Archivo por meses: marzo 2017

Entrevista al creador de estas historias

-Era hora de que nos revisemos un poco la cabeza.
-¿Qué quieres decir?
-Que te entreviste. De contar como son creados tus cuentos.
-Pero si todo eso ya lo sabes. Tú eres yo y yo soy tú.
-Pero el lector eso no lo sabe.
-Ahora si.
-Bueno, de acuerdo. Ambos somos la misma persona, pero en este momento, te dividirás y esta parte tomará la personalidad de un reportero que te va a hacer una entrevista.
-Y esta otra parte se meterá en el papel de entrevistado. Sin embargo, tengo una pregunta.
-Dime.
-¿Quién cocinará? Dentro de poco vendrá, tú sabes, y la comida deberá estar lista. Ella trabaja demasiado para mantenernos y lo menos que se merece es eso.
-No te preocupes, la entrevista no durará mucho.
-¿Y si pasa?
-Entonces nos dividiremos en una tercera personalidad para que cocine mientras que nosotros continuamos.
-¿Cuantas personalidades puedo tener?
-Todas las que sean necesarias para este cuento.
-Entonces, ¿esta entrevista es también un cuento?
-Así es. Se trata de un cuento en el que vas a relatar el proceso de creación de los otros cuentos.
-¿Cuál proceso de creación? Bien sabes que no tengo nunca nada planeado y que las cosas van saliendo a medida que las escribo.
-¿Este cuento también?
-Por supuesto. Este cuento no es la excepción.
-¿Lo vas a revisar cuando lo termines?
-Lo dudo.
-¿Cómo es el proceso de revisión de las historias?
-No hay.
-¿Cómo es eso?
-La historia se termina y termina. Rara vez la reviso en busca de incongruencias o de errores de ortografía.
-¿Por qué no lo haces?
-Porque luego de terminar un cuento ya no quiero saber más nada de él y quiero empezar con el siguiente. Me pasa con los libros y la poca publicidad que les doy.
-Cuenta un poco más sobre eso.
-Al momento de entregar el material del primer libro, Relatos de Humor Pensante, a la editorial, el libro se convirtió en historia pasada y al día siguiente ya había comenzado a escribir la segunda parte. Por supuesto que, al recibir el libro terminado, me emocioné, sin embargo, no le hice publicidad y continué escribiendo el segundo, Relatos de Humor Pensante: Un nuevo amanecer.
-¿Quedaste satisfecho de cómo había quedado el primero?
-No. Al escribir el segundo me di cuenta de que no me habían gustado la forma de escribir las historias. No eran cuentos, ni siquiera narraciones. Era un limbo de escritura cuyas ideas me gustaban pero no supe darles un buen formato.
-¿Por ejemplo?
-Neftus.
-¿Qué no te gustó?
-La idea me gustó mucho y siento que la desaproveché. La historia pasada relatada en parte en memos y notas, la conspiración, la trama en general me gustaba. Sin embargo, eran mis comienzos de «escritor formal» y la apuré mucho.
-¿Cómo te hubiese gustado que fuera?
-Una novela.
-¿Tanto la podías extender?
-Si. Creo que si.
-¿Por qué no lo haces?
-Por ahí algún día lo haga. Sinceramente tengo muchas ideas de novelas. Son tres a medio camino.
-Eso es mucho.
-Si, pero tengo un problema y es que no logro mantener la concentración durante tanto tiempo como para escribir tanto.
-Pero, El Fin, es una novela entretenida.
-Si y me encanta. Pero no fue la primera que escribí, lejos de eso. Sin embargo fue la primera que terminé.
-¿Qué pasó con las otras? ¿No te gustaban?
-Si me gustaban. Pero necesitaba algo que me empuje a continuarlas. Tengo muchos borradores con páginas y páginas escritas de historias que me interesan y me parecen atrapantes. Por ahí ahora que terminé una novela, puedo completar las otras.
-El Fin es la primera novela que completaste. ¿Tiene continuación?
-Si. Al igual que me pasó con los otros libros, al terminarlo y enviarlo a la editorial, me pareció historia pasada y comencé a escribir la segunda parte de la que espero sea una trilogía.
-Como que lo que quieres es escribir y nada más.
-Exacto. Yo solo quiero escribir historias. Se que tengo mucha capacidad y me jacto de mi imaginación, de mi inventiva.
-¿Te copias de ideas o como te basas para contar las historias?
-En la mayoría de las veces, de nada. Me siento a escribir y mis manos y cabeza trabajan juntos. No existe nada más alrededor y no deseo ser interrumpido. A medida que voy escribiendo las historias salen solas.
-¿Y en las otras?
-Pueden ser situaciones que me hayan pasado. Deseos de mi interior. También puede pasar de ver por la calle cierta situación y distorcionarla tanto como para hacer un cuento.
-Basicamente te sentás, escribís y salen.
-Si.
-Volviendo al tema anterior. Solo querés escribir historias, pero eso no te va a llevar a ningún lado sin dinero.
-Ese es un problema.
-¿El qué?
-El dinero. Lejos de ser un escritor autoproclamado, yo me quiero dedicar a escribir y nada más. Necesito a alguien que se encargue de la publicación y creí que las editoriales se moverían un poco para promocionarme, pero me equivoqué.
-¿Sirvió de algo pagarle a una editorial?
-No, de nada. Por eso, el siguiente libro, la tercera entrega de los Relatos de Humor Pensante, va a ser autopublicada. Luego veremos que pasará con la continuación de El Fin.
-¿Cuantas ídeas de libros tienes?
-Por el momento tengo tres libros publicados, uno por año es mi objetivo y por ahora lo estoy cumpliendo. Este año sacaré la tercera entrega de los cuentos y para el año que viene la segunda parte de El Fin. Luego de eso veré si saco la cuarta entrega de cuentos o la tercera -y última- parte de la novela.
-Un libro por año es meritorio.
-Más si la gente supiera que apenas le dedico una hora al día a escribir ya que el trabajo que tengo me consume casi toda la vida. Desde que estoy acá, mi vida fue completamente relacionada al trabajo.
-Si no trabajaras, si te dedicaras de lleno a la escritura, ¿cómo te imaginas que sería?
-El paraiso. Creo que si me dedicara todo el tiempo que quiero a escribir podría, tranquilamente, tener tantas historias como para abarcar dos o incluso tres libros por año.
-¿Realmente lo crees así?
-Estoy seguro de eso. Pero no soy bueno para la publicidad. Si tan solo tuviera una oportunidad.
-Las oportunidades hay que generarlas y no esperarlas.
-Es cierto y creo que por eso, esto no será más que un pasatiempos.
-Ojalá se de.
-Ojalá…
-…en fin. Algún día sera una realidad y tendremos reconocimiento, pero ahora, debemos comenzar a preparar la comida.
-Bueno.

La puerta de la casa se abrió. Mi prometida entró, sonriendo. Me saludó con un tierno beso mientras miraba como una lágrima caía por mi mejilla.
Ella me miró e inmediatamente entendió el motivo de mi tristeza.
El abrazo que me dio fue más que placentero y servía para mantenerme en pie en aquellos momentos.
Con un gesto, le indiqué que la comida estaba servida y le mostré mi último cuento. Es mi fan número 1.

 

En el más allá

Aún recuerdo como comenzó todo.
Era un día Martes y el pronóstico anunciaba que sería un día de mucho calor, con temperaturas máximas cercanas a los 35ºC.
Como todas las mañanas, me dirigía hacia el trabajo. Por la mañana el clima era agradable y las funestas temperaturas se harían presente al mediodía.
Al bajar del autobús, comencé a sentir un malestar en el pecho. Sin previo aviso y sin posibilidad de defenderme, caí al suelo ante la mirada de los otros transeuntes.
Éstos no reaccionaron y muchos siguieron de largo. Solamente un muchacho joven, de mi edad (aunque yo ya no me considere de tan corta vida), se agachó y me intentó hacer reaccionar.
No vestía mal, no llevaba mala pinta ni tampoco tengo una cara de pocos amigos o marcas amenazantes en el cuerpo. Era una persona común y corriente que sufrió un ataque al corazón en el medio de la calle y solamente una persona se acercó a ayudar.
Luego del primer movimiento, se acercaron otros tantos, aunque la mayoría miraba con curiosidad más que queriendo aportar  algo útil. Hubo mucho murmullo alrededor y la gente se hizo más presente al aparecer la ambulancia.
El joven muchacho sintió mi falta de respiración e intentó practicarme resucitación. Desconozco si sabía lo que hacía, pero su accionar era meritorio de una medalla. Igualmente era tarde y mi alma ya había abandonado el cuerpo que pasé tantos años en tonificar.
Tanto tiempo perdido en el gimnasio, tantas horas de esfuerzo y noches de hambre para poder tener un cuerpo agradable a la vista. Al morir, solo pude reir.
Los paramédicos tapaban mi cuerpo sin vida con una sábana blanca y lo colocaron en la camilla, ya dispuestos a retirarse de la escena. No había nada más para hacer.
El muchacho insistió en ir en la ambulancia y permanecer junto al cuerpo hasta que alguien lo reclame. Había tomado mi mochila con mi billetera y mi teléfono celular y se disponia a esperar recibir algún llamado para informar la noticia. Nuevamente, su actitúd era digna de mérito y reconocimiento.
Las horas pasaron y el teléfono sono mil veces. Lamentblemente eran todos mensajes y, al no saber la clave de desbloqueo, no se podían responder. Finalmente el móvil sono. Se trataba de mi prometida. No se si fue bueno o malo que ella sea la primera en enterarse de la noticia, pero así ocurrió.
Al principio no lo creía y pensaba que me habían robado el celular. Sin embargo, al final fue puesta al oído de un médico y cayó. Pocos minutos después llegó, desesperada y a los gritos, preguntando por mi. Una mujer mayor la recibió en brazos y la abrazó mientras que ella lloraba. La llevó hasta mi cuerpo sin vida en donde mi prometida lloró hasta desmayarse.
El muchacho que me había acompañado lagrimeó al ver la triste escena.
Al cabo de una hora, ella recobró el conocimiento y comenzó a preguntarme que pasó. Estaba triste pero ya no le salían lágrimas. Sus lagrimales se habían secado.
El joven le explicó lo que pasó y se ofreció a llamar a los conocidos para informarles de la noticia. Sin fuerzas ella le mostró el código de desbloqueo del teléfono y le susurró los nombres de quienes llamar. Mis padres fueron los primeros. Al llamarlos, el muchacho les dijo que yo estaba internado en el hospital. Ellos no lo creyeron y supusieron que era algo peor lo que sucedió. Llegaron por separado. Primero mi padre, quien dejó su auto estacionado en un lugar propenso para ser llevado por la grua y minutos más tarde, mi madre, que no esperó a recibir el cambio al bajar del taxi.
Ambos vieron a mi prometida aferrada a mi cuerpo y comenzaron a llorar. Es la primera vez que los veía así y mi alma comenzó a temblar. Se abrazaron fuertemente mientras que se preguntaban cómo había pasado. Ninguno de los tres lo podía creer.
El otro joven finalmente se retiró, al sentir que ya no era necesitado, pero antes llamó a una última persona, a mi tía para que comunicara la noticia.
Mis hermanos llegaron desesperados. Los llantos hacían eco en gran parte del piso del hospital. Incluso las enfermeras y el personal de limpieza y administrativo se unieron a las lágrimas al comprender que mi vida, en muchos casos normal, se había esfumado en un segundo, sin previo aviso y sin cuartel.
Luego llegaron mis primos y mis tíos. Todos, sin excepción, lloraban mi deceso.
Mi alma temblaba. Sus vibraciones me causaban malestar a pesar de haberme separado de aquel cuerpo que vivió apenas 30 primaveras.
Uno de mis tíos se ocupó de planear el velatorio y luego el funeral. Sería enterrado junto a mis abuelos, aunque hubiese preferido ser cremado. El entierro conlleva gastos exuberantes y una carga pesada a aquellos quienes aún permanecen en este mundo.
Apenas tuvo voz para hablar, mi prometida llamó a uno de mis amigos y le contó la noticia.
Él no lo podía creer, al igual que cada uno de los otros que se enteraron antes.
Un rato después, mi cuerpo fue retirado de la sala del hospital y fue llevado a la sala de velación donde esperaba impaciente mientras era vestido y maquillado.
Durante el viaje mi alma fue succionada por «algo» y llegué a un lugar donde por fin dejó de temblar. Un clima agradable, lejos del extremo calor anunciado por el servicio meteorológico y un cielo despejado fue lo primero que vi.
Me sentía en paz, relajado. como si mi cerebro hubiese liberado una gran cantidad de endorfinas. Lástima que mi cerebro ya no se encontraba conmigo y ahora solo era «algo», llevado por la situación.
En medio del cielo, una voz resonó en todo lo que quedaba de mi ser.

-Aún no es tú tiempo. Ve y disfrútalo. Elimina aquellos pensamientos de la cabeza. Eres amado aunque no lo admitan. Ve y disfruta de todos los placeres que te negaste que para eso fuiste creado.

Aquella voz se parecía a la mía cuando me hablaba para dentro, cuando pensaba, pero más solemne, con más fuerza.
Nuevamente «algo» me succionó y desperté en mi cuerpo mientras que me acomodaban para el velatorio. Estaba dentro del cajón cuando abrí los ojos y dejé helado al personal de la funeraria.
Nadie lo podía creer, ni yo mismo.

De esto han pasado casi dos meses y ahora, por fin, me siento capaz de disfrutar de los placeres de la vida. Mi apareciencia física me importa, pero no tanto. Mi trabajo me importa, pero no tanto. Quienes estuvieron llorando mi pasar, ahora me importan mucho más.
No se cuanto me durará este sentimiento, esta nueva vida, pero se que debo disfrutarla lo más que pueda.