Ingenuo amor (parte 1)

El primer amor es extraño. Para algunos se trata de un momento fugaz, de una salida a comer acompañada del primer beso o del primer encuentro entre sábanas. Se trata de un suceso que se venía gestando mentalmente, pero que al florecer se marchita. Para otros, el primer amor dura más que una simple tarde o noche de diversión y lo convierten en relación. La primera pareja de uno que puede durar largos meses. La emoción se mantiende con el tiempo y a diferencia de los primeros, esta llama tarda más en apagarse.
Finalmente, para otros, el primer amor dura años. Su pasión se convierte en una sólida relación que el paso del tiempo no desgasta. Hay incluso parejas, pocas pero las hay, que su primer amor es su único amor para toda la vida. También hay personas débiles de sentimientos que permanecen en la relación aún cuando la otra parte está con otro u otra.
En este último grupo me encuentro yo, en los poseedores de un ingenuo primer amor. En una relación que duró «formalmente» 4 años, pero que yo recién logré separarme dos años después.
Ella estaba con otro y yo no podía olvidarla. Y no era porque la amaba, era por miedo. Miedo a la soledad, miedo a no poder conseguir a nadie más. A pesar de todo el daño que recibí, yo quería permanecer firme, como un rehén con síndrome de Estocolmo que quiere permanecer junto a quien más daño le está causando.
Yo poseía el síndrome de Estocolomo del amor. Y no estoy exagerando. Desde múltiples engaños con gente de todo tipo, con hombres y mujeres por separado y en conjunto. Desencuentros, mentiras y más mentiras, en la que yo creí que aún me quería y no me daba cuenta de que me utilizaban. Aún no entiendo el motivo. Se que conmigo podía salir y tenía algo de dinero, pero lejos estoy de ser acaudalado. Viéndolo en perspectiva, casi una década después, me da más tristeza todo el dinero que malgasté en regalos para ella, dinero que gané con mi esfuerzo, que las faltas de respeto que cometía hacía mi persona. Lo demás ahora lo tomo como experiencia, pero los ahorros no se recuperan tan fácilmente.

Dos años tardé en poder olvidarla, en cerrar el libro, archivarlo y continuar con mi vida. Dos años desupés tuve la suficiente fuerza como para animarme a olvidar y recomenzar. Sin embargo, me había arriesgado a caer en la tentación. Fue un plan, debía sacarme la duda de que si no sentía nada. Le insistí para que nos veamos y hablemos. A pesar de que ella estaba en otra relación, yo insistí. Estaba siendo egoista por primera vez en mi vida. Necesitaba volver a verla en persona y decidir si olvidaba o caía de nuevo en la depresión.
Quedamos en una pizzería a las 20 hs. Yo llegué unos minutos antes para calmar mis pensamientos. Pasaron 10 minutos después de la hora acordada hasta que finalmente la vi caminar por la calle. En ese momento, mi corazón reaccionó y por fin pude relajarme. No sentía nada. El recuerdo de una bella mujer había sido reemplazado por aquella que venía caminando. Descuidada en vestimenta y físicamente la vi y no sentí nada. No era la persona que recordaba. ¿Qué le pasó? me preguntaba sin ganas de responderme. Sentí mucho alivio en el pecho y agradecí a Dios. Por fin lo había logrado. Por fin podía olvidarla.

-Hola- Me dijo, sonriendo.

Su sonrisa ya no me conquistaba y su cuerpo ya no me atraía. Su estética no me disgustaba pero no me emocionaba. En ese primer encuentro luego de dos años de imaginar distintas situaciones en las que volvíamos me di cuenta que no me interesaba nada de ella.

-Gracias por venir- Le dije mientras que le daba un beso en la mejilla. -Ahora que te veo aquí, ya tengo todo más claro y no necesito más. Solamente necesitaba una nueva primera impresión.- Concluí y me fui ante la mirada atónita de ella. Ese día dormí como un niño luego de una tarde de juegos, agotado pero contento.

Ese fue el final de una larga y tortuosa historia que comenzó con un ingenuo amor.
Siendo ambos jóvenes, demasiado jóvenes para una relación adulta , nos embarcamos en ese viaje. Ella era demasiado inmadura y a raiz de eso, yo me volví adulto de repente a pesar de encontrarme lejos de alcanzar la mayoría de edad.
El trabajar y tener una cuasi independencia económica también aceleró el proceso de madurez.
Nos conocimos en un cumpleaños. Ella era la mejor amiga de la prima, de un amigo que ya no poseo, pero que en ese momento eramos inseperables.
Con mi amigo nos quedamos hasta el final de la fiesta junto con dos chicas con las que comenzamos a hablar. Una de ellas era una chica muy bonita y al hablar, descubrimos que poseíamos los mismos gustos de musica y comida. Nunca había tenido una charla así con nadie y menos con una persona del otro género. Aquella noche, algo sentí en el estómago y no era a causa del dudoso queso de la pizza del cumpleaños.
Nos pasamos los teléfonos y nos despedimos con la idea de quedar para una salida, los 4.
Al irnos, le confesé a mi amigo mi emoción y el me abrazó. Estaba ansioso por la salida.

Las nubes comenzaban a juntarse, indicando que la tormenta caería en poco tiempo. Aquel había sido el comienzo de todo.

2 comentarios en “Ingenuo amor (parte 1)

  1. Me gusta este y otros cuentos que he leído de la misma página. Quisiera saber, sin embargo, de quién son, quién los escribió.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.