Los doce pasos de la vida

A veces son más, a veces son menos. Depende mucho de nosotros y del mundo que nos rodea, pero en grandes líneas, doce son los pasos que debemos dar, doce pasos completos para estar seguros y poder seguir nuestro camino.

El primer paso es el más seguro, pero a la vez el más osado. Es el que decide cuando debemos comenzar. Cada situación es distinta y a veces debemos retroceder y volver al lugar seguro, a la zona de confort. Lo importante de este paso es darlo sin mayores miramientos, como si fuese algo rutinario. Es comprensible que dudemos, incluso que retrocedamos, pero hay que recordar que siempre hay que tirar pa’ adelante.

El segundo, al igual que el primero, suele carecer de dificultades. Se trata de un paso de apoyo al primero, para afianzar la desición de emprender la odisea. Dado este paso se recomienda no volver atrás a menos que la situación lo amerite. De ahora en más no te puedes distraer, porque la aventura ya ha comenzado.

El tercer paso se da mirando siempre hacia adelante. Este es el punto de no retorno. Pretender regresar a tu zona de confort desde este lugar se considera peligroso. La mirada siempre en alto, el paso firme. Nada puede distraerte. Es el punto de inflexión.
Puede considerarse como uno de los pasos más importantes por el hecho de que los posibles problemas son casi siempre visibles desde este punto. Es por esto que es muy importante mantener la cabeza en alto y atenta.

El cuarto paso trae consigo la primer dificultad. En su mayoría de veces de muy fácil evasión y en ciertos (pocos) casos, puede resultar un imposible y acabar en tragedia.
Apurar el paso suele ser efectivo en este tipo de circunstancias, incluso es lo más recomendable para salir ileso. La preocupación aumenta. Por ahora se mantiene en niveles bajos.

El quinto paso trae consigo la calma. Conocido como el ojo del huracán, estando en este sitio estás seguro, pero no puedes ni permanecer en él ni avanzar ni retroceder sin que el fuerte viento te atrape. La calma antes de la tormenta no brinda alivio, pero aprovéchalo para respirar. Darlo rápido o lento es indistinto, el resultado será igual.

El sexto paso trae consigo a la primer amenaza a nuestra integridad fisíca. En la mayoría de los casos, el primer problema que surge no es para nada inofensivo. Muchos caen en este paso, a mitad de camino del objetivo. Se recomienda apurar el paso, medida que es efectiva en la mayoría de los casos, pero siempre con conciencia del entorno. Los problemas acaban de comenzar.

El septímo paso se debe dar aún más rapido que el anterior. La amenaza de la sexta pisada ha cambiado de rumbo y te persigue. Su embestida es más velóz y el peligro crece exponencialmente. Apurar el paso sigue siendo la recomendación. Tu corazón estará con ganas de vacaciones, pero la travesía no ha llegado a su fin.

El octavo paso debe ser muy corto. Casi imperceptible. Frenar las revoluciones de la pisada anterior es imperoso. Bajar de la máxima de cien a la máxima de cuarenta es el punto clave. Si lo logramos, este paso provee paz y estabilidad y permite retomar el aire.

El noveno paso es el que conlleva esperanza. Durante este, el punto de llegada se hace visible y podemos soñar con volver a la tranquilidad. Hay que disfrutarlo, saborear el momento.

El decimo paso es caprichoso. El azar es el único que determina nuestro futuro y por eso es que es el más peligroso. Tener cuidado, mirar a todos lados, no desconcentrarse nunca. Nuestra vida está en juego si no somos concientes del entorno y de lo que nos rodea. Pero no es suficiente, debemos preveer situaciones futuras. La suerte y nuestra supervivencia decidirá todo. Desde este punto, los sucedido con anterioridad carece de importancia para adivinar el presente. Cuidado con este paso, pues es el más peligroso de todos y el que mostró cobrárse más víctimas. Rápido o lento, nosotros decidiremos.

El onceavo se da con la respiración contenida. Es el penúltimo escalón y eso trae esperanza, pero cuidado, pues los problemas de la décima pisada están latentes.
Apurarse como nunca antes es la recomendación. Vamos que ya terminamos.

El doceavo paso es el que nos otorga el aire perdido, es el paso que nos devuelve la seguridad y nos permite seguir nuestro camino. Todo ha sido superado. Por fin…

-Ese hijo de puta casi me atropella. ¿NO VES QUE TENGO EL SEMÁFORO EN VERDE? DESGRACIADO, INFELIZ.

-¡Carajo! Cada vez es más dificil cruzar la calle.

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