Sueño: El espectador

Siendo un espectador de lo ocurrido, puedo relatar las acciones de lo sucedido con este sujeto.

Era de noche y él caminaba tranquilamente por las calles de la ciudad.

Parecia que nada lo perturbaba, ni las personas, ni los autos, nada. Es más, parecía que era invisible para el resto del mundo.

Aunque en este caso era literal y gracias a un dispositivo que llevaba en la mano izquierda, él era realmente invisible.

Este era un aparato metálico redondo, de unos 10 centímetros de diametro y con una luz roja en el centro.

Gracias a esto, él se volvía completamente invisible para los demás y así había vivido durante muchos años.

Su modo de vida era bastante reprochable y siempre tomaba ventaja de esta situación.

Los alimentos, la comidas y la bebidas, las tomaba del lugar que deseaba, al igual que con el dinero que quería, además de espiar a las mujeres que le parecían atractivas.

Con el paso del tiempo se había vuelto muy habilidoso para estas cosas.

Era de noche y él estaba cocinando, había preparado los ingredientes para hacer una salsa para las pastas, pero al darse cuenta de que no tenía más harina, decidió ir a buscarla.

El supermercado a donde iba a «comprar» otrora había sido un hotel de lujo.

Su entrada en forma de puerta giratoria había sido bien bienvenida cuando el hotel funcionaba.

Al pasar por la puerta, se dirigió hacia las estanterías repletas de productos sin darse cuenta de que la policia se encontraba en el lugar.

Ellos querían capturarlo y para eso habían dispuesto varias camaras que captaban el calor y habían esparcido por casi todo el suelo un producto muy resbaloso.

Sin embargo, estas trampas eran los métodos comunes que utilizaba la policia para intentar atraparlo, siempre sin éxito.

Con una gran habilidad, logró subirse a las gondolas y caminó sobre ellas buscando la tan necesitada harina.

Al encontrarla, estiró el brazo para tomarla pero esta se encontraba demasiado lejos para su alcance y no le quedo otra opción mas que ir al suelo y tomarla desde abajo.

Al tocar el suelo, el producto resbaloso no surtió efecto en él y esto era gracias a que llevaba puesto una especie de medias negras especiales, inmunes a este tipo de producto.

Con la harina en mano, salió tranquilamente por la puerta cuando la alarma comenzó a sonar.

No se había percatado de que una camara lo detectó e instantaneamente aparecieron varias patrullas que lo esperaban a la salida.

En total eran 5, pero él las logró traspasar sin ningun problema y se detuvo a ver como los policias se disparaban entre ellos.

Todo esto le causó gracia y emprendió el rumbo de vuelta.

Estando ya cerca de su casa se cruzó con 2 mujeres que caminaban abrazadas.

Una de ellas lo miró y se desprendió de su amiga quien prosiguió su camino.

-¡Ey! Tú.- Dijo ella.

-¿Eh? ¿Cómo es que me puedes ver?- Respondió él.

-¿Acaso piensas que eres el único con el dispositivo?.

La charla prosiguió por un tiempo largo. Tanto que el sol comenzaba a asomarse cuando un auto se frenó delante de ellos. De este bajó un hombre alto y de aspecto atemorizante. Llevaba puesta una gabardina marrón y un sombrero pequeño para su cabeza.

La mujer se volvió hacia su compañero y le tomó de la mano.

-CORRE- Gritó

-¿Pero qué pasa? ¿acaso nos puede ver?- Pregunto él.

-¡SI!- Volvió a gritar, tomando la mano de su compañero – El es un cazador.

El mensaje estaba claro. Ese sujero «cazaba» a los humanos que poseían el dispositivo de invisibilidad.

La mujer corrió despavorida, dejando a los dos hombres solos.

La pelea comenzó sin palabra mediante.

Allí, en la mitad de una concurrida avenida, comenzó el intercambio de golpes.

El cazador poseía fuerza sobrehumana y sus golpes eran muy destructivos. La pelea continuó con una clara desventaja para el protagonista.

En un momento, el cazador abrazó a su oponente y mediante un increible salto, lo llevó al redondo techa de una casa de la misma forma, la casa de este hombre invisible.

La lucha prosiguió allí arriba, con el mar de fondo y el sol que se levantaba.

Gracias a que estaba sobre su casa, pudo sorprender al cazador logrando quitarle su gabardina y su somprero, dejando en evidencia unos tirantes rojos que apretaban una remera blanca sin mangas.

Luego de eso, la pelea fue sencilla. El cazador perdió su fuente de poder y ahora solo era un hombre muy mayor, muy viejo para luchar.

Al final, el protagnosita había resultado airoso, aunque había perdido el paquete de harina en el proceso.

Contemplando el mar, este no estaba calmo y unas gotas caían sobre su rostro…

…y las malditas me habían despertado. Habia una gotera en el techo. Deberé llamar a un plomero.

 

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.