Exploración urbana catastrófica

La cueva se cerró hace casi medio siglo. Otrora completamente vigilada, al pasar los años, el coste de la seguridad iba en aumento y el personal fue reemplazado por una mera cámara de seguridad. El gobierno alemán así lo dispuso. La crisis por la que atravezaba era tan grande como la sufrida luego de la segunda guerra. La seguridad y estabilidad financiera que gozaban a principios del siglo se esfumó en un segundo. Su liquidez, su producto bruto interno, sus reservas, todo decayó. Esaban sorprendidos, inmersos en un mar de dudas y el dinero cambió de destinatarios rápidamente. Las ayudas sociales reemplazaron a los proyectos de investigación y el mantenimiento para el estado fue tanto, que varios controles de seguridad desaparecieron, entre los cuales había uno de mucha importancia, una cueva que no debía ser olvidada.
Una antigua mina de hierro cerrada en el siglo XVIII, que fue luego reabierta como depósito de material nuclear procedente de Ucrania, de una vieja central nuclear.
Contando, en un principio, con los más altos estándares de seguridad a nivel de almacenaje nuclear, la mina ocultaba decenas de tanques de uranio que debían ser tratados y «apagados» para luego ser almacenado de forma permanente. Su gran tamaño volvía a la cueva un sitio ideal para tales fines. Pero, con el correr de los años, el gobierno de Ucrania entró en crisis y dejó de pagar la cuota de almacenamiento.
Alemania lo secundó en el problema económico y después de tanto tiempo, se decidió que esos residuos eran ya inofensivos y ya no requerían tantos cuidados.

La tumba de los barriles llenos de combustible nuclear fue olvidada, al igual que su -secreta- historia. El contenido de la cueva era solo conocido por los altos cargos del gobierno, pero nunca era mencionado. Poco a poco fue pasando a un plano inferior hasta ser consumido de la historia.
Una cueva solitaria, sin cuidados, con el potencial de convertirse en un peligro para la humanidad se encontraba allí, a merced de casi cualquier cosa que atente contra ella.

Los hermanos Wolf eran aventureros. Crecidos en el seno de una familia de clase baja, los hermanos nunca recibieron los estudios necesarios para comprender los peligros de la vida.
Se dedicaban a entrar en sitios abandonados y luego relatar su experiencia.
Esto lo hacían por dos motivos, el primero era que, a diferencia de la mayoría de la población, se animaban a hacerlo y el segundo era por dinero.
Lugares de mitos y leyendas había por montones. La crisis provocó que muchos edificios, muchas casas, muchos comercios e incluso bancos, hopitales, cárceles y comisarías quedasen abandonados en todo el territorio nacional, en especial en los pueblos del interior.
Las leyendas creadas a traves de los años sobre cada uno de estos lugares eran perseguidas (y desmentidas) por los hermanos, hasta que se toparon con el «santo gríal» de sus exploraciones.
La historia de la cueva abandonada llegó a sus oídos y a los hermanos se le ofreció una gran cantidad de dinero por entrar y documentar su interior.
Para ese entonces la historia de aquel lugar era muy distinta a la realidad.
Una antigua mina de hierro que fue cerrada durante la crisis del hierro cientos de años atrás. Aunque otras versiones relataban como fue clausurada debido al derrumbe que sufrió, atrapando a miles de trabajadores dentro. La segunda era una versión más aceptada debido a que no se tienen registros de una crisis de hierro, ni siquiera hoy en día.

Por primera vez, los hermanos tuvieron temor de entrar. Aunque no eran muy brillantes, el tiempo los volvió precavidos y les gustaba estudiar la historia del sitio que visitarían. Lamentablemente para ellos (y para el resto de nosotros), no hubo historia en esta ocasión.
Dudaron en adentrarse pero el dinero se acumuló y era mucho. Con el botín podrían vivir cómodamente durante mucho tiempo. Finalmente aceptaron y tres días después, dio comienzo el fin del mundo.

La entrada estaba abandonada, tapiada con un cartel de advertencia y una cámara de vigilancia de adorno. Luego de retirar los tablones de madera, un fuerte olor invadió sus fosas nasales. Era un olor nunca antes sentido por ellos. Humedad, mezclada con cloro era lo que podían identificar. La nariz comenzó a arderles y no tuvieron más remedio que ponerse las máscaras de purificación de aire que llevaban en sus mochilas.
La oscuridad del lugar era pesada, sin embargo, ellos estaban bien equipados y llevaban consigo varias decenas de bengalas de distintos colores.
Se encendieron dos bengalas, una roja y una azul, para crear un mayor efecto de luz.
Al hacerse la luz, los hermanos se miraron, sorprendidos por la visual. Aquella no era na cueva normal, se trataba de una base militar. Atravezaron una gran puerta metálica abierta y entraron en una especie de hangar. El suelo y las paredes, todo tenía un revestimiento de metal. Dentro, todo lo que podían ver eran decenas de barriles cerrados, ordenados, dispuestos por todo el lugar.
Era un lugar lleno de calma y los hermanos se permitieron el lujo de bromear.
Quitaron las tapas de algunos de los barriles y vieron en su interior. El líquido contenido no les llamó la atención y continuaron su recorrido durante algunos minutos más, explorando el interior de las instalaciones. Finalmente, una hora después, emprendieron su retirada aunque antes uno de los hermanos volvió a observar el contenido de los barriles. Acercó su bengala roja para ver en su interior cuando algo lo asustó y la dejó caer.
Su hermano, haciéndose el gracioso le brindó un sobresalto al otro dejando caer la luz dentro del líquido.
El barril comenzó a temblar, asustando a los hermanos que salieron corriendo del lugar.
Luego explotó, precedido por otro ruido más. Los temblores provocados incrementaban su magnitud con cada explosión.
Los hermanos corrieron, sin decirle a nadie y sin saber que habían ocasionado el fin del mundo.

**********

Hubo un movimiento en el suelo y la tan temida «Pata de Elefante» se movió. Su centro líquido comenzó a burbujear, rompiendo la superficial capa sólida.
La temperatura del combustible aumentaba sin contról y dentro del sarcófago, todo comenzó a temblar. El monitoreo constante que velaba por la estructura fue invadido por una radiación extrema y las cámaras y robots de vigilancia, perdieron su utilidad. Rápidamente la corrosión destruyó casi todo esqueleto.
Las alarmas de radiación volvieron a activarse luego de décadas de aparente calma.
Creían que finalmente habían contenido el desastre, creían que el nuevo «super acero» frenaría la radiación. Creyeron muchas cosas y dieron por olvidadas otras.
El «super acero» o acero bajo cero, resultó realmente efectivo y el sarcófago permaneció intacto. Enfriar con Hidrógeno líquido al acero cementado, creó un cambio en el orden de las móleculas del Carbono, creando una unión «perfecta» a nivel celular entre sus átomos y los del hierro. Costoso pero eficiente.
Sin embargo, el problema no fue la estructura externa, sino el mismo soporte de la abominación que se encontraba en el interior. Las toneladas de combustible líquido sólidificado que formaba la «Pata de Elefante» estaba apoyado sobre un suelo debilitado por los años.
El temblor producido en la mina por los hermanos aventureros, rompió el delicado equilibrio del gigante que comenzó a derretir todo a su paso, mientras que descendía hacia el centro de la tierra. El suelo se movía a su paso y nada ni nadie podía detenerlo.
Los científicos se reunieron para buscar una solución, aunque simplemente se resignaron y anunciaron la terrible situación al mundo.

Nos dieron 10 semanas de vida antes de que el nucleo del a tierra se vea afectado y sufra un duro golpe. La presión que se produciría debastaría el planeta pocos días después. Se estimaba que el 99,99% de todos los seres vivos perecerían y los que sobrevivan, habitarían un mundo extraño, con huecos de kilómetros de diámetro y rios de tierra fundida. Por lo menos eso era lo que decían pero no podían asegurar nada.

De aquel anuncio pasaron dos meses y la tierra comenzó a temblar. El fin se acerca y se están lanzando varias cápsulas al espacio para que sea encontrada por vida inteligente y sepan nuestra historia.
Debo terminar esta nota ahora porque la última de las cápsulas que lanzará nuestro pais despegará en una hora y me deben de estar esperando para entregar mis papeles.
Aquellos que nos encuentren, sepan que no fuimos todos sino unos pocos los que arruinaron al planeta azul, al tercero desde el Sol. Al planeta lleno de vida, de amor, paz y unos pocos malnacidos que nos destruyeron a todos.

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