Miedo

-Tengo miedo.
-No tengas miedo.

-Esto me da miedo. No lo puedo evitar.
-El miedo es útil. Úsalo.

-¿Qué el miedo es útil?. El miedo me da más miedo. ¿No lo entiendes?
-El miedo es un arma. Puedes llorar y esconderte. Pero tarde o temprano deberás enfrentarlo.

-¿Enfrentarlo?. No, yo no puedo. Todo esto me supera. El miedo me bloquea.
-Vamos. Arriba. El miedo está en tu cabeza. Debes actuar ya.

-Estoy paralizado. No puedo moverme. El miedo me afectó las piernas. Quiero que termine todo esto. Por favor.
-El miedo no se rinde tan fácilmente. ¿Piensas que con pedir que se termine todo esto se termina?. Sal y combate. Es tu oportunidad. No la desaproveches.

-¿Acaso no me escuchas?. Mis piernas están rígidas. Mis maños tiemblan. Mi cabeza está bloqueada. Mi sangre está demasiado fría. El miedo gana la batalla.
-Por favor, que pesimiste éres. ¿Te vas a dejar arrastrar por el miedo?. Puedes superarlo. Confío en tí. Éres valiente y gallardo. ¡Ánimo!.

-No, no puedo. Voy a ceder. Es más fuerte y poderoso. Yo soy solamente un mero mortal y el miedo es eterno. Hombres más valientes lo tuvieron. Vete tú y escapa. Yo me quedaré.
-¿Qué tonterías dices?. Estamos juntos en esto. No te dejaré por nada. Yo estoy aquí para ayudarte y no me moveré. Conmigo derrotarás al miedo. Conmigo serás libre y nunca estarás encerrado. Cree en mi.

-¿Qué crea en tí?. Si tú fuiste quien me metió en esto. Tú eres él causando de que mi mayor miedo se haya vuelto realidad. ¿Por qué sigues aquí?. Vete. Abandóname a mi suerte. Esta batalla está perdida. No puedo ganar.
-Por eso me quedaré aquí. Estaré a tu lado pase lo que pase. No me iré. Enfrentaré al miedo que tienes y daré mi vida por destruirlo. Pero necesito de tu ayuda. Necesito que ya reacciones y ayudes en la lucha. Dependemos de tí. Dependemos de tu fuerza y bravura.

-¿Mi bravura?- Confías mucho en mi. También confiaste al acompañarme. No es tu culpa sino la mía. Por mi estás metido en esto. Perdóname. Por eso te pido que te vayas y me dejes. Me enfrentaré sólo al miedo. ¡Vete!
-Ya te dije que no te dejaré. Estaré aquí por tí y aquí me quedaré así que deja de insistir. Estamos en esto juntos. Será tu miedo, pero ambos lo enfrentaremos. Escucha mis palabras. Siente mi amor. Se que puedes ganar. Pero, por favor, hazlo ya. No queda mucho tiempo.

-Realmente éres especial. Estás conmigo a pesar de donde nos puse. Frente a frente al miedo que siento y tú no te mueves de mi lado. Me das esperanzas. Puedo ver la luz. Si se puede. Puedo lograrlo. Por tí.
-Confía en tí mismo. Tienes un gran futuro, pero solo lo alcanzarás si aquí y ahora ganas la batalla contra el miedo. Éres capaz de muchas cosas. Lo sé porque te conozco desde hace años. Se lo que piensas y lo que sientes. Cree  en tí. Lucha. Lucha y ganarás.

-El miedo es poderoso. Pero yo puedo ganarle. Se que puedo. Ahora lo sé. Ahora que tu me hablas lo entiendo. Lo comprendo. Hay una fuerza más poderosa.
-¡Eso es! Por fin lo entiendes. Hay una fuerza más poderosa que el miedo. Por eso estoy aquí. Para ayudarte a encontrarla. Búsca en tu interior, en tu corazón. Encuéntrala.

-El amor. El amor vence al miedo. El amor de dos personas. El amor que compartimos. El amor puede ayudarnos. Ahora lo entiendo.
-Si, lo has entendido. Por eso estoy aquí contigo. Por eso no me fui. Es por amor y ante eso, el miedo queda indefenso. Ahora que lo sabes, lucha. Busca la victoria.

-Si, tienes razón. Yo puedo hacerlo. El miedo no me detendrá más. Debo superarlo. Debo hacerlo, por tí.
-Por mi y por ti. Por los dos. Por nosotros. Por nuestro presentete y por nuestro futuro. El miedo no debe ganar.

-Se que puedo hacerlo. Le ganaremos al miedo y triunfaremos. Por tí. Por mi.
-Por nosotros. Por nuestro amor. El miedo se irá. Vamos ya.

-Mis piernas se está moviendo. Mis manos reaccionan.- El miedo está perdiendo.
-Mantente así. Derrota al miedo. Demuéstrale quien manda.

-Es nuestro momento. El miedo retrocede.
-Apura que se nos quema el tiempo. Pon en raya al miedo.

-Le gané al miedo.
-Sabía que el miedo no te ganaría.

El auto arrancó. Su chasis aún chorreaba la fresca sangre de su víctima.
Las sirenas de la ley se aercaban. Debía superar el miedo y escapar. Era ahora o nunca.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.