La tristeza

La tristeza caminaba solitaria por las calles de Madrid.
El día le era sin brillo a pesar de la carencia de nubes en el cielo.
No había pasado un buen día y su humor así lo reflejaba.
La sonrisa le evadía y las ganas se dispersaban.

La bella ciudad hoy no le transmitía su calidez.
La música no le distraía a pesar de los auriculares.
Caminaba sin rumbo por las calles.
Deseando poder estar lejos, estar en los valles.

No había tenido un buen día.
Necesitaba descansar y pensar.
Puesto que ella era la tristeza.
Y tristeza es lo que podía dar.

La vida le puso esta dificil prueba.
Prueba en la que debía decidir.
Decidir si debía seguir triste.
Seguir triste o sonreir.

Si seguía triste, seguiría siendo ella.
En cambio, si sonreia, cambiaría.
Pues ella era la tristeza.
Y nunca sonreiría.

El cambio le atormentaba.
A pesar de estar triste, así era.
Ese era su pensamiento.
Y le gustaba como era.

Le gustaba ser triste.
Le gustaba no por gusto.
Le temía al cambio, al ser feliz.
Le temía al mundo que no era gris.

Pensaba que si cambiaba, sería como los otros.
Se volvería lo que siempre criticó.
Sería como el cielo brillante.
Y se volvería como aquella que odió.

Su enemiga era la alegría.
Y no quería volverse como ella.
Pensaba que era fria y simulada.
Pensaba que no era bella.

Pero lo que no entendía es que había otra alegría.
Estaba la real, la que embellece la vida.
La alegría que ilumina al cielo.
Y hace que todo sea eterno.

La tristeza temía cambiar.
Temía ser falsa alegría.
Por eso se quedaba triste.
Y lloraba cada día.

El amor se cruzó con ella y quedó flechado a su lado.
Ella le correspondió, pero más triste se volvió.
Perdóname, le dijo. Pues nada puedo ofrecer.
Más que este frio cielo que me vió nacer.

Nací bajo el manto de tristeza.
Eso es todo lo que conozco.
No puedo darte alegría ni calidez.
Y si me acéptas así, bien.

No es cierto, le respondió el amor.
Esto no es un manto, sino una capa.
Una capa sucia.
Una capa que se lava.

La suciedad te la fueron dejando.
La alegría, la soledad.
Todas aquellas que necesitaban.
Un hombro para descargar.

Y así fuiste creciendo.
Pensando en los demás.
Te fuiste volviendo tristeza.
Pero no lo éres ni serás.

Deja que te quite el polvo.
Intenta por mí ser alegría.
A pesar de las discuciones.
Caminemos por los bellos días.

Madrid nos sonríe.
Madrid nos espera.
Ven a mí, alegría.
Y quita esa tristeza.

Yo soy el amor.
Pero antes no lo he sido.
Piensan que he robado.
Piensan que soy un bandido.

Me volví celoso de la vida.
Me cerré y me prohibí.
Pero al verte pasar.
Me abrí y salí.

Juntos podemos ser uno.
Pero depende de tí.
Pues yo ya cambié.
¿Cambiarías por mí?

La tristeza es tu capa de polvo. Quítala y se feliz. Pero aunque yo pueda ayudarte, la decisión depende de tí… ¿Qué decides?

 

2 comentarios en “La tristeza

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.