El falso jarrón de la abuela

El jarrón de la abuela es una antigüedad. Este está guardado en un armario diseñado únicamente para él.

Es un regalo de su casamiento hace ya incontables años.

Su valor monetario es incalculable, tanto así que los nietos piensan que si lo venden, la abuela podrá disfrutar sus últimos momentos viviendo como una reina. Y su valor sentimental es aún mayor (al menos, eso pensaban).

Aunque, lo cierto es que, ese ese jarrón ya no es el jarrón de antaño y esto solo la abuela lo sabe y calla.

Hace ya muchos años, la abuela (sin haber obtenido ese titúlo aún) limpiaba el jarrón, que estaba apoyado sobre un pedestal, recordando el día de su casamiento. Su mente estaba enfocada en ese día y con un descuido de su mano derecha, empujó al jarrón que cayó al piso.

Para su buena suerte, la alfombra amortigüó la caída, aunque no evitó que un pedacito del jarrón se desprendiera, arruinando su perfecta figura.

La abuela se entristeció, había cuidado tanto a ese jarrón y por un simple descuido ahora ya no sería el mismo.

La abuela pegó el pedacito de jarrón y ante la mirada de un tercero el jarrón se veía sublime, intacto. Pero para la abuela, el jarrón ya no era el mismo. Después del hecho, su vida prosiguió, aunque ahora con menos alegría.

Fueron pasando los días, los meses y los años y durante ese tiempo el jarrón había sufrido varias caidas y roturas. Sin importar donde se lo coloque, el jarrón siempre buscaba una forma para aterrizar en el piso de alfombra y romperse.

La habilidad de la abuela para repararlo era maravillosa, tanto así que nadie se daba cuenta lo roto que estaba en realidad. Y por sobre todo, nadie se daba cuenta que ahora era mas pegamento que jarrón.

Es por esto que la abuela mandó a hacer un armario de vidrio destinado para velar por siempre por el jarrón y así,pensaba, que este permanecería entero hasta el último momento de su vida.

Pero lo cierto es que la abuela ya no tenía sentimientos por este falso jarrón y se entristecía aún mas cuando pensaba en todo el tiempo que pasó a su lado, cuidandolo.

Pero…¿por qué no se deshacía de el?

La respuesta era sencilla. La abuela le tenía miedo al que dirán. Que dirán sus hijos al haber hablado tan bien de una mentira y por sobre todo, que pasará con sus nietos los cuales solo iban a visitarla, para ver a su «invaluable» reliquia…

Así es el falso amor, como el falso jarrón de la abuela.

Al principio es nuestro mas valioso objeto, el cual sacamos a relucir, y, ¿por qué no?, a presumir.

Pero lo cierto es que en algún momento se caerá. Sin importar la causa y el motivo, el amor falso se caerá al suelo y se romperá.

Nosotros somos capaces de arreglarlo para que aparente seguir perfecto ante los ojos de terceros, aunque por dentro sabemos que no es lo mismo y que algo cambió.

El falso amor, como el jarrón, se seguirá cayendo y nosotros lo seguiremos reparando hasta que llegue el momento en que ya no quede nada de ese primer sentimiento.

Nos preguntaremos continuamente, ¿por qué seguir?

E inmediatamente nos responderemos. Porque…¿Qué va a ser de nosotros sin el jarrón?.

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