnífico y desconocido.
-Si, tienes razón, pero debemos buscar una forma de engañarle para no perder demasiado.
-Argentum y Río del Argentum.
-Plata y Río de la Plata. Ahora lo entiendo, el camino que haremos con la plata. Me gusta esa forma de llamarlo.
-Eslo que quería decir al principio.

Los españoles pensaron pero no se les ocurrió como engañar a Pedro de Mendoza.
Finalmente consultaron con su rey y quedaron sorprendidos ante su respuesta:

-Vuesta cuestión me ha dejado pensando y he encontrado una solución. Nos hemos expandido tanto que ahora dominamos el mundo conocido, pero no poseemos una forma de comercio con nuestras colonias. Gracias a su descubrimiento en las minas del Perú, acuñaremos monedas de cambio y las utilizaremos desde el nuevo mundo hasta la madre patria. Se cortarán en dos tamaños y todas llevarán la misma cuña, mi rostro y a su lado todos los territorios que hemos conquistado.

La palabra del rey se hacía cumplir, sin embargo al poco tiempo encontraron que las cuñas eran muy difíciles de hacer y que las monedas tendían a romperse.

-Cambiemos los territorios conquistados por las Colunmas de Hércules.

Ahora si fueron más sencillas de acuñar. La cara del rey de un lado y dos líneas rectas del otro.
Al poco tiempo las monedas se producían en masa y su uso se extendió por dentro y por fuera del imperio.
España, Inglaterra, Francia, India, China, Egipto y todo el nuevo mundo las utilizaba.
El «Real de a 8», como era conocido, fue aceptado en todos lados, convirtiéndose en la primera moneda universal, cuyo uso se extendió durante más de dos centurias.
Inglaterra y Francia subdividieron las monedas para dividir precios, China aceptaba únicamente la Plata española al igual que Egipto y las Filipinas, inclusive las colonias británicas la utilizaron.
Conocido como dólar español, los Estados Unidos continuaron con su utilización hasta casi 100 años después de su independencia cuando decidieron reemplazarlo por su moneda propia, moneda que homenajea a su antecesor.
El símbolo del dólar, reconocido en todo el mundo, se compone de una letra S atravesada por dos barras verticales. Estas barras no son nada menos que las Columnas de Hércules y la S corresponde a Spain, España en inglés. Esto se utilizó para que el nuevo dólar estadounidense genere confianza en la población al ver la gente unos símbolos conocidos.

Durante mucho tiempo la materia prima de nuestras tierras posibilitó la creación de la moneda más importante de la historia pasada y de la actual.

Una piedra más, al trágico comienzo de la tierra más próspera jamás encontrada.