Archivo por meses: junio 2016

Unos verdaderos seres superiores

La nave aterrizó.
El pasto se quemó en forma de círculo.
Los animales huyeron deprisa por el temor que les provocaba la situación.
Solo unos pocos animales, lo más grandes y temibles, permanecieron en el lugar.
La nave apagó el motor y junto a este, se terminó el chillido que producía.
Las luces exteriores también fueron opacadas mientras que una plataforma circular descendía lentamente hasta apoyarse sobre la tierra.
Sobre esta, dos seres esperaban ansiosos  tocar el suelo bajo sus pies.
Poseedores de una alta estatura, dieron sus primeros pasos en dirección a los animales poseedores de una feróz mirada; El miedo que sentían tensionaba el aire y sin palabras mediante, atacaron a los dos seres extraños. Éstos, con calma en sus movimientos, extrajeron del cinturón, una especie de cilindro metálico y lo apuntaron hacía sus atacantes.
Los feroces animales, reyes de sus especies, temidos y respetados por todos los seres vivos terrestres, cayeron de la forma más cruel imaginada. Los que eran los más valientes y fuertes del reino animal, solamente dejaron piel y huesos caídos en el suelo. Partes de lo que algúna vez fueron.
Los seres, por su parte, festejaron la victoria chocando palmas. Las armas habían resultado efectivas y devastadoras.
Luego de sentirse seguros, se quitaron el traje que llevaban puesto dejando notar un cuerpo muy parecido al ser humano, con las diferencias de altura y ojos.
Estos seres eran muy altos y, aunque hayan humanos poseedores de una mayor altura, estos eran contados con la mano. Por otro lado, sus ojos eran brillantes, uno de color dorado y el otro de color plateado, sin distinguir íris y esclerótica.
Ambos se miraron, asintieron con la cabeza y luego volvieron a la nave.
La calma regresó al lugar durante unos minutos hasta que del cielo aterrizaron decenas de otros artefactos voladores de igual calibre y tamaño que el primero.
Poco a poco el lugar fue cubierto por las naves y unos cientos de seres de iguales proporciones que los primeros, emergían.

-¿Dónde estamos, exactamente?- Preguntó el que parecía estar al mando.

Se trataba de un hombre de poco más de dos metros de altura, con gran musculatura y unos ojos color marrón brillante. Llevaba puesta ropa de color rojo, distinta a los demás.

-En la isla de Madagascar- Respondió su acompañante.

-Los humanos no nos han detectado, ¿no es cierto?

-No señor. No hemos recibido alertas y nuestra tecnología es aún indetectable para ellos. Llegamos en el momento justo.

El que estaba a cargo sonrió.

-Perfecto- Exclamó y añadió. -No perdamos tiempo. Debemos seguir avanzando.

-Si señor. Ya estamos todos listos para el avance.

-Muy bien. De la señal.  Avanzaremos por el agua hasta el norte de Tanzania y de allí hasta el sur de Nairobi, en las coordenadas previstas. Allí descansaremos. El desierto nos ayudará a descansar sin ser descubiertos.

-Muy bien, señor- Dijo su segundo al mando y partió para reunirse con los jefes de las otras naves, pero fue interrumpido por su superior.

-Espera, Klolk. Debo decir que, si no sobrevivimos, fue un honor luchar a tu lado.

-Mantengamos la promesa, mi amigo y general. Si caigo, verás a mi familia atendida como si yo nunca hubiese partido y si tu caes, yo me encargaré de que tu familia te llore pero nunca note la falta de tu presencia.

Ambos se miraron, agradecidos por su amistad y partieron.

El viaje, de pocas horas de duración, fue tranquilo y sin alertas hasta que finalmente llegaron a las coordenadas previstas.

-Ahora descansaremos y por la noche volveremos a partir. Nuestro próximo objetivo será uno de los pilares fundamentales de nuestro viaje. Debemos conseguir el lugar para que el resto de la flota pueda aterrizar. Partiremos al centro del desierto del Sahara y allí nos reuniremos para planear el ataque principal y la victoria será nuestra.- Dijo el general -Por cierto, es cierto del frio extremos del lugar. Manténganse en las naves y activen el camuflaje hasta que la energía aguante y vengan los refuerzos. Si nos descubren ahora, estaremos perdidos.

-SEÑOR- Gritó uno de los soldados.

Se trataba de un hombre de casi dos metros de altura, más bajo que el resto, de color de ojos rojos brillantes, que se acercaba corriendo hacia la nave principal.

-SEÑOR- Volvió a gritar -Un campamento de 20 terrícolas en las inmediaciones y se están moviendo hacia nuestra dirección.

El semblante del general cambió súbitamente, borrando su previa alegría.

-¡Maldición!- Exclamó. -¿En cuanto tiempo?

-Una hora como máximo, señor- Respondió el soldado.

-Muy bien. Todos a las naves- Ordenó. -EN SILENCIO.

Llevando consigo a 4 solados, todos dotados con dos de las armas cilíndricas, prepararon la emboscada.

Casi una hora después, los soldados estaban dentro de las naves camufladas y el general y sus cuatro acompañantes, estaban en posición para el asalto.
La caravana avanzaba lentamente y se detuvieron justo al lado de una de las naves. Por supuesto que no la veían, pero si la llegaran a tocar, seguramente se alertarían.
Con una señal de su cabeza, el general indicó que debían esperar al momento justo.
Éste finalmente llegó cuando comenzaron a levantar el campamento.
El ataque fue efectivo y desde la corta distancia pudieron utilizar sus armas y hacer desaparecer con sigilo a los nómadas quienes nunca se percataron de lo que les estaba sucediendo.

-VÍA LIBRE, SEÑOR- Gritó uno de los soldados.

-Muy bien, respondió el general. Avisa que las naves pueden aterrizar. Denles nuestras coordenadas y comencemos a planear la invasión.

-Muy bien, señor.

Klolk miraba el cielo. Una sonrisa se manifestó en su rostro.

-Estos ingenuos nuncá sabrán lo que les pasó, Ja ja ja.

 

La tristeza

La tristeza caminaba solitaria por las calles de Madrid.
El día le era sin brillo a pesar de la carencia de nubes en el cielo.
No había pasado un buen día y su humor así lo reflejaba.
La sonrisa le evadía y las ganas se dispersaban.

La bella ciudad hoy no le transmitía su calidez.
La música no le distraía a pesar de los auriculares.
Caminaba sin rumbo por las calles.
Deseando poder estar lejos, estar en los valles.

No había tenido un buen día.
Necesitaba descansar y pensar.
Puesto que ella era la tristeza.
Y tristeza es lo que podía dar.

La vida le puso esta dificil prueba.
Prueba en la que debía decidir.
Decidir si debía seguir triste.
Seguir triste o sonreir.

Si seguía triste, seguiría siendo ella.
En cambio, si sonreia, cambiaría.
Pues ella era la tristeza.
Y nunca sonreiría.

El cambio le atormentaba.
A pesar de estar triste, así era.
Ese era su pensamiento.
Y le gustaba como era.

Le gustaba ser triste.
Le gustaba no por gusto.
Le temía al cambio, al ser feliz.
Le temía al mundo que no era gris.

Pensaba que si cambiaba, sería como los otros.
Se volvería lo que siempre criticó.
Sería como el cielo brillante.
Y se volvería como aquella que odió.

Su enemiga era la alegría.
Y no quería volverse como ella.
Pensaba que era fria y simulada.
Pensaba que no era bella.

Pero lo que no entendía es que había otra alegría.
Estaba la real, la que embellece la vida.
La alegría que ilumina al cielo.
Y hace que todo sea eterno.

La tristeza temía cambiar.
Temía ser falsa alegría.
Por eso se quedaba triste.
Y lloraba cada día.

El amor se cruzó con ella y quedó flechado a su lado.
Ella le correspondió, pero más triste se volvió.
Perdóname, le dijo. Pues nada puedo ofrecer.
Más que este frio cielo que me vió nacer.

Nací bajo el manto de tristeza.
Eso es todo lo que conozco.
No puedo darte alegría ni calidez.
Y si me acéptas así, bien.

No es cierto, le respondió el amor.
Esto no es un manto, sino una capa.
Una capa sucia.
Una capa que se lava.

La suciedad te la fueron dejando.
La alegría, la soledad.
Todas aquellas que necesitaban.
Un hombro para descargar.

Y así fuiste creciendo.
Pensando en los demás.
Te fuiste volviendo tristeza.
Pero no lo éres ni serás.

Deja que te quite el polvo.
Intenta por mí ser alegría.
A pesar de las discuciones.
Caminemos por los bellos días.

Madrid nos sonríe.
Madrid nos espera.
Ven a mí, alegría.
Y quita esa tristeza.

Yo soy el amor.
Pero antes no lo he sido.
Piensan que he robado.
Piensan que soy un bandido.

Me volví celoso de la vida.
Me cerré y me prohibí.
Pero al verte pasar.
Me abrí y salí.

Juntos podemos ser uno.
Pero depende de tí.
Pues yo ya cambié.
¿Cambiarías por mí?

La tristeza es tu capa de polvo. Quítala y se feliz. Pero aunque yo pueda ayudarte, la decisión depende de tí… ¿Qué decides?

 

El final del arcoíris

Todos hemos visto en más de una ocasión, un arcoíris.

Por su atractivo visual, somos capaces de reconocerlo al observarlo, aunque la gran mayoría desconocen como se forman y aún más, los secretos que guardan.

Cuando los rayos del sol iluminan una día de lluvia o un lugar con una muy alta humedad, se produce este efecto visual colorido  y con forma de arco. El gran científico Isaác Newton afirmaba que los colores que veían nuestos ojos eran simplemente la descomposición de la luz blanca del sol en sus colores principales (estando la luz blanca, compuesta por todo un espectro de colores, algunos visibles y otros invisibles a nuestros ojos) y que se forma un arco por la propia curvatura de nuestros órganos visuales.
Hoy en día se conoce que, en lo primero, el científico británico estaba en lo cierto, la luz blanca se divide en colores y los colores del arcoíris dependen de nuestra posición y de nuestro campo visual, siempre situandonos entre la lluvia y el sol. Sin embargo, no lo estaba respecto a lo segundo y no habría que culparle, ya que  muy pocos saben el secreto oculto tras el arco.

«Al final del arcoíris, una olla con un tesoro espera», reza el dicho popular. Asumiendo que «tesoro» se asociaba en ese entonces, a grandes cantidades de monedas de oro.

En el siglo XXVII, el gran investigador noruego Magnus Jeix, se dispuso a descubrir la verdad, verdad relatada en sus memorias donde cuenta sobre el verdadero tesoro encontrado.
Todo comenzó en la cueva «del cielo», ubicada en Finlandia, la cual estaba poseía dos particularidades. La primera es que estaba cubierta por pequeños cristales traslúcidos, distribuídos a lo largo de todo el suelo y la segunda es que, en el centro de la cueva, había una abertura en el techo de unos 30 metros de diámetro que permitía que la luz del sol penetrara, iluminando el lugar y a los cristales.
A raiz de esto, se producía un extraño fenómeno. La luz que ingresaba en los cristales, salía, en muchos casos, dividida en varios colores, provocando una especie de pequeños arcoíris distribuídos por todo el suelo.
A raiz de este curioso efecto, Magnus bautizó el lugar como la cueva «del cielo».

Luego de varios meses de estudio, concluyó que los cristales no estaba ordenados al azar, sino que había una caprichosa distribución que no podía comprender.
En sus memorias, cuenta que dividió a los cristales en dos categorías, los que estaban agrupados y los que no.
Dedicó sus estudios a descifrar a la segunda categoría ya que era la que más singularidad producía.
Muchas veces, se formaban conjuntos de dos cristales, aunque no siempre poseían la misma orientación, sino que cada grupo era distinto, provocando que las luces de colores se refrácten en desorden y en direcciones opuestas.
Cada caso era particular, sin embargo, uno le llamó la atención. Un grupo particular estaba orientado de tal manera que los arcoíris que producía no solo eran grandes, sino que se unian para formar un largo arcoíris contínuo de dos arcos. En otras palabras,donde terminaba el primero, comenzaba el segundo; Además de la curiosa forma, Magnus notó que, en la unión, la luz era distorcionada y no se podía distinguir con claridad el punto de encuentro entre ambas luces.
Este era el único caso donde ocurría y durante mucho tiempo, según relata, no obtuvo ningún resultado y la frustración le había vencido.
Era el último día que había decidido permanecer en la cueva al no haber podido descubrir nada más.
Al tomar su mochila, se tropezó con una inocente piedrita que estaba en el camino.
Poseído por una furia abrumadora, la pateó con tal fuerza que podría haber matado a una persona si le hubiese pegado en un certero lugar. Sin embargo, a pesar del fuerte golpe que le propinó, la piedra no produjo ningún ruido, incluso no había ni siquiera golpeado contra la pared de la cueva.
Este hecho lo dejó extrañado y, al seguir la trayectoria de la piedra, notó un cúmulo de luz más adelante, casi escondido entre las rocas.

«Al verlo quedé maravillado» Relata. «Era un grupo de no dos, sino tres cristales formando tres arcoíris distintos que convergían en un solo punto de unión y éste, una luz muy brillante se producía.»

Luego de exáminarlo por varios días, entendió que no lo había visto antes porque la luz iluminaba durante pocos minutos ese sector y era probable que nunca le haya prestado atención.

«El punto de unión era muy brillante, tanto que mis ojos se cerraban por voluntad propia al estar cerca y, al lanzar una nueva piedra, esta se perdía en el cúmulo y lo curioso es que no salía por el otro lado. Era como si algo la hubiera absorbido. Luego de varias pruebas más, con todo tipo de objetos, hice la prueba con mi propio ser e introduje el dedo índice de la mano derecha. Al hacerlo, mi dedo desapareció de mi vista, pero aún podía sentir su presencia aferrada a mi mano. Una extrña sensación me cubrió y decidí sacarlo.
Luego de ver que todo estaba en órden, me animé a meter toda la mano en el cúmulo de luz…» Se ve que hizo una pausa al escribir, como recordando aquella sensación.

«…mi mano fue llenada de calor, de libertad y de gloria. Sentía como si había recuperado la juventud, muy distinta a la sensación de frio que conservaba mi mano izquierda. En ese momento entendía que se trataba de un lugar de paz y calma, un lugar que no podía ser otro que el cielo mismo. Quería entrar en ese lugar a toda costa, pero por más que lo intentara, mi cuerpo no cabía en el pequeño cúmulo y entendí que debía buscar una puerta más grande, un triple arcoíris de tamaño suficiente para mi cuerpo…»

Eso fue lo escrito en la última página de las memorias.
La historia cuenta que luego se las entregó cerradas a sus hijos haciéndoles prometer que no las podrían leer hasta después de su muerte. Al entregárselas, Magnus emprendió un viaje y nunca más se lo volvió a ver.

Algunos dicen que encontró un triple arcoíris que lo llevó al cielo, otros que su cuerpo está oculto en alguna cueva, pero lo cierto es que nunca más se volvió a saber de él.

Los sacrificios para el dios

Un hombre entró por la puerta.

-Ya está anocheciendo, ¿estás preparada?- Dijo.

Una joven muchacha estaba terminando de cubrir su cuerpo desnudo.

-S…si, lo estoy- Respondió con voz nerviosa.

Sus manos le temblaban y sus pies no parecían querer moverse. Todo su ser temía lo que sucedería.
Era el fin del primer día del mes de Noviembre, momento en que la luna cambiaría de color y el sacrificio humano debía hacerse.

-Vamos- Le respondió el hombre, brindándole una cálida mano.

Ambos salieron y fueron caminando despacio, sin apuros, hasta el lugar sagrado.
Un altar se erguía en el centro del lugar. Estaba adornado con guirnaldas de flores, las más bellas del lugar y al lado, una prominente mesa era ocupada con el más exquisito banquete que el hombre pueda imaginar. Carnes asadas y bebidas de todo tipo cubrían la mesa.
La joven fue invitada a recostarse en el centro del altar.
Llevaba puesto un vestido de seda, la tela más fina del lugar, con transparencias que permitían ver el cuerpo de la reciente mujer.
Sus pechos, aún en desarrollo, estaban firmes debido al frio que sentía su dueña a pesar de que se tratara de una noche muy cálida.

-Todo está listo- Le dijo el hombre antes de retirarse.

Deseándole buena suerte, partió, dejando a la joven sóla, esperando su fátidico destino, un destino al que ella fue obligada.

Al cambiar la luna de color y volverse verde, comenzaría el ritual para calmar la ira del dios de la montaña, quien siglos atrás destruyó el pueblo.
Al finalizar la destrucción, el dios se dirigió a los sobrevivientes y les dió la instrucción.

-Al permanecer la luna verde en el cielo nocturno, vendré y cuando lo haga, deberán ofrecerme tres corderos asados, las flores más bellas de la planta de WFOR que sólo crece en su pueblo y una bella joven y virgen de 18 años de edad. De lo contrario, mi ira caerá sobre todos ustedes.

La gente del pueblo era muy trabajadora, muy dedicada y muy confiable. El pueblo crecía rapidamente, sus tierras eran muy fertiles, sus lagos tenian abundante agua, el pasto era ideal para el ganado y los recursos de madera y piedra no escaseaban nunca.
Parecer ser que por tal motivo el pueblo decidió quedarse en ese lugar, aceptando la condena impuesta por el dios de la montaña.
Los primeros años fueron los mas dificiles, siendo el principal motivo de discusiones y conflictos, el sacrificio humano. ¿A quién elegir?

Es muy dificil ahora que han pasado muchos años, describir como fue al comienzo. Pero lo cierto es que con el tiempo se fue confeccionando un sistema de elección bastante organizado. En este sistema se decidia de antemano que año le corresponde a la hija de que familia y quien la reemplazaba si no tenían hijas.

No obstante, la mayoría de las veces, las chicas no tenían 18 años cumplidos o ya eran mayores y esto había causado un revuelo en el pueblo.
La primera vez que pasó, no les quedó más remedio que poner a una joven de apenas 16 años y rezar. Para su suerte, el dios pareció satisfecho y desde ese entonces, el tema de la edad pasó a ser un tema menos por el cual preocuparse.
A veces ofrecían chicas de 16 años, otras de 17 años e incluso ofrecieron una vez, una chica de 22 años de edad.

No obstante la edad, las demás demandas fueron siempre cumplidas. Una vez, hace mucho tiempo, cambiaron las flores y el pueblo lo pagó. Desde ese entonces, entendieron que lo único permitido era modificar la edad de la joven, aunque siempre debía ser bella y virgen.
Para llevar a cabo el ritual, se colocaba un altar en las afueras de la ciudad, dentro del bosque prohibido, con la muchacha en el centro y las flores y los corderos asados alrededor. Luego, se retiraban y sabían que en algún momento durante la noche aparecería el dios de la montaña y se llevaría el altar completo.

De esta forma podrían vivir en paz unos años más, hasta la próxima luna verde.

El día siguiente es un día de luto para el pueblo y la familia de la «glorificada», como ellos le decían, es regocijada con los mejores productos que se les pueda brindar y con una fiesta en su honor.
Así sucedía desde hacía incontables años y a veces, algun padre melancolico paseaba por los alrededores del bosque prohibido, buscando algún rastro de su pequeña.
En varias ocasiones, varios padres juraron haber visto el fantasma de su hija (ya mayor) rondando por el bosque. Esto era conocido como el «síndrome de la glorificada» y en esos tiempos, el padre era alojado en una cómoda habitación hasta que se le pase la locura y donde puedan rezar por las almas de sus hijas para finalmente despedirse.

 

Ya había oscurecido y en el bosque comenzaba a soplar un viento cálido y reconfortador.
A lo lejos se veía un movimiento, una sombra gigántesca se enfilaba hacia el altar.
La joven comenzó a temblar. El miedo le invadía y le paralizaba. Sabía que este era su fin y que pronto sería víctima de aquel mounstruo que tanto temía el pueblo.
Ella era el sacrificio y sabía lo que le esperaba. En cierta forma, lo deseaba.
Con sus 18 años cumplidos, era muy joven aún, pero desde que se llevaron a su mejor amiga para el sacrificio, había perdido las ganas de seguir viviendo.

-Sin mi amiga, no tengo razones para vivir, ven y llevame dios de la montaña- Pronunció con la poca voz que tenía.

La sombra se acercó cada vez más, moviendo los árboles a su paso, hasta que por fín salió de la oscuridad. El corazón de la muchacha latía cada vez mas rapido.
Lo vió y al verlo, comprendió que no se trataba de un mounstruo como se lo habían descripto. Aquel dios era una persona muy parecido a ella, era como los muchachos de su pueblo, pero con la diferencia que era, demasiado. Se trataba de un hombre de más de 6 metros de altura.

«Es muy apuesto» Pensó , ruborizándose.

Finalmente la muchacha, distraida por la belleza de aquel ser, tomó coraje y habló.

-¿Tú eres el dios de la montaña?- Preguntó distraida.  -Te lo pregunto porque no pareces un mounstruo como me habían contado.

Con una dura y fuerte voz, el otro habló.

-Yo he venido por ti. No serás lastimada, vamonos en silencio.- Ordenó.

La muchacha obedeció. Por algún extraño motivo, no sentía hostilidad por parte del dios y eso le calmó su interior. El caminó fue largo y duró aproximadamente una hora. La muchacha iba sobre el hombro de su acompañante, sosteniendo sobre ella la comida y las flores.
Finalmente, una luz se divisó a lo lejos. El haz provenía de una casa muy grande para ella, aunque normal para su compañero.
Una vez dentro, el gigante se sentó sobre una silla a medida para él y acercó una silla pequeña para ella.

-Corta la carne y las flores y mezclalas juntas- Le dijo.

La joven no reaccionó y eso causó la ira del gigante.

-HAZLO DE UNA MALDITA VEZ- Le gritó.

Su voz retumbó en toda la casa y se duplicó en sus oídos.
Sin decir ni una palabra, la joven acató la orden y comenzó a triturar el cordero y las flores con sus manos. Luego las colocó sobre una fuente de metal que el gigante le trajo.

-Li…listo- Dijo, aún temblorosa.

-Gracias- Respondió el otro, arrancándole la mezcla de las manos.

El gigante engulló la comida con desmero y luego se dirigió hasta una enorme puerta, cerrandola tras de él.
Antes de encerrarse, le señalo a su acompañante una cama que parecía muy comoda, para que ella duerma y pase la noche allí, por último le indicó que hablarían por la mañana.
En este punto la muchacha dudó sobre si su compañero era realmente un dios y sobre todo, si realmente la iba a matar. Por curiosidad decidió sacarse el vestido de seda y acostarse en la cama, la cual era verdaderamente muy comoda, haciendo que se quede dormida enseguida.

A la mañana siguiente, se despertó, se vistió y se dirigió hasta donde se encontraba aquel apuesto gigante.

-Buenos días mi linda jovencita. Debo decirte que en verdad eres muy bella- Dijo.

La joven quedó sorprendida por los buenos modales de aquel que consideraban un monstruo.

-Espero no te moleste que esté desayunando- Le dijo, guiñándole un ojo. -Ven, sientate aquí y come que te he preparado el desayuno. Espero que te gusten los huevos revueltos con jamon.

La voz del gigante era cortés, suave y gentíl, nada que ver con la de la noche anterior.
Sabiendo (y confiada) que no sería lastimada, la joven fue tomando cada vez más confianza hasta que finalmente habló.

-¿Por qué ahora me hablas bien y anoche no?- Preguntó -¿Por qué me has traido aquí? ¿Qué vas a hacer conmigo? ¿Qué es…-

Al notar el nerviosismo en su compañera, el gigante la interrumpió.

-No pretendo lastimarte, como te habrás dado cuenta. Te contaré todo despues de desayunar, así que come ahora, antes de que se enfrie- Le dijo, señalando el plato.

La muchacha comenzó a comer y fue cuando se dió cuenta del verdadero hambre que tenía, devorando la sabrosa comida en poco tiempo ante la atenta mirada sonriente del galán.

Finalmente, después del desayuno, comenzó la charla.

-Como notaste, nosotros somos muy parecidos, no soy ningún mounstruo, solamente soy una persona como tú, pero mucho mas alto y grande- Le dijo, mostrándole sus desarrollados biceps.

La muchacha soltó ya carcajada y agregó.

-Y muy lindo

Las enormes mejillas del gigante se ruborizaron y ella entendió que aquel era un hombre muy sencillo, muy parecido a ella.

-Gracias, tu támbien eres linda- Le devolvió y agregó -En fin, te explicaré todo.

-Todos los años, durante el último día de nuestro calendario, se realiza una celebración en nuestro pueblo. En fin, muchos años atrás, asistí a mi primera fiesta, la cual fue muy larga y las copas fluyeron como agua. En ortas palabras, tomé mucho Tkorn. El Tkorn es una bebida alcohólica muy fuerte y como bebí más de la cuenta me emborraché. Estando en ese estado, caminé sin rumbo, cantando con voz ronca hasta que terminé en tu pueblo. Sin estar conciente caí sobre las casas de algunas personas que terminaron destruidas he hice muchos otros destrozos de los cuales me averguenzo hasta el día de hoy.  Pero para mi suerte, una joven mujer no me tuvo miedo y notó cual era realmente mi estado. Ella me ofreció una mezcla de Cordero asado y flores que crecen en tu pueblo. La mezcla probó ser milagrosa, quitándome la borrachera completamente.

Hizo una pausa y miró a la joven.

-Ahora entiendes por qué les pedí a los representantes de tu pueblo que preparen carne asada y flores.

-¿Y la luna verde? ¿Acaso tú la creas?

El gigante se agachó para mirarla mejor.

-No yo, sino que es parte de la celebración. Lanzamos al cielo unas fragancias que tiñen el color blanco. Es simplemente para marcar el comienzo de la fiesta.

La joven pensó. Estaba absorviendo todo lo que acababa de escuchar.
De pronto, su cara cambió, llenándose de odio.

-¿¡Para curarte de la borrachera!? ¿Para eso secuestras a mujeres inocentes? ¿¡Para eso te llevaste a mi amiga!? ¿En donde está ella? DEVUELVEMELA- Comenzó a gritar.

-Calma, calma mi amiga. -Todas ellas están bien. La mayoría están en un pueblo vecino, en donde tienen trabajo y familia. Yo no pretendo matar a nadie, pero necesito a las chicas para que puedan prepararme la mezcla. Ten calma que tu amiga está bien- Le tranquilizó.

El gigante se levantó y levantó a la chica para que pueda ver por la ventana.
Afuera se encontraba el patio y dentro de éste, una joven, su vieja amiga, se encontraba barriéndolo.

La joven calmó su ira y se dirigió hacia el gigante.

-No entiendo nada, tú eras un mounstruo. Me mostraron los dibujos, eras un dragón con garras.

Su compañero echó a reir con ganas.

-Verás- Comenzó. -Es la costumbre de nuestro pueblo, que en la primera vez de la TUNGOIA, la fiesta de fin de año, nos disfracemos. Yo lo hice de dragón y es por ese motivo que me creen así. Pero te puedo asegurar que no soy un dragón y mucho menos un dios. Solo soy un muchacho que trabaja mucho durante el año y que solo quiere divertirse en la TUNGOIA.

-¿Por qué no se lo dices a mi pueblo? ¿Por qué me hablaste mal ayer? ¿Por qué no me devuelves a mi, a mi amiga y a todas las demas con sus familias?- Le retrucó.

-No se lo digo a tu pueblo porque si lo hicera se reirían de mi y en lugar de ayudarme me matarían. Me llevo a las chicas porque necesito ese remedio casero todos los años y te hablé mal ayer, bueno, me da verguenza decirlo pero el TKORN constipa y el remedio que cura la borrachera tiene un efecto contrario, en otras palabras, se trata de un poderoso laxante que actúa casi de inmediato. Me sentía mal como para hablarte bien, espero que puedas disculparme por eso- Le dijo, con tono sincero.

-¿Por eso ayer después de comer la mezcla te encerraste tras la puerta? ¿Para ir al baño?

El gigante asintió con la cabeza y vió el gigántesco baño.

-De ahora en más, eres libre, puedes quedarte aquí, como tú amiga, o comenzar una nueva vida en el pueblo vecino donde están muchas de las otras chicas del pueblo. Te aseguro que serás más feliz que en el lugar al que llamabas hogar. Pero tengo una condición y esa es que por 2 o 3 años no te acerques al bosque prohibido desde donde venimos, ni a tu pueblo. Después de ese tiempo puedes volver allí si quieres que, con suerte, nadie te reconocerá.

-Ahora entiendo. Es por eso que muchas veces padres de otras chicas decían haber visto el fantasma de su hija, ya mayor, en el bosque, ¿no es cierto?.

Nuevamente asintió con la cabeza y luego le abrió la puerta trasera de la casa para que la las mejores amigas puedan reunirse luego de varios años separadas.

La elección

Una moneda se desliza entre los dedos y cae en un oscuro lugar, lejos del alcance de la mano.
Un botón es oprimido, produciendo un estremecedor sonido que seda a los sentidos.

El show comienza; El movimiento es acompañado con luces de colores, formando una rítmica casi perfecta.
Los rodillos detienen su movimiento y, junto a éste, también lo hacen las luces y el ruido.
Todo vuelve a su estado de reposo, a la espera de que el botón sea presionado una vez más.
Los rodillos vuelven a girar y a detenerse, pero ahora el ruido y las luces permanecieron funcionando aún después de detenerse todo movimiento.
Ruidos metalicos se escuchan desde más abajo, nuevamente un sonido que droga a los sentidos.
Los metálicos son rápidamente apartados del lugar de su nacimiento, siendo asidos por una mano fria con dedos largos y nerviosos.

Segundos después, la morfina desaparece y una nueva moneda vuelve a repetir todo el proceso anterior, excepto que está vez, no se reprodujo provocando nerviosismo en las largos dedos, calmados solamente al recibir una nueva dosis de placebo.

Todo el conjunto es una montaña rusa de emociones, donde abunda la adrenalina, pero finalmente prevalece la desidia con la vida.
Sin embargo, la -corta- emoción del viaje le llenaba si vació interior con tal fuerza que era incomprendido para el observante pacífico.

Así se sentía la señora de «los 7», como era reconocida en el casi al sentarse cada día en la misma máquina tragamonedad donde un triple 7 podría brindarle riquezas inimaginables.
Su bolso arribaba casi colmado de billetes y partía con una ínfima fracción de su contenido.
La historia se repetía día tras día y era presenciada por los incautos empleados del casino.

-Al entrar, la sonrisa de la señora se hace presente, como si al ingresar, la libertad le envolvía el cuerpo- Opinó una vez el gerente.

El casino le daba libertad, o por lo menos, le daba la falsa sensación de libertad.
Era un lugar donde, por un pequeño instante, ella tenía el control absoluto y los demás estaban a su servicio.
Pero, al salir, todo cambiaba, siendo su paso el de un caballero derrotado por otro más valiente y gallardo.

Esto se repetía casi diariamente, sin embargo, aquel día fue distinto.
Su bolso, desbordando de dinero, le brindaba una chispa de vida nunca vista.
La cantidad que tenía no era normal y eso le hacía poseer un gran humor y vitalidad.

Los ruidos, las luces, el movimiento y por sobre todo, el control, le daban fuerzas para seguir viviendo, pero, todo eso se fue desvaneciendo.
Llegó con la primera luz del día y, entrando en el atardecer, el bolso había perdido más de la mitad de su contenido.
Poco a poco tanto el bolso, como su vida, se agotaba.
La cara estrecha y estirada estaba siendo reemplazada por arrugas y demacradez, orotgándole más años de los que verdaderamente tenía.

De repente, su cara se ensombreció.
Su bolso se había agotado y sólamente una moneda había en su mano, la cual rápidamente introdujo en la rendija.
Sin embargo, perder a aquella última sobreviviente le produjo un movimiento en su interior.

-¿A quién quiero engañar? -Se lamentó, comenzando a llorar -Lo he perdido todo. Mi marido, mis hijos, mi familia, mis ahorros. Todo se ha ido.- Sus lágrimas alertaron al personal de seguridad, los cuales estaban listos para devolverla a la calle.

-Ya no puedo caer mas bajo… – Continuó lamentándose.

Tomó su bolso otrora pesado y se levantó.

-Todo se ha perdido…-dijo. «Perdón esposo mio, perdón hijos mios y sobre todo, perdón dios mío, sos he defraudado a todos y ya no se como mirarlos a la cara» Pensó.

«TLING TLING TLING».

La maquina comenzó a hacer sonidos y ruidos metalicos ensordecieron sus oídos.

Había ganado. Por primera vez los tres 7 coincidieron y había obtenido el gigantesco premio acumulado.

-GANÉ- Gritó, haciendo desaparecer las lágrimas y la tristeza que antes le invadían.

Vecinos de maquinas linderas se dieron vuelta para ver el espectaculo metalico con envidia y recelo.

Personal del casino se acercó a felicitarla.
El premio no solamente era mayor a lo que había invertido aquel día, sino que era lo suficientemente grande como para darle a su familia regalos y sobre todo, alegría.
Nuevamente comenzó a llorar, pero esta vez eran lágrimas de alegría mientras que recibía el dinero.
Su bolso estaba pesado nuevamente y le costaba cargarlo al salir por la puerta.

Sin embargo, al estar en ella, la duda invadió su seno.

Poseía un sobrante y podría utilizarlo sin que su familia se entere y por ahí, obtener otro premio aún mayor, era su pensamiento.

El día llegaba a su fin mientras que una señora permanecía inmóvil en la puerta del casino.