Unos verdaderos seres superiores

La nave aterrizó.
El pasto se quemó en forma de círculo.
Los animales huyeron deprisa por el temor que les provocaba la situación.
Solo unos pocos animales, lo más grandes y temibles, permanecieron en el lugar.
La nave apagó el motor y junto a este, se terminó el chillido que producía.
Las luces exteriores también fueron opacadas mientras que una plataforma circular descendía lentamente hasta apoyarse sobre la tierra.
Sobre esta, dos seres esperaban ansiosos  tocar el suelo bajo sus pies.
Poseedores de una alta estatura, dieron sus primeros pasos en dirección a los animales poseedores de una feróz mirada; El miedo que sentían tensionaba el aire y sin palabras mediante, atacaron a los dos seres extraños. Éstos, con calma en sus movimientos, extrajeron del cinturón, una especie de cilindro metálico y lo apuntaron hacía sus atacantes.
Los feroces animales, reyes de sus especies, temidos y respetados por todos los seres vivos terrestres, cayeron de la forma más cruel imaginada. Los que eran los más valientes y fuertes del reino animal, solamente dejaron piel y huesos caídos en el suelo. Partes de lo que algúna vez fueron.
Los seres, por su parte, festejaron la victoria chocando palmas. Las armas habían resultado efectivas y devastadoras.
Luego de sentirse seguros, se quitaron el traje que llevaban puesto dejando notar un cuerpo muy parecido al ser humano, con las diferencias de altura y ojos.
Estos seres eran muy altos y, aunque hayan humanos poseedores de una mayor altura, estos eran contados con la mano. Por otro lado, sus ojos eran brillantes, uno de color dorado y el otro de color plateado, sin distinguir íris y esclerótica.
Ambos se miraron, asintieron con la cabeza y luego volvieron a la nave.
La calma regresó al lugar durante unos minutos hasta que del cielo aterrizaron decenas de otros artefactos voladores de igual calibre y tamaño que el primero.
Poco a poco el lugar fue cubierto por las naves y unos cientos de seres de iguales proporciones que los primeros, emergían.

-¿Dónde estamos, exactamente?- Preguntó el que parecía estar al mando.

Se trataba de un hombre de poco más de dos metros de altura, con gran musculatura y unos ojos color marrón brillante. Llevaba puesta ropa de color rojo, distinta a los demás.

-En la isla de Madagascar- Respondió su acompañante.

-Los humanos no nos han detectado, ¿no es cierto?

-No señor. No hemos recibido alertas y nuestra tecnología es aún indetectable para ellos. Llegamos en el momento justo.

El que estaba a cargo sonrió.

-Perfecto- Exclamó y añadió. -No perdamos tiempo. Debemos seguir avanzando.

-Si señor. Ya estamos todos listos para el avance.

-Muy bien. De la señal.  Avanzaremos por el agua hasta el norte de Tanzania y de allí hasta el sur de Nairobi, en las coordenadas previstas. Allí descansaremos. El desierto nos ayudará a descansar sin ser descubiertos.

-Muy bien, señor- Dijo su segundo al mando y partió para reunirse con los jefes de las otras naves, pero fue interrumpido por su superior.

-Espera, Klolk. Debo decir que, si no sobrevivimos, fue un honor luchar a tu lado.

-Mantengamos la promesa, mi amigo y general. Si caigo, verás a mi familia atendida como si yo nunca hubiese partido y si tu caes, yo me encargaré de que tu familia te llore pero nunca note la falta de tu presencia.

Ambos se miraron, agradecidos por su amistad y partieron.

El viaje, de pocas horas de duración, fue tranquilo y sin alertas hasta que finalmente llegaron a las coordenadas previstas.

-Ahora descansaremos y por la noche volveremos a partir. Nuestro próximo objetivo será uno de los pilares fundamentales de nuestro viaje. Debemos conseguir el lugar para que el resto de la flota pueda aterrizar. Partiremos al centro del desierto del Sahara y allí nos reuniremos para planear el ataque principal y la victoria será nuestra.- Dijo el general -Por cierto, es cierto del frio extremos del lugar. Manténganse en las naves y activen el camuflaje hasta que la energía aguante y vengan los refuerzos. Si nos descubren ahora, estaremos perdidos.

-SEÑOR- Gritó uno de los soldados.

Se trataba de un hombre de casi dos metros de altura, más bajo que el resto, de color de ojos rojos brillantes, que se acercaba corriendo hacia la nave principal.

-SEÑOR- Volvió a gritar -Un campamento de 20 terrícolas en las inmediaciones y se están moviendo hacia nuestra dirección.

El semblante del general cambió súbitamente, borrando su previa alegría.

-¡Maldición!- Exclamó. -¿En cuanto tiempo?

-Una hora como máximo, señor- Respondió el soldado.

-Muy bien. Todos a las naves- Ordenó. -EN SILENCIO.

Llevando consigo a 4 solados, todos dotados con dos de las armas cilíndricas, prepararon la emboscada.

Casi una hora después, los soldados estaban dentro de las naves camufladas y el general y sus cuatro acompañantes, estaban en posición para el asalto.
La caravana avanzaba lentamente y se detuvieron justo al lado de una de las naves. Por supuesto que no la veían, pero si la llegaran a tocar, seguramente se alertarían.
Con una señal de su cabeza, el general indicó que debían esperar al momento justo.
Éste finalmente llegó cuando comenzaron a levantar el campamento.
El ataque fue efectivo y desde la corta distancia pudieron utilizar sus armas y hacer desaparecer con sigilo a los nómadas quienes nunca se percataron de lo que les estaba sucediendo.

-VÍA LIBRE, SEÑOR- Gritó uno de los soldados.

-Muy bien, respondió el general. Avisa que las naves pueden aterrizar. Denles nuestras coordenadas y comencemos a planear la invasión.

-Muy bien, señor.

Klolk miraba el cielo. Una sonrisa se manifestó en su rostro.

-Estos ingenuos nuncá sabrán lo que les pasó, Ja ja ja.

 

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