El último escalón

La lente se mueve y las personas aplauden a su ídolo artificial.
Por orden del segundo,  la masa se levanta del asiento y continúa vitoreando al frio metal.
Adelante de todos, un hombre se prepara para sentarse en una -visiblemente cómoda- silla, con tapizado de tela similar al cuero. Junto a él, se ve la silueta de otro hombre parado. La diferencia de estaturas es notable.
El contorno de ambos hombres es tapado por la oscuridad. Las luces estaban con la masa aplaudidora.
El segundo levantó la mano y su séquito fue calmando el estruendo. La calma reinó una vez más mientras que las luces cambiaban de objetivos y se dirigian hacia la posición de los dos hombres.
La luz iluminó los cuerpos de ambos, al igual que el espacio a su alrededor. La diferencia de estatura se debía a que el segundo hombre se encontraba parado dos escalones más abajo que el primero.
El primero, por otro lado, no tenía intención de hacerle subir ni él de bajar. Su rostro denotaba una gran sonrisa, ayudada por las maravillas del maquillaje moderno.
Todos se encontraban presentes por ellos, sin embargo, la mayoría de los invitados conocía solamente a uno de los dos personajes principales.
El hombre sonriente se sentó en la silla y miraba de manera penetrante al hombre de pie y con rostro nervioso.
La silla giró 90 grados, apuntando a la masa. Su ocupante abrió la boca y comenzó a hablar.
Las luces comenzaron a moverse por todo el lugar. De rojo a azul, de azul a verde, de verde a amarillo, de amarillo a anaranjado y de este último volvía al primer color y continuaba la secuencia. En total eran unas 5 luces que bailaban al compás de una música estrombótica e inexistente.

-Bienvenidos- Anunció. -Lamentamos haberlos hecho esperar, pero la televisión en vivo es así y debíamos muchas tantas publicitarias.

La sonrisa del hombre se acentuó más, volviéndose forzada.

-Después de todo, sin nuestros anunciantes, no estaríamos aquí ni ustedes, ni yo, ni nuestro invitado que tiene ganas de irse, por lo que se ve.

La masa echó una carcajada, esta vez, sin orden del segundo.

-Venga, hombre. Relájate. Es sólo un juego…- Ambos hombres se miraban, el segundo apenas sosteniéndose. Sus pies ya no aguantaban los nervios. -…un juego en el que podrás volverte MILLONARIO.

Esta vez si, el segundo levantó la mano y el cúmulo de gente aplaudió. Cada uno de los allí presentes ocultaba una clara envídia al hombre a punto de desmayarse.

-Con tan solo dos respuestas más, podrás convertirte en un nuevo rico en nuestro…

El segundo hombre no aguantó y cayó sobre el escalón golpeándose la cabeza.
El primero hombre, borró su sonrisa y acudió rápidamente a socorrerlo.

-Est…estoy bien- Aclaró el segundo, poniéndose nuevamente de pie.

-Sientate, amigo- Dijo el primero, acercándole su cómoda silla y ofreciéndole un trago de agua.

El espectáculo previo servía para que aumente la audiencia, llegando a niveles insospechados para los creadores, productores y organizadores.
Un murmullo resonó en la oreja del primer hombre, quien volvió a recuperar su sonrisa.

-Amigo mío, no quiero que te asustes, así que sostente de mi silla, pero debo decirte que nos hemos convertido en ¡los primeros de la noche y del año!. Me informan que en este momento, millones de personas están presenciando nuestros actos en todo el mundo.

El segundo volvió a dirigir a su ejército y les comandó que aplaudan con más vigor.

-Hoy, sábado 24 de Diciembre, estamos siendo testigos de algo impensable, algo que no podríamos haber imaginado que sucedería contigo. Después de agotar todas las ayudas en los primeros dos pasos y luego de dudar una y otra vez en cada respuesta, has logrado escalar hasta la cima, donde un solo paso te separa del «cofre de oro».

Con una seña, un cobre dorado apareció junto a él. Dentro se encontraban varios papeles verdes, representando dólares americanos y sobre ellos, un sobre donde la última pregunta descansaba desde que los comienzos del espectáculo, hacía ya 3 años.

-¿Estás listo?

El otro hombre asintió con la cabeza, mirando como el sobre se abría y un papel era sacado.

-Muchos historiadores concuerdan que la conspiración contra Julio Cesar tomó como punto cúlmine el año 44 antes de nuestra era. Más precisamente, el día 15 de Marzo de ese año. Varios de los que él consideraba como aliado, le tracionaron y asesinaron en las puertas del teatro «Pompeyo». El objetivo de este grupo era regresar el poder al senado y restaurar la paz. Luego del magnicidio, se auto titularon.- El hombre hizo una pausa. -Antes del «cofre de oro» deberás responder correctamente, ¿con que nombre se autoproclamaron?.

El silencio se hizo presente. La silla del segundo comenzó a moverse. Era la penúltima pregunta y ya no había quien podía ayudarle.

-Liberatores- Dijo, finalmente.

El presentador soltó el papel que contenía la pregunta y fue directo al cofre dorado, provocando enloquecimiento en la masa. Gritos de aliento se escuchaban.

-ES CORRECTO- Anunció el sonriente hombre.

El otro se levantó de la silla y ascendió hasta ponerse al lado del primero.
Ya no habían más peldaños ni desigualdad.

-Una pregunta. Una simple pregunta te separa de llevarte el gran premio de SETENTA MILLONES DE DÓLARES. ¿Estás listo?.

La gente no podía calmarse. Finalmente el segundo había perdido el mando y ahora formaba parte de la hinchada.

-Si gano, 4 millones serán repartidos entre la gente del público en cantidades iguales, en agradecimiento a sus ánimos.

El estallido y los cantos fueron imposibles de bajar. Era todo una fiesta y la final, la última pregunta no podía esperar más. Con ruido, con apoyo, con la cómoda silla, la pregunta debía responderse.

-¿Estás listo?- Preguntó el presentador.

El participante asintió con la cabeza.
El último sobre estaba siendo abierto, luego de años de permanecer oculto. La pregunta fue leída para adentro y luego expulsada de la boca.
Un silencio de cementerio se produjo de repente.

-Leonardo Da Vinci es un nombre conocido por casi todos nosotros. Sus creaciones fueron muy útiles tanto en guerra como en paz, sin embargo, lo recordamos aún más por sus obras de arte, como la «Gioconda» y la «Última cena».- El presentador hizo una pausa para generar suspenso.  -Por setenta millones de dólares, ¿Cuál es el nombre de la primera pintura reconocida a este gran hombre de la historia?.

El participante, serio hasta ese entonces, sonrió.
La gente lo vió y estalló en gritos.
El relój daba las 12, ya era navidad.

 

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