La sopa de cuentos

El siguiente es una mezcla absurda de los cuentos más populares llevados a la pantalla grande, pero en sus versiones -casi- originales según los escritos de sus autores (con algunas variaciones, claro está).
Se trata de una sopa de letras de los personajes de los cuentos en donde sus historias se entrelazan y conforman esta maraña de relato.

 

Caperucita, perdida por las indicaciones del malvado lobo, busca ayuda, desesperadamente.
Caminó sin rumbo hasta que se a lo lejos pudo vislumbrar a varias personas, caminando en fila.
Corrió hacia ellos con todas sus energías y vio que la fila estaba compuesta por niños. Les llamó desde lo lejos pidiendo ayuda pero su pedido no fue respondido. Los pequeños poseían la mirada fija hacia adelante, hacia el rio que se encontraba frente a ellos.
Su andar no se detenía y ahora, la niña de la capucha roja temía por ellos.
Comenzó a gritarles que se detengan, pero sus gritos no fueron escuchados.
Luego salió de entre los árboles e intentó frenarlos, pero nada servía. Los niños continuaban su andar hacia el agua y no tenían intención de desviarse.
De pronto, Caperucita sintió como una tonada penetraba en sus oídos y dominaba sus sentidos. La niña permeció inmovil hasta que la fila avanzó y ella se puso al final de ésta.
Había sido una víctima más  de la flauta.
Uno a uno los niños se adentraron en el agua para no volver a emerger, pero, al llegar el turno de la niña de rojo, el lobo que la había envíado a aquel camino salió de su escondite y atacó de forma letal al flautista. Sus garras desgarraron su cuello y el hechizo que dominaba a la niña se rompió. La niña despertó de su conmoción y echó a correr, sin embargo, el lobo, cansado de la espera, decidió adelantar sus planes de cena.
Luego del festín, se recostó sobre el suelo, a orillas del agua y durmió plácidamente.

A lo lejos, un niño, el último de la fila de los hijos de Hamelin, se acercaba al río. Caminaba apoyado en un bastón al ser una de sus piernas más corta que la otra. Maldición que había aborrecido desde que nació, ahora le había salvado la vida.
Sin el control del flautista, había podido ver la escena de lo ocurrido desde lo lejos y ahora planeaba venganza contra el lobo.
En su lento andar, se topó con un niño de madera que podía andar y hablar. Ambos eran distintos para el resto de la gente y eso hizo que se hicieran amigos rápidamente.
Pinocho, como decía que se llamaba, le contó al otro niño que su padre había sido arrestado por la policia y el planeaba rescatarlo. Pero para hacerlo, necesitaría de la ayuda del otro niño.
El cojo aceptó, con la condición de que primero acaben con el malvado lobo que engulló a la bella niña vestida de rojo.
Ambos se miraron y asintieron con la cabeza. Debían planear el fin del animal pero no se les ocurría hasta que miraron a un costado como un leñador apoyaba su hacha sobre un árbol talado y se disponía a devorar unas manzanas que les fueron obsequiadas por una señora de negras vestimentas.
Mientras que disfrutaba de tan suculento manjar, los niños aprovecharon la distracción para robarle su herramienta de trabajo y correr hacia donde estaba el lobo.
Lamentablemente para ellos, el leñador se dio cuenta del robo con bastante rápidez y comenzó a perseguirlos mientras que gritaba una voz de alto que provocó el despertar de su presa.
El lobo yacía de pie, esperándolos en la orilla con la boca abierta. Ahora el sería el cazador y aquellos niños sus presas.
Los niños corrían portando el hacha hacia el animal que los esperaba impaciente y el leñador se les acercaba cada vez más. Algo sucedería y sucedió.
Una nube de polvo se levantó al producir el choque y al cabo de unos segundos se disipó.

La imagen vista a continuación se puede describir de la siguiente manera:
Pinocho se encuentra en el suelo, partido al medio, muy cerca de la orilla. El lobo se encuentra flotando en el agua con el hacha clavada en su espalda mientras que el leñador se encuentra en acostado en la orilla, con la boca abierta y un líquido negro emanando de ella.
Más en el agua, flotando, se encuentran dos cuerpos sin vida, uno es el del pobre niño cojo de Hamelin y el otro es el de una sirenita, mitad mujer mitad pez.

Una mujer vestida de negro y portando unas manzanas en una canasta, fue testigo de la situación y se reía descaradamente.
Luego relató lo sucedido:
«Los niños corrían hacia el lobo. El leñador les seguía de cerca. Pinocho portaba el arma y tropezó a causa de una piedra. El filo le atravezó el cuerpo.
El otro niño tomó el hacha y llegó hasta el lobo quien le quitó el arma rápidamente y lo arrojó al agua. Luego se dispuso a perseguirlo al grito de que lo comería de postre como había comido a la otra niña. El leñador llegó, tomo su herramienta de trabajo y la arrojó con todas sus fuerzas al lobo. El arma se clavó en la espalda del famélico y allí quedó.
El hombre intentó ayudar al niño salir del agua sin embargo no lo logró. La sirenita había decidido quitarse la vida arrojándose de un gran puente y el niño tuvo la mala suerte de ser el amortiguador de la caída. La sirenita sobrevivió, pero no aguantó mucho fuera del agua. Finalmente, el leñador también cayó gracias a mis manzanas envenenadas. Me rio del maldito leñador quien se burló de mi al no aceptar ser mi esposo.»

La mujer fue encerrada, junto al hombre creador del muñeco de madera que poseía vida mientras que el oficial que los encerró regresó a su escritorio y continuó su búsqueda del flautista que secuestro a los niños de Hamelin.

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