Archivo por meses: octubre 2017

Agente encubierto

«La hipocresía de la gente…»

<< Si, es un buen comienzo para el libro>>

«La hipocresía de la gente no deja de asombrarme. Quieren seguridad pero no respetan las leyes. Quieren limpieza y utilizan las calles como sus cestos de basura personales.  Se quejan de los altos impuestos desde sus teléfonos de última generación…
Hoy se cumplen 10 años desde que comencé a trabajar en la fuerza. Desde un principio me asignaron como agente encubiero para rondar las calles en busca de maleantes e infractores y hoy, a punto de retirarme, se me vienen a la mente los recuerdos de aquellas primeras veces, primeros momentos en que me enfrenté al mundo, en el que arriesgué mi vida sin saber a lo que me enfrentaba. Que tan distinto del arresto que hice ayer. Arresto que puso el punto final a mi carrera a pie y dio comienzo a mi retiro.»

El espejo admiraba la sonrisa arrugada del hombre. Treinta años no eran muchos, pero el tiempo no estaba de su lado. A diferencia de su pareja, que a medida que cumplía los años, rejuvenecía, en él se denotaba el pasar del relój.

«Ayer realmente me divertí. No solo por haber sido mi último trabajo de campo sino porque por fin pude notar el cambio en la gente. Por primera vez en tantos años, la gente estuvo apoyándome y brindándome congratulaciones a montones. Por fin la gente cambió. Se tardaron mucho, pero al sentir el hiel de las víctimas, algo les movió por dentro.
El autobús venía a media ocupación cuando subí. Esta vez sería un viaje corto. Mi ropa era un intermedio entre elegante y deportivo, algo bien visto para ir a trabajar o para asistir a una comida con amigos.  Llevaba un morral negro, simulando ser un empleado común y corriente.
Encontré un asiento muy cercano a mis objetivos. Eran dos jóvenes de 18 años (con suerte) con pintas bastante llamativas. Aquellas vestimentas eran un símbolo de estatus entre sus colegas. Con el pasar del tiempo lo fui notando. Los aritos clavados en la cara, el tipo de zapatillas, los colores de la vestimenta deportiva y hasta el peinado estaban en condordancia con la posición que tenían dentro de su grupo de malvivientes.
Estos dos, particularmente, estaban en un escalón alto, de los más listos de la manada. «Listos» es una forma de decir, pero digamos que estaban un poco más despabilados que el promedio de este tipo de malandra.
Evitaban hacer escándalo en público  y planeaban sus golpes con una pizca de disimulo. Se mandaban mensajes entre ellos para evitar hablar y mirarse. Incluso se sentaban separados uno del otro. Muchas veces hacían de cuenta que escuchaban música con unos auriculares inservibles o hasta comían alguna botaba mirando distraidos por la ventana.
Como dije, listos es una forma de decir. Al no asistir al colegio, toda su capacidad se basaba en la experiencia, en la prueba y error, pero sus métodos eran facilmente detectables por el grueso de la gente. El principal problema es que nadie actuaba. El miedo, el temor y  el pavor les dominaban y no podían ser culpados. Nadie quería perder su integridad física por algo material, por más impotencia que les genere.»

Un movimiento de la mano, un chasquido de dedos, burbujas de aire explotando por dentro liberaban la tensión al presionar tanto el teclado. Unos minutos de luz del día, alejado del brillo del monitor para calmar a los cansados y desacostumbrados ojos.

«Me senté cerca de ellos y esperé hasta que dieran el primer paso. Ya había arreglado con un amigo militar para que me ayudara en el arresto. Todo era cuestión de mover la reina y hacer jaque mate con la torre. Todo era cuestión de esperar y relajar.
No pasó mucho tiempo desde que ingresé al transporte hasta que hice contacto con ellos.
A los pocos segundos de sentarme, una fuerte y desagradable música comenzó a resonar en el autobús. Al darme vuelva, vi que provenía de los sospechosos de siempre. Todos los presentes del transporte público lo sabían, pero nadie decía nada. Ese último arresto sería rápido y mis días de campo terminarían en escasos minutos.

-¡Ey!- Dije, para llamárles la atención.

Sus caras de perdidos en la vida se situaron en mi.

-El volumen- Les dije, en tono imperativo.

Se miraron entre ellos y con una sonrisa uno respondió.

-Pero si yo tengo los cascos, amigo.

Típica respuesta sin sentido.

-Bajen el volumen- Les volví a imperar.

-Tranquilo, amigo- fue su respuesta antes de apagar la música.

Volví a mi posición y observé como la gente me miraba con una sonrisa. Pero no debían de tener confianza, porque en pocos segundos más, la música volvería, en un segundo asalto, más fuerte que antes.
Tomé mi celular y le mandé una alerta a mi colega militar que nos seguía desde su propio vehículo.
La paz duró unos dos o tres minutos aproximadamente y la música regreso más molesta que nunca. Si tan solo se hubieran quedado callados, todo hubiese sido menos humillante para ellos, pero no. Tenían que demostrarse que nadie los haría callar, que tenían más aguante que cualquiera. En fin, su tontería solo anticipó el arresto.
Me volví a dar vuelta y les volví a comandar que apagaran la música, pero ahora su respuesta fueron solo burlas y risas.

-No molestes, amigo.

Como me irribaba que acaben una frase con la palabra amigo. Eso me sacaba.

-Apaguen la música- Les volví a decir.

Quería extenderlo antes de llevarlos detenidos. Quería divertirme.
Los dos malvivientes se levantaron. Poseían cuerpos pequeños, incapaces de dar golpes duros, sin embargo, si desprecio hacia su propia vida les hacía poner el alma en cada piña que soltaran.

-¿O qué?- Me respondieron, con un tono más amenazante.

La gente miraba la situación en silencio y vi como el chofer comenzó desesperádamente a buscar a un policia.
Con un rápido movimiento tomé el móvil del que provenían los ruidos molestos y lo arrojé al suelo con fuerza. El aparato se partió, pero eso no me bastó y lo pisé, provocando un daño ya irreparable. Luego miré al muchacho. Sin saberlo, mis labios sonreían y al ver su cara de, «te voy a matar», no pude contener más las risas. Estallé en un mar de carcajadas ante la mirada de desaprobación de los pasajeros.

-¿Qué mierda hicistes?- Me dijo.

-Hiciste, se dice, sin la s al final y lo que hice fue apagar la música, tal cual te lo imperé en varias oportunidades.

-Sos un hijo de pu…-

-Epa. Palabras así no que hay niños presentes- Le interrumpí.

Se había terminado el tiempo de mediar palabras y ellos actuarían con las manos.
El primero intentó pegarme, pero con un rápido movimiento me agaché y le bajé el pantalón deportivo. Al quedar en ropa interior, perdió estabilidad y cayó al suelo.
El colectivo se había detenido y sentí la presencia de mi respaldo. Por suerte nadie, salvo el colectivero, había notado su presencia. Yo continué riéndo mientras que la gente comenzó a desaprobar mi conducta.
Luego vino el segundo de los cacos y también le manoteé el teléfono, pero esta vez lo guardé en mi morral. Con un movimiento preciso, les junté las cabezas logrando que se besaran involuntariamente y así las mantuve mientras que me sorprendía del amor oculto que se tenían.
La estaba pasando bien, pero la gente estaba en desacuerdo y lo comenzaron a gritar.
Me ordenaban que me detuviera, que estaba yendo demasiado lejos por un poco de música.
Había llegado el momento de presentarme y de hacer el arresto.
Esposé a los hombres y los até para que continúen con sus labios pegados y luego le hablé a la gente.

-Amigos, disculpen la molestia. Soy oficial de policía y trabjo encubierto. Bueno, trabajaba ya que hoy es mi retiro oficial- Mostré mi placa a la gente que continuaba desaprobando mi accionar.

-Estos muchachos que ven acá, no fueron apresados por este simple tema de música, sino por delitos más grandes. Les ruego que me escuchen antes de continuar hablando mal sobre mi.
Por razones personales, no voy a decirle los nombres de los jovénes aquí presentes, pero el que guste leer el expediente y ver todos sus datos, puede pasar por la comisaría. Pero sepan que no son nada inocentes. Al primero, al de porta la gorra, cometió tres asesinatos comprobados y muhos otros que yo creo que si, pero hasta ahora no se pudo demostrar y su compañero ha violado a más niñas que personas aquí dentro.- Hice una pausa y miré como las caras de las personas cambiaban a odio hacia los arrestados.

-Imaginen a su pobre hija, sobrina, nieta o conocida de vista ser tocada contra su voluntad por este asqueroso remedo de persona. ¿Ahora entienden por qué disfruto verlos ser humillados?.

La gente estaba murmurando, no sabiendo como expresarse.

-Ahora, junto con mi amigo militar- Dándose cuenta por primera vez de la presencia del soldado- Los vamos a llevar detenidos y los vamos a hacer trabajar día y noche hasta que estén agotados para mejorar la vida de quienes dañaron. Y luego, cuando ya estén cansados y arrepentidos de sus actos, los haremos trabajar aún más, hasta que den su último aliento y desaparezcan de este mundo.

Miré a mi alrededor y todos estaba sorprendidos.

-Claro que todo esto es extra oficial, pero quiero saber con su voto verbal si están de acuerdo con el castigo que les quiero imponer. Un castigo en el que agoten su vida ayudando a la gente que dañaron. ¿Qué les parece? ¿Están de acuerdo o simplemente los llevamos a la carcel para que sean liberados a los pocos días?

La gente aplaudió y uno a uno comenzaron a estrecharme la mano. No hubo ni un solo reproche.

«Que distinto a la primera vez cuando esperaba a que los maleantes bajaran del vehículo para intentar aprenderlos solo. Sufrí golpes de todo tipo, incluso balas que perforaron mi piel hasta que aprendí a manejarme y llegar a la situación de ayer. Decenas de malvivientes se escaparon por mi falta de experiencia, pero eso es el pasado y mañana comienza un nuevo trabajo, donde la computadora será mi vida. Que triste y aburrido será, pero todo sea por la familia. Mi mujer y mi hija ahora por fin dejarán de temer por mi y sabrán que regresaré a casa cada día. Todo sea por ellas. Todo sea por las sonrisas. Todo sea…por amor.»

El hombre se unió a las mujeres en la mesa. La mayor y la pequeña de 3 años estaban comiendo. El hombre las vio y sonrió. Durante muchos años creyó que hacía lo correcto al limpiar las calles de criminales, pero ahora, por fin comprendió lo equivocado que estaba. Lo correcto no era su trabajo. Lo correcto era estar con su familia y ahora por fin, ya lo entendía.

 

El Apocalipsis tras bastidores

-Hoy, día siete del mes siete del año 7777 según mi calendario, según el calendario de dios. Año 5777 hebreo y año 2017 cristiano. Hoy la luna se vuelve roja por 666ava vez y hoy ha llegado el día más esperado por mi.

Toda la gente del mundo estaba espectante.  El angel caido había teñido el cielo de rojo y los terremotos y temblores habían comenzado al caer la noche.

-El número 7…le encuentro cierto misticismo a aquel número.  Dios creó al mundo en 7 días. ¡Por favor! Vosotros os tragais sus mentiras como un fámelico a un ternero asado. Que faciles sois. Siete iglesias, siete candelabros, siete sellos, siete trompetas. Mente débil, mente temerosa. Humanos ingenuos que han vivido eras sin comprender la verdad. Con poner un simple número y repetirlo y repetirlo lo consideran como algo sagrado. ¡Engaños! Engaños por doquier y yo les he controlado y engañado por milenios y centurias.  ¿Jesús diráis? Jesús los condenará a todos. Verá la deforestación y verá la contaminación. Comerá alimentos genéticamente modificados y sufrirá males. Se atemorizará ante el poder de las armas nucleares que yo mismo creé. Yo fui el 1ero, el 2ndo y ahora el Mabus.
Dios no existe. Dejó de existir al momento de crearnos. Se dividió y vive en nosotros. Vive en Jesús, en los ángeles y arcángeles. Vive en cada uno de ustedes. Vive en el padre, en el hijo y en el espiritu santo. Y sobre todo, vive en mi.
Dios no formó más parte de la existencia. Ya no tiene ni fuerza ni poder para gobernar ni mandar. Eso nos lo dejó a nosotros. YO. Si, yo he ayudado al hombre a crecer y convertirse en lo que es hoy. Su hijo predilecto, Adán, está muy lejos y no se entromete. ¿Abraham? Está liquidado y su espíritu desaparecido. ¿Alá? ¿Buda? ¿Zeus? ¿Ra? ¿Él? ¿Mardúk? ¿Anu? Todas invenciones mías. Toda la historia fue hecha bajo mi designio y hoy ha llegado el día de completar las revelaciones.

Otro hombre alado, un ángel, apareció en el cielo. Portaba consigo una trompeta que se dispuso a tocar.
Un hombre, en medio de la confusión, sacó un arma de su escondite y disparó contra el ángel que cayó al piso con la sangre brotando de su hombro.
Inmediatamente el hombre que disparó se prendió fuego de forma extraña, al igual que los que estaban a su alrededor. Sus cuerpos calcinados cayeron al sueño ante la desesperación del resto.
El hombre alado se repuso poco a poco. La sangre aún brotaba de su frágil cuerpo.
Las gotas rojas se evaporaban al tocar el suelo y en en ese lugar florecían mandrágoras. Al nacer la planta, unas 7000 personas perdían su hálito vital.

El ángel remontó vuelo y se posicionó al lado de su señor, temeroso de algún otro disparo. Finalmente suspiró y tocó la trompeta.
El agudo ruido producido abrió una grieta en el rojizo cielo y de este espacio blanco brillante emergió un cordero con deformidades en sus extremidades. El animal cayó suavemente al suelo en medio de la multitúd y comenzó a caminar sin rumbo. Sobre su lomo había enganchado un libro con siete sellos.

Minutos después, el ángel volvió a tocar la trompeta. La sangre aún emanaba de él y las mandrágoras continuaban apareciendo y consumiendo almas.
Con el segundo toque de trompeta una nueva grieta surgió en el cielo y una mesa cuadrada apareció junto con 24 sillas de madera adornadas con oro. Sobre ellas estaban sentados 24 ancianos vestidos de traje negro.
La mesa con las sillas permanecieron flotando en el aire hasta y minutos más tarde sus ocupantes se levantaron al mismo tiempo y hablaron al unísono:

-Salve al poderoso cordero. Salve al poderoso dios que ha creado al poderoso cordero.

Sus voces retumbaban a lo largo y ancho del planeta.

El diablo, al escucharlos, sonrió. Su plan estaba saliendo según lo previsto.

-Vean. Vean al poderoso cordero que abrirá los 7 sellos. ¡Véanlo!- Exclamó el demonio.

La gente miraba hacía todos lados, buscando al animal mitológico que comenzaría la destrucción del mundo y de su gente.

-Pero…¿DÓNDE ESTÁ? Maldición.

El diablo, visiblemente enojado, levantó a todos los presentes y los mantuvo flotando en el aire. Todos, salvo el mítico cordero y un grupo de 6 personas experimentaban el vuelo.
Una pequeña fogata iluminaba la noche y el extraño animal se encontraba dando vueltas en su interior. Las 6 personas estaban disfrutando de un banquete como nunca. La cara de satanás se puso pálida.

-¿SE COMIERON AL CORDERO DE LAS REVELACIONES?

El grupo se miró, no sabiendo que responder y finalmente levantaron todos la mirada, sonriendo al ángel caído y ofreciéndole una pierna cocida.
El señor de las moscas vomitó al ver la situación y de su desperdicio salieron 500 guerreros alados y fuertemente armados que acabaron con los hombres que provocaron tal profanación y con las familias de estos y con las familias de sus familias hasta un tercer tramo de relación.

Belcebú se detuvo a pensar como seguir. No creía que el cordero sufriría tal destino.
Ahora los cuatro jinetes continuarían atrapados y nada podría hacer para liberarlos.
El fin del mundo se le había escapado de las manos por culpa de unos hombres hambrientos.

-MALDICIÓN- Exclamó lleno de ira.

Concentrándose, logró crear cuatro imitaciones de los proféticos jinetes. Los llamó el hambre, la guerra, la muerte y la peste. La sonrisa retornó a su rostro.

-Sucumban ante su poder.

Lamentablemente para el ángel caído, la evolución de las armas iba más allá de su poder y las imitaciones cayeron fulminadas antes las -más pequeñas» armas del ejército.

Ahora estaba atrapado y los ejércitos del mundo estaban dispuestos a acabar con él. Sin importar que fuese un ser bíblico, había ya acabado con la vida de cientos de miles de personas desde su aparición hace apenas 10 horas.
Todos sus planes habían fracazado y la humanidad ya no sería diezmada para poder crear un nuevo mundo a su conveniencia.

-¡Malditos sean todos. Condeno sus almas para toda la eternidad!.

-CALLATE, ÁNGELITO DE PACOTILLA.

Los gritos descolocaron al ser alado que ya estaba más rojo que el cielo.
Las burlas y el murmullo hacia el ser alado estaban a la órden del día.

-No me queda otra opción. Les traeré a JESÚS.

Satán desapareció con una sonrisa en su rostro mientras que la gente vitoreaba.
Por fin verían a su salvador, al hijo de dios.

Minutos más tarde, el otro ángel volvió a tocar la trompeta y una nueva raja se abrió en el cielo. De esta, un hombre apareció. Se trataba de un hombre de unos 30 años, con barba negra y espesa, con la cabellera larga y enrulada de color marrón y vestido con una túnica blanca y sandalias.
Junto a él estaba el diablo. Ambos flotaban en el cielo.
La gente, al verlo, comenzó a gritar.

-JESÚS, JESÚS, JESÚS.

Aquel hombre, el hijo de dios, estaba confundido y no entendía lo que sucedía.
Se dio media vuelta y miró al hombre alado.

-Ba’al, ¿qué sucede aquí?

La gente se sorprendió al conocer el verdadero nombre del diablo.
El diablo lo miró, con una sonrisa en su rostro.

-Mirá, Jesús, en que estado está el mundo gracias a los humanos. Mirá la deforestación de los árboles, mira la contaminación de las aguas, mira las armas que han construido y mira el dolor de sus almas. Debe de caer sobre ellos el gran castigo. Velo con tus propios ojos y siéntelo con tu propio ser.

El ángel volvió a tocar la trompeta, la cuarta vez y una nueva raja apareció en el cielo. De esta emergió el libro con los siete sellos que llevaba el cordero.

Jesús recibió el libro en sus manos y se dirigió a la mesa de los sabios quienes afirmaron las palabras de Ba’al.
Luego miró al ángel quien volvió a levantar la trompeta. Se lo veía agitado, respirando fuerte.
Una nueva raja volvió a abrirse en el cielo y Jesús entró en ella, antes dejando el libro sagrado al cuidado de los sabios.

-SE LOS DIJE. AHORA JESÚS COMPROBARÁ MIS PALABRAS Y CAERÁ SOBRE USTEDES LA DAMNACIÓN. YA VERÁN, SOLAMENTE ESPEREN.

Los segundos pasaron, luego le siguieron los minutos y las horas.
El diablo se estaba impacientando y la gente ya comenzaba a reirse de él. Incluso el cansado ángel trompetista se rió de uno de los chistes provenientes de la población espectante.
Finalmente, luego de varias horas de espera, Jesús apareció. Su mirada era fría.

-Gente del mundo. Los dichos de Ba’al son ciertos…

Satanás rio con vehemencia. Esta era el fin.

-..merecen ser destruidos por lo que le hicieron al planeta. La raza humana debe recomenzar.

El diablo estaba a punto de estallar de la alegría.

-Sin embargo- Jesús hizo una pausa y la sonrisa del otro desapareció. -Sin embargo, merecen tener una oportunidad de ser escuchados. Por eso es que convoco a los 23 hombres más importantes entre los que habítan el mundo para que se sienten a mi lado en la mesa de los sabios.

Los viejos se levantaron de los asientos y desaparecieron ante el murmullo de la gente. Solo uno quedó, pero su figura se desvaneció ya que ese sabio no existía sino que ocupaba el lugar del hijo de dios.
Segundos más tarde, la mesa fue ocupada con 23 distintas personas y Jesús, quienes comenzaron a conversar lejos de los oídos de la gente en general.

-Han destrozado los bosques y han construido monumentos por doquier.- acusó.

La gente estaba temblorosa, pero respondían con soltura.

-Señor, ha pasado mucho tiempo y en el mundo hay miles de millones de personas más que en su tiempo. Esos monumentos son edificios y la gente vive allí. No hay lugar.

Jesús pensó en esas palabras.

-Ya veo…-dijo, intentando comprender la situación.

-Es mi error. Para mi fue un segundo. Morí en la cruz y debía de renacer a los 7 días, pero evidentemente renací dos mil años más tarde…me preguntó por qué será.

Jesús luego miró a Ba’al y comprendió que fue todo un plan de él.

-Ya comprendo todo- Le dijo a los líderes del mundo. -Quiero que me cuenten que pasó mientras que yo estuve dormido, apresado por mi hermano.

-Los líderes relataron la historia del mundo. Las guerras, las conquistas, la construcción y el ingenio. Lo bueno y lo malo. Y así hablaron durante horas hasta que finalmente Jesús se levantó de la mesa y se dirigió al mundo.

-He comprendido que fui engañado por quien creí que era mi hermano. Más ahora estoy despierto y comenzará un nuevo mundo para todos.

El hijo de dios levantó una mano y el ángel tocó su instrumento.
Una grieta en el cielo apareció y succionó al diablo mientras que este maldecía a Jesus.

-He de partir.- Anunció Jesús, provocando llanto entre la multitud. -Pero sepan que siempre estaré con ustedes.

Y el ángel volvió a tocar la trompeta. Esta era la séptima y última vez que se escucharía su sonido. Jesús ya se había ido, retornado al cielo para cumplir su papel de heredero de dios.
El ángel tocó y el tiempo regreso 24 horas atrás, antes de la aparición pública del ya desaparecido Ba’al. El diablo había desaparecido, Jesús finalmente se deshizo de él y la vida en la tierra continuaba gracias a unos simples hombres con hambre de cordero asado.