La croqueta rusa

-La fila es inmensa.
-Si, pero no importa. Tenemos reserva.
-¿Cómo conseguiste que te reserven?
-Un mago no revela sus trucos, je je. Lo cierto es que el dueño es mi primo y bueno, recurrí a favores de familia.
-Éres un puto genio, amigo, pero ojalá me toque a mi el premio.

Un grupo de seis chicos esperaban en la fila del restaurante para ser atendidos. Estaban confiados porque tenían reserva, algo casi imposible en aquel lugar y al cabo de pocos minutos pudieron ingresar.
Un restaurante inmenso que ocupaba toda una cuadra. Aquel día era especial y todo el sitio estaba cubierto con pequeñas mesas redondas de seis sillas.
Aquellos días especiales eran los sábados y el lugar cerraba sus puertas para recibir a pequeños grupos que poseían reservas.
Sobre las mesas, el menú tradicional reposaba sobre cada plato pero en el centro había una carta distinta, negra, con letras doradas que brillaban como el oro y en su centro estaba escrito el motivo de la concurrencia de tanta gente: «El desafío de la Croqueta Rusa».

El sitio era especial, el primer y único restaurante autorizado por el gobierno a servir aquel plato desafío.
Luego de registrarse en el sitio web del restó y de firmar unos acuerdo, se podía acceder al juego de la croqueta rusa.
Seis comensales sentados alrededor de la mesa. Seis croquetas de diferentes sabores, jamón, gambas, tocino, trufa, queso curado de oveja y finalmente el sabor misterioso. Por supuesto que los sabores eran opcionales, pero estos eran los más recomendados.
Los ingredientes de la croqueta misteriosa solo son conocidos por el titular del departamento de alimentos del país, pero los rumores dicen que la bechamel estaba hecha con LSD y que de sabor se trataba de hongos psilocibios, los famosos hongos alucinógenos.
Como sea el caso, aquel que probara la croqueta experimentaría al instante una sensación comparable a la iluminación budista. Comerla simbolizaba salir del plano astral, dejar el cuerpo en esta dimensión y dejar que el alma flotase libremente por todas las realidades posibles.

Un juego, una potente droga y una croqueta, solamente faltaba el nombre y de allí surgió la «croqueta rusa», emulando a aquel terrible juego con el arma.
Seis croquetas iguales, seis comensales, las frituras se sirven sobre un plato giratorio y cada uno lo hace girar a su gusto. Cuando todos hayan girado el plato, se toma la croqueta que se tiene enfrente y se la deben zampar, al unísono. Luego se ven las caras de cada uno hasta que el privilegiado se alce con la victoria y en su cara aparezca la sonrisa.
El efecto es inmediato y los afortunados cuentan que fue la mejor sensación de sus vidas. Calma, relajación y capacidad para hacer todo. El mundo estaba a sus pies hasta que el efecto del buñuelo desaparezca, unas cuantas horas después.

A medida que los grupos se sentaban en sus mesas  se ordenaban los platillos. Algunos querían primero disfrutar de la comida y otros directamente pasaban al juego.
El dueño de aquel bar de croquetas se le ocurrió una idea para atraer clientes antes de cerrar sus puertas para siempre. Decidió poner un poco de opioides a sus preparaciones para llamar la atención del público y comenzó a correr el rumor sobre sus croquetas mágicas.
Los chismes fluyen como el agua y al poco tiempo el pequeño bar comenzó a alborotarse de gente deseosa de probar la magia.
El bar creció como nunca y el dueño se estaba forrando tan rápido que comenzó a levantar sospechas en el gobierno.
Un enviado del departamento de salud fue de incógnito y en su paladar sintió el efecto de la droga en la comida. Al día siguiente el lugar fue clausurado generando polémica en el barrio.
Finalmente, luego de casi un año de espera, el bar cambió su locación, se mudó al sitio actual y reabrió sus puertas con su flamante menú aprobado por el gobierno y ofreciendo el desafío de la «Croqueta Rusa», de forma legal.
Un éxito sin precedentes que fue replicado por varios restaurantes a lo largo del siguiente año, pero ninguno alcanzó la fama del original.

Y aquí me tienen a mi, esperando en la fila junto a mis amigos para que nos atiendan. Es nuestra primera vez en este sitio y deseo con muchas ganas ser el ganador de la magnífica «Croqueta Rusa», tal vez, solo así, podré ser popular.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.