El clarísimo lenguaje inclusivo

«Estimadxs amigxs, estamxs reunidxs par acabar con el mitx del ebseletx lenguaje que les hembrxs de la RAE nes quieren impener.
Ne debemes ceder ni rendirnxs. Es ahere cuande debemxs luchar y cambiar le historie.
Desde tiempes antiguxs, les hembrxs come Cervantxs e Berges nes hicieren creer que la literatura se le escribe de una forma patriarcal. Debemes acabar con este. Ya ne vivimes en el añe mil nevecientes sine que estames en el sigle veintiuno y tedxs debemxs ser incluidxs.
Entences, debemes entre tedxs reescribir la histeria, nxestra histeria para que las nuevas generacienxs ne vivan aislades.»

La gente se miraba los unos a los otros. El tan ansiado y querido discurso con lenguaje sin distinción de género estaba resultando un tanto confuso, incluso entre los más expertos.
La organización no lo había pensado del todo y se reprocharon el no haber repartido el discurso por escrito para que la gente pueda seguirlo. Esto generó murmullos constantes entre los adeptos.

«Les repite, debemxs reescribir la histeria. Les grandes libres de la humanidad fueres creadxs per escriterxs maches, heteresexuales, que nunca fueren apartadxs ni aisladxs y per ese nunca supieren le que significa ser diferente.»

La gente seguía sin comprender el mensaje. Algunos decían que quería ayuda para reescribir los libros más conocidos utilizando el lenguaje inclusivo. Otros opinaban que debían de escribirse nuevas historias para reemplazar a los autores heterosexuales y un tercer grupo creía que debían reescribir los libros de estos autores para que las historias sean historias de gente que fue excluida y apartada.
La oradora hizo una pausa para ver al público. Esperaba que la aplaudieran al finalizar el párrafo pero no fue así. Algo estaba fallando. Miró a sus asesores y ambos levantaron los hombros, en señal de falta de entendimiento.

«Vivimxs en un memente de cambie. La lengue españele se ha transfermade incontablxs veces y vive en constante cambie. Esta es una de esas veces. El hey en día, el nueve sel que amanece sebre nuestrxs cabezxs. ES AHERE E NUNCA».

El discurso finalizó abrúptamente con un potente grito que despertó a los despistados oyentes y provocó una tibia reacción de aplausos.
El propio lenguaje se había defendido y ahora se reía del poco alcance de la oradora.
Una nueva torre de Babel había caído y las lenguas se confundieron.
La misma lengua había resultado victoriosa y esperaba que la única disertante del día comprenda que el lenguaje actual es el cúlmine de varios siglos de perfección y que la causa no está en la labia, sino en la educación…

….

Jodér que costó escribir así. El autocorrector casi estalla.

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